jueves, 30 de abril de 2020

Crónica Cinéfila: Los puntos de vista de un guión


Se dice que el que estudia cine, independientemente de la mención, es obligado "contra su voluntad e interés" a escribir un guión. He escuchado anécdotas de amigos/as de actuación, producción y cinematografía, insistiendo cómo pasaban la asignatura a rastros porque nunca se vieron teniendo que entrarle a Final Draft y dando teclazos para no quemarse, porque al final del día, es importante aprender a escribir guiones. Nunca sabes cuando te tocará.

Independientemente de todos los roles que he llegado a hacer dentro de una producción, mi favorito siempre será el de guionista. No hay mayor paz (y privacidad) que la que me da envolverme entre las fichas y el computador para finalmente dar ese borrador que irá a un siguiente borrador o, en el más extremo/extraño/alarmante de los casos, un guión técnico.

Pero sin importar que tu corazón y tu mente trabajen en ese preciso momento como guionista, o si cumples o no dos posiciones dentro de una misma película, determinar cuál es tu estilo narrativo va a depender de tu pasión cinematográfica de origen, porque aunque el guión tiene una estructura y reglas narrativas muy específicas, cada quien escribe como la historia con sus sazones particulares, al punto de poderse reconocer que voz ha hecho un determinado guión dependiendo de los puntos de vista de la historia:

-POV de Guionista: Tu prioridad no tiene nombre ni apellido. Te preocupa que cada detalle, desde las subtramas hasta los personajes de fondo, tengan una razón de existir. Pero algo que secretamente te importa más que el resto es el tema de la historia: quieres que ese mensaje secreto sea captado y quien analice o lea tu guión se sienta identificado y motivado por este. Ejemplo: Darren Aronofsky.

-POV de Productor/a: "Todo" es prioridad también, pero lo que más visualizas a la hora de escribir es cómo será ese presupuesto, si la historia podrá llegar a la mayor audiencia posible, y quienes serían los rostros perfectos para pantalla. Ejemplo: Diablo Cody.

-POV de Director/a: La historia es lo más importante. Cada elemento, desde el mundo ordinario hasta el climax deben ser lo más explícito posible o lo más analógico posible. A veces le das un poquito de libertad a la audiencia y les dejas un final abierto para que ellos puedan determinar cuál ha sido el camino final de una historia. Secretamente, solo tú lo sabes. Ejemplo: Christopher Nolan.

-POV de Actor/Actriz: Para ti, los personajes son los que requieren mayor atención. A veces, es mejor darle prioridad a sus conflictos internos que a los externos, y tienes razón, son mucho más interesantes así. A su vez, siempre hay algún personaje que se parece o suena a ti. No lo interpretas, pero te importa mucho lo que le ocurra a este. Ejemplo: Greta Gerwig.

-POV de Cinematógrafo/a: Pocos lo sabrán, pero te apasiona las acciones de los personajes. Mientras más narrativamente coreografiado, mejor se visualiza. A su vez, las escenas de acción y conflicto son muy relevantes para ti. Tratas de que todo haya quedado lo suficientemente establecido para llegar allí, pero cuando lo haces, explotas en detalles. Ejemplo: Alfonso Cuarón.

-POV de Compositor/a: Mientras menos diálogos, mejor explorada será la historia. Le das mayor libertad a los personajes para transmitir sus emociones en acciones que en conversaciones con otros. Las escenas de montajes son tus favoritas, y le sacas buen provecho temático hasta a las caminatas largas de reflexión. Ejemplo: Damien Chazelle.

-POV de Editor/a: Escribes el guión sabiendo que mucho va a cambiar más tarde, y no en cuanto a la trama, sino al orden de los sucesos. Te encanta jugar a "Set up/Pay Off" en todas tus historias, estableciendo puntos importante para luego explicar cómo es relevante para la trama. Ejemplo: Quentin Tarantino.

-POV de Productor/a de Diseño: Tienes un buen ojo narrativo para el detalle. Desde una mesa en la esquina de la habitación hasta el vestuario y maquillaje de los personajes. Sientes que esto también le agrega valor al tema y la historia. Te preocupas por cómo se visualiza y que esté lo más claro posible. Ejemplo: Guillermo del Toro.

¿Que otro POV me faltó?

Crítica Cinéfila: A Fall from Grace

Después de la infidelidad de su exmarido, Grace Waters (Crystal Fox) recupera la ilusión con un nuevo amor. Hasta que salen a la luz los secretos que sacan su cara más violenta.



Dicen por ahí que Tyler Perry, escritor, director, productor ejecutivo y coestrella de A Fall from Grace, filmó la película completa en cinco días. Eso puede sonar imposible, pero cuando ves los resultados deslumbrantes, tiene mucho sentido. Tyler Perry hace un debut desfavorable en Netflix con el estreno de "A Fall from Grace", un intrincado thriller legal/romántico que, irónicamente, podría disfrutarse mejor con un cine lleno de espectadores cuyas reacciones podrían ser más entretenidas que esta trama.

Este misterio de asesinato de "ella no lo hizo", muchos de cuyos giros claves ya se han enseñado previamente en el tráiler engañosamente efectivo de la película, divide con inquietud su atención entre Jasmine (Bresha Webb), una joven defensora pública y abogada desafortunada de Virginia, y Grace (Crystal Fox), una divorciada de mediana edad y empleada bancaria acusada por el asesinato de su nuevo esposo, Shannon (Mehcad Brooks).

Si bien Perry se ha hecho fanático principalmente de las historias sobre mujeres negras tristes y abandonadas, su persistente dependencia de las protagonistas oprimidas para señalar problemas de infidelidad socava la audiencia que pretende celebrar. Simplemente no supera la fórmula. Y aunque la película, que para todos los efectos es un thriller, en esencia es una mujer negra llamada Grace (Crystal Fox), que ha sido utilizada y abusada por hombres de forma rutinaria. Lo que es peor, se resignó a ese destino.


Cuando la reacia Jasmine es asignada al caso de Grace por su obstinado superior, Rory (Perry, en un papel ingrato y de un solo corte), se reúne con su cliente encarcelada para llegar a un acuerdo. Pero cuanto más conoce Jasmine a Grace, que detalla "cómo llegó allí" en una serie de largas retrospectivas y muchas voces triviales, más Jasmine cree que la mujer es inocente y merece su libertad. Desafortunadamente, Jasmine nunca ha intentado un caso y su reputación de novata la precede. Además, su jefe testarudo está en contra de cualquier cosa que no sea una súplica de culpa y abiertamente planea despedir a Jasmine cuando predice que perderá el juicio. Tremendo jefe el que se gasta.

