martes, 10 de junio de 2025

Crítica Cinéfila: Final Destination: Bloodlines

Acosada por una violenta pesadilla recurrente, la estudiante universitaria Stefanie se dirige a casa para localizar a la única persona que podría ser capaz de romper el ciclo y salvar a su familia de la espeluznante muerte que inevitablemente les espera a todos.



Toda una generación fue traumatizada con esta franquicia, y ahora le toca conquistar a un nuevo grupo con la sexta entrega de la venerable saga de películas de terror que nació, o mejor dicho, nos manipuló, hace un cuarto de siglo. Llegando 14 años después de la última entrega —una eternidad para los estándares de la franquicia—, "Destino Final: Linajes de Sangre" ofrece a su público justo lo que espera: una serie de fatalidades diabólicas, ingeniosamente diseñadas y al estilo de Rube Goldberg, tan realistas que te encontrarás cruzando la calle con mucho cuidado al salir del cine.

El hecho de que la propia muerte sea la protagonista, y no un maníaco homicida enmascarado, es lo que da a estas películas su encanto morboso. Es improbable que la mayoría de nosotros nos crucemos en el camino de un asesino en serie. Pero es muy fácil imaginarse resbalándose en la ducha o siendo atropellado por un autobús. Las películas de Destino Final simplemente magnifican estas ansiedades comunes y las elevan al máximo, dejándote hecho un manojo de nervios en el proceso.

Dos directores, Adam Stein y Zach Lipovsky, dirigen con elegancia esta entrega, que presenta una secuencia inicial magníficamente coreografiada que posiblemente sea la mejor de la serie. La trama se ambienta en 1969, cuando una joven pareja, Iris (Brec Bassinger) y Paul (Max Lloyd-Jones), llega a cenar a un restaurante ubicado en lo alto de una torre en su día de apertura. Es claro anticipar que las cosas empiezan a ir terriblemente mal en una serie de desastrosos sucesos que resultan en la muerte de hordas de clientes de las formas más espantosas. Basta decir que nunca volverás a escuchar "Raindrops Keep Falling on My Head" de la misma manera. Los aficionados a la serie adivinarán rápidamente que todo fue en realidad una premonición de Iris que salvó decenas de vidas. Años después, su nieta Stefani (Kaitlyn Santa Juana) sufre pesadillas recurrentes sobre los mismos sucesos, aunque desconoce la conexión personal.

Tras indagar un poco en la historia de su familia, Stefani visita a su abuela Iris (Gabrielle Rose), ahora anciana, quien vive recluida en una cabaña fortificada en lo profundo del bosque. Iris explica que, al salvar la vida de todos en la torre, engañó a la muerte, quien desde entonces se ha dedicado a rectificar el error asesinando sistemáticamente no solo a los supervivientes, sino también a sus descendientes (que de otro modo no habrían nacido). Esto incluye a Stefani y a su familia, a quienes intenta advertir y proteger. No es ningún spoiler revelar que sus esfuerzos son prácticamente en vano.

No es si las víctimas morirán, sino cómo morirán, lo que da jugo a estas películas, y "Final Destination: Bloodlines" no decepciona. Se atasca en una trama tediosa que gira en torno a dinámicas familiares disfuncionales que te hace impaciente por que las muertes comiencen a llegar. Pero una vez que lo hacen, la diversión espeluznante se reanuda. Las escenas sangrientas, que involucran cosas como una cortadora de césped, un camión de basura y, lo más espectacular, una máquina de resonancia magnética, están tan inteligentemente orquestadas que el público estará aplaudiendo de la emoción con cada una como si fueran números de canto y baile. La combinación de CGI y efectos prácticos funciona a la perfección, y las secuencias están editadas sádicamente para máxima tensión, que afortunadamente se alivia con frecuentes dosis de humor mordaz.

Santa Juana es una heroína atractiva y valiente, y Richard Harmon tiene momentos muy divertidos como uno de los primos sarcásticos de Stefani. Pero el punto álgido de la actuación lo aporta el difunto Tony Todd, un pilar de la serie que hace su última aparición en pantalla en su emblemático papel como el misterioso William Bludworth. El actor, a quien está dedicada la película, regresa para una breve escena, luciendo muy frágil y visiblemente enfermo. Pero aun así, es imponente, recordándonos conmovedoramente que en la vida real, como en estas películas, la muerte llega para todos.     



Final Destination: Bloodlines
Título en español: Destino Final - Linaje de Sangre  

Ficha técnica

Dirección: Zach Lipovsky, Adam Stein
Producción: Craig Perry, Sheila Hanahan Taylor, Jon Watts, Dianne McGunigle, Toby Emmerich
Guion: Guy Busick, Lori Evans Taylor
Historia: Jon Watts, Guy Busick, Lori Evans Taylor
Basada en Personajes creados por Jeffrey Reddick
Música: Tim Wynn
Cinematografía: Christian Sebaldt
Montaje: Sabrina Pitre
Reparto: Kaitlyn Santa Juana, Teo Briones, Richard Harmon, Owen Patrick Joyner, Rya Kihlstedt, Anna Lore, Brec Bassinger, Tony Todd

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