jueves, 20 de agosto de 2020

Crítica Cinéfila: La Llorona

Treinta años después de un conflicto armado en Guatemala, se abre una causa penal contra Enrique, un general retirado que estuvo al frente del genocidio. Pero el juicio es declarado nulo y él es absuelto, y el espíritu de La Llorona se libera para vagar por el mundo como un alma perdida entre los vivos.


Todos los países de Latinoamérica tienen su propia leyenda de la Llorona muy particular a su propia historia, pero la idea es la misma, pero ¿qué ocurre cuando se toma la idea de la Llorona, atacando a quien literalmente mató a sus hijos? El director Jayro Bustamante revive la vieja leyenda con un toque más enfocado a una situación social. El resultado no es del todo satisfactorio, pero el concepto es creativo.

El general retirado Enrique finalmente enfrenta un juicio por el genocidio de indígenas mayas hace tres décadas. Aunque sostiene que estaba cumpliendo con su deber de acabar con las guerrillas, su comportamiento cada vez más senil pone en riesgo la casa. Eso es antes de las devastadoras confesiones en la sala de audiencias de las víctimas sobrevivientes de los crímenes pasados ​​de Enrique que lo encuentran culpable. Hordas de manifestantes enojados amenazan con invadir, lo que hace que la familia de Enrique se atrinchere dentro de su lujosa casa. Cuando su personal huye, solo queda un ama de llaves leal. A medida que el horrible pasado de Enrique provoca una creciente ira del mundo exterior, la llegada de una nueva y misteriosa sirvienta coincide con una fuerza sobrenatural que tiene como objetivo deshacer por completo a la familia.

La Llorona, o la mujer que llora, es una de las figuras más conocidas del folclore latinoamericano. Los detalles de sus orígenes pueden diferir, pero la presunción general de su tradición habla de una mujer cuyo marido la deja por otra. En su dolor, la mujer ahoga a sus dos hijos en un río, y luego a ella misma cuando se da cuenta de lo que ha hecho. El acto la condena a vagar en el limbo, llorando por sus hijos perdidos y ahogando a los niños desafortunados que se cruzan en su camino. Con La Llorona, el cineasta guatemalteco Jayro Bustamante reinterpreta la leyenda y la aplica a una película de "terror" estratificada y políticamente cargada que evita lo sobrenatural en favor del realismo trágico.

Enrique y su pasado se basan en el pasado no muy lejano de Guatemala, fusionando la ficción con duras verdades históricas. El director Bustamante y su coguionista Lisandro Sanchez mantienen los horrores del reinado político de Enrique al frente de esta narrativa lenta. Hay una atmósfera espeluznante y algunos momentos sutiles de horror sobrenatural, pero no hay sustos que se puedan encontrar. Tampoco es esta la historia de Enrique; sufre de Alzheimer y se acerca al final de su larga vida. Escucha los gritos de La Llorona y tendrá que considerar su pasado antes de que termine la película, pero el enfoque narrativo está en las mujeres de su vida, la hija adulta y exitosa que cuestiona la verdad en las versiones de los hechos de su padre; la orgullosa esposa que se aferra con fuerza a su marido, a pesar de la ira que sus formas lujuriosas traen a la superficie; y la nieta inocente que es ajena a la historia familiar y que le ha tomado un gran cariño a la extraña nueva criada. La sorpresa más agradable de la película es la actuación de María Mercedes Coroy como Alma/la Llorona, quien sin una pizca de maquillaje extravagante y la simpleza de sus aspectos indígenas mayas son los que le dan ese toque espeluznante y de sospecha hacia lo que podría causar. 

Si bien muchas de las imágenes son poderosas y el contexto histórico agrega potencia al mensaje de Bustamante, el ritmo lento a menudo puede hacer que el tiempo de ejecución parezca más largo de lo que es. La historia carece de cierre para ciertos personajes a los que nunca se les dio el espacio para desarrollarse en primer lugar. El tercer acto tampoco ofrece sorpresas reales y termina con demasiada prolijidad. Además que los elementos del género son mínimos, por lo que es más un drama político de terror que un horror real. 

En un momento determinado al principio de la película, la tensión crece y se establece la tonalidad que debió mantener durante toda la historia; a pesar de no venderse como una trama de terror, esas escenas nocturnas, donde Enrique (interpretado por Julio Diaz) toma su pistola con el plan de acribillar a la intrusa que llora en los pasillos de su casa, no solo habla de la interpretación muy propia que cada quien tiene a reaccionar a sonidos particularmente alarmantes en situaciones horroríficas. Sin embargo, esta tensión se pierde cuando el drama del pasado envuelve el presente y los pocos momentos terroríficos son mayormente psicológicos y emocionales, justificando el morbo de los asesinatos para salvar a un grupo. Muy al final se rescata ese mismo momento, creando la gran interrogante de cuál es el verdadero género que quería lograr Bustamante con esta historia.

Bustamante evoca por la justicia, y en el caso de La Llorona, es de la mano de un buscador de venganza folclórico. Ciertos aspectos de la historia son emocionalmente poderosos, mientras que otros hilos se sienten subdesarrollados. La previsibilidad de la dirección general significa que el ritmo lento puede arrastrarse y los elementos de terror son mínimos. Si esperas algo más relevante históricamente y un género adyacente, es más fácil encontrar una entrada a una narrativa que no siempre es de fácil acceso.


La Llorona

Ficha técnica

Dirección: Jayro Bustamante

Producción: Jayro Bustamante, Herminio Gutiérrez, Gustavo Matheu, Marina Peralta, Georges Renand

Guión: Jayro Bustamante, Lisandro Sanchez

Música: Pascual Reyes

Cinematografía: Nicolas Wong

Montaje: Gustavo Matheu

Reparto: María Mercedes Coroy, Sabrina De La Hoz, Julio Diaz, Juan Pablo Olyslager, Ayla-Elea Hurtado, María Telón, Margarita Kénefic

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