sábado, 18 de septiembre de 2021

Crítica Cinéfila: La Fiera y la Fiesta

Vera, una actriz cuya fama se ha disipado prácticamente por completo, se reúne con su círculo social de amistades de los años 70 para filmar su última película: el legado de uno de sus mejores amigos, Jean-Louis Jorge. 



No es difícil imaginar el tipo de remake sensualizado de la década de 1970 que los cineastas Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas se propusieron hacer con La Fiera y la Fiesta. El objetivo era sin duda una película ficticia irónica dentro de una película en honor al extravagante cineasta, escritor y productor teatral Jean-Louis Jorge, que era un miembro activo de la moda de los años 70: piense en Warhol, en Studio 54 y piense en la versión europea de lo anterior. Se convirtió en una leyenda en Santo Domingo gracias a la fuerza de sus excéntricas películas de categoría B, hasta que su trabajo se truncó cuando fue asesinado por tres adolescentes en el 2000 a la edad de 53 años. Poco conocido fuera de Santo Domingo, Jorge es sin duda una figura que vale la pena recordar, pero no es fácil enfocarlo en esta película visualmente encantadora pero muy extraña de narrativa.

La historia reúne a un grupo de viejos amigos que conocieron a Jorge cuando todos eran miembros de la escena de los clubes clandestinos. Ahora en sus 70, planean rodar su guión sin filmar en su propia isla, antes de que sea demasiado tarde. La diva Vera (Geraldine Chaplin) ha asumido el papel de directora de cine, y el productor Víctor (Jaime Pina) ha aceptado buscar financiación. El equipo lo completan Martín el director de fotografía (interpretado por Luis Ospina) y Udo Kier como Henry, su leal coreógrafo.

Cuando la sofisticada Vera llega a la isla caribeña con su glamoroso guardarropa y su cigarrillo electrónico, Víctor está encantado de ver cómo se junta la película. Desafortunadamente, su opinión sobre la escenografía, que él ha encargado sin consultarla, es muy negativa, y está decepcionada de encontrar a Martin a bordo como director de fotografía (el DP que ella quería ha muerto). Instalada en un hotel de lujo, divide su tiempo entre fiestas constantes, acosando a su productor y pasando tiempo con un joven de larga cabellera (Jackie Luduena). Esta es la primera vez que se conocen, pero ella lo toma por su nieto perdido, hijo de su hija fallecida. El joven es un magnífico bailarín natural y un destacado en el coro (y en la película). 

El guión que están filmando, Le Palace, trata sobre vampiros y estrellas, que suena un poco más estrafalario que el trabajo conocido de Jorge. La bailarina principal, una chica local, le está dando a Henry ataques de siseo y está retrasando las tomas, por lo que nadie parece demasiado perturbado cuando aparece muerta en la bañera sangrando por el cuello. La siempre inventiva Vera está feliz de reemplazarla con la criada del hotel, que se convierte en una fiera en la pista de baile.

La historia llega a su clímax durante una tormenta tropical. Vera insiste en grabar alrededor de un tanque profundo con una máquina de olas mecánica a pesar de las dudas de Martin sobre las advertencias de tormentas eléctricas. Y ya se pueden imaginar qué pasa.

Este es el último momento en que la imagen se mantiene unida en una apariencia de cohesión narraticva. Al minuto siguiente, las costuras artísticas estallaron. Vera culpa al fantasma de Jorge por todos los problemas de producción y se demuestra que ella y Henry son criaturas sobrenaturales, lo que se siente más como un anticlímax que como una sorpresa.

Es una película pervertida y un poco desordenada que se extralimita a sí misma, pero al menos, el reparto es recordable. El rostro y el lenguaje corporal magníficamente expresivos de Chaplin están realmente fuera de tiempo aquí. Se las arregla para jugar concentrada y espacial al mismo tiempo, como en su respuesta inocente a un detective de la policía que le pregunta cómo sabe que el niño es su nieto. 

La parte inspirada de La Fiera y La Fiesta es la forma en que los cineastas crean una atmósfera de isla tropical inquietante fuera de las configuraciones de cámara e iluminación (Cárdenas hizo la cinematografía) y el diseño interior moderno, junto con las divertidas opciones musicales de Leandro de Loredo, fotografías en blanco y negro y insertos de las películas de Jorge.

A juzgar por estos intrigantes momentos, la transgresora vida y muerte de Jorge sin duda habría sido un documental fascinante. Sus tres largometrajes tienen el aspecto de clásicos del campo: La serpiente de la luna de los piratas (1973) protagonizada por una joven Sylvia Morales como una mujer que trabaja en un club nocturno mientras pierde el control de la realidad; Melodrama (1976) está basada en los romances cinematográficos de Rudolph Valentino y Pola Negri; y Cuando un amor se va (1998) está inspirado en una historia real sobre una mujer acusada de infidelidad y abandono infantil.

Al final, esta película es una experiencia visual, pero se deja caer en su narrativa cuando los persoanjes se envuelven en historias muy particulares que solo provocan que uno se pierda en la supuesta magia de sus momentos. Pero en realidad no es una magia, son demasiadas subtramas.


La Fiera y la Fiesta

Ficha técnica

Dirección: Laura Amelia Guzmán, Israel Cárdenas
Guion: Laura Amelia Guzmán, Israel Cárdenas
Música: Leandro de Loredo
Cinematografía: Israel Cárdenas
Montaje: Israel Cárdenas, Andrea Kleinman, Pablo Chea
Protagonistas: Geraldine Chaplin, Udo Kier, Luis Ospina, Jaime Pina, Jackie Ludueña

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