sábado, 27 de junio de 2020

Crónica Cinéfila: De largometraje a...


En estos tiempos en los que el mundo está tan ocupado atendiendo la crisis del Coronavirus, hacer una película no es nada fácil. 

Así como muchos resaltan los retos financieros que viven muchas áreas laborales, la industria del cine ha sido una de las más afectadas. Las producciones cinematográficas se han detenido, los estrenos se han pospuesto y las salas de cine se mantienen cerradas con la esperanza de abrir con nuevas restricciones que cambiarán definitivamente la experiencia de ver películas en la pantalla grande. 

Pero detengámonos un momento en cómo afecta esto a quienes trabajamos en el "Development Department". Digamos que unos meses antes de que se desatara la pandemia, mi guión de largometraje había sido presentado a una productora que estaba en disposición de comenzar el proceso de pre-producción. Los contratos comenzaron a trabajarse y la euforia de ver mi guión en el cine se elevaba poco a poco. 

Cut to: COVID-19. 

La productora pospone todos los procesos con la promesa de volver a comenzar una vez todo se reestablezca. Pero la gran interrogante es: ¿cuándo todo volverá a la normalidad? Muchos expertos dicen que no hay garantía de que eso ocurra por un largo tiempo. Por lo que esto no significa que la película se ha pospuesto, sino que quizás nunca ocurra. Como guionista eso desanima bastante, pues uno no puede vivir de la promesa. Incluso nos recomiendan siempre que nos mantengamos escribiendo. Pero... ¿nos convertiremos en la biblioteca del WGA, acumulando guiones a la espera de que la industria se reestablezca?

No.

Definitivamente debemos seguir escribiendo porque la creatividad debe cultivarse con dedicación, pero que tu largometraje no se puede producir ahora mismo no quiere decir que no se pueda convertir en algo más.

Aquí les traigo cinco ideas de otras plataformas creativas que se pueden utilizar para traer a la vida tus guiones de películas:

  • Una serie de cortometrajes
Si nos vamos por el librito, un guión debe tener 8 secuencias de 10 a 15 páginas (dependiendo el largo del guión), y cada secuencia tiene al protagonista tratando de alcanzar una meta específica que tiene como resultado el inicio de la siguiente secuencia. Si lo observamos desde ese punto de vista, usualmente un cortometraje es la 7ma secuencia de un largometraje, pues su confrontación final ocupa la mayor parte de la trama. Desde el punto de vista financiero, la producción de un cortometraje es más funcional y su resultado se traduce a mayores oportunidades de ser expuesto en la plataforma de festivales, pues estos son algunos eventos que no han dejado de ocurrir aún en la cuarentena. Por lo que, si tienes algún guión que quisieras producir ya, pero no tienes el presupuesto para hacerlo completo, haz uno o dos cortometrajes inspirados en este. De seguro que si es bueno y llega a festivales, atraerá algunos ojos de adquisición. Y ahí vendrá el largo.
  • Una Serie Web
Si tu película tiene una estructura episódica, quizás la mejor opción sería crear una serie web. Usualmente es similar a una serie de TV, pero son más cortos (entre 10 a 15 minutos por episodio), y su transmisión es a través de plataformas digitales. El presupuesto será obviamente por episodios, pero si tienes un talento dispuesto, tendrás la oportunidad de crear algo que vaya a largo plazo mientras tengas contenido para seguir produciendo episodios. La mejor parte es que hay muchas plataformas gratis que te permitirán transmitirlo, como YouTube, Vimeo, Facebook e Instragram (IGTV), y con cada una puedes lograr ganancias dependiendo del crecimiento de tu serie web. Pronto hablaremos sobre cómo crear una serie web. Mientras tanto, puedes ir considerándolo.
  • Una revista Comic
De pronto me dirán, "pero aún con un bajo presupuesto, no puedo hacer un buen cortometraje o serie web con el tipo de historia que tengo". La siguiente opción es convertirla en una serie de revistas comics. Actualmente existen comics de todo tipo de géneros y estilos por lo que, no importa la historia que tengas, te aseguro que si consigues un ilustrador o un artista gráfico, y lo adaptas a la estructura de un comic, lo podrías tener listo para publicación como una novela gráfica o como una saga de comics.

Algo interesante que debes saber si decides hacer un comic: puedes comenzar la distribución a través de Amazon Publishing. Solo debes enviarles el comic con su portada y contraportada, y dar las especificaciones que debe tener para impresión. Ellos lo publican en su página y una vez comience a venderse, recibes una comisión por venta. Lo sé... tentativo.
  • Una novela escrita
Si tienes el tratamiento de tu guión a la mano, lo puedes publicar como un libro. Así como muchas películas salen de libros, podrías hacer lo mismo con tu guión; en esta ocasión, funciona a la inversa. Solo tienes que diagramar el texto en formato de libro, o simplemente dejarlo en un documento de Word y trabajar la diagramación con Amazon Publishing sin la necesidad de ir a una casa editora. Y es aún más fácil que publicar un comic pues el diseño no es tan complejo en términos de ilustración.
  • Una radio novela
Concluyo con esta porque es para utilizarse en el último de los casos. Entiendo que escribiste un guión para verlo en la pantalla grande, pero a veces tenemos historias que no necesitan de la imagen para contarse sola a través de diálogos poderosos, por lo que una radio novela o un podcast episódico puede ser una buena opción para tu historia. El único presupuesto lo necesitarás en el talento que narre la trama, pues con las modernidades tecnológicas que tenemos a la mano, no es necesario ir a un estudio para hacerlo posible. 



Mi consejo final es que saques de la gaveta ese guión que querías producir o dirigir este año, y consideres realizarlo en otro formato. No abandones la historia porque no la pudiste llevar a la pantalla grande. Quizás el próximo año lo puedas hacer, pero mientras tanto, sácale provecho por otra vía.

jueves, 25 de junio de 2020

Crítica Cinéfila: 7500

Tobias es el joven copiloto de un avión que es secuestrado por unos terroristas, quedando él como único negociador con los atacantes desde dentro de la cabina sellada. 



7500 es el código europeo de control de tráfico aéreo asignado para los atentos de secuestros aéreos por una o varias personas de la tripulación. Su creación no está asociada con la película Flight 7500 (2014), pues cada región del mundo tiene un código distinto. Y a diferencia de esa ocasión, la nueva película de Vollrath realmente se centraliza en el significado de esos números.

El director Patrick Vollrath, nominado al Oscar por su cortometraje Everything Will Be Okay (2015), se lanza a la aventura de los largometrajes con este thriller claustrofóbico enfocado en Tobias (Joseph Gordon-Levitt), un co-piloto de un avión alemán. A pesar de su rostro joven e inocente, es un veterano americano de la aviación con 10 años de experiencia. Una vez el avión sube al aire, un grupo de secuestradores pretenden tomar la cabina de mando, sin imaginarse que Tobias lo detendría a toda costa, quedando completamente atrapado ahí, con el piloto principal gravemente herido y la consciencia intranquila ya que los secuestradores están decididos a matar a todos los tripulantes con tan solo tomar control de la cabina. Mientras se aventura a encontrar la manera de aterrizar antes de que sangre inocente se derrame, Tobias comienza a conectar con uno de los secuestradores, quien claramente no se imaginaba el peligro que correría tras cometer el plan de asaltar un avión.

Hace 4 años no veíamos a Joseph Gordon Levitt en alguna película. Su voz estuvo presente en Knives Out (2019) y en The Last Jedi (2017), pero su rostro hacía falta en su presencia actoral. Antes de él, Paul Dano había sido considerado para este personaje; pero aunque ambos actores tienen rasgos muy parecidos, el papel le asienta muy bien a Gordon-Levitt, por esa inocencia y suplicio que sabe transmitir con sus ojos. Su Tobias es admirable y respetable, pues hace lo que sea para mantenerse enfocado en la meta de aterrizar el avión a toda costa. 