Mientras tanto, aprendemos más sobre el romance turbulento de Grace con el joven Shannon, un fotógrafo sexy y tranquilo que la conoce en una galería a la que ella asiste a insistencias de su mejor amiga, Sarah (Phylicia Rashad). Las campanas de boda pronto suenan sin que Grace haga su debida diligencia de incluso conocer la familia de su amado y su historial. En cuanto a la aparentemente leal y dulce Sarah, ella renta habitaciones a ancianas, teniendo entre ellas a una desaliñada señora (Cicely Tyson) a quien primero vislumbramos en algunos momentos nerviosos que sabemos que no pueden presagiar nada bueno, para cualquiera.

Los problemas de todo aquí, desde la infidelidad, el robo de identidad y la seguridad bancaria hasta el suicidio y la justicia penal se manejan de manera arriesgada y, a menudo, de manera tortuosa. Una escena dramática de última hora en la que el esposo de la policía de turno de Jasmine (Matthew Law) se demuestra a sí mismo como un ejecutor de la ley desafortunado, ya que ella parece no ser lo suficientemente capaz (o será que a Perry le encanta que los hombres salven a las mujeres).


Los personajes secundarios como Jasmine y Sarah tienen la intención de aumentar y complicar la trama, pero incluso están escritas de manera tan fina que puedes adivinar sus historias. Pero es el comportamiento inepto y poco profesional de Jasmine durante el juicio culminante de la película lo que realmente envía a la película a territorio absurdo. Es superado solo por una secuencia final de eventos con un giro inesperado de terror que podría describirse mejor como un "arroz con mango". Hay una que otras escenas que están bien puestas para establecer momentos claves más tarde, pero esto no le quita el hecho de que esta película plana y diseñada no está exenta de momentos jugosos, del mismo modo que sus personajes no tienen arcos creíbles. Shannon pasa de un maravilloso y romántico novio a un esposo verbalmente violento y machista para su esposa aturdida, mientras que Jasmine pasa de la abogada que no confía en ser capaz de resolver el caso y que quiere dejar atrás su carrera a una muy interesada en saber cuál es la verdad, así de la nada.

Gran parte del suspenso que Perry intenta construir puede desmantelarse rápidamente a través de la narrativa torpe y cinematografía novata. Pero nada es una gran sorpresa en una historia que no logra liberarse del tropo más duradero de Perry: la triste mujer negra.


Crítica Cinéfila: Never Rarely Sometimes Always

Viéndose obligada a sobrellevar un embarazo accidental y sin alternativas viables para poder realizar un aborto en su propio estado, Autumn decide aventurarse con su prima hacia Nueva York. Con la dirección de una clínica apuntada en un papel y sin un lugar en el que pasar la noche, las dos chicas se adentran en una ciudad que desconocen.



Con tres películas en su carrera, la cineasta Eliza Hittman continúa demostrando ser una de las cronistas favoritas de la juventud moderna más empáticas y hábiles del cine contemporáneo. It Felt Like Love (2013), Beach Rats (2017) y ahora "Never Rarely Sometimes Always", todas acercándose a los adolescentes con trabajos de medio tiempo y al borde del despertar sexual, a menudo de la variedad peligrosa. La capacidad de Hittman para escribir y dirigir películas tan sensibles se ha visto reforzada durante mucho tiempo por su interés en presentar talentos nuevos, tanto mejor para vender la veracidad de sus historias e introducir a actores emergentes dignos de gran atención. Con "Never Rarely Sometimes Always", Hittman continúa sus tradiciones, pero esta no es el tipo de película que muchos conjuntos convencionales apoyarían y harían, por la crudeza de sus situaciones.

La tranquila adolescente Autumn (Sidney Flanigan, en su debut como actriz) canta en un show de talentos de la escuela secundaria,  realizado con la temática de los años 70. La actuación dolorosa de Autumn de una canción sobre las terribles consecuencias del amor es valiente y más dramática cuando uno de sus compañeros le grita en medio de ella. Pocos minutos después se revelar la reputación que Autumn se ha ganado en la misma escuela.

Todo lo que esto significa para Autumn está en debate, pero pronto queda claro por qué está tan incómoda: está embarazada y está sola. A pesar de una madre cariñosa (Sharon Van Etten) y una vibrante mejor amiga y prima (Talia Ryder), Autumn es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que tiene que darse cuenta de esto por sí misma, incluso con recursos limitados y la revelación de que su mejor opción no está disponible para ella. Cuando ella le dice a la doctora de la clínica aparentemente solitaria de su pequeño pueblo que no está segura de si quiere ser madre, todo lo que hemos visto hasta ahora (desde Autumn, de su familia, de su ciudad natal) apoya esa creencia.


El eventual deseo de Autumn de recibir atención médica de su elección la lleva a un viaje de confusión emocional y problemas burocráticos que se sentirán demasiado reales para cualquiera que haya experimentado incluso una fracción de su viaje de autodeterminación (y autocuidado). Ella y su prima Skylar deciden armar un viaje desesperante a la ciudad de Nueva York para conseguir un aborto.

Hittman diseña una extraña pareja con la que es fácil identificarse, y simplemente maravillosa de ver juntas en la pantalla. El romance entre hermanas/mejores amigas hace que la experiencia sea menos difícil, sobretodo en esa búsqueda de apoyo para este tipo de situaciones. Y aún con la química que mantienen ambas, cada una tiene su arma más letal e importante: Ryder como la más franca y vibrante de la pareja, mientras que Flanigan para algunos de los momentos dramáticos más notables.

El primer acto de la película es ocasionalmente tan duro como para restarle importancia al drama en su centro, a menudo en capas relativamente pequeñas de agresión masculina y toxicidad que, en el intento de Hittman de ilustrar el entorno en el que tanto Autumn como Skylar han sido criadas, caen extrañamente con simples detalles, desde el padre de Autumn (Ryan Eggold) como se muestra inmutado hacia su familia pero muestra cariño forzado hacia el perro de la familia, hasta los compañeros de clase que no tienen vergüenza para llamarla puta por disfrutar de la atención, y el espeluznante manager de las chicas Rick (Drew Seltzer) que se las juega de la manera más infraganti. Así mismo se ve todo desde el punto de vista femenino y la visión pasiva que muchas mujeres han sobrellevado en esta pequeña ciudad para evitar discusiones mayores o incluso queriendo mantener un pensamiento conservador que ya no luce en estos tiempos.


La película avanza una vez que las primas salen a la carretera y llegan a la ciudad de Nueva York por unos días vertiginosos que impactarán para siempre en sus vidas. En el camino, incluso se encuentran con el personaje masculino más convincente de la película, quien se encuentra con las chicas en el autobús y no deja de molestar a Skylar para una cita. Su marca de masculinidad tóxica está muy afinada, y es el tipo de hombre que seguramente se consideraría un "buen tipo", uno de los buenos, incluso cuando su presencia se vuelve aún más incómoda tanto para las chicas como para el público.

