jueves, 30 de mayo de 2024

ADOPRESCI celebra sus 5 años de edición del “Premio de la Crítica”

La Asociación Dominicana de Prensa y Crítica Cinematográfica (ADOPRESCI) anunció su lista anual de las películas nominadas dentro de la celebración de sus 5 años de la edición del Premio de la Crítica Cinematográfica a celebrarse el 18 de julio de 2024 en el Centro Cultural Banreservas.

En esta quinta edición, bajo los auspicios del Banreservas, Dirección General de Cine, EGEDA Dominicana y la empresa Logomarca, el premio se consolida otorgando a la asociación un espacio importante dentro de la industria cinematográfica local por los aportes que está realizando tanto
con la premiación a lo mejor del cine dominicano de cada año, como por las actividades de cinefórum que realiza en conjunto con la Dirección General de Cine, Cinemateca Dominicana y el Centro Cultural
Banreservas.

Para la selección de nominados de esta edición los miembros de ADOPRESCI tomaron en cuenta todas las producciones cinematográficas dominicanas estrenadas a lo largo del año 2023 tanto en ficción como
documental. De esas producciones fílmicas las producciones “Cuarencena” de David Maler, “La hembrita” de Laura Amelia Guzmán, “Croma Kid” de Pablo Chea, “Convivencia” de José Gómez de Vargas y “El vendedor de arte” de Marcel Fondeur son las nominadas para la categoría de Mejor Película de Ficción.

Y entre las producciones fílmicas de documental las nominadas son: “Tumba y Quema” de José María Cabral, “No me conoces” de Nashla Bogaert, “Ramona” de Victoria Linares Villegas, “Renacer” de Tito
Rodríguez y “Yaque” de Oliver Olivo. 

En la categoría de Mejor Actor están nominados los intérpretes Luis José Germán (Cuarencena), Pepe Sierra (El Método), Gerardo Mercedes Convivencia), Ramón Emilio Candelario (Danny 45) y Francis Cruz (El vendedor de arte). En la categoría de Mejor Actriz se encuentran Cecilia García (La hembrita),
Soraya Pina (Cuarencena), Georgina Duluc (El método), Pachy Méndez (Convivencia) y Fidia Peralta (La balada de los cuervos). 

Para Mejor Guion los nominados son los guionistas David Maler (Cuarencena), Laura Amelia Guzmán (La Hembrita), Victoria Linares Villegas, Diego Cepeda, Maia Otero, Julia Scrive-Loyer (Ramona), José
Gómez de Vargas (Convivencia) y Marcel Fondeur (El vendedor de arte). Para Mejor Dirección los nominados en esta categoría son: David Maler (Cuarencena y El método), Laura Amelia Guzmán (La hembrita”), Pablo Chea (Croma Kid) y José Gómez de Vargas (Convivencia).

Una novedad de esta edición es que se está reconociendo el trabajo de la selección y realización del casting premiará en la categoría de Mejor Elenco, quedando como nominadas “Cuarencena”, “Danny 45”, “El vendedor de arte, “Convivencia” y “El método”.

Para esta quinta edición ADOPRESCI otorgará su Reconocimiento Especial Personaje de la Industria Cinematográfica, de manera póstuma, para el maestro de la actuación y dirección Pericles Mejía, por su legado de conocimiento y experiencia hacia varias generaciones de actores y actrices.

Sobre ADOPRESCI y los 5 años del “Premio de la Crítica”

ADOPRESCI es una organización de gestión colectiva fundada el 9 de febrero del 2019 por iniciativa de Alfonso Quiñones, con el objetivo de congregar a periodistas y críticos de cine a fin de educar y orientar al público y respaldar la industria del cine desde la óptica de quienes analizan las películas. Desde la celebración de su primera edición efectuada el 5 de febrero de 2020 en el Hodelpa Casa Real de la Ciudad Colonial, dentro del marco de la celebración de la Quincena de Cine, evento de promoción del arte y la
cultura dominicana a través del séptimo arte, auspiciado por la Dirección General de Cine, la asociación ha mantenido un trabajo sistemático en el análisis que realiza cada año a todas las producciones fílmicas que son estrenadas, de manera comercial, en las salas de cine del país.

La selección de los nominados, según sus estatutos, se realiza tomando en cuenta las producciones fílmicas dominicanas tanto de ficción como documental que son exhibidas y distribuidas de manera comercial a través de una sala de cine establecida en el territorio nacional, y que haya tenido
un contrato de distribución con alguna empresa local destinada para estos fines con un mínimo de una semana de exhibición pública.

Recientemente fue convocada una asamblea para la renovación de su directiva, siendo confirmado los cargos de Dahiana Acosta como su presidente, Félix Manuel Lora, vicepresidente; José Aquino como Tesorero; Ysidro Eduardo García secretario ejecutivo e Inés de los Santos (una servidora), Vocal.

Esta es la lista completa de los nominados:


MEJOR PELÍCULA DE FICCIÓN
Cuarencena (David Maler)
La Hembrita (Laura Amelia Guzmán)
Croma Kid (Pablo Chea)
Convivencia (José Gómez de Vargas)
El Vendedor de Arte (Marcel Fondeur)

MEJOR DOCUMENTAL
Tumba y Quema (José María Cabral)
No ne conoces (Nashla Bogaert)
Ramona (Victoria Linares Villegas)
Renacer (Tito Rodríguez)
Yaque (Oliver Olivo)

MEJOR DIRECCIÓN
Cuarencena (David Maler)
La hembrita (Laura Amelia Guzmán)
Croma Kid (Pablo Chea)
Convivencia (José Gómez de Vargas)
El Método (David Maler)

MEJOR GUION
Cuarencena (David Maler)
La hembrita (Laura Amelia Guzmán)
Ramona (Victoria Linares Villegas, Diego Cepeda, Maia Otero, Julia
Scrive-Loyer)
Convivencia (José Gómez de Vargas)
El Vendedor de Arte (Marcel Fondeur)

MEJOR ACTOR
Luis José Germán (Cuarencena)
Pepe Sierra (El Método)
Gerardo Mercedes (Convivencia)
Ramón Emilio Candelario (Danny 45)
Francis Cruz (el vendedor de arte)

MEJOR ACTRIZ
Cecilia García (La hembrita)
Soraya Pina (Cuarencena)
Georgina Duluc (El Método)
Pachy Méndez (Convivencia)
Fidia Peralta (La balada De Los cuervos)

MEJOR DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
Luis Enrique Carrión (Cuarencena)
Israel Cárdenas (La hembrita)
Israel Cárdenas (Croma Kid)
Oliver Mota (Convivencia)
Sebastián Cabrera Chelín (El Método)

MEJOR SONIDO
Cuarencena (Denis Godoy y Homer Mora)
La hembrita (Denis Godoy y Homer Mora)
Croma Kid (Denis Godoy y Homer Mora)
Convivencia (Edmanuel Leonor)
El Método (Denis Godoy)

MEJOR EDICIÓN
Cuarencena (Israel Cárdenas y Pablo Chea)
La hembrita (Israel Cárdenas)
Croma Kid (Israel Cárdenas, Pablo Chea y Fernando Henríquez)
Convivencia (José Gómez De Vargas)
El Método (Nacho Ruiz Capillas)

MEJOR DISEÑO DE PRODUCCIÓN
Cuarencena (Shaina Cohen)
La hembrita (Mónica de Moya y Wilhem Pérez)
Croma Kid (Mónica de Moya)
Convivencia (Mónica de Moya)
El Método (Shaina Cohen)

MEJOR MUSICALIZACIÓN
Cuarencena (John Benitez Quartet)
La Hembrita (Grégorie Blanc)
Croma Kid (Grégorie Blanc)
Convivencia (José Torres y Luis Payan)
El Método (Sergio Jiménez Lacima)

MEJOR ELENCO
Cuarencena
Danny 45
El vendedor de arte
Convivencia
El método

miércoles, 29 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: Bridgerton, 3ra temporada (1ra parte)

Tercera temporada. 8 episodios. La tercera temporada se centrará en la historia de amor entre Colin Bridgerton y Penelope Featherington. Penelope finalmente ha tirado la toalla en su largo enamoramiento por Colin. Sin embargo, ha decidido que es la hora de encontrar un marido, preferiblemente uno que le dé la independencia para continuar con su doble vida como Lady Whistledown, lejos de su madre y hermanas. 



El romance en una historia romántica de una serie no es exactamente cómo uno se engancha de un romance en la vida real. Pero tampoco se aleja mucho de la realidad. Está el coqueteo inicial, cuando pruebas uno o dos episodios para ver cómo te impacta. Si todo va bien, llega el momento del compromiso, cuando decides quedarte para ver cómo se desarrolla la historia. Luego está el largo plazo: con cada temporada sucesiva, la serie tiene la oportunidad de profundizarse y madurar, o en su mala suerte estancarse en lo mismo.

