martes, 8 de abril de 2025

Crítica Cinéfila: Books and Drinks

David es el bohemio dueño de una librería de Brooklyn en bancarrota. Tras una visita inesperada de su madre, descubre que su padre ha muerto de un infarto, dejándole en herencia su casa en el Caribe. Raquel, su novia, insiste a David en que vuele a República Dominicana para vender la casa y así poder saldar las deudas y convertir su librería en el lugar que siempre ha soñado. María, una apasionada agente inmobiliaria, le ayudará en la gestión de la venta. 



"Libros y bebidas"; suena a la combinación perfecta para los que somos amantes literarios. Me lleva a verme en una playa con una buena Piña Colada acompañada de una novela relajada. En definitiva, una forma agradable pero sin complicaciones de pasar el rato. Que pena que la combinación se cae totalmente en la película de Geoffrey Cowpar. Esta trama, que es una co-producción de Caribbean Films, abandona las emociones de su título a su totalidad cuando nos da un personaje que no toma y que excluye en su lista de lectura cualquier Bestseller.

David (Jackson Rathbone) está estancado. Es dueño de una librería en decadencia en Brooklyn y vive a la sombra de su exitosa y exigente prometida, Rachel (Clara Lago). Su vida da un vuelco cuando su madre le revela que el padre que ella le dijo que llevaba muchos años muerto, en realidad estaba vivo, pero finalmente ha fallecido. Ahora David debe viajar a la República Dominicana para vender la mansión de su difunto padre y obtener su herencia. En el camino, se encuentra en una encrucijada "amorosa". Descubrirá qué atrajo a su padre a la isla: la gente, la cultura y la posibilidad del amor verdadero.

Cuando el público conoce a David y su librería, seguro les vendra a la mente "Alta Fidelidad". Al igual que Rob y su tienda de discos en esa película, el negocio de David apenas sobrevive, en parte debido a su actitud ligeramente esnob hacia la literatura (se niega a encargarle un ejemplar de "Fifty Shades of Grey" a alguien), y tiene que pasarse los días escuchando a su ruidoso y descarado empleado Michael (David Maler), quien quiere diversificar la oferta de la librería con "fiestas literarias". En esencia, fiestas literarias con temática de libros y bebidas que son "literarias" en el lenguaje moderno de nuestros tiempos.

La repentina revelación del fallecimiento de su padre, a quien se creía fallecido, envía a David a República Dominicana durante unos días para vender la mansión que ha heredado y así poder salvar su propio negocio. Lo que sigue es una clásica historia de pez fuera del agua: David lucha por congraciarse con los lugareños, especialmente con los empleados de su padre en la casa. Muchos lo ven como el hombre blanco que viene a perturbar la comunidad con la venta.

Pero su actitud ante su propia estancia temporal cambia cuando conoce a María (Nashla Bogaert), la agente inmobiliaria que vende esta propiedad. El resultado es el inevitable triángulo amoroso que comienza a gestarse. Uno que implica un malentendido obvio y artificial, que incluye un chapuzón "accidental" en la piscina y alguien que entra en el momento menos indicado. El problema de esta subtrama es: ¿de qué lado debemos ponernos? Del lado de David y sus crecientes sentimientos hacia María (quien de por sí tiene novio) o del lado de Rachel (quien de por sí es la novia de años de David). No lo ponen tan difícil en la medida que van mostrando aún más el comportamiento obsesivo/posesivo/narcisista de Rachel. Por lo que la audiencia naturalmente se inclinará por apoyar "el amor orgánico".

Es esta falta de conflicto la que da como resultado un plato bastante insípido, carente del sabor y el picante que caracterizan la gastronomía de nuestro país. No solo decide evitar el drama de la relación que se está deteriorando creando otras relaciones alternativas, sino que David evita congraciarse con la comunidad y el conflicto que allí surge con relación a su fin. Al ser vegano, no prueba su comida. Se niega a conducir el clásico descapotable de su padre debido al calentamiento global. Y, salvo alguna partida de dominó con los lugareños, pasa la mayor parte del tiempo sentado en casa leyendo un libro (sin una copa de vino, por cierto).

Al centrarse en el tema central de la relación, la película pierde la oportunidad de explorar el aspecto más interesante de su viaje: intentar asimilar la pérdida de este hombre al que nunca conoció. Un descubrimiento emocional que no se puede lograr simplemente tocando las teclas del viejo piano de su padre. Jackson Rathbone, famoso por interpretar a Jasper en la saga "Twilight", es un protagonista simpático. Sin embargo, el guion no le da suficiente para engancharle, a diferencia de las películas de vampiros. Sus diálogos son extremadamente superficiales y sus saltos de personalidad, dependiendo de con quien esté conversando, lo hacen aún más confuso.

El resultado final es como una novela que ya has leído muchas veces. No hay nada sorprendente en la trama, el romance no es creíble, y los personajes son olvidables. Como las bebidas que disfrutan con un buen libro, no tiene la intensidad ni la profundidad de sabor necesarias para dejar una impresión duradera.


Books and Drinks

Ficha técnica

Dirección: Geoffrey Cowper
Producción: Josep Ciutat, Carol Dudley, James Andrew Felts, Pablo Lozano, Andres Rodriguez, Martín Rosete
Guion: Josep Ciutat
Música: Andres Rodriguez
Cinematografía: Jose Martín Rosete
Montaje: Antonella Bosiak, Guillermo A. Chaia
Reparto: Jackson Rathbone, Clara Lago, Héctor Aníbal, Yasser Michelén, Nashla Bogaert, David Maler

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