El vínculo entre Autumn y Skylar es el pulso principal de la trama que, a pesar de su tema y sus tragedias, no es solo el drama desgarrador que muchos podrían esperar. Sí, es un examen abrasador del estado actual de las delicadas leyes de aborto de Estados Unidos y los profesionales médicos encargados de hacerlas cumplir (desde los pequeños críticos hasta los de gran corazón). Si la trama puede tener algún impacto en sus consumidores, la película se quedará con muchos de sus espectadores, tal vez incluso cambiando las creencias arraigadas. Pero también es una mirada singular a lo que significa ser una adolescente hoy en día, con toda la alegría y el dolor que conlleva. Autumn y Skylar nunca serán tan vulnerables como lo son ahora, cruzando la línea entre niña y adulta, y haciendo todo lo posible para tomar las decisiones correctas por sí mismos.


domingo, 26 de abril de 2020

Crítica Cinéfila: Horse Girl

Sarah (Alison Brie) es una joven peculiar con debilidad por los caballos, aficionada a las manualidades y a las series policiacas sobrenaturales, cuyos sueños lúcidos irrumpen cada vez más en su vida cotidiana. 



Te vas a dormir, mirando el reloj que marca las 11 de la noche. Sueñas todo un mundo de pesadillas y cuando te despiertas de golpe, desorientado, todavía son las 11 de la noche. Así ocurre en un tercio del camino hacia "Horse Girl", la cuarta película de Jeff Baena que se presentó en Sundance Film Festival. Los ritmos familiares y constantes de la comedia de torpeza social de bajo presupuesto a los que ya nos había acostumbrado se vuelven ansiosos, como se descubre que las débiles iniciales de la heroína de la película, Sarah (Alison Brie). tienen raíces más profundas y ramificaciones más dolorosas de las que uno no puede reírse. En un momento nos damos cuenta de que "Horse Girl" no es su típico indie de Sundance y, en cambio, es una subversión mucho más extraña, más dura y más triste de solo ese estereotipo. Es el punto en el que la película deja de ser linda y se siente complejamente buena.

Sarah es una joven que compensa su incomodidad social al esforzarse demasiado y sonreír demasiado con su solitaria vida haciendo diseños manuales. Ella trabaja en una tienda de artículos de arte, usa una bata azul desgastada y sabe demasiado sobre la elaboración de materiales: consistencia de pintura, la forma ideal para las ágatas y cómo hacer un cordón de colores brillantes para trenzar en la crin de su caballo. Ella ha sufrido una tragedia reciente, el suicidio de su madre, así como un trauma infantil que tiene que ver con un accidente de equitación, el caballo que adora pero que ya no posee, y su amiga que visita que tiene daño cerebral leve y deterioro de la función motora. Ella tiene un amor obsesivo por un programa de televisión llamado "Purgatory", una especie de "Buffy the Vampire Slayer" sobre demonios y detectives que protagoniza Robin Tunney.


Hasta ahora, tan agridulce y adorable. Aún así, cuando llega su cumpleaños, Sarah no tiene nada que hacer excepto su clase de Zumba, por lo que su bella y socialmente experta compañera de piso Nikki (Debby Ryan) le da un cambio de imagen rápido y la pone a conversar con el dulce y torpe Darren (John Reynolds).

Pero justo cuando las cosas están mejorando, y justo en el punto en que la película parece destinada a asentarse en un ritmo extraño de pareja de rom-com, los hechizos de sonambulismo de Sarah empeoran y sus hemorragias nasales son más frecuentes. Tiene sueños proféticos extraños que muestran a personas que aún no ha conocido, pero que pronto lo hará, como el fontanero local Ron (John Ortiz) y una joven con problemas que cree que se ha despertado en la década equivocada (Dylan Gelula). Combinando conspiraciones de Internet, tramas del "Purgatory", un brumoso conocimiento de la historia de su familia y una abuela con la que tiene un parecido sorprendente, Sarah se vuelve cada vez más paranoica, hablando sobre clones y extraterrestres y bucles de tiempo y "alquimistas inmortales" a sus compañeros de trabajo, su padrastro Gary (Paul Reiser), a Darren, y a cualquiera que escuche. 


A veces, la fotografía de Sean McElwee puede carecer de interés, pero su registro prosaico tiene un punto que hace realidad incluso la visión más escandalosa de Sarah y sus sueños. La edición de Ryan Brown también hace un buen trabajo al deslizarnos invisiblemente de la realidad a la irrealidad y viceversa, mientras que la composición musical de Josiah Steinbrick y Jeremy Zuckerman es a su vez amenazante y reconfortante, a menudo jugando como una contraparte de otro mundo para lo sensible. Pero la mayor parte del crédito por nuestra identificación íntima con la confusión, el terror y la felicidad ocasional de la condición de desarrollo de Sarah tiene que ir a Brie, quien coescribió el guión con Baena y cuya actuación totalmente habitada nos otorga un acceso tan incómodo a la experiencia vivida de paranoia delirante.

Hace que la película sea un reloj desafiante pero conmovedor y valioso, y un correctivo intransigente para el tipo de narración que utiliza la fragilidad psicológica de una persona como un dispositivo narrativo loco, o un problema a resolver, o una forma interesante de personalizar una personalidad de otra manera desaliñada. La transgresión de la extraña y triste "Horse Girl" de Baena y Brie está en cómo convierte el drama simplista y auténtico de la comedia indie genérica y peculiar en sí misma para producir una exploración rara y penetrantemente compasiva de los tipos de locura que provienen de la intensa soledad, y la intensa soledad que proviene de ser considerado una persona con sentimientos de locura.


jueves, 23 de abril de 2020

Crítica Cinéfila: Miracle in the Cell no. 7

Un hombre con discapacidad intelectual es injustamente encarcelado por la muerte de una niña, y debe demostrar su inocencia para poder estar de nuevo con su hija.



Miracle in the Cell no. 7, un remake de la película coreana de 2013, reta los sentimientos de su audiencia. Inspirada en el Golpe militar turco de 1980, la película muestra la realidad de la época y los abusos policiales desde la perspectiva de un hombre con discapacidad mental y su hija. 

Memo (Aras Bulut Iynemli) siempre ha sido foco de burla entre los compañeros de escuela de su hija Ova (Nisa Sofiya Aksongur), y esto se debe a que su capacidad intelectual es similar que la de un niño de 5 años. Ambos viven con la abuela de Memo, quien cuida de ellos desde que la madre de Ova falleció. Pero un día, y en medio de sus intentos de complacer a su hija con una mochila de Heidi, la hija de un militar de alto rango muere y le echan la culpa a Memo. 