Con su tercera entrega (la cuarta si contamos el spin-off "Queen Charlotte"), "Bridgerton" de Netflix ya no se encuentra en los primeros días de su cortejo con nosotros y, desafortunadamente, está comenzando a notarse. Si bien el último capítulo ofrece fielmente todo lo que esperamos de este mundo (heroína virginal, héroe libertino, escándalo de la alta sociedad, covers de música pop en instrumental), también es el primero en el que la fórmula resulta más rutinaria que emocionante.

Sin duda, todavía hay mucha diversión en el mercado matrimonial de la era Regency, esta vez bajo la dirección del showrunner Jess Brownell (que reemplaza al creador Chris Van Dusen). La historia principal se basa en el personaje más encantador de la serie, Penelope Featherington (Nicola Coughlan), la alhelí que secretamente tiene a toda la sociedad bajo su control como Lady Whistledown, la autora anónima de su hoja de escándalo más notoria. Durante años, Penélope ha añorado a Colin Bridgerton (Luke Newton), su amigo y vecino de gran corazón. Cuando Colin regresa de su gran gira por Europa, precisamente llega en el momento en que Penélope decide que es hora de tomarse en serio la búsqueda de un esposo, y esos sentimientos latentes llegan a un punto crítico.

Después de discutir con el elenco secundario durante años, Newton y Coughlan obtienen el brillo patentado de Bridgerton para su tiempo bajo el sol. Colin apenas pasa de los créditos iniciales del estreno antes de quitarse la camisa, ante las divertidas bromas de sus hermanos mayores Anthony (Jonathan Bailey) y Benedict (Luke Thompson). Y rara vez una heroína de Bridgerton ha parecido más soñadora que Penélope, adornada por el diseñador de vestuario John Glazer con construcciones relucientes y elaboradas que leen más fantasía de cuento de hadas que drama histórico remilgado. En sus momentos más apasionantes juntos, Coughlan y Newton emiten una ternura que borra instantáneamente cualquier duda que el espectador pueda tener sobre el fervor mutuo de los personajes.

La serie siempre ha sido muy auténtica y visualmente atractiva por sus impresionantes trabajos de arte, particularmente en la escenografía y ambientación, e incluso en la atención al detalle de sus vestuarios. Sin embargo, en general, esta salida carece del vértigo de las anteriores. Técnicamente, porque quiere ocupar demasiadas historias con piel al descuido. Los protagonistas anteriores, Anthony y Kate (Simone Ashley), pasan gran parte de su regreso enredados en sábanas, en lo más profundo de la felicidad de su fase de luna de miel. Colin, que ha regresado de sus viajes más elegante que nunca, pasa sus días coqueteando con todas las solteras elegibles de Londres y sus noches durmiendo en los burdeles. Y Benedict está atrapado una vez más en una trama secundaria sin rumbo que, al menos en las seis horas de las ocho que hemos visto, no tiene ningún propósito aparente más allá de cumplir con la cuota de escenas de sexo de la temporada. 

Con esto no se puede dejar de mencionar que hay demasiadas subtramas vinculando demasiados personajes que ya son conocidos en la historia de Bridgerton, pero no dan un respiro a la audiencia para sentirnos naturalmente evocados a seguirlos porque no tenemos el tiempo ni la atención suficiente. 
En un descanso de su angustia habitual, una de las subtramas románticas de esta temporada evita por completo el tormento. Francesca (Hannah Dodd), la tercera hermana Bridgerton, hace su debut en la sociedad sin ningún interés en enamorarse perdidamente, sólo en encontrar una pareja adecuada que pueda brindarle una satisfacción pacífica y tranquila. Su madre (Ruth Gemmell) se muestra escéptica y quiere más para su hija. Pero Francesca se resiste. “No todo apego debe ser dramático y reñido”, argumenta. Habla como alguien que ya ha visto esta historia demasiadas veces y no está especialmente ansiosa por volver a reproducirla.

Pero el delicioso anhelo que ha sido el pan de cada día de Bridgerton se ve opacado, significativamente, por el hecho de que (a diferencia de las temporadas anteriores) no hay mucho que se interponga entre la posible pareja. Es simplemente una cuestión de esperar a que Colin sienta algo por Penélope, e incluso una vez que lo hace, es tan lento para hacer un movimiento que uno podría sentirse tentado a apoyar a su otro pretendiente, el escandalosamente vegetariano Lord Debling (Sam Phillips).

Mientras tanto, a pesar de la premisa de amigos a amantes, tenemos poca idea de cómo son Colin y Penélope como amigos antes de verse arrojados a la incomodidad de la atracción. Combinado con el hecho de que Colin está escrito para tener poco de la rica vida interior que disfruta Penélope (su declaración de que el amor es lo único que le importa es dulce, pero también lo hace unidimensional), la relación que debería ser la pieza central de este volumen se siente desigual.

En todo caso, la historia de buddy love más conmovedora es la que existe entre Penélope y la hermana pequeña de Colin, Eloise (Claudia Jessie), mejores amigas de la infancia cuyo vínculo fue destruido la temporada pasada cuando Eloise descubrió las actividades de Penélope como Whistledown. Desde entonces, Eloise se ha encariñado con la engreída Cressida (Jessica Madsen), mientras que Penélope se ha retirado a la compañía de su intolerable familia. Sin embargo, ninguna de las dos mujeres parece capaz de sacarse a la otra de la cabeza. Cuando Penélope revela su cambio de imagen en una fiesta, es Eloise, no Colin, quien no puede apartar la vista. Cuando Penélope pone su mirada en Colin, es Eloise, no Debling, quien reacciona con la angustia de un amante abandonado. Es suficiente para hacernos preguntar qué podría haber sido un Bridgerton lo suficientemente audaz como para romper con el material original de Julia Quinn.

En cambio, tenemos a un Bridgerton que está decidido a seguir el plan, incluso si ahora parece menos emocionante de lo que podría haber sido antes.


martes, 28 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: Furiosa - A Mad Max Saga

Al caer el mundo, la joven Furiosa es arrebatada del 'Lugar Verde de Muchas Madres' y cae en manos de una horda de motoristas liderada por el Señor de la Guerra, Dementus. Arrasando el Páramo, se topan con la Ciudadela, presidida por Inmortal Joe. Mientras los dos tiranos luchan por el dominio, Furiosa debe sobrevivir a muchas pruebas mientras reúne los medios para encontrar el camino de vuelta a casa. 



No se puede deshacer el mundo. La Imperator Furiosa de Charlize Theron aprendió esa lección de la manera más difícil cuando se llevó a las preciosas novias de guerra de Immortan Joe y atravesó a toda velocidad el desierto hacia el Edén matriarcal del que fue robada cuando era niña. Ella y su variopinto grupo de aliados reacios condujeron hasta donde les permitían las carreteras del Valhalla, sólo para descubrir que el Lugar Verde de Muchas Madres no estaba más allá del pantano inhabitable por el que habían pasado para llegar allí; era el pantano inhabitable por el que habían pasado. Cualquier esperanza vaga pero eterna que Furiosa todavía mantuviera para el futuro tendría que ser sembrada en el mismo Yermo estéril que había absorbido toda su vida; al negarle dos veces la utopía que le habían prometido, Furiosa tendría que regresar a la Ciudadela de la que acababa de escapar y reclamarla para sí misma. No hay vuelta atrás, pero a veces sólo se puede encontrar el camino hacia delante mirando por el retrovisor.

Y por eso es lógico que el loco empedernido George Miller haya seguido la película de acción más espectacular del siglo XXI no con una secuela que continúe donde lo dejó “Mad Max: Fury Road” (aunque espera hacer una de esas algún día), sino más bien con una precuela que allana el camino hasta donde empezó. Del mismo modo, también es lógico que Miller no haya intentado superar el caos orgiástico que llevó su franquicia Ozploitation al siglo XXI, brillante y cromada: el tipo puede estar loco, pero no está loco. Tampoco está dispuesto a conformarse con rendimientos decrecientes. En lugar de alcanzar (y no lograr superar) el listón increíblemente alto que se había fijado, Miller ha decidido hacer algo aún más loco y gratificante: ha creado una saga de venganza sinfónica, de cinco partes y que abarca décadas, tan inmensa y autosuficiente, negándose a que sea vista como la mera extensión de otra película, aunque logra profundizar el impacto de “Fury Road” en cada paso.

