Hace cinco años, cuando mantenía mi postura de que quería estudiar cine en Estados Unidos, mi papá me presentó el pensum de Comunicación Social de la PUCMM y, entre ellos, unas informaciones sobre el festival de audiovisuales de la universidad. Al llegar el verano del primer año, fue amor a primera vista.
Cuatro años consecutivos participando, de edecana a productora general; debo admitir que la Semana Más Corta no solo me dio la oportunidad de conocer y practicar mi carrera desde la butaca de la universidad, significó un momento que ha marcado mi vida profesional y personal.
Ahora, cinco años después, asisto como espectadora por primera vez y me siento extrañada de no tener un guión en la mano o la cámara en el cuello. Solo me quedaba reclinar la silla y disfrutar de lo que se presentara.
Aunque había tenido la oportunidad de ver los cortometrajes como jurado, una segunda vez me hace darme cuenta de lo creativo que un estudiante puede ser al tratarse del tema de la igualdad: entre niños que saben quien es Platón, un chef sordo y una periodista en un manicomio, se nota que hubo algo más que tener una buena idea. Los movimientos de cámara limpios, algunos diálogos sin exceso de actuación y hasta lágrimas: puedo decir que hay un avance y es bastante notorio.
Pero a parte de los audiovisuales, todo el trabajo del equipo estudiantil y profesoral, más el talento de los presentadores y de los artistas se conjugó en una única frase: una producción a la altura de Fine Arts.
La nostalgia de sentir la presión del momento me hizo recordar los buenos momentos que viví durante la Semana Más Corta, las personas que conocí y los premios que recibí, pero más que nostalgia, es orgullo de decir que alguna vez estuve ahí y que todas esas personas tienen la oportunidad de ser protagonistas de vivir la puesta en escena de un verdadero evento.
Solo me queda decir: ¡Felicidades a todos! Se puede ver todo el empeño de un año de trabajo. Que el evento siga fluyendo tan bien como inició y que termine con mucho éxito, muchas risas, muchas lagrimas y anécdotas para toda una vida.
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