Narra la historia de seis profesionales que llegan a una entrevista de trabajo en una visible empresa poderosa, los cinco están acompañados de un sexto, que es un infiltrado, y todos compiten por lograr la posición que, según se va develando, se trata de un puesto de poder en esta multinacional llegada al país.
Hacía mucho que David Maler venía dando indicadores de su estilo cinematográfico como director: una localización, un grupo pequeño de personajes con personalidades muy distintas, traumas y actitudes que van saliendo a flote y un final que evoque una alegoría al arte, la cultura y el choque social en un híbrido narrativo. "El Método" hace todo eso, y a su vez retoma la posiblidad de Maler como cineasta de autor. Pero también retoma la posibilidad de que él sigue siendo un cineasta inspirado de referencias internacionales.
"El Método" es la historia de seis aplicantes a un puesto gerencial en una reconocida empresa. No se sabe que tipo de producto o servicio brinda la empresa, pero por el estilo de la edificación, la sala de espera, el mismo salón de entrevistas y su excéntrico recepcionista, se da a entender que es una empresa posiblemente muy poderosa, y por cómo hablan los aplicantes de ella, al parecer muy prestigiosa en su área de mercado.
Cuando los aplicantes, visiblemente distintos, se percatan que la entrevista es más bien una competencia de "quien es el mejor" donde ellos deben de realizar unos ejercicios en conjunto, como evaluarse y descartar los que consideren menos pertinentes, e incluso identificar a un posible topo entre ellos, la situación se va poniendo tensa cuando comienzan a sacar las uñas (o mejor dicho garras) por la sed de apoderarse de esta importante posición laboral.
Inspirada en la película española de 2005, esta versión trae consigo algunas sorpresas desde sus actores. Todos se adueñan en estos roles con actitudes casi contradictorias a lo que ya se ha visto de sus carreras. Se podría recorrer la mesa completa y se podría elogiar algo de cada uno, sobre todo de Dahiana Castro y Roger Wasserman quienes no dejan de sorprender en cada una de sus intervenciones, pero los que sobresalen más son Pepe Sierra como el desagradable Enrique, y Nashla Bogaert como la precavida Esther. Ambos dan una impresión inicial que los aterrizaba en arquetipos ya vistos, pero en la medida que la historia avanza, sus personajes se acomplejan y hasta parecería que se intercambian momentos dramáticos reactivos, llevándolos a un climax explosivo e inolvidable para cada uno. Si me preguntan quien creo es el o la protagonista, diría que es Esther, porque la historia incia con ella, pero así mismo, el personaje obliga a que uno empatice con su situación fuera de lo que ya esté pasando en el salón, recordándole a todos que, además de posibles talentos empresariales, no dejan de ser humanos.
Maler ya se autorefugió en dos aspectos que rescata de Cuarencena: el empleo de la división de la historia por capítulos o segmentos, y el uso de un único espacio o localización para narrar la historia completa. A diferencia de la original de El Método, en lugar de rejugar más con el escenario (más allá del salón de conferencias y el baño), rejuega más con la tensión entre los personajes, dando pequeños detalles a nivel de cámara de lo grande que es esta empresa y lo minúsculo que puede hacer sentir hasta al personaje más empoderado.
El arte es otro gran tirano en esta trama, adueñándose de la atención de cualquiera que se detenga en la majestuosidad de la escenografía y la atención a la elegancia de los vestuarios y maquillajes, dando "ejecutivo" por cada vistazo. Incluso el personaje que podría salirse de lo formal por su actitud logra mantenerlo hasta que sea prudente, e insisto que sería hasta esto, porque las historias que encierran a personalidades como estas están destinadas a crear una bomba de tiempo interna donde sea un "todos contra todos" asesino, literal o metafóricamente.
Maler ya encontró su nicho. Los traumas que reflejan sus personajes y la pesadez del pasado individualista es lo que predomina en sus temas, y esta trama no es una excepción. También encontró la fórmula para evitar huecos narrativos o el abandono a la suerte de la audiencia de cualquier pregunta sin responder. Los capítulos se cierran, se marcan bien los destinos de todos los personajes y su final se siente como un momento agridulce bien alcanzado.
Solo hay un pequeño problema con esta película, y es el hecho de que no se siente como una película dominicana. Desde los aspectos de la escenografía con lujos visualmente extranjeros hasta en la selección musical, parece ser en cualquier otro país, particularmente en alguno primermundista, y no en Dominicana. Quizás otros dirán que esto no es importante, pero sí importa si es una película que gana un festival local que celebra lo que ha sido "hecho en RD", provocando que las películas que son más folklóricas (aquellas que cuentan tramas locales que pueden empatizar con situaciones y públicos de fuera) pierdan momento, y a su vez volviendo a realzar como las referencias extranjeras siguen siendo preferidas contrario a las historias de adentro.
¿Esto es un detalle que afecta la película como lo que ha logrado ser? En realidad, no. "El Método" seguirá siendo una película bien lograda, bien contada y bien actuada. Independientemente de la impresión que deja en esta crítica, no deja de ser una película que resalta del montón y que a su vez vuelve a posicionar a David Maler como un director que sabe lo que quiere narrar y que lo demuestra en su filmografía.
Ficha técnica
Dirección: David Maler
Producción: Nashla Bogaert, Pedro García, Carlos Germán, Rafael Llaneza, David Maler, Gilberto Morillo
Guion: Andrés Curbelo, David Maler
Música: Sergio Jiménez Lacima
Cinematografía: Sebastian Cabrera Chelin
Montaje: Nacho Ruiz Capillas
Reparto: Héctor Aníbal, Nashla Bogaert, Dahiana Castro, Georgina Duluc, Yasser Michelén, René Monclova, Pepe Sierra, Roger Wasserman
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