Por el contrario, " Furiosa: A Mad Max Saga " no parece una obertura para la carnicería vehicular de "Fury Road", sino que retroactivamente hace que "Fury Road" parezca una coda de la historia épica que Miller cuenta aquí. Si esa obra maestra magníficamente inteligente siempre ha parecido la obra de un artista visionario que se estaba purgando de cada idea frustrada que nunca le habían permitido filmar, este éxito de taquilla de verano igualmente extático desentierra las raíces de la catarsis de Miller con la misma precisión y mucho vigor creativo. ¿Proporciona “Furiosa” el tipo de shock sistémico que hizo que su predecesora pareciera una reprimenda tan violenta al Hollywood de la era de los superhéroes? No lo creo, aunque sus dos escenarios auténticos eclipsan los momentos más eléctricos de “Fury Road”, al mismo tiempo que los repiten de maneras nuevas y fantásticas. Pero la decisión de Miller de cambiar de marcha finalmente demuestra ser la mayor fortaleza de su precuela. 

Evitando las mismas trampas que han hecho que muchas franquicias recientes parezcan menos de lo mismo (en parte porque fue escrita en su totalidad antes de que se filmara “Fury Road”), “Furiosa” no intenta revertir la situación. Diseña una de las experiencias cinematográficas más propulsoras jamás concebidas mientras recorre Wasteland en busca de la emoción que se necesitará para alimentarla. Mientras que “Fury Road” fue impulsada por la búsqueda de esperanza, “Furiosa” es una película gloriosa sobre por qué la necesitas en primer lugar. Miller no es sutil al respecto. No necesita serlo; una fábula post-apocalíptica cuyos nombres de personajes son más expresivos que los guiones completos de algunas películas (los nuevos favoritos como “Piss Boy” y “The Octoboss” se unen a clásicos que regresan como “Rictus Erectus” y “The People Eater”), “Furiosa” es menos interesado en la ambigüedad de sus matices que en lo épico de sus detalles, y la atención que le presta a este último es tan palpablemente amoroso que no puedes evitar sentir que este mundo en ruinas todavía tiene historias que vale la pena contar. 

Comienza con una pregunta sencilla: “Mientras el mundo se derrumba a nuestro alrededor, ¿cómo debemos afrontar sus crueldades?” Antes de que “Furiosa” termine con el primero de sus cinco capítulos distintos, comenzará a ofrecer dos respuestas competitivas a esa pregunta. Uno está enterrado dentro de la joven Furiosa (Alyla Browne, su actuación tan feroz e hipercapaz que podrías olvidar que su papel se reestructurará una hora más tarde). Secuestrada de su idílico hogar como un mapa humano que sus captores pretenden vender al señor de la guerra más cercano (siempre que puedan superar a la madre de la niña, que carga rifles, a través del desierto en una silenciosa persecución de día y noche que sería la secuencia más genial en casi cualquier otra película), Furiosa recibe instrucciones de nunca revelar la ubicación del Lugar Verde de donde vino. En cambio, le dan su propia semilla para plantar en otro lugar, aunque no entenderá todas las implicaciones de ese gesto hasta la mitad de la siguiente película, cuando se da cuenta de la diferencia entre un hogar y un recuerdo. 

El señor de la guerra que deja huérfana a Furiosa y la adopta como navegante de su horda ambulante de motocicletas (un “congreso de destrucción”) es una figura trágica que ha perdido la capacidad de apreciar esa distinción. Su nombre es Dementus (interpretado por Chris Hemsworth en una actuación vertiginosa y espectacular que sugiere cómo sería si Shakespeare escribiera una comedia ambientada en un mitin de Monster Truck). Despiadado pero teatral, Dementus solo da miedo porque sabes que tomará cualquier cosa y todo lo que pueda para evitar pensar en lo que ha perdido. Habría sido fácil para Miller y su coguionista Nico Lathouris imaginar al principal antagonista de esta precuela como un simple subjefe del malo de “Fury Road”, Immortan Joe, pero “Furiosa” va en la dirección opuesta al convertir a Dementus en el personaje principal más locuaz en la historia de esta franquicia; al enfatizar su humanidad descarriada en un páramo de traficantes de poder endogámicos. Menos motivado para gobernar que para construir, Dementus comparte el impulso de Furiosa por la creación, con la única diferencia de su tonta creencia de que algo útil podría surgir de un mundo sembrado de odio. 

Pero las ambiciones de Dementus, por oportunistas que sean, invariablemente conducirán a su amada horda a la inexpugnable Ciudadela donde Immortan Joe (Lachy Hulme, reemplazando sin problemas al difunto Hugh Keays-Byrne), sus hijos adultos y sus War Boys, aturdidos por el nitruro, reinan de forma suprema. Así que Dementus tendrá que conformarse con el control de Gas Town, un trato que consigue ofreciendo a Furiosa como la próxima de las muchas esposas de Immortan Joe. Furiosa tiene otras ideas. Se disfraza como un War Boy mudo en la primera oportunidad que tiene, y luego espera el momento oportuno durante la mayor parte de una década hasta que se transforma en Anya Taylor-Joy y se aprovecha la oportunidad para esconderse en un War Rig que podría llevarla lejos de la Ciudadela. El conductor de esa enorme bestia de metal es un guerrero de la carretera llamado Praetorian Jack (Tom Burke, la fuga de “The Souvenir”), y Furiosa siente que él es capaz de ser lo suficientemente amable como para ayudarla a guiarla en la dirección correcta. 

O tal vez sea suficiente para ella saber que él es capaz de ejercer suficiente violencia para ayudarla a sobrevivir a los Mortificadores voladores que patrullan Fury Road en busca de puntos vulnerables en la cadena de suministro de Immortan Joe, y luego se lanzan en paracaídas sobre ellos desde arriba en motocicletas aéreas que le permiten a Miller eleva la acción incluso más alto de lo que los War Boys de salto con pértiga pudieron llevarla en la película anterior. En cualquier caso, una amistad concisa se forja en una erupción operística de acero oxidado, y el vínculo silencioso que se forma entre Furiosa y Praetorian Jack jugará un papel crucial en la guerra que está a punto de estallar entre Dementus e Immortan Joe.

Esta configuración ofrece muchas oportunidades para los fanáticos de buscarle lógica y justificación narrativa a las precuelas y secuelas, pero Miller no analiza el lindo encuentro entre Furiosa y su "boom stick" de doble acción, e incluso la inevitable revelación de cómo pierde su brazo izquierdo se maneja con refrescante naturalidad. Llamar la atención indebida sobre tales detalles en medio de una carrera de vida o muerte a través de las dunas de arena alteraría el ritmo de una película que se desarrolla con la precisión de una sinfonía (a menudo me recordaba a Park Chan-wook en ese sentido), especialmente cuando “Furiosa” se convierte en una saga de venganza maximalista; su violencia es tan inexplicable que incluso sus momentos de descanso tienden a vibrar en la pantalla con el estremecimiento de 1,000 motores acelerados a la vez.

Cada faceta de “Furiosa” –no sólo el inmaculado diseño de sonido de Rob Mackenzie y la estruendosa partitura de Tom Holkenberg, sino también el diálogo mínimo que se intercala entre ellos– está orientada al propósito compartido de crear una armonía con la fuerza del diesel entre las personas y la maquinaria del Wasteland, de modo que el enorme rugido del carro de Dementus o el ronroneo gutural de “Valiant” de Praetorian Jack se vuelven más expresivos que cualquier cosa que estos personajes pudieran decir. Ninguna película tan cacofónica ha sonado más. 

El virtuosismo del enfoque de Miller es tan sorprendente que es posible que ni siquiera notes lo poco que Furiosa habla; como Charlize Theron, Taylor-Joy transmite tanta fuerza y ​​desesperación solo a través del blanco de sus ojos que las palabras solo le arrebatarían la pureza incomparable de su propósito. Esa intensidad naciente coincide tan perfectamente con el modelo establecido para el personaje que el parecido creíble de Taylor-Joy con Theron es solo la guinda del pastel, y la ex actriz merece sus propios elogios por la intencionalidad con la que enciende la llama que enciende la actuación Taylor-Joy. En sus manos, Furiosa renace como el raro personaje cinematográfico que se ha vuelto icónico dos veces en dos formas distintas (pero inseparables), y las generaciones futuras quedarán asombradas por el hecho de que “Fury Road” fue lo primero. 

Si no fuera por sus velocidades y períodos de tiempo completamente diferentes, "Furiosa" y su secuela podrían parecer una sola película cortada en dos. Pero permite a Miller trabajar un poco más en el evidente CGI aquí que en el pasado. Tal como están las cosas, su relación se parece más a la que existe entre “Before Sunrise” y “Before Sunset”, una promesa ingenua y serpenteante para el futuro que da paso a una carrera tremendamente urgente para recuperar el presente. 