Vollrath se toma su tiempo a principio para establecer las reglas de la historia, entender los personajes e incluso empatizar con ellos. Se da a conocer mucho más en los primeros 30 minutos que en el resto de la película. Lo que ocurre en el tiempo después solo continúa el sentimiento de desesperación y claustrofobía a un nivel más bajo. Al revelarse la razón por la que los secuestradores realmente han tomado el avión, la historia se desploma por millas. Cae en una serie de clichés y aventuras ya visitadas que lo hacen sentir anticuado y reductor, y que desanima continuar viéndola. Finalmente aterriza en un final más emocional y nuevamente empático, no solo en el caso del rol protagónico, sino más bien en el caso del antagonista llamado Vedat (Omid Memar) quien adquiere un rol de antihéroe después del punto medio de la trama. Su historia personal se vuelve más interesante, y solo nos preguntamos una y otra vez qué fue lo que realmente lo llevó a unirse a esta locura. Gracias a él, la película se salva de casualidad.

Ya el resto se vuelve repetitivo por enfocarse en un solo espacio. Hay otras películas que han salido victoriosas a pesar de esta cualidad (Buried - 2010; Phonebooth - 2002; Rear Window - 1954), pero la clave del éxito de estas historias se debe a la inteligencia de sus actos y al desarrollo del suspenso, con la inclusión de obstáculos que afectan tanto a la localización donde se encuentran como la emoción claustrofóbica de sus personajes. En el caso de 7500, su problema está ahí, porque aunque da complicaciones, no son lo suficientemente grande para evitar alcanzar la meta de Tobias.

El concepto de 7500 es tan fuerte que realmente no se necesita que los terroristas sean de ninguna religión o preferencia, ya que la idea funciona por sí sola. Al final, es una película de clase B: entretiene por momentos, tensa por momentos, pero no pasa a nada memorable. Los personajes quedan casi olvidados al final, y la situación se hace pequeña cuando se ve que tan fácil se puede resolver. Para el género en que quiere aterrizar, el viaje le queda corta de historia.


Crítica Cinéfila: The Vast of Night

Años 50. Nuevo México, Estados Unidos. Dos jóvenes, un locutor y una teleoperadora, descubren una frecuencia que podría cambiar su vida y la de toda la humanidad para siempre. 



En los años 50, ¿qué se sabía de las abducciones extraterrestres? ¿Creían en los alienígenas y en la vida interestelar? Quizás estos pensamientos eran ajenos a la sociedad de aquel entonces, mientras estaban ocupados con otros temas banales y hasta insignificantes en comparación a los verdaderos problemas que afectaban a la minoría del grupo. En The Vast of Night, la opera prima del director Andrew Patterson, la audiencia es trasladada a ese sentimiento desesperante sobre la confrontación de realidades que la sociedad se niega a aceptar aún cuando está frente a sus propios ojos.

Durante una noche de verano, el pequeño pueblo de Cayuga se prepara para un partido importante de baloncesto que convoca a casi toda la población. Mientras el equipo de transmisión concluye los preparativos para el torneo, los jóvenes Fay (Sierra McCormick) y Everett (Jake Horowitz) caminan fuera de la cancha mientras prueban una nueva grabadora de cassette de Fay. En el camino, las luces parpadean producto de alguna frecuencia atravesando la zona, pero ambos están tan distraídos en sus conversaciones sobre gadgets del futuro, como el GPS, los smartphones y trenes tan veloces como el Amtrak que parecen imposibles de creer para la época en que ellos están.

De repente, mientras están en sus respectivos trabajos, la frecuencia vuelve a interferir, y al Fay darse cuenta, ella rápidamente se lo menciona a Everett para que lo transmita en vivo y encontrar a alguien que posiblemente sepa de donde proviene. Sus trabajos se vuelven irrelevantes cuando la investigación los obliga a salir de las cabinas de radio y telecomunicación para encontrar mayores respuestas a un sonido que, aunque solo sonará como una simple onda frecuencial, se convertirá en un mensaje intergaláctico de seres más allá de los límites psicológicos de la población, confrontando no solo el misterioso secreto detrás del sonido, sino también ideologías sociales que obligaron a los que sabían de este a quedarse callados y sufrir con su silencio.

A principios, the Vast of Night parece un episodio de The Twilight Zone, ocasionalmente cambiando su formato de cinematografía a uno retro para dar esa sensación del cambio de época. La fotografía de M. I. Littin-Menz era variante: de momentos saltaba de un viaje en dron alrededor de la ciudad a un aspecto granulado de antigüedad, con la perspectiva de un viejo televisor con la sensación de estar viendo un episodio de misterio de nuestro programa favorito de aquellos tiempos. Es una aventura de colores, oscuridad y luces para resaltar un viaje ficticio sin necesidad de efectos visuales sorprendentes.

Pero esto no solo afectó positivamente el estilo cinematográfico, sino que ocasionó un cambio en lo tradicional cómo se aprecia el cine: es una exposición a lo clásico manteniendo una serie de sonidos y conversaciones grabadas como los verdaderos protagonistas de la historia, mientras que McCormick y Horowitz acompañaban la película con sus conflictos tanto emocionales como su interés por encontrarle un significado y origen a la misteriosa frecuencia que parece aparecer de la nada a lo largo de la noche. En un mundo típico dentro de las apreciaciones cinéfilas de misterio, esto significaría que los aspectos técnicos hubiesen sido primordiales sobre la misma trama. Sin embargo, este no es el caso.

Así como los sonidos tuvieron un valor narrativo que eran parte importante del enfoque de la historia, Fay y Everett jugaron un rol muy importante en darle vida e atracción emocional al misterio. Eran los ojos curiosos de un sinnúmero de personas en la audiencia que solo quieren creer lo que nadie se atreve a decir que es real. Pero separándonos un poco de los detalles de suspenso que tuvieron que confrontar las actuaciones de McCormick y Horowitz, su verdadero talento se resalta con la representación del comportamiento de los jóvenes en esta época, no solo para llamar la atención con sus palabras peculiares, el acento adquirido y sus formas de actuar en la sociedad, sino por el constante llamado de superioridad de un grupo social y los problemas que afrontaban aún la nueva generación, como el machismo y el racismo. 

La transformación de McCormick y Horowitz también es gracias al excelente trabajo de maquillaje y vestuario de Jamie Reed, quienes le dieron un cambio radical de generación y los teletransportaron a un tiempo diferente con la vestimenta adecuada. Así mismo se resalta todo el trabajo de diseño de producción que se enfocaron en los detalles que verdaderamente trasladan a la audiencia a una determinada época en la sociedad, desde el uso de los audífonos en las telecomunicadoras hasta las grabadoras más "modernas" de ese año.

Pero dejando a un lado todos estos aspectos, el verdadero llamativo de la historia es su trama y cómo su género es elevado de una manera tal que crea ansiedad con tan solo unos segundo de silencio. La simpleza de su conflicto hace de la aventura más emocionante y dolorosa, con un final que solo le cabe a un capítulo prime de The Twilight Zone. Si se aleja de la temática de ciencia ficción, la calidez y frialdad humana así como los traumas de cada uno de los personajes son los que recrean con facilidad ese suspenso y miedo a lo inevitable. Allí Patterson (quien usa el pseudónimo de James Montague) destaca su talento como guionista, aprovechando los tiempos pasivos para traer a la luz otros temas que igualmente se tratan de resaltar en esta historia, como los misterios de los casos militares y el escepticismo a la vida alienígena.

The Vast of Night es una opera prima asombrosa y sin desperdicios de principio a final.  Es rara e intrigante, con un material simple de producción excelente y con estilo. Consigue ser inquietante e interesante a pesar de desarrollarse a través de una serie de conversaciones y diálogos, pero es esa convencionalidad lo que le otorga corazón y sinceridad, y esa honestidad lo que hace que sea tan atractiva. 


The Vast of Night

Ficha técnica

Dirección: Andrew Patterson
Producción: James Montague, Melissa Kirkendall, Adam Dietrich
Guión: James Montague, Craig W. Sanger
Música: Erick Alexander, Jared Bulmer
Cinematografía: M.I. Littin-Menz
Montaje: Junius Tully
Protagonistas: Sierra McCormick, Jake Horowitz

sábado, 20 de junio de 2020

Crónica Cinéfila: La visión de "Avatar: the Last Airbender"


El que no creció con "Avatar: The Last Airbender", una serie animada de Nickelodeon, probablemente se sorprendió por todo lo que sonó cuando finalmente llegó a Netflix el mes pasado. Yo fui una de esas que en tan solo dos semanas (y con mucho trabajo de fondo) ya había visto las tres temporadas completas. 

