Lena vive en completo aislamiento junto con sus dos hijos, Hannah y Jonathan, en un hogar de alta seguridad. Comen, van al baño y se acuestan en horarios prescritos con precisión. Tan pronto como entra en la habitación, se ponen en fila para mostrar sus manos. Obedecen a todo lo que dice. Hasta que la mujer logra escapar. Después de un accidente automovilístico casi fatal, es hospitalizada. Pero el verdadero alcance de esta pesadilla se revela con la llegada de los padres de Lena al hospital esa misma noche.
Dear Child es la última incorporación alemana de Netflix al género de suspenso y crimen. Y si se recuerdan lo envolvente que tienden a ser estos creativos con la misma plataforma (ejemplo más cercano, Dark) también recordarán la elevación de intriga y sensación generalizada de tensión que lográn con precisión; definitivamente esto es lo que hace que esta nueva serie valga la pena ver, incluso si es un poco lenta en ocasiones. Adaptada de la apasionante novela de Romy Hausmann, esta serie limitada alemana teje dos misterios interconectados en un pequeño pueblo detrás de una temática fuerte alrededor de la desaparición de personas y la poca resolución de casos relacionados a esto.
Gira en torno a una mujer atrapada en una extraña situación de rehenes junto a dos niños pequeños, Hannah y Jonathan. Curiosamente, la serie comienza con la mujer en fuga y Hannah junto a ella, y es curioso porque casi siempre este tipo de series concentra sus primeros episodios en la situación de cautiverio que viven los personajes. Sin embargo, la trama se complica a medida que la investigación descubre la conexión inquietante de esta mujer secuestrada con uno de los casos sin resolver de la ciudad: la desaparición de una joven llamada Lena, hace trece años.
Una vez que la serie comienza a unir puntos de tensión, no pasa mucho tiempo antes de que la intersección entre los dos casos quede clara. Pero hay muchos secretos y misterios que conforman la premisa de la histoira. A lo largo de la temporada, la narrativa está constantemente salpicada de pistas y diálogos crípticos que alimentan la curiosidad. Los flashbacks se intercalan con el presente para garantizar que los episodios nunca se vuelvan monótonos. En cambio, ofrecen fragmentos del misterio, lo que nos obliga a permanecer enganchados a medida que se desarrolla la historia.
La mayor fortaleza de esta serie (que igual ocurrió con Dark) es su capacidad para mantener una sensación implacable de tensión y suspenso. A lo largo de cada episodio, persiste una sensación palpable de presentimiento que mantiene a los espectadores al borde de sus asientos. Esta atmósfera siniestra se debe en gran parte de su éxito a la inquietante banda sonora, caracterizada por un ruido agudo que amplifica la sensación de perdición inminente.
A pesar del complicado crimen, la historia siempre parece estar basada en la realidad. Gran parte de este realismo proviene de los personajes completos y los actores que hacen su parte para darles vida. Dos actuaciones destacadas son las de Kim Reidle (quien interepreta a Lena) y Naila Schuberth (quien interpreta a Hannah), quienes llevan la mayor parte de la serie sobre sus hombros.
Kim Reidle ofrece una actuación fascinante. Su interpretación está llena de profundidad y hace justicia a la complejidad del personaje. Su personalidad tampoco es estática. Evoluciona a lo largo de los episodios y estos cambios son cruciales para la trama. Ella transmite estos cambios a la perfección y hace todo lo posible para retratar el tumultuoso viaje interior de la mujer. Por otro lado, es difícil creer que todavía Naila Schuberth sea una niña dada la madurez que aporta al personaje. El comportamiento inquietante y poco infantil de Hannah se retrata con tal convicción que nunca parece forzado. Schuberth logra un equilibrio perfecto entre retratar a Hannah como una figura inquietante y una joven que ha sido sometida a un lavado de cerebro durante toda su vida. Los otros personajes son todos tridimensionales y desarrollados, pero hay que reconocer que el tiempo en pantalla entre los dos detectives principales se vuelve algo sesgado hacia el final de la temporada. La detective femenina recibe notablemente menos protagonismo y un papel reducido en comparación con su homólogo masculino.
La trama en sí está libre de fallos importantes. La serie se mantiene fiel al núcleo de la novela y el único inconveniente digno de mención es la resolución de la serie. Después de acumular tensión meticulosamente, la conclusión de Dear Child, aunque lógica, se desarrolla demasiado rápido. Ofrece un final satisfactorio e incluso da un giro encantador, pero la prisa con la que ata los cabos sueltos puede hacer que los espectadores anhelen una catarsis más prolongada después de la intensa preparación. Además, la conclusión deja algunos hilos narrativos pendientes. Si bien se brindan pistas sobre el futuro de los personajes, la historia concluye rápidamente sin brindarles a estos hilos el cierre que merecen. Después de todo lo dicho y hecho, el futuro de los personajes principales está un poco en el aire y algún cierre pausado habría consolidado el final como un mejor episodio.
En general, Dear Child es un magnífico ejemplo de thriller de misterio de combustión lenta. Es sombrío, aborda temas serios, se centra en un crimen atroz, y para ser basado en una novela y no en un hecho real, lo hace bastante bien. Si buscas algo al estilo “Knives Out” que sirva como un entretenimiento familiar de los viernes por la noche; en cambio, es el tipo misterio del asesinato que eliges cuando anhelas un thriller criminal serio que cautive tu atención de principio a fin.