En ciertas coyunturas, la amplitud de “Furiosa” puede parecer perjudicial, ya que Miller ocasionalmente acelera los desarrollos masivos de la trama como si fueran errores menores; la mentoría y cambio de vida que Praetorian Jack ofrece a Furiosa se resuelve en el lapso de un solo desvanecimiento, mientras que el tan esperado enfrentamiento entre Dementus e Immortan Joe es avanzado con la ayuda de una narración rápida. Lo más atroz de todo es cómo las brechas de tiempo dificultan el seguimiento de las respectivas relaciones de Dementus e Immortan Joe con Furiosa, tal como son.

Sin embargo, en su mayor parte, el hecho de que tales omisiones puedan malinterpretarse como descuidos es un testimonio de la riqueza de la historia de esta franquicia, del mismo modo que la negativa de Miller a distraerse del enfoque decidido de su heroína beneficia en última instancia a una película que ve el caos como la mayor oportunidad de Furiosa de buscar un hogar, y no (como Dementus podría concebirlo) como un hogar en sí mismo. No es de extrañar que el maníaco señor de la guerra ni siquiera pueda comprender lo que Furiosa está tratando de encontrar. “¿Adónde vas tan llena de esperanza?” él la llama, sonriendo con una amargura que él confunde con sabiduría. El chico apenas puede contenerse después de que Furiosa pierde el mismo brazo en el que se había tatuado un mapa estelar del Lugar Verde de Muchas Madres. Lo que Dementus no sabe, y tal vez tenga que aprender de la manera más difícil, es que su cinismo maníaco efectivamente guiará a Furiosa hacia el único hogar que podrá encontrar. 

Su búsqueda para vengar la muerte de su madre es lo que impulsa esta historia, pero no es eso lo que hace que valga la pena contarla. "Furiosa" obtiene su inestimable potencia de cómo obliga a su heroína a observar a la horda de motocicletas de Dementus dar vueltas en círculos durante 15 años, matándose a sí mismos y a muchos otros en un intento inútil de controlar una parte de un páramo irradiado que ya sabemos que no lo harán o podrían mantener. Cada nueva indignidad la acerca a aceptar que no ir a ninguna parte con esperanza es mejor que ir a ninguna parte sin ella.

¿Cómo enfrentamos las crueldades del mundo? Negándonos a convertirnos en crueldades nosotros mismos. Una precuela tan ardiente internamente puede parecer una introducción extraña a una película que escupe fuego en todas direcciones, pero no te preocupes: George Miller todavía tiene lo necesario para hacerla épica. 


miércoles, 22 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: Tarot

Cuando un grupo de amigos infringe de manera imprudente la regla sagrada de la lectura de las cartas del Tarot -nunca se debe utilizar la baraja de otra persona-, desatan sin saberlo un mal atrapado en las cartas malditas. Uno a uno, se enfrentan cara a cara al destino y acaban en una carrera contra la muerte para escapar del futuro que las cartas predicen.



Ambientada en un mundo donde todas las puertas crujen y no hay un solo lugar bien iluminado, “Tarot” es poco más que un centro de intercambio de clichés de terror. Coescrito, dirigido y producido por Spenser Cohen y Anna Halberg (la serie de podcasts “Classified”), el thriller sobrenatural aprovecha repetidamente los dispositivos más perezosos del género para crear suspenso y crear ritmo, y así mantener a su audiencia al borde de sus asientos. Pero incluso con un elenco moderadamente encantador liderado por el destacado Jacob Batalon de “Spider-Man: Homecoming” , la clasificación PG-13 de la película (y la ausencia total de cualquier otro personaje aparte de sus condenados protagonistas) limita severamente la eficacia de esas técnicas y arquetipos, incluso cuando están desplegados hábilmente.

Batalon interpreta a Paxton, el bromista de un grupo de amigos universitarios estudiosamente diverso que alquila una mansión remota para celebrar el cumpleaños de Elise (Larsen Thompson). Buscando alcohol en la casa, el grupo irrumpe tontamente en una habitación que tiene un candado y está claramente marcada como "MANTENER FUERA", donde en lugar de licor descubren una colección polvorienta de objetos de ocultismo, la pieza central de la cual es una baraja de cartas del tarot pintadas a mano en una caja de madera. Haley (Harriet Slater), una aficionada de la astrología, les advierte que no jueguen con las cartas de otra persona, pero Elise la convence de que haga lecturas para cada miembro del grupo. Al día siguiente, uno de ellos muere en circunstancias misteriosas.

Desconsolados, los sobrevivientes restantes se reúnen para encontrarle sentido a la pérdida, pero después de que un segundo amigo fallece, Haley, Paxton y el resto comienzan a sospechar que las muertes no son pura coincidencia. Cuando cruzan los eventos que llevaron a sus amigos a su perdición, Haley identifica que las lecturas de tarot que ella dio delinearon directamente sus destinos, lo que le dice que el resto de ellos también morirán en un futuro cercano. Mientras intentan decodificar las secuencias crípticas que ella describió, comienzan a aparecer figuras fantasmales que los amenazan y los persiguen hasta situaciones que ponen en peligro sus vidas. Finalmente, solicitan la ayuda de una experta en ocultismo, la Sra. Astrom (Olwen Fouéré), quien informa al grupo, que se reduce rápidamente, que deben encontrar una manera de romper la maldición que se les ha impuesto.

Al hacer su debut como directores con “Tarot”, Cohen y Halberg se alejan marcadamente de la trama de “Horrorscope”, la novela de 1992 de Nicholas Adams en la que se basa la película. La historia de Adams trataba sobre un asesino en serie que elige a sus víctimas según los signos del zodíaco. Su decisión de pasar a una historia más acorde con “Final Destination” no es ni buena ni mala a primera vista, pero no es más original que la premisa de Adams y, además, los fanáticos del material original probablemente identificarán poco. Sin embargo, Cohen y Halberg crean un escenario que requiere que la acción se intensifique muy rápidamente, pero no se molestan en intentar crear un mundo real en el que estos personajes existen, y mucho menos donde estos eventos podrían desarrollarse.

La explicación de la baraja maldita, y de que estos adolescentes sean víctimas de ella, tiene sentido básico cinematográfico: una astróloga (Suncica Milanovic) exige venganza por una traición personal hace varios siglos, y los niños de hoy son demasiado jóvenes y tontos para prestar atención a una señal de advertencia real. Pero además de “Catskills” como lugar de la mansión embrujada, ¿dónde viven estos estudiantes universitarios? No sólo sus supuestos dormitorios están completamente vacíos de otras personas (se habla de los compañeros de cuarto pero nunca se los ve, y los extras de fondo son inexistentes), sino que todos están chirriantes, oscuros y deteriorados.

El lenguaje visual tradicional de las películas de terror hace tiempo que se ha convertido en un repetitivo, pero lo que los mejores cineastas del género saben, o esperemos que aprendan, es que la creación ininterrumpida de una atmósfera severa y “aterradora” ejerce un efecto aplanador en la audiencia. Aquí, no hay alivio de la amenaza ambiental de fuerzas sobrenaturales y, como resultado, ver a estos personajes caminar una vez más hacia un pasillo lleno de sombras se vuelve cada vez más tedioso y lleno de cliché.

La otra herramienta particularmente usada en exceso en el arsenal de Cohen y Halberg es el ruido extremadamente fuerte y repentino: aproximadamente la mitad de los momentos más intensos de la película dan sus frutos porque el público se sorprende, no se asusta. Los sobresaltos pueden ser efectivos si se implementan con moderación, pero aquí, con demasiada frecuencia se sienten como una curita para una narración mediocre o ángulos de cámara, los últimos de los cuales con demasiada frecuencia presentan figuras misteriosas corriendo en el espacio entre los personajes y el cámara.

Sería fácil culpar a la calificación amigable para los adolescentes de la película por su impacto decepcionante, especialmente cuando la muerte de cada personaje se siente castrada de vísceras; incluso atropellados por un tren subterráneo o cortados en pedazos, la sangre y la violencia siempre son incorpóreas. Pero incluso “The Boogeyman” del año pasado también era PG-13, e incluso si no tenía el empuje de algunas de sus contrapartes más adultas, nunca hizo que los espectadores sintieran que la película no cargara un miedo muy propio.

A pesar de las limitaciones estilísticas de la película, un elenco adulto joven vende más ideas de las que funcionarían de otra manera. Slater, que interpreta a la aficionada a la astrología residente de la película, carga con algunos diálogos verdaderamente dignos, pero casi hace que los espectadores crean que Haley está tan atormentada como sugiere su historia llena de pérdidas. Y Adain Bradley, que interpreta a Grant, el reciente exnovio de Haley, se aprovecha del atractivo y bien intencionado olvido de su personaje. Batalon, mientras tanto, probablemente necesite encontrar un papel un poco más alejado de su compañero de “Spider-Man”, que el del nerd con boca motorizada de Paxton, pero exuda un encanto similar.

