jueves, 3 de octubre de 2019

Crítica Cinéfila: Joker

Arthur Fleck (Phoenix) es un hombre ignorado por la sociedad, cuya motivación en la vida es hacer reír. Pero una serie de trágicos acontecimientos le llevarán a ver el mundo de otra forma. 



Años 70. Todavía Gotham es una ciudad decente, sin tanto caos en la calle. Los padres de Bruce Wayne aún están vivos. El detective Gordon aún no es conocido en la policía local. Y un hombre  trata de llevar una vida normal. Este es Arthur Peck, un payaso de profesión y aspirante a comediante, que desde muy jóven soñaba con hacer reír a la gente con su risa tan particular. Ahora ya adulto, se dedica al entretenimiento callejero vestido y maquillado como payaso, mientras los habitantes de Gotham, particularmente los más jóvenes, abusan de él, atacándole por tener un "oficio de bajo mundo". 

Pero los moretones no son suficiente para apagar su energía. Mientras cuida de su enferma madre y ve capítulos de su presentador favorito, Murray Franklin, sueña con algún día asistir a su programa y estar lado a lado con uno de sus ídolos. Pero entre sus necesidades psiquiatras para poder desahogar sus penas con alguien, el constante abuso que recibe de sus propios compañeros de trabajo y todos los que le pasen por el lado en las calles, la locura de Arthur va aumentando día tras día, solo soñando con días felices y cero pensamientos negativos.

Todd Phillips se ha dedicado a dirigir y escribir comedias de desastre, películas para hacer reír a carcajadas. Sus títulos más famosos son la trilogía de Hangover y ahí sabemos cómo le fue. Por eso resulta irónico el cambio que decide hacer a un personaje que quiere hacer reír a la gente. Pero a diferencia de sus reconocidas películas, Joker no logra hacer reír a nadie. Muy por el contrario, es un personaje que, con su melancolía y su soledad, lo que provoca es una extrema depresión y la pregunta constante de cuándo exactamente explotará. Este personaje (que no se hace llamar Joker hasta el climax de la historia) es vulnerable pero no delicado. Es un ser que llega para provocar sentimientos negativos en su audiencia, pero a la vez lograr una empatía con lo que le sucede y hacer que nos visualicemos en su lugar, sin necesidad de salir a la calle y matar a todo el que se nos cruce por el camino.


El guión contiene una de las fórmulas más básicas del cine; sin embargo, es una trama que ha sido bien pensada en su totalidad. Cada detalle de la historia es un giro que eventualmente obtendrá su redención, desde las relaciones con ciertos personajes hasta la capacidad de tolerancia del protagonista. Aquí el verdadero antagonista no tiene nombre ni apellido, pues la ciudad es la villana de la historia, y Arthur evita convertirse en su víctima por más pruebas que le ponga en cada camino. Aunque la película posee un sinnúmero de subtramas a las que hay que prestar delicada atención para entender los obstáculos del protagonista, todas siguen el mismo objetivo: llevar a Arthur a su límite, provocarlo a convertirse en la personalidad que desatara lo que Gotham debe ser.

Joaquín Phoenix es un experto para generar empatía por cada personaje que hace. No es de dudar que su actuación en la piel de Arthur sea tan exquisita y estremecedora. Lo que los medios quieren ver como "una mala influencia en la sociedad", es en realidad un grito de auxilio antes de que se desatara la locura total. Desde sus movimientos corporales, su sonrisa sarcástica más el estallido de esa risa excéntrica, es notorio lo bien envuelto que estuvo con este reconocido personaje, pero aún más impresionante es cómo logró mantener todo esto hasta que pasase "de bueno a malo". La transformación física y psicológica del actor es otro de esos aspectos que dejarán a muchos boquiabiertos.

Sin querer balancearse mucho en los parametros que los comics y las películas del universo de DC han establecido, Joker se comporta como una historia en solitario, con una trama íntima, única y exclusiva para su protagonista. A pesar de los pequeños cameos que tiene un joven Bruce Wayne y su padre Thomas, la historia es completamente vista desde la perspectiva de Arthur, antagonizando muchas personas que durante años los comics quisieron pintar como un héroe. Aquí el verdadero héroe es el antagonista favorito de DC.


El otro reconocimiento se lo lleva la producción de diseño, el cual gracias a la fotografía de Lawrence Sher (la franquicia de Hangover, Godzilla: King of Monsters, War Dogs), se muestra como una aterrizada Gotham, viendo todo desde una perspectiva más humana, y con un ensombrecimiento enfocado en los sentimientos del personaje. El contraste se logra a través de su comportamiento con su mundo ordinario y una musicalización vintage que va casi coreografiada con cada una de sus acciones, gracias al montaje bien coordinado de Jeff Groth.

Protagonista o antagonista, Joker siempre será el bueno de la película. Es un rito de paso a través de lo que desató al reconocido antihéroe, y aunque la actuación de Joaquín Phoenix no es lo único que merece ser premiada, es la razón principal para tirarse las dos horas de película. Es magnifica en su soledad, sin necesidad de secuelas o razones para volver a traerlo a la pantalla en esta piel, pues lo que sigue ya nos lo sabemos. Lo que sí es necesario repetir tantas veces se pueda es que es un Joker que nunca se había visto, y cambia totalmente la perspectiva de muchos para decir cuál ha sido su mejor versión cinematográfica. La verdad es que no creo que ninguna de las anteriores tuviese una risa tan ansiosa y brutal que me pusiera la piel de gallina al momento que retumbara en mis oidos.



Joker
Título en español: Guasón

Ficha técnica

Dirección: Todd Phillips
Producción: Todd Phillips, Bradley Cooper, Emma Tillinger Koskoff
Guion: Todd Phillips, Scott Silver
Basada en Joker por Bill Finger, Bob Kane, Jerry Robinson
Música: Hildur Guðnadóttir
Fotografía: Lawrence Sher
Montaje: Jeff Groth
Reparto: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz, Bill Camp, Frances Conroy, Brett Cullen

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