Mientras tanto, fue el programa más visto en Netflix durante días: se convirtió en un tema de tendencia en Twitter a medida que se prolongaban los debates sobre la serie, se crearon GIF divertidos, los hashtags fueron compartidos, entre muchas otras cosas.

Pero esto no es sorpresa: "Avatar" siempre se destacó. Cuando apenas salió entre el 2005 y 2008, me sumergí en ella durante los bloques de maratón que Nickelodeon a veces transmitía por las tardes. Su atractivo era su proximidad visual a las series de animé, pero también era infinitamente atrayente y única. No solo una serie de cortas aventuras episódicas, "Avatar" fue una invitación a sumergirse en un viaje épico con conflictos, personajes y bromas de larga duración (como las desgracias de un desafortunado vendedor de repollo).

Cuando "Avatar" se estrenó en Netflix, volví a la mitología para examinar su reputación como uno de los mejores programas animados de las últimas dos décadas. La volví a ver de principio a fin y descubrí una nueva característica en la serie, algo que no me había percatado durante sus años de origen, pero que se agregó como una razón para seguir tan enamorada de esta.

Aunque a menudo se celebra por sus sofisticadas narraciones y personajes complejos, "Avatar" está dibujado sobre un mundo libre de la comunidad blanca, un refugio cultural y ungüento refrescante en un país que, especialmente en los últimos meses, ha mostrado a las comunidades marginadas su cara más horrible.

Creado por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko, "Avatar" se desarrolla en un mundo asiático que comprende cuatro naciones que están definidas por un solo elemento natural: tierra, fuego, agua y aire, y ciudadanos dotados conocidos como "benders" que pueden manipular los elementos de sus tierras natales. Este mundo está amenazado por la Nación del Fuego, gobernada por un régimen totalitario que ataca, explota y oprime las otras tierras.

El único que puede equilibrar el mundo es el Avatar, quien en la historia renace como un miembro diferente de las cuatro naciones durante cada vida y tiene la capacidad de dominar los cuatro elementos. En la serie, el Avatar es un monje de 12 años llamado Aang, que reaparece después de cien años atrapado en un estado de hibernación, para completar su entrenamiento de flexión y derrotar al señor del fuego.

Aang se une a dos miembros de la Tribu Agua del Sur, una maestra de agua llamada Katara y su hermano, Sokka, y viajan por el mundo en busca de maestros de los elementos, mientras también tienen aventuras secundarias, frustrando a las tropas de la Nación del Fuego y evadiéndolos, sobretodo al hijo del señor del Fuego, Zuko, que tiene una obsesión con derrotar al Avatar. Mientras tanto, algunos personajes secundarios reaparecen a lo largo de la serie para ayudar a Aang y sus amigos a prepararse para una guerra final contra la Nación del Fuego, para devolver la armonía a las cuatro naciones.

El universo de Avatar es expansivo y fantasioso, con terrenos rocosos, cañones formidables llenos de insectos de gran tamaño, densos bosques amazónicos, templos al revés tallados en los costados de los acantilados, un vasto desierto que esconde una biblioteca borgesiana de conocimiento ilimitado, e incluso una Isla mística en el caparazón de una bestia antigua. Aunque los creadores se inspiraron en franquicias anglocéntricas de construcción mundial como "El señor de los anillos", "La guerra de las galaxias" y "Harry Potter", las culturas, filosofías y estética de "Avatar" fueron influenciadas casi exclusivamente por las tradiciones asiáticas.

Para dominar los elementos, Aang extrae lecciones basadas en el principio del yin y el yang y el funcionamiento de los chakras, y sus valores se toman prestados de los sistemas de creencias orientales como el budismo. La moda y la música se inspiraron en los estilos chino y japonés, y en muchas de las grandes vistas y modelos arquitectónicos de la serie, como la ciudad impenetrable de Ba Sing Se, se inspiró en sitios del mundo real como la Gran Muralla China y la Ciudad Prohibida.

Pero es el "bending", llamado así para describir cómo sus portadores manipulan, provocan y fortalecen su elemento en la sumisión, la adaptación más fascinante de las tradiciones culturales orientales. Cada estilo está inspirado en un clásico arte marcial chino que los creadores del espectáculo desarrollaron bajo la dirección de un consultor de artes marciales. El aire, variable y evasivo de Aang se asemeja a Baguazhang; la suave y fluida flexión del agua toma señales del tai chi; la flexión de la tierra, con su estabilidad y su postura inamovible, se basa en Hung Gar; y el estilo feroz y agresivo del fuego está adaptado del Shaolin kung fu.

Aang es corregido por sus maestros a medida que aprende: debe profundizar su postura o girar el brazo para hacerlo; debe aclarar su mente y dirigir la energía a través de él. El movimiento es clave; los ciudadanos de cada nación se mueven de manera diferente, por lo que el movimiento está vinculado a la cultura, una disposición nacional, una historia dentro de la narrativa y un contexto más amplio de la vida real, de las culturas y tradiciones que informan estos estilos ficticios.

La admiración de DiMartino y Konietzko por la cultura oriental aparece a lo largo de la serie, una recopilación de alusiones e inspiraciones: anime, películas de Kung Fu, mitologías mundiales, tribus nativas, películas de Studio Ghibli. En un episodio, cuando Aang se ve afectado por una serie de pesadillas sobre su inminente enfrentamiento con el señor del fuego, la animación imita a otra famosa series animé, "Dragon Ball Z".

"Avatar" logró abarcar todo lo anterior mientras también navegaba concienzudamente por el complicado campo minado de apropiación cultural. Los escritores eran conscientes de los vínculos involuntarios que el programa podría establecer entre una de las naciones ficticias y los países asiáticos reales. Al punto que la producción contrató a Edwin Zane, el ex vicepresidente de la Red de Acción de Medios para los Asiáticos Americanos, como consultor para asegurarse de que se aborden las cuestiones de sensibilidad cultural.

Después de todo, "Avatar" es único en su enfoque para la construcción del mundo. El espectáculo podría haber colocado fácilmente su universo en la comunidad blanca al hacer que las cuatro naciones sean solo una parte de un paisaje más grande aún ocupado por personas blancas, de modo que incluso si la historia estuviera protagonizada por personajes asiáticos, lo blanco seguiría siendo una característica destacada. En cambio, el programa construyó un universo con su propia historia y cultura fuera de eso, donde los personajes parecen, por defecto, asiáticos y ven la vida a través de un lente oriental en lugar de uno occidental.

Sin embargo, y a pesar de su meticuloso cuidado y sensibilidad, "Avatar" todavía tiene características occidentales. La animación, aun inspirada en el anime japonés, con sus características exageradas, reacciones descomunales y escenas de acción dinámicas, luce el brillante estilo estadounidense de otras caricaturas de Nickelodeon. Lo más atroz es que los actores de voz son en su mayoría blancos, un paso en falso evidente para una producción que por lo demás era consciente de la representación cultural. El diálogo del programa también está plagado de palabras coloquiales estadounidenses, y abundan las alusiones al regionalismo estadounidense, como en un episodio que presenta una tribu de agua en pantanos que parecen haber sido sacados del sur profundo.

Pero aun con las instancias de asimilación, se denota la persistencia de un complejo de superioridad occidental. Por el contrario, a medida que Estados Unidos continúa navegando por una relación quejumbrosa con China, sin mencionar una historia sangrienta de guerra e intervención contundente con otros países en el Este, y lidiando con sus desigualdades aquí, tal vez sea más exacto pensar en "Avatar" como entregar algo que nunca buscó adaptar o transcribir de Este a Oeste, pero respetuosamente casarse y unificar a los dos lados.

Su regreso a la televisión ofrece un recordatorio oportuno: la historia no siempre tiene que ser de la misma América gringa. Hay un amplio mundo de narrativas y tradiciones que resuenan debido a la visión alternativa que presentan.

viernes, 19 de junio de 2020

Crítica Cinéfila: Shirley

Una famosa escritora de terror encuentra la inspiración para su siguiente libro después de que ella y su marido acojan a una joven pareja.



Cuando me enteré que Josephine Decker, la cineasta de "Madeline's Madeline", haría una película sobre la autora Shirley Jackson, era difícil no emocionarse de que una de las más singulares del cine estadounidense de suspenso y drama estaría a punto de adentrarse en el cine biográfico. Comoquiera, iba a lograr ese estremecimiento que capta con cada una de sus tramas. Como fiel devota del estilo Deckeriano, la esperanza era que su próxima producción la profundizara en su propia mente en lugar de exprimir sus inmensos talentos en la arquitectura de la imaginación de otra persona. 