En última instancia, más un triunfo de esta mezcla de sonido que de contar historias, “Tarot” podría ofrecer un gran momento para un grupo de adolescentes más interesados ​​en hablar entre ellos en el cine que en ver la película, pero cualquier otra persona, mayor o simplemente ansioso por emocionarse, debe tener cuidado.


martes, 21 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: El Secuestro del Papa

Bolonia. Año 1858. Los soldados del Papa irrumpen en la casa de los Mortara para secuestrar a su hijo de siete años, Edgardo. La película sigue la lucha de la familia para tratar de recuperar a su hijo ante esta acción de la Iglesia Católica.



Sé que esta afirmación va a causar cierto revuelo, pero hasta la iglesia católica tiene ciertos actos que deberían considerarse crímenes. En 1857, Edgardo Mortara, de 6 años, fue robado de su familia judía para criarlo en un seminario católico con el argumento falso de que una criada lo había bautizado en secreto. Como lo documenta con extravagancia teatral el director italiano Marco Bellocchio en "El Secuestro del Papa" (o "Rapito" en su idioma original), es una historia de tal maldad absoluta que inicialmente sería difícil de creer si no estuviera meticulosamente referenciada con horas, fechas y lugares que nos recuerdan que aunque esta película no tiene la sensación de ser un documental, Bellocchio puede verificar cada giro del suceso, capítulo y verso. En última instancia, esto sirve a su propósito más amplio, que es convertir los juicios de la familia Mortara en la sangrienta historia de la unificación de Italia como estado secular.

Los Mortara son judíos burgueses que viven en una agradable calle de Bolonia. La vida familiar incluye oraciones nocturnas con sus ocho hijos y la observancia ritual de las cenas de Shabat, pero a la comunidad local no parece importarle. Momolo Mortara (Fausto Russo Alesi) rezuma sólida decencia. Su esposa Marianna (Barbara Ronchi) es una mujer precavida cuyos hijos son un mérito de su amor y cuidado. Cuando se llevan a su hijo, los vecinos salen de sus casas para insultar a los emisarios enviados por el inquisidor principal (Fabrizio Gifuni), un fanático engreído con toda la amenaza silenciosa de Voldemort.

Sin embargo, una vez que Edgardo (Leonardo Maltese) es llevado a Roma, toda la villanía de la jerarquía eclesiástica queda resumida en la persona del Papa Pío IX (Paolo Pierobon), cuyo placer en su propia infalibilidad es el de un tirano nato. El caso es retomado por políticos y periódicos de toda Europa; sus propios asesores sugieren que podría ganarse el favor de su banco si devolviera al niño a sus angustiados padres. Semejante tontería liberal sólo hace que Su Santidad esté aún más decidido a agarrar al niño y convertirlo de por vida, porque ¿desde cuándo un Papa tiene que complacer a alguien más?

Bellocchio tiene el vigorizante anticlericalismo que sólo alcanza su máximo esplendor en aquellos criados como católicos, pero también transmite cuán seductores pueden ser las campanas y los olores, la poesía y la música de la iglesia. El niño de corazón abierto añora a su madre, pero queda visiblemente transportado por la novedosa visión del Redentor clavado en la Cruz detrás del altar de su iglesia. Quiere hacerlo bien, inicialmente porque le dicen que volverá a casa antes si parece haber aprendido todas las lecciones, y luego simplemente porque puede. Es un favorito papal. 

Esa sensación de espectacularidad impregna toda la película, no sólo en los grandes interiores y los rituales de los servicios religiosos. Incluso en el apartamento de los Mortara, el director da a su espacio pictórico la profundidad, los ángulos dramáticos y la iluminación de claroscuros de la pintura barroca. Los interiores marrones están iluminados con lámparas doradas, mientras que las vistas de la plaza de Bolonia o de los tejados de Roma parecen telones de fondo escénicos pintados, como presumiblemente son. Estamos inmersos en un mundo construido para generar efecto e impresión. Una partitura orquestal se abalanza y surge, a veces a un volumen abrumador, y no tanto como acompañamiento que como material dramático en sí mismo.

La política ruge detrás de la historia de Edgardo, como ocurre en todas las películas de Bellocchio; en particular, los halagos de los representantes oficiales judíos ante las autoridades de la Iglesia ponen la piel de gallina a cualquiera. Sin embargo, cuando se abre a escenas de guerra y la retirada del papado, la historia se extiende para cubrirlo todo, en todas partes, de manera demasiado superficial. El enfoque minucioso en la espantosa historia de Edgardo da paso a un amplio recorrido por los movimientos de tropas y el cambio administrativo que pierde la urgencia de la historia de la infancia del niño.

Cuando lo vemos por primera vez como adulto, lleva un collar que lo apresa a su presente: Edgardo es sacerdote, algo que sucedió entre bastidores, por así decirlo, entre capítulos. Un encuentro casual con su hermano mayor, ahora un soldado revolucionario, fija este presente en el pasado, pero el impulso del secuestro y sus consecuencias se desvanecen. Es como si los acontecimientos se hubieran apoderado de todos, desde el cada vez más acorralado Papa Pío hasta el propio Bellocchio. Esa es, por supuesto, la dificultad de las vidas reales y de las historias verdaderas: suceden demasiadas cosas y es muy complejo cubrirlo todo. No es ninguna sorpresa –y por lo tanto no es un spoiler– leer una nota al final que nos dice que Edgardo murió, a los 90 años, en un monasterio.


miércoles, 15 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: Kingdom of the Planet of the Apes

Ambientada varias generaciones en el futuro tras el reinado de César, en la que los simios son la especie dominante que vive en armonía y los humanos se han visto reducidos a vivir en la sombra. Mientras un nuevo y tiránico líder simio construye su imperio, un joven simio emprende un angustioso viaje que le llevará a cuestionarse todo lo que sabe sobre el pasado y a tomar decisiones que definirán el futuro de simios y humanos por igual.



Qué apropiado que la franquicia “El planeta de los simios” siga evolucionando, a pesar de rodear siempre los mismos temas ineludibles de inhumanidad (incluso en un mundo posthumano) y el arma de doble filo del avance tecnológico. La exuberante y matizada “Kingdom of the Planet of the Apes” de Wes Ball puede carecer del alcance épico o el fervor revolucionario de las recientes películas de Matt Reeves que salvaron esta serie del hedor que la había afectado desde 2001, pero esta aventura bien mejorada aún logra aprovechar lo mejor de su legado, aunque en gran parte debido a su gran enfoque en las lecciones duramente reñidas que se han olvidado de él. 

Han pasado “muchas generaciones” desde que César unió a los simios en su lucha contra las milicias humanas que buscaban destruirlos, y los siglos de paz les han permitido comenzar a desarrollar una civilización en sus propios términos. Se han formado varias colonias en todo el continente, incluida una, el Clan del Águila, que ha dado forma a su cultura en torno a los rascacielos cubiertos de malezas que quedaron de los días del hombre (la visión verde y post-apocalíptica de la película del noroeste del Pacífico se siente como una vista previa de lo que vendrá en la segunda temporada de “The Last of Us”).

Jóvenes chimpancés como Noa (Owen Teague) escalan los edificios como un rito de iniciación, en busca del huevo de águila perfecto que puedan llevar a su aldea y criarlo como propio después de que eclosione. La única regla: los chimpancés siempre tienen que dejar al menos un huevo en los nidos que roban, asegurando que el crecimiento de su especie no se produzca a expensas total de otra. 

Es bastante fácil para el Clan del Águila vivir en paz con el resto del reino animal; los simios están firmemente en la cima de la cadena alimentaria y las amenazas a su supervivencia son pocas y espaciadas. Los humanos todavía existen, pero sus mentes están tan disminuidas por los efectos negativos del virus que hizo a los monos más inteligentes; la tribu de Noa se refiere a ellos como "ecos". El Clan del Águila es un grupo curioso más interesado en construir aviarios que en armas, pero ni siquiera sus mayores parecen saber mucho sobre el mundo que los rodea. Quizás sea una elección deliberada. Quizás ese sea su propio tipo de sabiduría. 

La tribu de Noa son perfectos inocentes (al menos en el sentido bíblico), pero el "progreso" es una fuerza corruptora a la que ninguna especie inteligente ha sobrevivido ilesa, y hay un simio que acaba de descubrir el fuego. O peor: picanas eléctricas para ganado. Convencido de que es la segunda venida, ese simio se hace llamar Proximus César (Kevin Durand bullicioso pero aterradoramente controlado, cuyo personaje demuestra que incluso los monos están obsesionados con el Imperio Romano), y cuando sus fuerzas queman la aldea de Noa y secuestran a todos los chimpancés, nuestro joven héroe protegido se ve obligado a viajar mucho más allá de donde el Clan del Águila se atreve para rescatarlos: una búsqueda corta pero llena de acontecimientos que le enseñará mucho sobre el mundo en general. 

