Después del entierro de su madre, los gritos distantes la despiertan en medio de la noche. Se ha ordenado la ejecución inmediata de todos los haitianos en suelo dominicano, y que alguien sepa o no pronunciar «perejil» es lo que sella su destino. Marie, sola en las montañas, embarazada de 9 meses y sin un lugar donde esconderse, debe abrirse camino a través de la densa naturaleza antes de que la masacre de Perejil la alcance.
La frase “aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla” es una muy presente en esta película. Le cabe importantemente a dos culturas que aún conviven con grandes diferencias de por medio, pero siempre amenazando de un posible conflicto político en el momento que una de las fuerzas sociales tiren un primer golpe. Y le cae como anillo al dedo a un cineasta que, con la llegada de su noveno largometraje de ficción, aún repite los mismos errores narrativos.
Perejil es una historia dolorosa. Sigue un momento histórico relevante de la República Dominicana, el famoso genocidio haitiano del 1937, motivado por el dictador Rafael Leónidas Trujillo. Pero ¿cómo realmente nace esta situación? ¿O de verdad nació de la nada, y así la masacre se desató y acabó con todo a su paso en una sola noche? Porque así es que se interpreta con esta película.
Algunos justificarán que no se explica porque se sigue desde una perspectiva más humilde y cercana al pueblo haitiano, donde la protagonista es Marie (Cyndie Lundy), una mujer haitiana embarazada que la masacre la agarra “a punto” de dar a luz. Ella está casada con un hombre dominicano, Frank (Ramón Emilio Candelario), quien le promete que no le pasará nada siempre que esté a su lado pues su nacionalidad la protege, aún cuando le advirtieron lo que iba a ocurrir y le sugirieron que salgan de allá cuanto antes.
Mientras que aquí la audiencia desconocerá muchos aspectos históricos que por responsabilidad social ciudadana debe entender al adentrarse a este tipo de dramas de época, sí puso en contexto introductorio el espacio físico de este universo, un Dajabón en la misma frontera con Haití donde sus habitantes son principalmente de origen haitiano. Así mismo, introduce la historia con una cultura muy particular, en medio de un servicio funerario de la madre de Marie, a pie camino hacia un río y enriquecido de cantos en creol, este seguido por un almuerzo criollo haitiano de algo que parece ser chenchén. Marie se ha quedado con el crucifijo de su madre para que la proteja y se muestra con gran preocupación, uno se atreve a asumir que con el presentimiento activo de que algo va a ocurrir, hasta que de repente la masacre estalla y todo cambia en su actitud. Y así también decayó la película.
Esta trama posee una serie de situaciones que provocan un desbalance cinematográfico a partir del momento en que inicia el genocidio. La primera es el desconocimiento del enfoque de Marie. La ausencia de un verdadero objetivo en el personaje hace que la audiencia se desconecte de sus actitudes. Ella está en búsqueda de su esposo y ¿luego qué? ¿Cruzar Haití con él? ¿Buscar refugio para su bebé? El objetivo varía de acuerdo a la persona con la que ella trate. El hecho de que ella priorice encontrar a su esposo poniendo en peligro su propia vida y la de su bebe también hace que uno hasta cuestione la lógica de este personaje, quien parece haber perdido todo sentimiento materno que presentó a principio de la película. La poca claridad de ella se ve aún más afectada por una actuación casi nula de emociones de parte de Lundy, a quien ya se conocía por su trabajo en Hotel Coppelia, donde esta autora se atrevería a decir que tuvo un mejor desenvolvimiento. Su ausencia de reacciones frente a las matanzas que ocurrían ante sus ojos crea descontento e incluso peocupación de cuál realmente será su posición en la historia.
La segunda, y la cuál sorprende viniendo de un cineasta que ya ha pasado por ocho largometrajes de ficción y cuatro documentales, es en la parte técnica, donde existe una disparidad fotográfica muy prepotente que afecta tanto el cambio de planos como la estabilidad de la cámara. En un momento parecería que José María buscó inspiración cinematográfica de Barry Jenkins, en quien siempre predominan los planos frontales con un sutil travelling, pero se siente tan fuera de estilo en comparación al resto de la cinematografía de esta película que uno asumiría que fue un experimento y que terminó siendo un error de edición incluirlo. Así también se ve muy afectada la postproducción, que tiene una sensación desagradable de haberse hecho "bajo presión", con una colorización total muy pobre que crea un desequilibrio visual reconocible; a esto agrguenle una edición de sonido donde en momentos claves pudo haber jugado un mejor rol, pero que decayó de manera singular y sin aparente defensa.
La tercera es la dirección de arte, la cual hizo su mayor intento por no demostrar que el camino de Marie se grabó en una sola localización, pero lamentablemente fue delatada por un plan cinematográfico inconsistente. Este aspecto es aún más decepcionante después de venir de una película como Hotel Coppelia, que lo que no pudo lograr en historia se superó en dirección de arte y vestuario. Pero tanto esta como la segunda situación son víctimas de un principal culpable: el sentimiento de apresuramiento. E independientemente de si se hizo o no bajo rapidez, la producción se siente así. Los errores técnicos se sienten como errores de principiantes, lo cual nadie en esta producción es.
Últimamente, José María ha recurrido al cine de época. Pero para poder hablar de historia, se debe conocer muy bien y así se evita la generación de dudas y cuestionantes en una audiencia que a lo mejor no conoce lo que realmente ocurrió y va a ver este tipo de películas en busca de una respuesta "corta y entretenida". Sin embargo, a Perejil le falta mucho para poderse considerarse una drama histórico. Le falta más introducción al mundo ordinario, salir un poco de la cabeza de la protagonista y seguir otros rumbos que abran más horizontes en esta historia encajonada tanto narrativamente como técnicamente. El lenguaje de los personajes se siente muy modernizado y se desaprovecha elementos narrativos que tienen ahí mismo, como las creencias de los haitianos o el mismo contexto de la palabra perejil, que solo es utilizada como tal casi al final de la película. Ahora parecería que el título de la película no debió haber sido ese.
El decaimiento de Perejil en la misma entrada del segundo acto es un recordatorio de una problemática constante que tiene José María con sus guiones (aquí trabajaron seis personas, lo cual también puede ser un conflicto). A lo mejor esta es la película con la que finalmente él reconocerá que ya es tiempo de buscar un estilo narrativo a seguir y abandonar ese salto de género en género; o por lo menos deberá autoanalizar su narrativa y reconocer lo que ya debería dejar de hacer en una película. Mientras tanto, uno debe prepararse mentalmente que entrará a un nuevo género y por lo tanto a un nuevo estilo narrativo, como ya es su costumbre.
Título en inglés: Parsley
Ficha técnica
Dirección: José María Cabral
Producción: Jimmy Jean-Louis, Albert Martinez Martin, Rafael Elias Muñoz
Guion: Arturo Arango, José María Cabral, Nurielis Duarte, Joaquin Octavio Gonzalez, Alán González, Xenia Rivery
Música: Jorge Magaz
Reparto: Cyndie Lundy, Ramón Emilio Candelario, Lia Briones, Madison Diaz, Attabeyra Encarnación, Andy Frestner
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