Sin embargo, "Shirley" no se siente como una película biográfica. Adaptada de la novela de Susan Scarf Merrell del mismo nombre, se desarrolla en el mismo espacio latente entre la realidad y la fantasía, una historia y su narración, donde ubicó todo el trabajo anterior de Decker. Hay largos pasajes y bolsillos oscuros de la película en los que puedes ver a la directora luchando contra la rígida estructura del guión de Sarah Gubbins en un punto muerto, pero también otros en los que la naturaleza relativamente sencilla de la película solo hace que sea mucho más fácil apreciar cómo Decker está moviendo las paredes a su voluntad. 

La historia tiene lugar algún tiempo después de que "The Lottery" se haya convertido en la historia más controversial en The New Yorker. Una joven llamada Rose (Odessa Young) está leyendo la fábula sorprendentemente oscura en un tren mientras corta un camino hacia el norte a través del follaje de New England; ella sostiene la revista cerca de su pecho como un secreto, mientras está sentada junto a su esposo Fred (Logan Lerman). 

Mientras tanto, Jackson (Elisabeth Moss) está empezando a luchar con la idea cuando su esposo Stanley (Michael Stuhlbarg) invita a la joven pareja a quedarse en su casa de Vermont, cerca de la universidad donde Fred está preparándose para trabajar como su asistente docente. Se supone que es un arreglo temporal, pero hay suficiente energía oscura en esa casa para preguntarse cómo podrían sobrevivir los visitantes una sola noche. El primer encuentro de Rose con Shirley es aterrador. Shirley no ha estado afuera en más de dos meses; y Stanley insiste en que ella no está lo suficientemente bien. Él confía en su genio, pero lo trata como un desorden. Cualquier cosa para no sentirse amenazado. 

La trama se desarrolla de una manera irregularmente excitante: a veces parece que Decker no está segura de cuán clara es la conexión entre Shirley y Rose, y la claustrofobia de la película se refleja a sus personajes, pero esta no es una historia que debe rastrearse a través de la acción tanto como a través de la transferencia entre dos personas. Shirley, como una mujer que casi ha desaparecido de su propia vida, sabe en su alma que ella puede salvarse a sí misma, incluso si ella es ya se abandonó más allá del punto de salvación. Su destino está sellado, y no hay nada que Decker pueda hacer para cambiar eso. 

Moss, que habita cómodamente todo tipo de maquillaje demacrado que usa como una capa de telarañas, encarna a la autora como una abuela irritable que ha estado encerrada durante el tiempo suficiente para atormentar su propia casa. Mientras tanto, tiene el poder de la ficción detrás de ella. Su futuro es tan eminentemente posible como un libro que aún no se ha leído, y Shirley se encarga de escribirlo. Su relación es la que existe entre un autor y su audiencia, y la actuación abierta de Young refleja la curiosa hostilidad de Moss hacia ella de una manera que hace que ambas mujeres sean más visibles entre sí y ellas mismas.

Lo mejor de Shirley son su amor envenenado, sus secretos desenfocados, su firme determinación de destilar el proceso "emocionantemente horrible" del despertar de una mujer joven, todo esto conspirando para demostrar la idea de que Decker es muy capaz de explorar su verdad en la ficción de otra persona. Esta es una película sobre el corazón palpitante de la amistad entre dos mujeres de dos generaciones diferentes, la estética de la visibilidad femenina y la metáfora en que las mujeres jóvenes perdidas en cuerpo o mente pueden pasar a la locura en el mundo de un hombre donde la normalidad es su propio tipo de locura. 

La mayor parte de la película tiene lugar en las habitaciones decrépitas de esa casa, alrededor de la mesa o a lo largo de la gruesa escalera de caoba que parece que fue construida con la esperanza de que alguien se caiga por ahí algún día. Mientras que la cinematografía de mano suave de Sturla Brandth Gróvlen ayuda a aclarar que toda la acción realmente está sucediendo dentro de las mentes de las personas que viven allí, ya que la cámara, en el estilo habitual de Decker, difumina el fondo hasta que cada toma se corta creando una sensación de antigua amenaza que se acumula alrededor de las cosas más comunes. Pero lo maravilloso está en el detalle y cómo retrata los secretos morbosos y tétricos de la época: un grupo de niñas que juegan en un árbol de repente revela su violencia oculta de una manera que se burla; un volante de personas desaparecidas se publica en un poste de teléfono como un mapa del tesoro a un mundo invisible.

Este proceso narrativo, considerado por muchos como extraño, no siempre es fácil, ya que se detiene y continúa de manera recurrente, y "Shirley" a menudo se asfixia con la energía tóxica masculina hasta el punto en que incluso los momentos más dulces pueden ser repelentemente agrios, pero ¿por qué no deberían serlo? Este no es un simple retrato de empoderamiento femenino, sino más bien una historia penetrable de dos mujeres que se desmoronan hasta que no son más que las partes más puras de sí mismas; hasta que son lo suficientemente pequeñas como para deslizarse entre la literatura y la vida real; lo suficientemente diminutas como para no tener miedo de nada más que de ellas mismas. Solo entonces pueden comenzar a convertirse en algo nuevo.


jueves, 18 de junio de 2020

Crítica Cinéfila: Da 5 Bloods

Cuatro excombatientes afroamericanos -Paul (Delroy Lindo), Otis (Clarke Peters), Eddie (Norm Lewis) y Melvin (Isiah Whitlock, Jr.)- regresan a Vietnam en busca de los restos del jefe de su escuadrón, caído en combate (Chadwick Boseman), y la promesa de un tesoro escondido. Junto al hijo de Paul (Jonathan Majors), se enfrentarán a obstáculos naturales y humanos, y constatarán los estragos causados por la inmoralidad de la guerra de Vietnam.



Con más de 40 años haciendo cine, el cine de Spike Lee ha sabido mantener una única temática: la cultura afroamericana. Y en medio de los conflictos raciales que ahora mismo están aconteciendo en Estados Unidos, parecería que la película llega justo a tiempo en medio de la guerra nacional que ocurre en todos sus estados y hasta en otros países. Sin embargo, lo que pareciese venderse como una historia de apreciación de la comunidad negra en la guerra de Vietnam resulta una trama envuelta en los estereotipados personajes afroamericanos. Me excusan los fanáticos de la película. 

La historia se centra en 4 amigos afroamericanos, Paul, Otis, Eddie y Melvin, quienes junto a su jefe de escuadrón Norm, habían encontrado un maletín repleto de oro vietnamita durante un ataque al escuadrón. Cuando Norm fallece en el ataque, los amigos deciden enterrar sus restos y el oro para que una vez pasara la guerra, pudieran volver a recuperarlo. El viaje ocurre en el tiempo presente, ya cuando los veteranos de guerra han ido por caminos diferentes, pero aún viviendo sus traumas de la guerra de una manera u otra, sobretodo Paul quien su actitud renegada afecta no solo las nuevas personas vietnamitas que se agregan a la aventura y que tuvieron que ver de una manera u otra con la guerra, pero también a su propio hijo David (Jonathan Majors), quien claramente no ha tenido la mejor de las relaciones con su padre y que resiente cómo su padre amo más a su madre que a él. 

En la aventura, la trama se lapsa entre el pasado y el presente, otorgando ese típico sacudión de tiempo para comparar los pensamientos de antes y después, pero para dar un mayor entendimiento a las acciones de los personajes. Sin embargo, resulta difícil encontrar el tono de este viaje con estos hermanos de armas y su aportación a la Guerra de Vietnam. ¿Se supone que sus maldiciones nos harán hacernos enojar por el punto negativo de cómo afectó la guerra en su tiempo y cómo el racismo estadounidense se mantiene hoy en día? ¿Debemos reírnos de la personalidad de los protagonistas y el contraste que hacen con la temática de la historia? En principio, parecería que es un viaje a comparar los acontecimientos y verlos desde dos puntos de vista, pero al final del día las libertades que se toma Lee, como la narrativa y el estilo que utiliza, resultan indescifrables y difíciles de mantener por la variación constante del ritmo, tanto en la parte técnica de musicalización, como en el discurso que los personajes tratan de mantener.