Tenga en cuenta que cuando digo "corto" me refiero más a la distancia recorrida que al tiempo que tarda Noa en llegar a su destino. Con una duración pausada de 145 minutos, “Kingdom of the Planet of the Apes” es en realidad la entrega más larga de su franquicia, y la película de Ball, escrita por el guionista de “War of the Worlds”, Josh Friedman, aprovecha ese tiempo al desarrollar el conflicto filosófico que consumirá esta historia una vez que finalmente llegue a la impresionante base de Proximus (un buque petrolero varado al pie de una enorme e impenetrable bóveda cuyo contenido podría permitir a los simios salvar varios milenios de avances tecnológicos en un abrir y cerrar de ojos). Hay algunas ráfagas de acción dispersas y desgarradoras a lo largo del camino, mientras Noa es perseguido por los agresivos soldados de infantería de Proximus dondequiera que vaya, pero su breve aventura está menos definida por el peligro que por el descubrimiento. 

El primero de esos descubrimientos es un amable orangután que vive en una terminal de aeropuerto. Su nombre es Raka, interpretado por Peter Macon (está perfectamente a la altura del excelente trabajo de Karin Konoval como Maurice en las películas de Reeves) y estudia las enseñanzas originales de César de que "el mono no atacará a los simios" de una manera que completa la canonización del difunto mono como una figura simia de Cristo. Por encima de todo, el erudito Raka proporciona un contraste convincente para Mae (Freya Allan), una chica humana aparentemente salvaje, tan hambrienta que sigue los pasos de Noa para comerse las migajas de pan que deja atrás en su camino. Su presencia desencadena un escepticismo que Noa nunca supo que era capaz de hacer, y “Kingdom of the Planet of the Apes” extrae lo mejor de su tensión ambiental de la sutil desconfianza que hierve a fuego lento entre ellos. 

Ya no sorprende que las herramientas de captura de interpretación sean capaces de representar personajes tan bien sombreados, o que actores hábiles como Teague y Durand tengan suficiente confianza en el proceso para brindarle a Wētā todos los datos que sus magos de efectos especiales necesitan para hacer que el público olvide. No estamos viendo simios reales, pero aún así es demasiado creíble para convencerse que estamos viéndolos en una película que los usa para contar una historia relativamente contenida, extrayendo gran parte de su drama de los primeros planos. Es probable que James Cameron siempre esté en su propia liga cuando se trata de estas cosas, pero "Kingdom of the Planet of the Apes" no tiene el beneficio de tener lugar en un mundo alienígena con héroes alienígenas. 

De hecho, la película de menor escala de Ball no tendría nada que redimir si no lograra vendernos el cálculo emocional que tiene lugar detrás de los ojos de Noa cuando llega al campo de trabajo de Proximus y considera qué es lo mejor para el futuro de su especie. Pero la fe del director en los dispositivos modernos es bien recompensada, en la medida en que agrega un rico matiz metatextual a una historia que ve incluso la tecnología aparentemente más benigna por su potencial como arma. 

Esa ambivalencia se refleja en la elección de un antagonista en el guión, ya que Proximus, hambriento de poder, no es solo un bruto egoísta que domina a cualquiera que considere inferior y se complace en tratar a las personas de la misma manera que alguna vez trataron a los simios. De hecho, es un fanático de los humanos, hasta el punto de que mantiene a William H. Macy cerca para que le lea novelas de Kurt Vonnegut y lo ayude a aprender lo que pueda sobre la antigua grandeza de nuestra especie. Proximus es un estudiante de historia, simplemente le falta la perspectiva para apreciar cómo tiende a repetirse, o para entender por qué armar a su tribu hasta los dientes podría no ser la mejor manera de cumplir la promesa de que “los simios juntos son fuertes”. 

Y, sin embargo, “Kingdom of the Planet of the Apes” es un viaje cerebral gratificante debido a su negativa a avergonzar a su villano u ofrecer una alternativa clara para los simios obligados a servir a su merced. Por muy emocionante y coherente que pueda ser su final anegado, la película de Ball infunde una sensación palpable de lamento incluso en los momentos de esperanza más enfáticos de esta historia, ya que el surgimiento de Noa como un héroe capaz de rescatar a su clan, y tal vez a toda su especie, es siempre compensado por la sensación de que la única manera responsable de traer a los simios al futuro sería asegurarse de que permanezcan atrapados en el pasado. 

Esto está muy lejos del éxito de taquilla de emoción de un minuto que su fecha de estreno temprana de “verano” podría hacerle esperar, y el patetismo simplemente no es tan profundo como al final de la trilogía de Reeves, pero los momentos finales de la película de Ball hacen fácil imaginar que sus secuelas podrían alcanzar niveles similares en altura dramática. Esas son noticias siniestras para la última generación de personajes de esta franquicia, pero información alentadora para cualquiera que pueda apreciar la disonancia cognitiva de una película de “Planet of the Apes” que te deja con una renovada sensación de esperanza para el mañana.


martes, 14 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: Bodkin

Un grupo de podcasters se propone investigar la misteriosa desaparición de tres desconocidos en un idílico pueblo irlandés. Pero cuando empiezan a mover los hilos, se encuentran con una historia mucho más grande y extraña de lo que podrían haber imaginado. 



"Bodkin", la nueva serie de misterio y comedia oscura de Netflix sobre podcasts sobre crímenes reales, es una grabación que no debe confundirse con "Slow Burn", el podcast sobre crímenes reales adaptado brevemente como una serie de Epix. Creado por Jez Scharf, que cuenta con "Higher Ground" de Obama entre sus productores y presenta a Will Forte como su estrella más destacada, "Bodkin" es una serie en el que sentí una inversión razonable al final. Pero el efecto acumulativo contradice el hecho de que es una serie que hace un montón de pequeñas cosas bien de manera discreta, en lugar de hacer algo espectacularmente bien a nivel general.

Es una sátira sin grandes risas, un rompecabezas sin muchos giros impactantes y un estudio de personajes, pero de un tipo muy sobrio. Si buscas grandes reacciones ante cualquier cosa, te decepcionarás. Si buscas algunas ideas menores sobre nuestro amor instintivo por la narración voyeurista, algunos escenarios irlandeses inteligentemente interpretados y algunas actuaciones fabulosas (Siobhán Cullen, en particular, debe estar en todo), "Bodkin" lo convierte en un tiro fácil de siete episodios. Mi aprecio por la serie es discreto y apropiado, ya que "Bodkin" tiene una trama con un grupo de narradores que buscan algo llamativo y comercial, solo para encontrar algo más triste y más humano. Se trata de hacer las paces cuando la verdad no cumple con las expectativas y aprender que no todo tiene que ser endulzado con engaños narrativos y sensacionalismo.

Cullen interpreta a Dove, una periodista de investigación de "The Guardian". Su última historia, que involucraba a un denunciante que revelaba secretos sobre el NHS, salió terriblemente mal y ahora ella misma está bajo investigación. Para evitar distracciones, el editor de Dove la envía a la Irlanda rural con una nueva tarea: debe prestar asistencia en un nuevo podcast en el que "The Guardian" se está asociando con un respetado autor de podcasts, Gilbert Power (Forte). Dove odia los podcasts y no respeta especialmente lo que hace Gilbert.

Gilbert es semifamoso, pero no necesariamente es bueno en su trabajo. Tuvo una exitosa temporada de podcasts, una casualidad que cambió su vida, seguida de varios fracasos, pero hay una historia en el pequeño Bodkin que cree que podría rejuvenecer su carrera. 25 años antes, tres personas desaparecieron en medio del festival anual conocido como Samhain. Gilbert cree que la combinación de un misterio sin resolver, algún color local peculiar y posiblemente algunos elementos personales mientras se reconecta con sus raíces irlandesas podría ser un éxito. Él, al igual que Dove, está huyendo de algo en su vida.

El trío periodístico lo completa Emmy (Robyn Cara), una entusiasta investigadora que idolatra tanto a Dove como a Gilbert sin comprender del todo la cruda realidad de sus trabajos. 

Llegan a Bodkin y, después de una breve apreciación de la peculiaridad por excelencia de la ciudad, comienzan a recibir señales de que la historia que Gilbert está dispuesto a contar no es la verdadera historia. Casi todos los episodios de Bodkin comienzan con la voz en off de Gilbert, una serie de tópicos generales: “los cuentos populares son más que simples historias; son una advertencia”; eso resultará familiar para los oyentes habituales de podcasts. Gilbert ha contado y juzgado previamente lo que sucedió en Bodkin en su mente, y está tratando de dirigir la realidad para que coincida con su idea preconcebida.