Desde ya se sabe que será pena de muerte, y es enviado a una prisión donde sus compañeros de celda duran varios días sin entender el tipo de persona que es, con el tiempo logrando ganarse el cariño de él al punto que ellos quieren demostrar su inocencia y salvarle la vida. Mientras tanto, su hija Ova conoce al único testigo que puede comprobar que su padre es inocente y, tras entrar de manera ilegal a la prisión, allí lo comenta, encontrando la única posibilidad que podría regresarle a su padre.


Ya desde un punto de vista más narrativo, la historia tiene una sutileza en cada una de las conexiones que va formando a lo largo de la trama. Las escenas de padre e hija son suficientemente emotivas, con un clima dramático cargado para conseguir todo tipo de lágrimas. Aunque la película no hace mayor aterrizaje de la dictadura militar turca, que resulta un punto interesante para aquellos que no conocen la historia de este país, se enfoca en las relaciones humanas de la historia. Comenzando por la principal, el amor de padre e hija de estos dos personajes principales y su constante lucha por estar el uno con el otro es simplemente increíble. La química constante con códigos secretos y conversaciones de media tarde es complementada por la tremenda actuación de Iynemli como Memo (al punto que de verdad crees que es un discapacitado intelectual en la vida real) y la naturaleza de Nisa como Ova, con una capacidad de contar mucho tras sus ojos inocentes. 

Además de estos dos personajes, también se aborda el tema del perdón y la compasión desde los demás presos que acompañan a Memo en su celda, hasta los mismos miembros de la administración de la prisión, dando una visión alargada del pensamiento turco desde sus distintos puntos de vista y cómo cada quien tenía un diferente entendimiento de cómo la situación podía resolverse. Al final del día, el villano no es el sistema sino el rostro que lo representa, y la resolución es más fácil de lo que parece si todos se ponen de acuerdo. Sonará a cliché, pero el sentimiento está ahí y esta conclusión sí es impredecible, por la manera en que esta es llevada hacia la audiencia.


Pero el verdadero motor de sentimentalismo es la fotografía y la manera tan géntil que provoca la lluvia de lágrimas. El cinematógrafo Torben Forsberg se toma su tiempo para transmitir las emociones correctas en cada lugar, desde las introducciones de su personaje, hasta el desarrollo del desenlace. Esto junto a la composición musical de Hasan Ozsut y el diseño de producción completo (vestuario, maquillaje y escenografía) son clave importante para el dramatismo de esta historia.

Miracle in the Cell no. 7 parecerá tu típica "película para llorar", pero a diferencia de muchas, el humanismo y la sencillez en su historia son un punto necesario para ganarse cada gota derramada. Tiene emociones mezcladas a lo largo de ella, predominando la desesperación por ayudar a alguien que realmente necesita apoyo moral e intelectual, pero la catarsis llega justo a tiempo, sin olvidar recordarnos la verdadera razón que nos llevó a este punto.


lunes, 20 de abril de 2020

Crónica Cinéfila: 10 Series de Netflix que he estado viendo durante la cuarentena


El Coronavirus ha sido un buen mal para la industria de streaming. Todas las semanas, las plataformas digitales actualizan su contenido para mantener lo suficientemente entretenida a su fiel audiencia, incluyéndome. Ya se encuentra de todo, desde películas de época hasta películas "hervidas" (así le llamo a las películas que parecen que las hicieron en menos de un mes -ustedes saben a lo que me refiero-). Pero la que le lleva millas de ventajas es Netflix.

Justo ayer leía cómo las acciones de Netflix han sobrepasado a Disney, y lo que le aventaja es que, sin importar dónde esté, y a diferencia de otras favoritas como Disney + y Hulu, Netflix es accesible desde cualquier parte del mundo. 

Y ahí surge la gran interrogante de parte de ustedes: ¿qué podríamos ver en Netflix hoy en día? Siéndoles bien sincera, Netflix tiene un contenido muy variado, para todo tipo de audiencia. Pero cómo ya me han insistido mucho que les recomiende, les voy a dar una lista aún más de preferencia: lo que yo estoy viendo actualmente.

Advertencia: si usted no ve ninguna de estas series, algunas tienen más de una temporada, así que prepárese a verla desde el principio para poder entenderla. 

La Casa de Papel: ¿Y se creen que no la incluiría? La Casa de Papel se ha convertido en una de mis series favoritas desde hace mucho tiempo, tanto así que he visto las primeras temporadas algunas dos veces ya. Justo a tiempo llega su cuarta temporada para darnos un poquito de acción necesaria bajo cuatro paredes.

Sinopsis: Las vidas están en juego ya que el plan del profesor comienza a desmoronarse y la tripulación debe defenderse de los enemigos tanto dentro como fuera del Banco de España.


Ozark: Comencé a ver Ozark justo cuando comenzó el Coronavirus y en menos de 1 semana ya había llegado al final de la segunda temporada. A diferencia de La Casa de Papel, Ozark es como sentir la cortada de un cuchillo lentamente, con detalles escondidos y análisis metódicos que solo se le ocurrirían a una mente tan inteligente como la de Marty Byrde. Pero la tercera temporada le saca un rostro que no habíamos visto nunca (el que sabe, sabe).

Sinopsis: Son seis meses después, el casino está en funcionamiento, pero Marty y Wendy están luchando por el control del destino de la familia. Marty predica manteniendo el status quo. Ayudada por una alianza con Helen y el líder del cartel de drogas Omar Navarro, Wendy planea su expansión. Pero cuando el hermano de Wendy, Ben, llega a la ciudad, la vida de todos cae en el caos.


Kingdom: Desde que me dijeron, "hay zombies", me tiré de cabeza a ver esta serie. Todavía no he terminado la segunda temporada, pero solo les diré un detalle: nunca había visto tanta belleza cinematográfica con una trama que incluyese muertos vivientes. Eso y el detalle importante de que toma lugar a principios del siglo XVII, poco después de las invasiones japonesas de Corea. Si no la quieren ver desde el punto de vista sangriento (como yo), por lo menos haganlo con una apreciación cultural.

Sinopsis: El rey fallecido se levanta y una misteriosa plaga comienza a extenderse; el príncipe debe enfrentar una nueva generación de enemigos para desvelar el malvado plan y salvar a su pueblo.


Unorthodox: Cambiando un poquito el tono, aterricé en esta historia después de haber leído muchos comentarios mixtos sobre el mensaje a nivel general. Desde mi punto de vista, es una buena manera de explorar la cultura ortodoxa y las limitaciones que sus jóvenes sufren para seguir la tradición familiar. El personaje de Esty será tu típica "pez fuera del mar", pero sus intenciones son muy personales e inspiran lo suficiente para decirle que siga corriendo mientras pueda.

