¿Se recuerdan hace un año cuando, en medio del inicio del COVID-19, mi regreso a Dominicana tuvo un retraso de cuatro meses hasta que finalmente pude entrar al país? Hoy es el aniversario del día que pisé territorio dominicano oficialmente.
Un año.
Muchas eventualidades ocurren en un año. Muchas emociones. Muchos cambios de planes, sobretodo debido a una pandemia/encierro mundial que nadie tenía contabilizada. Pero me atrevo a decir que regresé y he estado logrando lo que voy proponiéndome sin muchos obstáculos de por medio.
He estado muy ocupada (como siempre), lo cual nunca pensé que hubiese sido posible bajo estas circunstancias. Pero debo confesarles que el cambio de vida no fue tan radical; ustedes me conocen: yo me planteo algo y lo hago posible aun contra marea y viento.
¿Qué ha pasado en un año?
Comenzar diciendo que, gracias a Dios, no me ha dado el virus, y eso lo agradezco tanto pues no sé cómo mi cuerpo y mi mente obsesionada con el trabajo hubiesen reaccionado a este.
Este año no he parado.
No ha habido un día del año en el que mi cerebro no haya estado ocupado con algún proyecto, trabajo o concepto. Antes de volver ya tenía más de un año sin tomar vacaciones. Imaginen 12 meses adicionales en los que voluntariamente me he mantenido en mil tareas a la vez. Mi necesidad de mantenerme entretenida con algo ha sido cuestionada por muchos, mi nivel de organización ha sido solicitado para dar tutoriales de cómo lograrlo, y mi autoimpulso por hacer algo nuevo todas las semanas parece no coger descanso.
Ha sido un buen año para reescribir guiones que pensaba estaban listos para concursos muy específicos. Una gran lección que continúa siendo un aprendizaje como guionista es que siempre hay que escuchar todas las opiniones posibles sobre lo que estás escribiendo, porque hasta el menos fanático de un género o estilo te dará un consejo que puede mejorar tu historia.
También fue un buen año para intentar nuevos proyectos, como una propuesta de Mockumentary sobre una leyenda dominicana, y rescatar algunos que estaban engabetados, como revivir mi serie Exorcismo 101 y convertirlo en revista Comic - disponible para todos en Noviembre de este año.
Este año no he parado.
He iniciado tres proyectos que me he comprometido como meta de este año, que no han surgido de mi creatividad pero que, a medida que avanzamos en los procesos de producción, más me encariño con la historia detrás, quienes están involucrados en ellos y los propósitos finales de por qué es tan importante verlos materializados. De ninguno puedo compartir más que la simple afirmación de que va dirigido a los grupos marginados de mi país.
Mi país...
El simple hecho de poder completar esa afirmación y estar haciendo producciones aquí, en mi tierra, que con libertad y seguridad puedo decir es mía, es un sueño hecho realidad. Un anhelo que surgió a principios de la mestría y que finalmente puedo decirlo sin discutir el por qué es tan importante para mi.
A todo esto también estoy dando clases de cine en mi Alma Mater, donde le estoy pasando todo lo que sé a quienes en un futuro sé que se convertirán en mis colegas y compañeros de set. Me sorprendo constantemente con el interés y la dedicación de mis estudiantes, mientras también me intereso por seguir aprendiendo más sobre esta maravillosa carrera para mejorar el cine de mi país.
¡Mi país!
Volver físicamente fue lo más difícil, pero no porque mi cuerpo no aceptara estar de regreso sino porque regresar parecía la odisea de la película Papillon, donde intentaba absolutamente todo lo posible para montarme en un avión y los obstáculos aumentaban con el pasar de los días. Aunque me mantuve lo más serena posible, hubo momentos bien bajos para mi personaje ansioso, loco por gritar a todo pulmón que volví.
Muchos aún me preguntan por qué volví o me aseguran que nunca me veían regresando pues "me veían tan bien". La verdad es que solo en dos ocasiones me vi no regresando a mi país pero mi corazón siempre regresaba felizmente a RD. Hacer vida permanente en Estados Unidos o incluso de manera específica en California, nunca fue una opción. Parecía un entrenamiento constante del momento, pues el estilo de vida era demasiado agotador, y también parecía que estaba sobreviviendo y trabajando sin parar para poder pagar la renta y alimentarme. Mi corazón sabía que debía volver.
Volví porque sabía que aquí podía lograr más rápido lo que sea que me comprometiera. Que podía arrancar mis proyectos sola y que mi cultura y mi tierra me apoyarían. Por eso continuó Exorcismo 101, y así nació Camuy Films, el cual hoy finalmente se hace público para la disposición de todos. Una casa productora en crecimiento que se compromete a elevar la industria local trayendo propuestas diferentes, experimentales, específicas, pero sobretodo aprovechando el talento que aún no se ha explotado en el país, y que está tan latente y ansioso como yo por crear de manera continua.
Hace un año volví.
Y lo digo con tanta felicidad. Es verdad que hubo muchos planes que cambiaron. Es verdad que para esta altura hubiese preferido ya estar 100% dedicada a mi compañía y no estar trabajando para otras personas, pero me alegra que haya sido a este ritmo. Estoy en paz porque ya estoy viendo frutos y porque sé que continuarán mientras más los impulse. Estoy tranquila porque vienen muchos cosas buenas que son mías de mi propiedad. Hace un año que llegué y espero que cuando llegue el próximo año les comente que los logros se multiplicaron. Ya lo he visualizado.
Todo seguirá más que bien.
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