La cinematografía se utiliza como un medio de trasladar a la audiencia entre el pasado y el presente, con unos cambios de formato que se balancean entre lo panorámico cada vez más ancho conforme se adentran en la selva, para las secuencias en el presente; y un formato 4:3 y una textura visual granulada para los flashbacks de 1971. Sin embargo, esta se ve afectada con el empleo de fotocrónicas en medio de la película para mostrar la realidad documental de hechos históricos y personajes de la época, en momentos completamente innecesaria pues se entendía claramente a lo que se refería. Y no se puede dejar de mencionar los errores de continuidad, que de principio a final parecen malos cortes en postproducción y que incluso se cuestiona si esto fue una decisión del director o errores del editor. 

Otra decisión un poco arriesgada que se toma en la historia es la de utilizar a los mismos actores sin ningún tipo de rejuvenecimiento natural o digital para interpretar a sus mismas versiones en los años 70, junto a Chadwick Boseman. El contraste es muy extraño y a su vez cuestionable, pues por más que digan que la raza negra se mantiene, nunca ha sido a ese nivel. Algunos querrán encontrarle un mensaje metafórico en esta decisión, pero solo el mismísimo Lee podrá admitir por qué lo ha hecho.

Sin embargo, el mayor conflicto narrativo aterriza en el discurso. Esta trama bélica no se decide entre ser drama, acción o una parodia. Los monólogos hacia la cámara se lanzan fuera de contexto y se entrecorta con conflictos a parte de otros personajes y otras situaciones en la historia. Aunque se resalta mucho el dolor que ha dejado la muerte de su jefe de combate, las muertes en sí parecen sacadas de una sátira. Los personajes se convierten en cuerpos estereotipados que solo actúan tal y cómo se introducen, sin ningún tipo de arco a lo largo de la historia. 

Da 5 Bloods tiene un sinnúmero de puntos de exploración. Por un lado, parece estar honrando la memoria de películas sobre la guerra de Vietnam como Apocalypse Now (hasta vemos el título en una de las escenas de la película), Platoon y Full Metal Jacket; por el otro parece una continuación del estilo de Spike Lee, rescatando hasta tipos de escenas que ya ha utilizado en otras ocasiones; finalmente parece la exploración de los efectos de la guerra en la comunidad negra y cómo su resentimiento se crece en su actitud hacia el mundo. Es una crítica hacia la guerra continúa y mutua de la raza humana, pero esta temática se ve afectada cuando se explora el tono en que es narrada y el lenguaje que mantiene de manera irregular. Lo único que puedo aplaudirle a esta historia es su discurso de lucha constante, desde una introducción que mezcla la guerra con el racismo hasta esa transición final de poder negro, sobre esa guerra por la libertad que los negros salieron a pelear a otras tierras aunque no puedan disfrutar de esos derechos en su propio país. 


jueves, 11 de junio de 2020

Crítica Cinéfila: The Room

Matt y Kate compran una casa aislada. A medida que se mudan, descubren una habitación extraña que les da un número ilimitado de deseos materiales. Pero, como Kate ha tenido abortos involuntarios, lo que más extrañan es un niño.



La palabra Room ha sido utilizada en dos ocasiones en el cine, y aunque ambas son películas muy diferentes, tienen una similitud: su universo gira en torno a una habitación. En el caso de The Room (2020), del director francés Christian Volckman, la historia se enfoca en cómo una habitación con poderes sobrenaturales otorga una serie de riquezas y adquisiciones a sus nuevos dueños, con una sola regla: todo lo que se hace en la habitación, se convertirá en polvo al salir de la casa.

Matt y Kate son una pareja que compran una casa aislada en Nueva York para que Matt se pueda dedicar a su pintura y Kate pueda convertirse en ama de casa, tal y como ella parece quererlo. Al reorganizar la casa, se encuentran con una puerta que da a una habitación secreta cubierta de cables y con serios problemas de electricidad. Matt decide buscar los orígenes de la casa, y ahí descubre que una pareja fue asesinada por el hijo, quien decía que la habitación lo obligó. Pero esto no fue un impedimento para que, una vez descubrieran los poderes de la habitación, comenzaran a utilizarla para traer a la vida todas las riquezas materiales que les pasara por la mente: millones de dinero, joyas, comidas y bebidas de todas las variedades, ropa, entre muchas otras cosas.

Pero mientras Matt se dedicaba a averiguar más sobre el pasado de la casa, Kate anhelaba algo que no era material y que iba a poner en peligro a la pareja: un hijo. Así, con la llegada de un nuevo integrante al que Matt nunca pudo considerar como suyo a diferencia de Kate, quien creo un vínculo maternal, los retos fueron mayores cuando descubrieron no solo el futuro seguro de todas las cosas materiales que lograron por la habitación, sino también como poder mantener todo lo que han conseguido sin que ellos sufran las consecuencias.

La famosa frase del Génesis, "del polvo vienes y en polvo te convertirás”, se convierte en una denotación temática dentro de esta historia, donde se resalta que aún ni el creador podrá salvar lo que ha creado de la realidad que le espera cuando cruza más allá de sus propios límites, y que de donde mismo viene, en eso se convertirá. Del mismo modo, la historia hace una reflexión interna en el pecado de la avaricia, sobretodo cuando se tiene acceso tan fácil a lo material y solo se continúa pidiendo más hasta que el bien material parece no dar sosiego alguno al dolor emocional. Hay otras temáticas involucradas en la historia, como el amor genuino de los niños hacia sus madres, y la sobreprotección de una madre cuando crea ese vínculo incondicional con un hijo, sin importar si es biológico o adoptivo. Es interesante ver cómo todas estas temáticas congenian de manera genuina y se convierten en una historia interesante y consistente.

Aún más interesante es el resultado que ha logrado Christian Volckman con esta segunda película en su filmografía, que será continuada con la versión animada y futurística de The Kid, de Charlie Chaplin. Después de Renaissance (2006), Volkman no volvió a realizar largometrajes, experimentando con cortometrajes de diferentes géneros. En su búsqueda por volver a la pantalla grande, y en compañía de una serie de escritores, logró una trama que no solo obtiene la suficiente tensión para ganarse el título del género, sino también que establece de manera coherente sus subtramas y reglas para que nada se sienta confuso o inconcluso.

Del mismo modo, está bien acompañado por Olga Kurylenko y Kevin Janssens, como la pareja de artistas que se adueñan de la casa y los poderes que vienen con la habitación mágica; mientras más descubren que hacer con ella, sus niveles de codicia continúan creciendo hasta llevarlos a un estado psicótico personal que los separa mutuamente. La química mientras están unidos como pareja es poderosa, pero su evolución personal los representa aún mejor, demostrando que no hacía falta mantenerlos uno al lado del otro para mostrar las diferentes caras de sus finales individuales, pues lo que parece ser satisfactorio para uno, puede ser doloroso para el otro. El verdadero antagonista es la habitación y una vez saben cómo manejar su poder a su necesidad de sobrevivencia, elevan esa intensidad que a lo largo de la historia solo subía de manera gradual y equitativa.

La escenografía fue un aspecto que se destacó con delicadeza y detalle, desde la creatividad dentro de la misma habitación para ocupar un lugar en el top de sets de terror en el cine moderno, hasta en la evolución del mismo set mientras la habitación continúa dispersando su poder a lo largo de la casa. A su vez, el set es utilizado para crear suspenso, con el choque eléctrico para avisar una nueva creación solicitada en la habitación y la misma evolución de la habitación a un mundo interno parecido al exterior. Es una manera astuta que seguramente se desarrolla con tremenda imaginación en sus páginas de guión y aquí obtienen una libertad en la que destaca la codicia y locura momentánea de sus personajes.

The Room se convierte en una sorpresa agradable para los fanáticos del terror psicológico. No es el típico al que muchos estamos acostumbrados, pero uno no le da mente a eso mientras se deja envolver por esta historia. Sus conexiones narrativas sobresalientes y la evolución de sus personajes le otorgan poder destacarse con su título. Ahora cuando se hable de The Room, tendremos que ser más específicos.


Crítica Cinéfila: Daniel isn't real

Luke sufre una serie de violentos problemas familiares que le hacen recuperar a su amigo imaginario de la infancia para poder superar el dolor. Dotado de un gran carisma y repleto de energía, Daniel ayuda a Luke a alcanzar sus sueños antes de obligarle a luchar desesperadamente por no perder su alma. 