Los espectadores están atravesando un viaje similar, porque creemos que reconocemos el tipo de comedia negra de pez fuera del agua que Bodkin quiere ser. Al menos durante uno o dos episodios, la serie nos ofrece algo parecido. En este sentido, Forte es una especie de caballo de Troya. Nada en la forma en que interpreta a Gilbert es abiertamente cómico, pero nuestra familiaridad con las versiones del acto de hombre-niño de Forte sugiere que se supone que sí lo es. Por un tiempo, Bodkin pone a Gilbert en el centro y coloca varios personajes secundarios excéntricos y chistosos a su alrededor, en su mayoría reprendiendo suavemente a los podcasts y a las personas que los aman. Pero no es esa historia y no es su historia.

La serie prepara a los espectadores para crescendos de humor y misterio, incluyendo algunos detalles del mundo real: el Acuerdo del Viernes Santo de 1998, pistas relacionadas con los asilos de la Magdalena en Irlanda. La eliminación real de las capas es generalmente menos salvaje, menos divertido, menos provocativo y menos emocionante, pero quizás más emocionalmente fundamentado.

Varias actuaciones, empezando por la de Cullen, mantienen el espectáculo anclado. Ya sea que hayas visto o no a la actriz irlandesa en trabajos televisivos anteriores, ella llama inmediatamente la atención como la parte más divertida de los primeros episodios, y la parte más cruda y dramática de la progresión de la serie. Más que cualquier otro personaje, tiene un arco apreciable. Ya sea que esté usando las innumerables obscenidades de los guiones como arma o ahondando más silenciosamente en el pasado traumático de Dove, Cullen hace que los ritmos respaldados se sientan ganados. Tanto Cullen como Cara pueden jugar en un rango más amplio que Forte, quien se mantiene sincero y efectivamente en todo momento, ingenuo sin ser caricaturesco.

La serie, que cuenta con Nash Edgerton y Bronwen Hughes entre sus principales directores, en general se siente bien gracias a sus bellamente fotografiadas ubicaciones en West Cork y a un profundo elenco de apoyo, encabezado por David Wilmot como un local con una cantidad desproporcionada de secretos, y Fionnula Flanagan como una monja con un número desproporcionado de secretos. Sí, todo el mundo en Bodkin tiene una cantidad desproporcionada de secretos, pero es bastante fácil mantenerlos claros.

"Bodkin" te toma la mano para revelar su misterio, pero no para explicar su mensaje, lo cual también aprecio. Esas voces en off de apertura de Gilbert satirizan la forma en que los podcasts a veces pueden intentar tranquilizar a los fanáticos de que hay lecciones fáciles que extraer del recuento y disfrute de historias trágicas. A veces las hay y a veces no. En "Bodkin", las respuestas son más confusas tanto para el narrador como para el oyente, y para cada personaje, ya que aquí nadie es un héroe o un villano claro. 


jueves, 9 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: The Garfield movie

El mundialmente famoso Garfield, el gato casero que odia los lunes y que adora la lasaña, está a punto de vivir una aventura ¡en el salvaje mundo exterior! Tras una inesperada reunión con su largamente perdido padre –el desaliñado gato callejero Vic– Garfield y su amigo canino Odie se ven forzados a abandonar sus perfectas y consentidas vidas al unirse a Vic en un hilarante y muy arriesgado atraco.



Si creciste en el tiempo que Garfield salía en las tiras cómicas de los periódicos y las revistas infantiles de fines de semana, también debes de saber que nuestro amado tabby favorito, el anaranjado gato salido de la pluma de Jim Davis, está a punto de cumplir 46 años desde su creación, de los cuales no ha parado de evolucionar y adaptarse a cada generación. Su primera tira cómica se publicó en 1978 y, por aquel entonces, era ya un minino rechoncho pero con un gran mundo interior, algo que su dueño Jon nunca llegaba a saber, dado que sus bocadillos eran siempre en forma de pensamientos.

Las adaptaciones previas del personaje han sido muchas: tres series de televisión (Garfield y sus amigos, El show de Garfield, y Garfield Originals), dos películas de live action (Garfield: La película y Garfield 2), y 13 programas especiales. Cuenta además con hasta nueve videojuegos para PS5, Xbox Series X/S, PS4, Switch, Xbox One, Nintendo 3DS, Android, iPhone, NDS, Game Boy Advance, PS2 y PC, a los que se unirá pronto uno basado en esta nueva película. Y a todo este volumen de negocio se suma además el lucrativo merchandising comercializado en 69 países.

Ahora, con "The Garfield movie" nos encontramos una aventura animada en CGI en la cual hay algunos aspectos del personaje que se respetan (su pasión por la pizza y la lasagna, el tira y afloja con el solitario Jon y el desdén hacia Odie) y otros que no (su humor irónico y cínico, su personalidad nihilista y su natural abulia). Los guionistas Paul A. Kaplan, David Reynolds y Mark Torgove han compuesto una aventura supuestamente para toda la familia que envestirá sin problema a un público infantil y se convertirá en la película más entretenida hasta la fecha basada en el personaje... pero exclusivamente será así para el público más joven, porque aquí Garfield no es a quien conocemos al cien por cien.

La vida de Garfield no puede ser más cómoda al cuidado de su dueño Jon: disfruta de su tarjeta de crédito para asegurarse el suministro de comida italiana que le da la felicidad, se ha apropiado de su casa y tiene a Odie como fiel escudero. Sin embargo uno de esos lunes que tanto odia es sucuestrado de su agradable hogar para obligarlo a cometer un atraco muy arriesgado en compañía de su padre, Vic, al que llevaba sin ver desde que lo abandonó en un basurero. Para su desgracia, su padre está en deuda con Jinx, una excéntrica gata que cuenta con un grupo de matones que les van a poner las cosas muy difíciles mientras el pobre Jon sufre buscando a sus mascotas.

La película comete dos errores terribles: convertir a nuestro protagonista en un gato adorable en una historia de origen ya vista mil veces por los más adultos y sacarlo de su hogar durante la mayor parte de la película, cuando en realidad el corazón de la historia siempre ha sido la relación con Jon. El humano queda relegado a un segundo plano, a pesar de que la película crece cada vez que interaccionan. En cambio, entran en escena un grupo de nuevos personajes creados para la película como el padre de Garfield o la villana Jinx. Se echa de menos a los que ya conocemos, la verdad, pero quizás podamos reencontrarnos con ellos en una secuela, ahora que han planteado la historia del personaje. 

Si de por sí cuesta reconocer la personalidad de Garfield en una película que, como vemos, ha simplificado mucho su tono, más cuesta arriba se vuelve esta misión si nos atenemos a seguirle el rastro a la selección de voces. La selección de Chris Pratt fue un tema polémico, aunque no tan controvertido como el momento en el que se anunció que se haría cargo del doblaje de Mario. Se entiende que su elección ha sido motivada por temas comerciales, es decir, que tener su nombre en el cartel debería ser una razón para atraer al público a las salas, pero la pésima reacción en las redes sociales y la crisis de popularidad del productor, director y actor, entre otras cosas, augura casi todo lo contrario.

Ahora, como producto de animación es impecable. Cuenta con un atractivo diseño de personajes, entra por los ojos y el nivel de la animación es muy estimable. Lástima que se haya optado por una historia tan sumisa en lugar de explotar las fortalezas de las historias originales y por recortar el espectro de su humor.

Aunque el diseño de los personajes y la calidad de la animación están bien trabajados, y el tono de la relación entre Garfield y Jon está bien puntualizado, Garfield es una correcta película de animación que no sabe aprovechar las cualidades de las tiras cómicas de Jim Davis: le arrebata al nihilista gato todo lo que lo hace especial, diferente y distinto que es, por supuesto, su relación con Jon.


martes, 7 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: El Caso Asunta

El 21 de septiembre de 2013 Rosario Porto y Alfonso Basterra denuncian la desaparición de su hija Asunta, cuyo cuerpo es encontrado horas después junto a una carretera a las afueras de Santiago de Compostela. La investigación policial pronto desvela indicios que apuntan a Rosario y Alfonso como posibles autores del crimen. La noticia conmociona a toda la ciudad e incluso al país. ¿Qué puede llevar a unos padres a acabar con la vida de su hija? ¿Qué se esconde detrás de esa fachada de familia perfecta?



