jueves, 25 de mayo de 2017

The Belko Experiment

Un grupo de 83 americanos expatriados que trabajan en un edificio de Sao Paulo, Brasil, se ven atrapados en su lugar de trabajo mientras una voz les hace plantearse dudas morales sobre qué hacer en situaciones límites. (FILMAFFINITY)



Si pudiera matar a mis compañeros de trabajo como parte de una prueba cognitiva de la empresa, ¿lo haría? Creo que no sería difícil de responder, si las circunstancias fueran las mismas que las que tuvieron que experimentar los empleados de la empresa Belko.

Este thriller psicológico de Greg McLean (así es, no es horror ni suspenso; quizás sea gore satírico) explica como los empleados de esta empresa son encerrados en el edificio y obligados a tener que asesinarse entre ellos. 

Si se analizara los aspectos escenográficos y circunstanciales que envuelven los primeros minutos de la trama, ya uno se imaginaría que la película no terminaría en nada bueno: un edificio en medio de la nada, que de repente tiene un grupo de militares vigilando y una protección metálica indestructible, son fáciles delatores de lo que pronto ocurrirá, porque la fiesta comienza tan solo 10 minutos después del inicio. A su vez, resulta ser una oficina gubernamental, con empleados americanos pero en suelo colombiano, donde cada uno recibió como bienvenida la inserción de un "chip" en su cabeza. Se va poniendo más extraña mientras cada minuto pasa.


El propósito del "experimento" es para evaluar como reacciona el ser humano a situaciones extremas donde debe tomar decisiones reactivas, tratando diferentes edades, sexos, aspectos socioeconómicos  y religiosos. La misión es matar a 30 personas en 45 minutos, y si se rehusan, el controlador matará 60 personas al azar (lo sé, con tantas formas de evaluar sociológicamente al ser humano, eligen la más loca, sangrienta e improbable). Es en ese momento donde un grupo se da cuenta que hay que matar para sobrevivir y cuáles son los que deberían morir en sacrificio de otros. ¿El famoso chip? Les explotará el cerebro en caso de que se rehúsen o decidan hacer cualquier acción que atente en contra del experimento, como vandalismo o tratar de comunicarle al mundo lo que está ocurriendo en las instalaciones.

Esta película tiene una serie de secuencias que no solo les hará preguntarse que personaje (de los principales) es el que está más sano mentalmente, sino también cuales son las verdaderas intenciones del director. Cual sea que sea, es difícil determinar cuál es en realidad su objetivo, y espero que la trama no tenga una secuela (porque el único sobreviviente resulta ser de la etapa #1 del proyecto). En serio, espero que no lo haya.

En términos técnicos, la colorización hace un rejuego con cada acto, tanto en la tonalidad de los colores como en los movimientos de cámara, haciendo que ninguna escena se parezca a las demás, y creando una serie de cuestionamientos sobre qué se supone lo que el espectador debe sentir. ¿es una sátira, quieren asustar o solo crear suspenso?

Es confuso en distintos momentos, tanto en la parte cinematográfica, porque no establece un estilo lineal, como en la parte narrativa, porque es imposible determinar quién es el bueno, el malo y el responsable.

The Belko experiment utiliza la narrativa extremadamente sangrienta para explicar las diferentes personalidades que existen en cada persona, cómo reaccionan a este tipo de eventualidades y cuál es la estructural piramidal y operacional de una empresa. Quizás no la más lógica, pero tanto el guionista como el director supieron como mantener una línea argumental lo suficientemente retorcido para que nadie quite los ojos de la pantalla, incluso aún en las escenas donde alguien le da un hachazo o martillazo a otro, o simplemente cuando le explota el cerebro porque no lo están haciendo como deberían.



The Belko Experiment

Ficha técnica

Dirección: Greg McLean
Producción: James Gunn y Peter Safran
Guion: James Gunn
Música: Tyler Bates
Fotografía: Luis David Sansas
Montaje: Julia Wong
Protagonistas: John Gallagher, Jr., Tony Goldwyn, Adria Arjona, John C. McGinley, Melonie Diaz, Josh Brener y Michael Rooker 

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