¿De dónde provienen los amigos imaginarios? Para Luke, su amigo imaginario Daniel comenzó a existir cuando él fue testigo de un evento sangriento. Daniel fue su protector, asegurándole que siempre estaría con él. Sin embargo, la presencia de Daniel también parecía motivar a Luke a cometer actos en contra de su propia vida y la de su familia, lo cual hizo que su madre le obligara a "guardar a su amigo imaginario".

Años después, ingresado en una escuela preuniversitaria para poder aplicar a Derecho, Luke es un joven adulto solitario, acosado por alucinaciones pero reacio a recuperar la energía creativa que tenía hace mucho tiempo. Tras visitar a su madre, ahora con dificultades psicóticas, vuelve a liberar a Daniel, quien no solo le ayuda a recuperar la energía que le hacía falta, sino que lo impulsa para seguir adelante, socializar y hasta progresar en lo que realmente le apasionaba. Sin embargo y con la edad que tiene, la experiencia con Daniel es diferente, proponiéndole tratar de tomar control de su cuerpo, hacerse daño a sí mismo y recordar quién es el verdadero Dios que todo lo ve.

A principios, "Daniel isn't real" parece una historia sobre la psicología de los niños y cómo usan los amigos imaginarios a modo de auto-protección para no confrontar los miedos de su presente. Pero a lo largo que la historia avanza se va revelando la realidad de su entidad; de que a pesar de mantener la temática sobre cómo la imaginación infantil funciona en momentos de crisis, este ente supuestamente imaginario es mucho más diabólico de lo que uno podría creer. Así mismo se comporta las psiquis de los personajes creados por Adam Egypt Mortimer y Brian DeLeeuw, preocupados no solo por las debilidades y los conflictos que afrontan en sus tramas particulares, sino cómo se transforman a lo largo de la historia y se convierten en un solo ente psicológico existente que requiere un único final para cerrar sus capítulos. 

Allí juegan varios aspectos para lograr plasmar estas dificultades a lo largo de la película. El primero es responsabilidad de Mortimer, quien ha estado experimentando con el cine de terror desde sus inicios en la gran pantalla con Some Kind of Hate. Todas sus historias se conjugan en un mismo estilo: la exploración paranormal dentro del cambio psicótico de una persona. Pero a diferencia de sus demás historias, esta es más limpia y secuencial; hay aspectos investigativos que aunque no se alejan de la trama buscan la explicación que a muchos les gusta recibir cuando ven una película de terror de esta categoría. Gracias a su manejo de los actores y el regreso de DeLeeuw como su compañero narrativo, mantiene una lógica dentro de este culto misterioso a las fantasías mórbidas que surgen en la niñez y que continúan a lo largo de la vida hasta que reviven o simplemente quedan en el olvido.

El segundo se debe a la fuerte química entre Miles Robbins (Let it Snow) y Patrick Schwarzenegger (Midnight Sun), quienes muestran una dependencia mutua terrorífica. Estos han sido los personajes más significativos de sus carreras, y lo muestran con un talento progresivo que no desalienta. Es casi una competencia insistente entre ambos para demostrar cuál se ganará a la audiencia. La respuesta es obvia, pero el camino es interesante. Por un lado porque ambos justifican su lucha de superioridad sobre el otro al punto de que se cuestiona quién es la mejor persona para ser la verdadera sombra del otro, y porque dejan pistas de manera continúa en la trama para obtener ese tan esperado "ahhh" que busca con el twist.

Aunque la fotografía se muestra como una coreografía de los pasajes de estos personajes, con unos movimientos pacifistas que hacen contraste con las intensidades mentales que confrontan, la iluminación actúa como un papel muy importante en el tono y el ritmo de la historia, representando no solo el cambio de realidad a alucinación sino también jugando con el razonamiento de la audiencia para hacerte creer lo que el tintineo de las luces logran enseñar, sin imaginarse que en un microsegundo parece ser parte de una pesadilla desenfrenada. El iluminista Seth Coleman es responsable de esta tortura por escena, utilizando colores brillantes, adaptándose a la cultura moderna del ocultismo retro y a los terrores de la ciudad de New York, donde mayor parte de la película toma lugar.

A pesar de un par de twists finales que se salieron de control, Daniel isn't Real es una exploración muy interesante a los demonios psicológicos que acosan en la niñez y cómo estos evolucionan con los años, dónde por más que se trate de escapar de ellos siembran una semilla de maldad que depende de la misma persona adulta para poder salir de esa raíz negativa o dejarse cubrir por sus espinas internas. La intensidad del terror psicológico es subjetiva y engañosa, pues por momento lo que parece un descubrimiento de nuevas reglas termina siendo la revelación que nadie se da cuenta ni quiere aceptar hasta que el demonio anda suelto. Es maliciosa de manera muy inteligente, y nadie lo verá venir, por el simple hecho de creerse que los amigos imaginarios solo son parte del subconsciente propio.


Crítica Cinéfila: The Great, 1ra Temporada

Serie que relata el ascenso al poder de Catherine the Great (Elle Fanning), que fue emperatriz de Rusia durante 34 años, desde el 1762 hasta su muerte a los 67 años.



Antes de convertirse en la emperatriz, Catherine (Elle Fanning) venía de una familia alemana noble muy pobre, y soñaba que su matrimonio con Peter (Nicholas Hoult) le iba a traer no solo riqueza material, sino un romance de ensueño y un acceso a los mayores conocimientos intelectuales de la época. Sin embargo, al llegar al palacio de Saint Petersburg, se dio cuenta de que sus anhelos románticos se quedarían en la ilusión, y que si quería llegar a ellos debía deshacerse del rey. Esa es la premisa de la nueva serie de Hulu "The Great", la cual no solo narra la lucha de Catherine por ser más que la procreadora de los futuros herederos de la Dinastía Románov, sino también los altibajos del reinado y cómo ella planea un golpe de estado al rey para poder lograrlo.

La serie sigue tanto el plan de Catherine acompañada por su criada Marial (Phoebe Fox) y Orlo (Sacha Dhawan), el romance entre Catherine y su primer amante oficial Leo (Sebastián de Souza), y su tóxica relación con Peter, quién no solo había planeado con matar a Catherine en algún momento de la historia, pero que con el tiempo y el continuo rechazo de Catherine a sus ideas, él se fue enamorando de ella. Así mismo sigue la vida de Peter, sus supuestas inmadureces dentro del palacio, el romance público que tenía con la esposa de su mejor amigo, y las decisiones aceleradas que tomaba que siempre llevaban a un desastre que Catherine debía arreglar.

Aunque muchos aspectos de la historia, sobretodo el mismísimo diálogo de la serie, son ficticias, estos son inspirados en la realidad del reinado de Peter III y su matrimonio apresurado con Catherine, quien sí llegó al palacio con esas mismas ambiciones y conocimientos que la serie lo plantea, pero que logró destacarse de manera más gradual y creíble. Sin embargo, hay que destacarle a la trama que, aún siendo una serie satirizada y que ridiculiza de manera interesante a Peter, la serie se torna constantemente a un tono más serio y dramático cuando resalta la realidad de la época en función a temas como el control y la participación de la Iglesia en las decisiones políticas y militares, el trato distintivo entre la plebe y los nobles, y las consecuencias de los actos sulfurantes de su rey. 

El mayor fuerte de esta serie es la actuación delicada de Elle Fanning reencarnando a Catherine the Great, un personaje igual de real como se ve en la serie. Fanning tiene una transformación no verbal resaltante al encarar las frustraciones y metas que se plantea Catherine a lo largo de la trama, mientras confronta los mayores obstáculos, el más importante: su propio esposo. Frustrada con el gobierno de su marido inepto, Catherine, de hecho, dirigió una conspiración para derrocar a Peter, anhelando el primer instituto de educación superior para mujeres, y traer a Rusia a un mundo más moderno junto con el resto de Europa.