Con apenas una semana que llegó a Netflix, "El caso Asunta", la nueva serie de ficción basada en el asesinato de Asunta Basterra en el año 2013, determinó la justicia española que sus padres adoptivos, Rosario Porto y Alfonso Basterra, eran culpables de su asesinato (ambos condenados a 18 años de prisión por un delito de asesinato con la concurrencia del agravante del parentesco). Tras la producción del documental "Lo que la verdad esconde: El caso Asunta", también disponible en Netflix, la serie limitada acerca al público de forma única y profunda a uno de los casos más sobrecogedores y mediáticos de la historia judicial moderna de España. 

"El caso Asunta" fue un episodio muy doloroso y muy reciente para algunos volver a revivir, pero la forma tan elegante en la que se muestra la historia y el cuidado con el que han tratado las cuestiones más escabrosas hacen que sea una serie de calidad cuya máxima, por encima del entretenimiento y el show business, sea el respeto por lo sucedido y los afectados, plasmando la realidad. Se nota que detrás está Ramón Campos, que no solo es el productor ejecutivo y creador de la serie, es una de las personas que probablemente más sabe del caso y más ha investigado al respecto a lo largo de los años.

Que Candela Peña sea la protagonista de "El caso Asunta" es seguramente el aliciente principal para asomarse a ella. La primera imagen encarnando a Rosario Porto nos dejó a todos con la boca abierta y con tan solo el primer episodio ya descubres que es una de las mejores actrices que tenemos en nuestro país. Cuando ves que una personalidad y una presencia como la suya (con su mirada, gestos, voz), tan particular, potente, enérgica, única y embaucadora, desaparecen desde el primer fotograma, logrando de una forma que parece hasta fácil y natural, todo lo contrario, sabes que nadie mejor que ella podría haber encarnado este papel. Cómo consigue que el personaje sea misterioso, pequeño, para dentro, desprendiendo desconfianza y muchas dudas, es de sobresaliente. Se ha dejado la piel y el alma y eso traspasa la pantalla. Sin olvidarnos del perfecto acento gallego que logra. Peña va a callar muchas bocas y demostrar que no hay proyecto que se le resista por el talento innato que posee.

Aplaudiendo también el brillante trabajo de Tristán Ulloa en la piel de Alfonso Basterra (en los dos últimos episodios se sale), destaca lo conseguido con los secundarios. Las figuras externas a los padres, como su señoría, los policías y los abogados, cuyas vidas personales han sido completamente inventadas, hacen que nos encontremos ante una producción que indaga en los diversos tipos de maternidad y paternidad como pocas. Más allá de la labor profesional de estos personajes, se deja al descubierto posibilidades no tan explotadas de la siempre compleja relación materno y paternofilial. Un complemento perfecto que se entiende según avanza y se cae en la cuenta de que todo está relacionado.

Los seis episodios que tiene consiguen una narrativa equilibrada e inmejorable ante un tema tan delicado. El ritmo que mantiene, angustioso en no pocas ocasiones, mantiene en vilo, haciendo que solo se quiera ver más para descubrir, aunque ya se sepa cómo acaba el juicio. Gracias a los flashbacks y el hecho de ofrecer las dos grandes teorías sobre el asesinato, sin paños calientes, se consigue un producto completo y más que satisfactorio.

Con este formato de ficción se consigue indagar y profundizar en un caso que la mayoría se sabe de memoria, pero adquiriendo una dimensión muy diferente. Se logra de principio a fin un aura envolvente y adictiva que va desde la pena a la rabia. Desde el asombro a la incomprensión. Del rechazo a la intriga. Un pequeño placer culpable. Pero no debemos olvidar que estamos hablando de arte, de un grupo de creativos, de actores metódico muy involucrados, de un equipo técnico que ha estudiado cada mínimo detalle para dotar a la serie de la máxima realidad posible. Y juicios de valor aparte, valorando su naturaleza, la ejecución y el resultado, estamos ante una obra magistral.


miércoles, 1 de mayo de 2024

Crítica Cinéfila: Baby Reindeer

Cuando un cómico en apuros tiene un gesto amable con una mujer vulnerable, desencadena una obsesión enfermiza que amenaza con destrozar la vida de ambos.



Nunca pensé que las palabras “enviado desde mi iPhone” serían tan escalofriantes. "Baby Reindeer" es una adaptación de la aclamada obra unipersonal de Richard Gadd, que desarrolla la horrible historia de su experiencia al ser acosado por una mujer de mediana edad llamada Martha, a quien conoce en el pub donde trabaja. Ella consigue su dirección de correo electrónico y comienza a enviarle mensajes, incesantemente, a veces de manera coherente, a veces no, durante toda la noche, cada noche. Y la manera en que siempre terminan son "enviado desde mi iPhone", cuando la mujer ni siquiera tiene uno. Al principio, Baby Reindeer es escalofriante en casos pequeños como este. Pero a medida que el comportamiento de Martha se vuelve más obsesivo y el de Donny más autodestructivo, los dos quedan atrapados en una terrible espiral descendente. Este es un thriller de autodesprecio que es implacablemente sombrío y a la vez mórbidamente gracioso.

Es una historia real, nos cuenta al principio, muy a lo Netflix. Gadd llevó por primera vez a Baby Reindeer a la periferia de Edimburgo en 2019 como una obra de una hora, resumiendo la historia hasta sus desgarradores elementos esenciales. Martha existía sólo como un taburete de bar vacío, y Gadd utilizó multimedia y grabaciones de mensajes que ella le había dejado a él y a personas cercanas a él para darle cuerpo. El final fue devastador. Solo puedes sentir lástima por las personas que quizás hayan oído hablar de Gadd como un stand-up y hayan aparecido para ver si los haría reír.

Sin embargo, la televisión no es teatro y este no es Gadd dirigiéndose a un taburete de bar vacío. A lo largo de siete episodios, tiene que hacer más. Gadd toma fragmentos de su trabajo anterior para permitir que la historia se extienda en espacios más grandes y ambiciosos. No está interpretando a sí mismo: Donny es un comediante y escritor en apuros, desesperado por el éxito, que participa en competencias con comedia surrealista con utilería que es más un fracaso que un éxito. Martha se vuelve real, con una actuación espectacular de Jessica Gunning, quien logra transmitir de todo, desde lástima hasta desamor, malicia viciosa y violenta, a menudo con un ajuste apenas perceptible de su expresión. No es un papel fácil y ella es realmente fantástica en él.

Cuando Martha entra un día al pub de Donny, llorando, él le ofrece una taza de té. Es la primera de muchas decisiones terribles que lo llevan a un mundo de sufrimiento, aunque por razones que luego quedarán claras, la cuestión de la vulnerabilidad es incómoda y tiene múltiples capas. Donny se siente halagado de que Martha se interese por él y, a cambio, él le presta cierta atención. Pero Martha resulta ser una acosadora en serie que, como le dirá más tarde la policía, es una persona "seria", y una vez que se fija en el hombre al que apoda su "bebé reno", se abre camino en todos los rincones de su vida.

Baby Reindeer recibe una fotografía extraordinariamente bien. Parece una película de terror. Hay primeros planos incómodos; ángulos inquietantes y apenas inclinados; un escalofrío desorientador incorporado a su estética. A veces es aterrador y otras no. La presión aumenta con cada encuadre. Gadd no ha suavizado la complejidad moral de la obra para televisión. En todo caso, se ha adentrado más en las zonas grises. De sus muchos temas desafiantes, trata de la vergüenza, la crueldad, el odio a uno mismo, las bromas, el ego, la lástima, las enfermedades mentales, la culpabilidad, la soledad, la vigilancia del acecho, el deseo, las drogas duras, la esperanza y la desesperación. Gadd hace preguntas imposibles y desconcertantes y las vincula al mástil del trauma. ¿Se relaciona con Martha cuando sabe que no debería hacerlo porque siente lástima por ella, o lo hace porque ve la situación como material potencial? Cuando Martha aparece por primera vez en uno de sus conciertos de comedia, discuten y el público lo disfruta. La próxima vez, su interacción no será tan amigable para el público. ¿Quién es, en esta situación, el cruel?

Inevitablemente, "Baby Reindeer" resulta una visualización estresante y, a menudo, angustiosa; al describirlo como “todavía tremendamente divertido”, los responsables de marketing de Netflix son los únicos que se ríen. A lo largo de la serie, la pura embestida de dolor es difícil de soportar. “Seguramente las cosas no podrían empeorar a partir de aquí”, dice Donny en un momento dado. Lector, así es. Al final, esto hace que la visualización sea frustrante. Pero al mismo tiempo es original, convincente e inolvidable. El episodio cuatro, en el que descubrimos más sobre el estado mental de Donny, es uno de los episodios de televisión más inquietantes y perturbadores que he visto en mucho tiempo. Sospecho que también es extremadamente importante que lo que representa sea representado, examinado y explorado en la pantalla. Venga prevenido y espere que le pongan nervioso.