Sinopsis: Una joven judía ortodoxa abandona el matrimonio que su familia le ha arreglado para seguir la tradición familiar y pone rumbo a Berlín, donde vive su madre. 


Too Hot to Handle: Esta seguro le encantaría a los puritanos que insisten que todas las series ahora se enfocan en el sexo. Imagina estar atrapado en una isla con toda una variedad de exquisiteses humanas y la gran regla es que nadie puede tener sexo. Este reality explora la aventura de 14 concursantes y su persecusión por el gran premio de $100,000 dólares, pero a la vez redescubriendo los sentimientos originales de una relación amorosa.

Sinopsis: Quince concursantes calientes deben abstenerse de todo contacto físico y sexual entre ellos para mantener intacto su fondo de premios en efectivo de $ 100,000. Cada violación de las reglas agota aún más la olla comunitaria (un beso cuesta $ 3,000, el sexo cuesta $ 10,000), lo que obliga a los invitados a trabajar juntos para apoyarse mutuamente en su celibato colectivo.



#BlackAF: Es BlackIsh pero con el estilo de entrevista de Modern Family; una historia más parecida a una parodia de cómo una familia negra rica vive en Los Angeles. Personalmente, y a pesar de las críticas que ha recibido la serie, me la he disfrutado de principio a fin, sobretodo porque aunque se insista que las cosas han cambiado, las personas de color pasan por mucho y gracias a Dios que ya no tienen vergüenza para defenderse.

Sinopsis: Kenya Barris y su familia lidian con las relaciones y las cuestiones de raza y culturales mientras se van haciendo a su nueva y acomodada vida.


Tiger King: Con tanto "apaviento" que la gente estaba haciendo sobre esta serie, decidí darle un chance. Lo que menos esperaba es que, en medio de ver gente criando tigres en medio de Oklahoma, también habrían misterios de asesinatos y el lado más peligroso de las mismas personas que poseen estos animales. 

Sinopsis: Una rivalidad entre los excéntricos de los grandes felinos da un giro oscuro cuando Joe Exotic, un controvertido jefe de un parque de animales, es atrapado en un complot de asesinato a sueldo.



Toy Boy: En mi búsqueda por series españolas, me topé con esta... y vaya que no me arrepiento. Además del banquete visible que la audiencia se dará, es toda la tensión y el misterio que gira en torno a una comunidad poco visitada por el miedo al que dirán. Fue entretenida en cada uno de sus puntos.

Sinopsis: Un stripper se dispone a demostrar su inocencia por un crimen que no cometió y fue encarcelado injustamente durante siete años antes.



Supernatural: Esta serie la vengo siguiendo desde hace muchos años, desde mucho antes de la creación de Netflix, por lo que tenerlo en la plataforma ha sido toda una bendición para revisitar viejos capítulos. La verdad es que los hermanos Winchester siempre han sido principales impulsores por mis gustos de cazar historias sobrenaturales, pero esta última temporada es la más humana que había visto. Que pena que hay que esperar después del apocalipsis para saber como terminará.

Sinopsis: Dos hermanos siguen los pasos de su padre como cazadores, luchando contra seres malvados sobrenaturales de muchos tipos, incluidos monstruos, demonios y dioses que deambulan por la tierra.



Big Mouth: Mi última serie tiene una anécdota interesante. Muchos también me habían insistido que viera esta serie por el morbo (que siempre me llama la atención). Finalmente Andi me convenció, y les juro que la terminé en una semana. Ahora, lo gracioso de la serie no es el morbo ni las ridiculeces que la trama lleva a los personajes, sino toda la realidad que se esconde tras las animaciones. Desde los cambios hormonales intensos hasta esa gran curiosidad sobre el resto de tu cuerpo, es un gran experimento para darle sentido al caos de la adolescencia. Es una serie que le pondría a mis hijos a ver (si los tuviese).

Sinopsis: Amigos adolescentes encuentran sus vidas volcadas por las maravillas y los horrores de la pubertad.


¿Y tú: qué estás viendo durante el Apocalipsis Covid?

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sábado, 18 de abril de 2020

Crítica Cinéfila: Lost Girls

Cuando la hija de Mari Gilbert desaparece, la inacción policial lleva a que sea ella quien comience una investigación particular en la isla de Long Island en la que Shannan fue vista por última vez. Su búsqueda saca a la luz más de una docena de trabajadoras sexuales que han sido asesinadas.



La documentalista Liz Garbus, nominada al Oscar por "What Happened, Miss Simone?", aborda su primer largometraje narrativo con una historia que está dentro de su estilo después de sus documentales de crimen de HBO como "Something's Wrong With Aunt Diane" y "Who Killed Garrett Phillips?"

"Lost Girls", catalogada como un "misterio estadounidense sin resolver", se basa en el libro del mismo nombre de Robert Kolker, una investigación de los asesinatos de un misterioso asesino en serie que se cree que mató al menos a 10, y potencialmente 16, víctimas, en su mayoría trabajadoras sexuales, en Long Island, NY.

El libro de Kolker es una historia en expansión que atraviesa la costa este desde Maine hasta Nueva York y se sumerge profundamente en las vidas y desapariciones de cinco víctimas y la búsqueda de respuestas de sus familias. Este se ha condensado en una película de 95 minutos que se centra principalmente en Mari Gilbert (Amy Ryan), la madre de Shannan Gilbert, una trabajadora sexual de Nueva Jersey que llamó al 911 en pánico desde la comunidad cerrada de Long Island de Oak Beach antes de desaparecer en la noche.


Aunque su desaparición en 2010 no precipitó exactamente el descubrimiento de los otros cuerpos (un ejercicio rutinario de entrenamiento policial fue que logró esto), las circunstancias fueron lo suficientemente inusuales como para despertar sospechas en el solitario enclave de Oak Beach, y apoyado por la defensiva boca de Mari. Molesta con la descripción de los medios de que estas mujeres, hermanas, hijas y amigas, eran simplemente "prostitutas" cuyos asesinatos no valían la pena investigar, Mari, por pura fuerza de voluntad, trató de imponer su propia agenda en la narrativa pública.

Debido a que la película, como el libro, se anuncia inmediatamente como "sin resolver", toma un poco de suspenso de la mesa. Gran parte del drama de la película trata sobre si la policía, encabezada por el comisionado Richard Dormer (Gabriel Byrne), tomará en serio las quejas de Mari. El único misterio real es si encontrarán los restos de Shannan o evidencia suficiente para arrestar a un residente de Oak Beach y al médico local (Reed Birney) que con quién ella tuvo contacto durante esa noche.

