Una adaptación en acción real del clásico cuento de hadas sobre una hermosa joven princesa que, mientras es acosada por una reina celosa, busca refugio en la casa de siete enanos en la campiña alemana.
La película animada de Disney, Blancanieves y los siete enanitos (1937), se estrenó hace casi 90 años, por lo que es lógico que necesitara una actualización considerable para este remake de acción real. Con toda la agitación que asedia al mundo real, uno pensaría que podría haber cosas más importantes que los alborotos previos al estreno que han plagado a "Blancanieves". Resulta que esta es una adaptación bastante decente de un largometraje animado de Disney. En el fondo, todavía no entiendo realmente la idea de que Disney extraiga su propiedad intelectual animada, y lo hace no porque haya algo inherentemente atractivo en convertir dibujos animados de cuentos de hadas pictóricos en versiones de la vida real menos sublimes y forzadas de sí mismos. Lo que venden los remakes es la novedad de la transformación.
Dicho todo esto, "Snow White" es una película alegre, vivaz y lo suficientemente romántica para ser creíble como para pasar desapercibida, que demuestra ser una excepción a la regla, en gran parte de su trama. Dirigida por Marc Webb ("The Amazing Spider-Man", "500 Days of Summer"), a partir de un guion de Erin Cressida Wilson ("The Girl on the Train"), la película es más ligera, más juguetona, y menos torpe que los remakes de acción real de Disney.
La versión renovada comienza con una joven princesa, Blancanieves (Rachel Zegler), confinada a una vida de servidumbre cuando el rey viudo se casa con una malvada hechicera (Gal Godot). Tras la desaparición del rey, la malvada reina, celosa de la belleza de Blancanieves, envía a su hijastra al bosque con el cazador para que este la mate. En cambio, él le permite que escape y ella es acogida por un grupo de siete desconocidos en el bosque. A partir de aquí, la trama añade nuevos fragmentos que le dan más capas de profundidad a los personajes que ya conocemos, aunque en ocasiones estas capas se superponen con otras sin llegar a un fin. Rachel Zegler, como Blancanieves, tiene un brillo alegre y atractivo, y Gal Gadot, como la Reina Malvada, brilla divinamente con su elegante capa de color púrpura oscuro (corona de vitral, uñas como dagas, labios y ojos negros a juego), como la dominatrix más furiosa del mundo.
En esta trama, Blancanieves es una joven fuerte que quiere reclamar su corona y liderar a su pueblo, en lugar de una ingenua e indefensa joven que hace tareas domésticas para extraños mientras espera a que un príncipe la rescate. Sus canciones sobre desear amor han sido reemplazadas por otras sobre simplemente desear. Sin embargo, la reina todavía se deja llevar por la vanidad pura y el terror a envejecer. El sexismo está tan arraigado en Blancanieves que no se puede erradicar por completo sin destruir la premisa. Igualmente, la reticencia de Disney a usar personas con enanismo para el alivio cómico parece completamente correcta, pero entonces, ¿qué haces con las otras siete personas del título? ¿Aparte de, en este caso, eliminarlas del título? Aquí la respuesta es crear un septeto de seres no especificados usando CGI, lo cual inicialmente es muy espeluznante, pero con el tiempo te acostumbras.
La historia de amor sigue bastante intacta. El legendario príncipe ha desaparecido, reemplazado por un noble rufián, Jonathan (Andrew Burnap), a quien Blancanieves conoce por primera vez cuando intenta robar patatas de la despensa del castillo. Su flirteo es muy Disney contemporáneo; me recordó al romance de "Frozen", donde el amor se debate con la tentación del empoderamiento. Es revelador que en una película que revive con exuberancia la mayoría de las canciones clave de la "Blancanieves" original ("Heigh-Ho", "Whistle While You Work"), los cineastas hayan descartado "Someday My Prince Will Come". Esto tiene sentido literal, ya que el príncipe ya no es un personaje.
Sin embargo, el viaje emocional de nuestra heroína sigue siendo vibrante, al igual que el diseño encantador, abierto y siniestro de la historia: la relación de la Reina Malvada con su Espejo Mágico (el rostro de su narcisismo maligno); y la forma en que Blancanieves, después de que su madre, la Reina Buena (Lorena Andrea), muere y su padre, el Rey Buen (Hadley Fraser), es enviado a la guerra (nunca regresa), se convierte en una sirvienta como Cenicienta, solo para descubrir quién es en compañía de sus siete alegres amigos del bosque y el impulso de querer algo mejor, una vez se da cuenta de que no es tan frágil como otros parecen pensar de ella.