Hay tramas narrativas que le dan mucha vida a la historia. Una de ellas es la de Catherine y su amante designado Leo Voronsky. Si bien el propio Leo no era una persona real, se basa libremente en la historia real de la vida de Catherine. Incluso al principio de su matrimonio con Peter, Catherine tuvo amantes (al igual que Peter). Su primer amante fue Sergei Saltykov, un joven oficial popular que parece ser la inspiración más cercana para el personaje de Leo. Aquí Leo es un personaje leído y simpático, proveniente de una familia de amantes con un talento inigualable para hacer sentir complacidas a sus parejas. Es la química mejor establecida de toda la serie, inclusive mayor que la de Fanning y Fox como la emperatriz y criada unidas en contra de los hombres. La verdad es que la sirvienta de Catherine y su mejor amiga, Marial, es un invento completo, al igual que los cortesanos que las rodean. La corte estaba llena de nobleza rusa, todos luchando por ser favorecidos por los gobernantes, y es probable que haya tanta intriga como The Great describe. El conde Orlo es uno de los pocos personajes que se basa explícitamente en una figura de la vida real. La verdadera Catherine confiaba en gran medida en el conde Grigory Orlov, así como la ficticia Catherine confía en Orlo entre sus confidentes y amigos más cercanos mientras planifica su golpe. 

Sin embargo, hay otros personajes que, aunque son creados para darle un valor dramático de peso, se desligan de la realidad, o peor, la estiran. Tal es el caso de Elizabeth. En el programa, ella es la "tía de fiesta" promiscua y envejecida, pero en realidad, ella era una emperatriz por derecho propio y, lo que es más importante, no estaba viva durante el reinado de Peter III porque él la sucedió al trono (no como dice la serie, que quiere poner a la ex reina como la madre de Peter). Elizabeth era una hija de Peter the Great, que tomó el trono en un golpe de estado en gran medida sin sangre en 1741, derrocando a su primo infante Ivan VI y a su madre, la Reina Anna. Ella dejó el trono a su sobrino Peter III, y murió en 1762. Pero no se puede desvalorar la actuación de Belinda Bromilow (Doctor Doctor), quien se entrega en voz y corazón a reencarnar a Elizabeth, tanto en su pacificidad como en su carácter hacia lo que se puede cambiar con una mujer al mando.

Otro personaje es el de Peter III, el antagonista principal. Era el nieto del popular Peter el Grande, pero había sido criado en gran parte por su familia alemana y era fuertemente pro-alemán en sus políticas. Peter era impopular, pero The Great exagera algunos detalles históricos para convertirlo en un antagonista deliciosamente monstruoso, lo cual Hoult logra de una manera increíble, aunque por momentos innecesaria.

Hay que resaltar que el valor de producción de The Great está a una altura comparable con otras series de época exitosas, resaltando la belleza monárquica en el diseño de producción, los vestuarios tan característicos y haciendo referencia al cambio cultural que Catherine enfrenta, tanto en los detalles de los uniformes como en la de las estatuas, decoraciones de época y exclusividades naturales.

The Great promete más subtramas y conflictos para sus siguientes temporadas, y como ya sabemos que no está totalmente basada en la realidad, seguirá con el mismo tono tragicómico que estableció en esta primera temporada. La escritura es creativa y el establecimiento de sus personajes es conciso por lo que se espera más de lo mismo, sin dejar atrás la meta principal: quitar del trono a Peter. Esa es la única verdad que queremos ver cumplida.


jueves, 4 de junio de 2020

Crítica Cinéfila: The High Note

Maggie (Dakota Johnson) asistente de la cantante Grace Davis (Tracee Ellis Ross), es una mujer con más trabajo del que puede abarcar y en la que sigue latente su sueño de la infancia: convertirse en productora musical. Cuando el manager de Grace (Ice Cube) le ofrece una oportunidad que podría alterar el rumbo de su carrera, Maggie comienza a urdir un complicado plan con el que está decidida a cambiar para siempre sus vidas. 



Nisha Ganatra regresa con otra película protagonizada por un dúo femenino, pero a diferencia de la anterior (Late Night - 2019), The High Note tiene un aterrizaje mucho más placentero. Sin embargo, no se aleja mucho de la temática que ya había planteado. Después de narrar las luchas de una escritora juvenil talentosa para ser vista y una feroz host de televisión en Late Night, Ganatra dirige el escenario de cumplimiento de los deseos desde la televisión hasta la industria de la música. Si bien el primer guión de Flora Greeson no tiene el comentario divertido sobre raza, clase y sexismo del guión de Mindy Kaling para la película anterior, y mucho menos la cortadez de Emma Thompson, esta película es mucho más recomendable.

Una secuencia de apertura resume la carrera celebrada de Grace con un montaje de portadas de Rolling Stone, entrevistas, discos de platino, premios Grammy, listas de reproducción de Apple Music y Billboard Hot 100 No. 1. Al mismo tiempo, Maggie se pasea por Los Ángeles, recogiendo la tintorería, recetas y pedidos de jugos entre innumerables recados antes de cambiar su viejo carro por el lujoso auto deportivo de Grace y dirigirse al aeropuerto de Burbank para encontrarse con su avión privado. Grace le informa rápidamente que está seis minutos tarde, y en caso de que haya alguna duda sobre quién es el jefe, toma el volante mientras regresan a su mansión blanca palaciega y Maggie le va resumiendo su agenda.

Grace ha lanzado una colección de grandes éxitos, un álbum en vivo y su sello ahora se está preparando para un conjunto de grandes éxitos en vivo; ella está en una rutina de reciclaje, aunque anhela silenciosamente trabajar en nuevo material. Solo Maggie parece sensible a ese deseo, pero el manipulador del agente de Grace, Jack (Ice Cube), tiene a la compañía discográfica en su esquina con el atractivo de 10 años de bajo costo y bajo estrés en piloto automático en Las Vegas. Pero a Grace todavía le encanta viajar, con sus cantantes de respaldo y su banda.

Mientras tanto, Maggie, quien comparte un apartamento con su amiga Katie (Zoë Chao), se pasa el tiempo en el estudio y trabaja en casa en remezclas de éxitos de Grace. Ella conoce a David (Kelvin Harrison Jr.), quien dice ser cantante. Inicialmente descarta a David como un proyecto para comenzar su carrera como productora musical pero cuando ella lo escucha cantar en un concierto al aire libre, queda impresionada y le propone trabajar juntos.

David toca en centros comunitarios y bar mitzvah, alistando a sus amigos como productor y músicos en sus demos, organiza lujosas fiestas en la piscina en una elegante casa que sugiere una riqueza considerable, por lo que algo no cuadra. Aún así, Maggie está demasiado ocupada hablando de sus credenciales de producción falsas para hacer preguntas. Ella comienza a trabajar con él en nuevas canciones y grabaciones más nítidas, tratando de mantener una distancia profesional a pesar del inevitable florecimiento del romance. Pero mientras progresa en su trabajo como productora, descuida su trabajo como asistente de Grace. 

La razón principal de disfrutar esta película es para ver a Tracee Ellis Ross como una superestrella del R&B, cuya trayectoria profesional tiene un parecido pasajero con los últimos años en solitario de su madre, Diana Ross, junto con las trenzas en cascada y los brillantes vestidos de lentejuelas. Su Grace Davis es una diva absorta en sí misma con la calidez y la realidad suficientes para mantenernos a su lado mientras recibe los golpes de una industria ansiosa por llevarla a una instalación fija de una residencia de Las Vegas.

Como Maggie, la incansable asistente personal que anticipa todas las necesidades de Grace mientras trabaja en secreto en remezclas de sus éxitos clásicos, Dakota Johnson continúa creciendo en su talento actoral, evitando caer en ese rol victimizado de una asistente mucho más capacitada que su propia jefa, y tratando de salir adelante sin sobrepasar los níveles autoritarios. Se nota su sed por salir de esta posición pero eso no cae en irrespeto ni mucho menos en agresividad pasiva. Maggie hace mucho más que mezclar ritmos en su computadora, olvidarse de su propia vida y tomar delanteras cuando nadie se atreve. Se vende exitosamente como productora de música con un talento y oido innato, exponiéndolo con el pasado de su personaje y los orígenes de su amor por la música. Incluso desluce a Diplo, en un cameo como un DJ estrella presumido, cuyos ritmos sintéticos no pueden rivalizar con la integridad de los conmovedores cortes musicales de Maggie. Grace valida su trabajo pero se niega a animarla, recordándole sin rodeos que es una asistente.