Garbus aporta a la película una estética fría y a veces lírica, y los actores, incluida la siempre convincente Lola Kirke y la silenciosamente poderosa Thomasin McKenzie como hermanas de las víctimas, hacen todo lo posible con el guión, fórmula obvia de Michael Werwie ("Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile"). El libro de Kolker tejió delicadamente temas de clase y cuestiones estructurales a lo largo de las historias de estas mujeres, humanizándolas y acusando al sistema que las condujo a un trabajo sexual cada vez más peligroso. 


Lamentablemente, el matiz y comentario cultural del libro faltan en esta adaptación cinematográfica, la cuál se enfoca en victimizar lo suficiente a las mujeres y sus familiares, y a colocar a las figuras masculinas como antagonistas estereotípicamente machistas, lo suficiente para desear que todos vayan a la cárcel. El guión de Werwie no sabe dónde aterrizar: ¿son los medios? La policía local? ¿La naturaleza insular de esta comunidad que puede haber ocultado a un asesino en serie durante décadas? La realidad es que se debe a cada uno de estos detalles y el vacío que transmiten los personajes; se desaprovecharon talentos como el de McKenzie con subtramas que no quedarán en el subconsciente de nadie.

A pesar que la trama establece lo suficiente para ponernos en el lugar de la protagonista, a principio su rabia no parece que es por el hecho de que su hija está desaparecida y nadie hace lo suficiente para satisfacer su sed de saber qué ha pasado con ella. Aunque la película finalmente llega a dónde necesita ir, se siente dispersa, tropezando con verdaderos clichés de crimen en el camino. Toda la oportunidad está ahí para explorar la explotación de las mujeres y la economía desequilibrada y peligrosa del trabajo sexual; para acusar el rechazo hacia las mujeres que impregna los medios y la policía. Pero el guión nunca está dispuesto a precisar esas ideas en ningún tipo de declaración condenatoria. 

A través de la fuerza de la actuación de Ryan, simplemente nos quedamos con esta tragedia devastadora y sombría, y muy pocas respuestas a las que aferrarnos.

domingo, 12 de abril de 2020

Crítica Cinéfila: The Way Back

Una antigua estrella del baloncesto caída en desgracia y sumido en el terrible mundo de las adicciones trata de volver al sendero correcto como entrenador de un equipo del instituto al que perteneció años atrás. 



Desde los primeros minutos de "The Way Back", se puede ver que el trabajador de la construcción Jack Cunningham es diferente a cualquier personaje que Ben Affleck haya interpretado antes: no está tratando de impresionar a nadie. No hay brillo en sus ojos, no hay comparonería en su paso, no hay energía del "tipo más inteligente en la habitación" en la forma en que se comporta. Murmura cuando habla, bebe una cerveza en la ducha todas las mañanas y le habla al vendedor de la licorería de su vecindario como si esa fuera la única relación estable que aún le queda en la vida.

Nos encontramos con Jack cuando está dando vueltas por el desagüe: todas las noches se dedica a ahogar sus penas en el alcohol, y todas terminan con él siendo llevado a casa desde el abrevadero local por el mismo anciano que solía hacer los honores por su papá. Hay una profunda oscuridad subyacente en la adicción de Jack (cuyos detalles se revelan con un poco de exposición más tarde), pero comprender las razones del comportamiento autodestructivo puede engañar a las personas para que piensen que lo que le ocurre es bajo autocontrol. Una escena defensiva temprana entre Jack y su hermana (Michaela Watkins) deja muy claro que está sufriendo demasiado para que nadie reconozca su dolor. Affleck no es suave aquí; cualquier encanto que tenga Jack se sofoca debajo de sus cicatrices.

Jack necesita el tipo de ayuda que no sabe cómo pedir, y es cuando alguien inesperadamente pone su fe en él. Tiene la sensación de que el padre Edward Devine (John Aylward), el director de la escuela secundaria Bishop Hayes desde hace mucho tiempo, ha sido informado de que la ex estrella de baloncesto más grande de su escuela ha caído en tiempos difíciles, pero también podría ser un acto de la divina providencia. El entrenador anterior del equipo está fuera de la temporada con un ataque al corazón, y necesitan a alguien que lo sustituya de inmediato. Veinticuatro cervezas y una noche oscura del alma más tarde, Jack acepta.


Jack está muy lejos del Bruce Wayne cincelado, el valiente Tony Méndez, o incluso el tramposo auto-parodial que Affleck encarna en "Gone Girl". Affleck se ha vuelto casi irreconocible del ídolo matinal de clase media que Hollywood floreció por primera vez a finales de los 90.

Y, sin embargo, su interpretación convincentemente subestimada en "The Way Back" parece ser lo más personal que haya hecho. Eso no es solo porque el concepto de todo esto es tan difícil de ignorar, y porque Affleck filmó esta película poco después de terminar un período de rehabilitación. De hecho, tiene más que ver con cómo el modesto y conmovedor drama deportivo de Gavin O'Connor se niega a dejar que su protagonista reclame algo de su antiguo personaje de pantalla. Niega a Affleck el estereotipo de su carisma natural, o la posibilidad de esconderse detrás de una historia que es más grande que él. De hecho, esta pequeña y sobria película es tan extraordinariamente efectiva debido a su constante insistencia en que la vida no se puede vivir al revés; que, contrario a su título, no hay vuelta atrás.

La historia cruda y redentora de un alma rota que comienza a reconstruirse cuando lo contratan para entrenar a su antiguo equipo de baloncesto de la escuela secundaria, "The Way Back" solo suena como una película que ya has visto 100 veces porque, a grandes rasgos - es un modelo de muchas películas deportivas. Pero el director de "Miracle", Gavin O'Connor y el guionista Brad Ingelsby remueven las expectativas de varias maneras significativas, evitando los clichés fáciles del género deportivo a favor de una historia que encuentra más drama en simulacros que en jugar el gran juego.

Imagínese si los roles de Gene Hackman y Dennis Hopper de "Hoosiers" se comprimieran en el mismo personaje, y básicamente puede predecir a dónde irá "The Way Back" a partir de ahí. El ritmo de una historia de donqueo sigue a otro: los niños en el equipo son un grupo de haraganes y presumidos que no saben cómo trabajar juntos, y cada jugador se distingue por su propio rasgo definitorio (el mujeriego, el gordo, el egoísta y así). Jack está cargado con el maestro de álgebra de la escuela como su asistente (Al Madrigal cálido), y la fricción entre sus respectivos estilos de entrenamiento es discreta en todo momento. El equipo es pésimo, pero Jack les insulta acerca de la dureza hasta que de repente mejoran mucho.


Un Ben Affleck con la barriga hinchada gritándole a los adolescentes mientras sacaba licor de una botella de agua probablemente sería razón suficiente para recomendar esta película, pero "The Way Back" no queda atrapada en la típica historia que hace milagros en los altibajos de la vida. Nunca hay una sensación de que Jack esté a solo unas pocas victorias de volver a ponerse de pie. Este es el raro drama deportivo que respeta la gravedad de lo que la gente juega y los límites de hasta dónde puede llegar un juego. En otras palabras, es un pequeño infierno con ocasionales rayos de luz en el camino.

La dirección solemne de O'Connor silencia incluso las jugadas de baloncesto más emocionantes hasta que reconozca cómo nada de lo que estos niños hacen en la cancha arreglará por sí solo lo que atormenta a su entrenador. No hay un triple que pueda reparar la relación de Jack con su esposa separada (Janina Gavankar), o un rebote defensivo que pueda curar el agujero en su corazón. Estos niños son simpáticos y fáciles de enraizar, incluso si sus historias individuales no resuenan con las de Jack con tanta fuerza como deberían, pero el guión de Ingelsby nunca olvida que su entrenador tiene más en juego.

De todos modos, "The Way Back" es frustrantemente evasiva cuando se trata del costo de la adicción de Jack; no está claro si le pagan por el trabajo de entrenador, y la película hace todo lo posible para minimizar las tensiones de clase que se dividen alrededor de sus márgenes. Puede sonar como una pequeña objeción, pero esos detalles son más difíciles de perdonar en una película que se enfoca en cómo hacer las cosas bien, sobre la ardua tarea de poner un pie delante del otro cuando todo el mundo se siente como si se estuviera hundiendo. Esta es una película que evita el melodrama esperado en favor de más triunfos y contratiempos cotidianos, y eso solo se siente como un trato desagradable cada vez que se vuelve desastroso sobre los detalles.

"The Way Back" se corrige en gran medida hacia el final, ya que la película pasa más allá de su destino esperado y se convierte en un cuarto acto elegantemente sometido que reafirma la veracidad de esta historia. Las personas siempre están en progreso, esforzándose por lo que han dejado atrás mientras empujan hacia un futuro imaginado, pero el tiempo solo se mueve en una dirección, y el camino hacia la recuperación tiene que apuntar hacia adelante si conduce a algún lugar. Ganar y perder son términos relativos, pero esta es la primera vez en toda la vida que se siente un Affleck que tiene piel en el juego.


miércoles, 8 de abril de 2020

Crítica Cinéfila: Vivarium

Gemma (Imogen Poots) y Tom (Jesse Eisenberg) son una joven pareja que se ha planteado la compra de su primera casa, visitando Yonder, una nueva, misteriosa y peculiar urbanización. Volviendo de la visita, quedan atrapados en una laberíntica e interminable pesadilla surrealista.



La espeluznante suavidad de los suburbios ha demostrado ser un terreno extraordinariamente fructífero para el cine de terror y ciencia ficción a lo largo de las décadas, desde Poltergeist y The Truman Show hasta Get Out. Con Vivarium, el director irlandés Lorcan Finnegan reinventa los suburbios como una mezcla distópica de campo de prisioneros y unidad de incubación, donde las parejas humanas son atraídas para actuar como padres sustitutos para criar a bebés.

Filmado en Irlanda y Bélgica, Vivarium se siente a veces como un episodio extendido de Black Mirror. Es una pieza de género, pero elevada por sus protagonistas de alto calibre, Imogen Poots y Jesse Eisenberg, además de un guión rico en resonancia política y cultural. Después de su estreno mundial en la sección de la Semana de la Crítica en Cannes, esta coproducción irlandesa-danesa-belga probablemente encontrará una audiencia entusiasta en festivales amigables con el género y más allá, su potencial comercial cruzado impulsado por un elenco estrellado.

La maestra Gemma (Poots) y el handyman Tom (Eisenberg) son una pareja joven con vagos planes de comprar una casa juntos en una ciudad europea. Durante una visita informal a un agente de propiedades cómicamente extraño, Martin (Jonathan Aris), acuerdan visitar un nuevo desarrollo de vivienda suburbana llamado Yonder en las afueras de la ciudad, su ubicación sospechosamente vaga: "lo suficientemente cerca y lo suficientemente lejos". La ubicación en sí es aún más extraña, una ciudad de juguetes de tamaño real de interminables casas familiares idénticas, todas pintadas en el mismo verde prístino, que se extienden para siempre bajo un cielo soleado perfecto salpicado de nubes irreales.


Misteriosamente abandonados por Martin en medio de su visita a Yonder, Gemma y Tom lentamente se dan cuenta de que han sido atraídos a este lugar de pesadilla por motivos siniestros. A medida que las dimensiones del desarrollo se expanden y deforman a su alrededor, todos los intentos de escapar los llevan de vuelta a la misma casa, una y otra vez. Las conexiones de teléfono e internet están muertas. Todas las otras casas parecen estar vacías.

Cuando los suministros de alimentos y medicinas comienzan a llegar de la nada, la pareja se acomoda a regañadientes en su lujosa prisión. Luego aparece un bebé, de forma humana pero comportamiento extraño, que crece y aprende a gran velocidad mientras perfecciona su extraña habilidad para imitar a sus anfitriones. Mientras Gemma lucha contra sus crecientes impulsos maternos, Tom se vuelve cada vez más remoto y obsesivo, cavando profundamente en el suelo sintético de Yonder en busca de respuestas y formando una lucha brutal por la supervivencia.

Vivarium es un hilo inteligente y apasionante, aunque Eisenberg se siente degradado y posiblemente mal interpretado como un tipo resistente al aire libre que gasta gran parte de la película en trabajos manuales difíciles. Poots ofrece un rendimiento más completo, con un rango emocional más amplio. El actor infantil irlandés Senan Jennings, que interpreta a la encarnación más joven del niño, también encuentra un equilibrio convincente entre angelical y demoníaco. Finnegan y su equipo amplifican la alteridad del niño procesando fuertemente su voz, superponiéndola con líneas de los otros actores cuando realiza su extraño acto de mímica.


En cuanto a la artesanía, el crédito principal se debe al diseñador de producción Philip Murphy por crear un paisaje suburbano tan llamativo, así como al compositor y diseñador de sonido Kristian Eidnes Andersen por maximizar la inquietud sonora. La música jamaicana vintage también sirve como un motivo agradablemente soleado, su energía alegre cada vez más irónica a medida que la historia se oscurece.

Aunque Vivarium mantiene un suave control de suspenso de extremo a extremo, algunos giros más podrían haber exprimido más jugo de su premisa ricamente extraña. Finnegan y el guionista Garret Shanley sin duda podrían haber aprovechado más el horror de la creciente sensación de temor mortal que se desarrolla entre la infeliz pareja y su espeluznante hijo de cuco. Del mismo modo, el guión nunca explota por completo su versión satírica implícita del trabajo destructor de almas de criar niños pequeños, o sus comentarios oportunos sobre las presiones financieras estresantes que enfrentan los compradores de vivienda por primera vez, un gran problema en la mayor parte de Europa.