Aunque algunos momentos de la trama de The High Note son predecibles por poseer una estructura relativamente reciclada de otros clásicos dramas musicales, se trata de una película "feel good" envolviendo con sutileza sus conflictos en un arco limpio y ordenado para decirnos que a veces sí se puede lograr cuando se tiene los contactos agraciados, y se termina convirtiendo en una experiencia divertida y agradable. La película no tiene el dominio inteligente del género que distinguió otros melodramas de la industria de la música, pero es el tipo de visualización cómoda y placentera que se reduce tan fácilmente como la compilación de éxitos de un artista favorito.

Otro punto de desenfrene creativo importante es la protección mutua entre las dos protagonistas. Como Grace, Ross es frágil, desagradable y no se opone a menospreciar a Maggie cuando la asistente se adelanta a sí misma. Pero también hay suavidad y vulnerabilidad en su caracterización. Grace responde a tener una amiga, aunque socialmente inferior, que la respeta y cree en su talento, en lugar de simplemente adular a la orden como su ama de llaves egoísta Gail (June Diane Raphael) o cuidar de sus propios intereses, como el territorial de Ice Cube pero sobre todo genial Jack. La presencia relajada y sin pretensiones de Johnson encaja muy bien, incluso si ella supera el impulso de un hambriento sueño musical. Sus escenas con Ross transmiten una dinámica de cambio agradable, con Maggie acercándose con cautela mientras Grace sigue probándola, avanzando y luego retrocediendo con un refuerzo fulminante de la jerarquía. 

Mientras tanto, Johnson y Harrison tienen una química brillante, sobretodo cuando ambos están en el estudio, donde no parece mucho una actuación mutua y más parece una presentación musical sorprendiendo a la audiencia con las miradas intercambiables mientras graban una canción. Tanto Harrison como Ross se desempeñan bien en la voz, incluso si ninguna de sus canciones está a la altura de los cortes vintage elegidos por la banda sonora. Hay explosiones geniales de Aretha Franklin haciendo a Bobby "Blue" Bland, The Staples Singers haciendo The Band, PP Arnold haciendo Cat Stevens, Donny Hathaway haciendo John Lennon y, bendita sea, Cher haciendo Bob Dylan.

El diseño de producción de Theresa Guleserian y los disfraces de Jenny Eagan combinan el estilo de los diferentes spots de LA con un efecto agradable, y el trabajo de cámara del cinematógrafo Jason McCormick es ingenioso y ágil, incluso si tal vez se excede en el suave destello de lente del atardecer en el Sur de California.

The High Note es una mejora significativa, ya que encuentra profundidad real en sus personajes y momentos de tranquilidad que permiten que tanto el drama como la comedia respiren un poco más. y aunque es predecible en historia, Greeson y Ganatra la convierten en un momento placentero y reconfortante con una mirada más apasionada al mundo de la música en la ciudad de Los Angeles, y convirtiéndose en un llamado de acción a las personas en posiciones más bajas para que se motiven a impulsar sus sueños y no quedarse estancado en un cargo de entrada.



Crítica Cinéfila: Valley Girl

Julie (Jessica Rothe) y Randy (Joshua Whitehouse) son muy diferentes pero deciden desafiar a sus padres y amigos haciendo todo lo posible por permanecer unidos. 



Como muchas ciudades, Los Angeles tiene sus clases sociales y culturas divididas. Downtown Los Angeles es una mezcla de factorías y arte moderna, Hollywood es el escenario de los artistas que innovan en el momento, mientras que el Valle es donde viven se encuentran los suburbios. Esta mirada de la ciudad angelina lo trabaja muy bien la directora Rachel Lee Goldenberg (Looking for Alaska) en su debut en la pantalla grande con el remake Valley Girl. 

Si no conocen los ritmos de la "Valley Girl" original , una joya retro del cine de los años 80 que debe recordarse con un suspiro apasionado; no obstante, se ha mantenido extrañamente difícil de encontrar en las casi cuatro décadas desde su lanzamiento. Como la mayoría de las grandes historias de amor ambientadas en la escuela secundaria, es una historia de Romeo y Julieta, esta vez configurada en torno a un par de amantes decididamente apropiados para el período: una chica del Valle de cola alta y un punk tatuado de Hollywood. La película original de Martha Coolidge, protagonizada por Deborah Foreman y un joven Nicolas Cage, puede no parecer una opción obvia para una nueva versión, pero el inteligente homenaje de Rachel Lee Goldenberg encuentra una nueva forma en el material, al convertirlo en una máquina de discos animada musical.

La película de Goldenberg logra evocar el espíritu para "todas las edades" durante un momento cultural singular. Junto a la guionista Amy Talkington, ha ideado una forma inteligente de telegrafiar ese concepto desde el principio, imaginando a esta Valley Girl como una especie de cuento de hadas narrada desde un punto de vista contemporáneo.


Como parte de un concepto de historia envolvente, Alicia Silverstone (Clueless) aparece como la versión adulta de la protagonista Julie (Jessica Rothe), quien comparte su historia de la escuela secundaria con su hija angustiada (Camila Morrone). Cuando la adulta Julie comienza a narrar su propia experiencia adolescente, la película se disuelve rápidamente en un musical optimista, presentando el mundo del Valle de San Fernando del 1983 a través de una canción "We Got the Beat" que se desarrolla en un centro comercial. Es la misma historia de Valley Girl, de repente representada en brillante Technicolor.

La historia continúa narrando como la joven Julie se fue dando cuenta que la vida del Valle es solo eso y que ella quería más allá que ser ama de casa con un título de la universidad local. De manera inesperada, conoce a Randy (Josh Whitehouse), un cantante punk que le ayuda a reconocer los verdaderos sabores de la vida, si cruzas más allá de donde las montañas angelinas permiten ver. Con este nuevo interés amoroso prometiendo una mirada más grande al mundo, la vida cotidiana de Julie se derrumba; sus pasiones evolucionan pero su familia y amigos están negados a aceptar su nueva mirada.

En las manos de Goldenberg, el montaje musical "Girls Just Want to Have Fun" requiere nuevas arrugas en la historia, imaginando a Julie como alguien que no solo busca romance, pero buscando una vida más plena más allá de los límites del centro comercial más cercano, mientras que otros ritmos musicales como "Under Pressure" sirven como un monólogo independiente para cada personaje gritar sus propias penas, anunciándole al mundo que hay momentos en los que uno solo quiere volar sin el grupo.  

Aunque carecen de la sensualidad oscura y la química del original (Foreman y Cage fueron una pareja formidable), Rothe y Whitehouse son un dúo lo suficientemente amable, incluso cuando la película depende de la comprensión de que el primer amor no siempre durará. También son bienvenidos otros detalles oportunos, desde ampliar el sentido latente de feminismo de Julie hasta un intercambio de género por la mejor amiga de Randy (interpretada por Mae Whitman) que insinúa diferentes tipos de rivalidades entre la élite del Valle.


Orbitando en una línea de tiempo que salta desde el presente hasta los 80 de manera constante, la película de Goldenberg ofrece mucho para atraer tanto a los fanáticos de la película de 1983 como al público ansioso por un entretenimiento alegre lleno de algunas de las mejores canciones de la época. La cronología suelta permite muchos de los éxitos musicales más apreciados de la década para hacer el corte. Arreglada con nuevas producciones de canciones clásicas, todas interpretadas por las estrellas de la película, "Valley Girl" encuentra nuevas dimensiones para su historia.

El espíritu de la nueva Valley Girl funciona dentro de los límites del homenaje. Una deliciosa combinación de todos los años 80, desde ET hasta Madonna, la princesa Diana hasta Roxy Music, la familia Jackson y Ronald Reagan, esta narración anacrónica es fiel a la película original de Coolidge, pero con sus propios toques llamativos.

Ser fanático de la original no es un requisito para disfrutar de esta nueva "Valley Girl", que encuentra un gran atractivo en una plantilla clásica de historia de amor y una letanía de éxitos de los 80 para mantener la energía. Esa energía solo se nota cuando la película de Goldenberg olvida su corazón musical y se desliza hacia un territorio menos inspirador, sumergiéndose en los arquetipos de comedias románticas más tradicionales para adolescentes. Afortunadamente, estos deslizamientos son pocos y distantes entre sí, y la película llega a una conclusión gigantesca de que los años 80 y algunos de sus mejores resultados culturales pop todavía tienen el ritmo.