Pero incluso si pierde algunos latidos, Vivarium sigue siendo una novela de suspenso finamente elaborada. Un oscuro cuento de hadas que nunca revela todos sus secretos, pero aún así concluye con una nota satisfactoria.


domingo, 5 de abril de 2020

Crítica Cinéfila: El Hoyo

El futuro, en una distopía. Dos personas por nivel. Un número desconocido de niveles. Una plataforma con comida para todos ellos. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando están arriba? ¿O de los que no tienen agallas cuando están abajo? Si lo descubres demasiado tarde, no saldrás vivo del hoyo.



A veces, todo lo que necesitas para hacer una película decente es mucha comida, un único set y una metáfora de dos horas de duración y varios cientos de pisos de altura. "El Hoyo" de Galder Gaztelu-Urrutia no es una película sutil. Pero lo más alarmante de esta alegoría española es que literaliza la verticalidad deshumanizante del capitalismo con el doble de terror de "Parasite" y casi la mitad de la gracia furiosa de esa pieza, aunque a veces no parece una alegoría en absoluto.

Al igual que "Cube", "Saw" e incluso "The Exterminating Angel" antes, "El Hoyo" es el tipo de película de suspenso de ubicación única que se define por su premisa. En algún lugar en el futuro no tan lejano, o tal vez una versión alternativa al estilo Camus de ahora, cientos de personas están atrapadas en un estrecho rascacielos de cemento que tiene más niveles de los que cualquiera de los prisioneros alojados allí podría contar. La compañía propietaria del lugar lo ha calificado como un "Centro de autogestión vertical", pero sus ocupantes se refieren a él solo como el pozo; mira hacia abajo y el abismo parece no tener fondo.

Las reglas del pozo son simples: hay dos reclusos en cada piso, ambos son asignados aleatoriamente a un nuevo piso juntos al comienzo de cada mes, y su único sustento se sirve en una gran variedad de alimentos que desciende mágicamente a través de ellos por la brecha en el centro de la torre cada 24 horas. Esta fiesta móvil es apta para un rey cuando se baja por primera vez de la cocina en la cima del Hoyo, ya que las personas en el piso superior disfrutan de un banquete real de carne, pato glaseado, vino añejo, pasteles decadentes, e incluso el extraño plato de caracoles. A los prisioneros solo se les permite unos minutos para engullir la mayor cantidad de comida posible antes de que sus sobras se bajen a las personas en el piso debajo de ellas, cuyas sobras se bajan a las personas en el piso debajo de ellas o ellos, y así sucesivamente.

Para cuando la plataforma alcanza el nivel 48, la pierna de pavo se ha masticado en unas tiras errantes de carne cubierta de saliva. Para cuando alcanza el nivel 80, el smorgasbord se ha reducido a una bandeja sucia de cubiertos. Si los prisioneros en los niveles superiores solo tomaran lo que necesitaban, habría suficiente comida para todos. Pero, así no es cómo van las cosas, y los consignados a las profundidades del Pozo no tienen más remedio que comerse vivos.

Las personas en el hoyo se definen por su nivel, pero Goreng (Iván Massagué), nuestro protagonista demacrado y vagamente cristiano, se niega a combinar el carácter con las circunstancias. Él es nuevo aquí. Antes de que Goreng incluso abriera los ojos en su primer día adentro, su compañero de cuarto Trimagasi (Zorion Eguileor) nos da la disposición de la tierra: "Hay tres tipos de personas", se queja. "Los de arriba, los de abajo y los que caen". Pero tal vez solo hay un tipo de persona, y se ven diferentes cuando se ven desde abajo, arriba o directamente a través del agujero en el piso entre ustedes.


Eguileor ofrece una actuación deliciosa como la identificación bárbara de la película, masticando el escenario en lugar de cualquier otro sustento mientras da clases a Goreng sobre los caminos del mundo y molestando a las personas que están debajo de ellos. "El Hoyo" refracta su principio organizador del asco a través de un caleidoscopio de aspereza que hace que incluso las funciones humanas más básicas se sientan un poco irritantes.

Si "El Hoyo" depende de la premisa de que el capitalismo se vería menos compasivo cuando se redujera a la escala de un experimento de Philip Zimbardo, la película no es tan izquierdista como parece ser. Mientras que los guionistas David Desola y Pedro Rivero no dudan en evangelizar por el espíritu del socialismo democrático, su guión está menos en sintonía con la revolución sistémica que con la responsabilidad personal que podría impulsarla; sea ​​el cambio que desea ver en el mundo, incluso si su mundo se limita al peor restaurante.

La banda sonora se silencia con la música del cuerpo enfermo cada vez que alguien hunde los dientes en un bocado de comida, y eso es antes de que la gente aparezca en el menú. No pasa mucho tiempo hasta que las delicias que vemos en la plataforma parecen incomestibles, y Gaztelu-Urrutia elimina su apetito justo a tiempo para una escena de sexo no solicitada; las propias tomas son sorprendentemente de buen gusto, pero no serán divertidas para disfrutar de ellos. Nuestras funciones más básicas se vuelven tan viles que el optimismo de Goreng se convierte en la única opción aceptable.

Ninguno de estos personajes tiene mucha profundidad, incluido Goreng, por lo que "El Hoyo" compensa fabricando algo de profundidad propia, ya que la película viaja a un piso diferente cada vez que se reasigna a su héroe. Vemos la vida en el hoyo desde casi todos los niveles imaginables, y cada uno de ellos tiene sus propias arrugas convincentes, pero el guión se vuelve cada vez más paranoico de que su premisa no es lo suficiente como para mantener su historia, y el elenco se engorda con resultados mixtos a medida que la película comienza a despegarse de la realidad.

Gaztelu-Urrutia se esfuerza por desarrollar el plan de Goreng para reformar el Pozo, pero verlo poner en práctica esa idea se siente curiosamente desconectada de las fuerzas socioeconómicas en el trabajo. "El Hoyo" depende de un problema que es mucho más complicado que la solución propuesta para él, y el tercer acto se desvía hacia la abstracción de una manera que deja la esperanza de Goreng como un sueño demasiado pensado. El cambio nunca ocurre espontáneamente y esta pesadilla hambrienta de una película reconoce que tiene que comenzar con nosotros. Pero en el Hoyo, como en la vida, convencer a las personas debajo de ti de que hay suficiente comida para llevar es mucho más fácil que convencer a las personas que están por encima de ti para que se preocupen por los demás.