miércoles, 31 de agosto de 2022

Crítica Cinéfila: Shut In

Cuando una joven madre es atrincherada dentro de una despensa por su violento ex novio, debe usar el ingenio para proteger a sus dos hijos pequeños del peligro creciente mientras encuentra un escape.



En un plano moderno donde estar encerrados en una habitación se normalizó para todo el mundo, una película como Shut In parecería un homenaje a aquellas personas que, no solo se vieron atrapados en sus propios hogares, sino que se sucumbieron en crisis existenciales y emocionales buscando ayuda en los lugares más asequibles, pero riesgosos. Esta historia, relativamente sencilla, de pocos personajes, escenarios y conflictos, pudiese ser una propuesta de terror psicológico muy bien establecida. Sin embargo, tuvo una precariedad en uno de esos aspectos que son irremplazables si se dejan atrás: el sentimiento.

Al final se convirtió en todo menos lo que se anticipaba. En primera escala, Shut In no es para los aprensivos; esta es una película de valores cristianos con demasiados momentos desagradables. Rainey Qualley interpreta a una madre soltera de dos hijos, Jessica, una adicta en recuperación que no hace mucho que salió de rehabilitación. Jessica se está mudando de la granja rural que heredó de su abuela, demasiada arruinada para pagar los impuestos, en busca de un espacio y trabajo que pueda permitirle estabilizar su propia vida y la de sus hijos. En su primer acto, Jessica es una madre complicada y muy recta con su adorable Lainey (Luciana VanDette) de cuatro años, quien hace su mayor intento por agradar a su madre. Hasta que desafortunadamente se encierra en la despensa de la casa. Parecería que en ese momento inicia la trama vendida a su audiencia... pero ahí no es.

Justo cuando Lainey está buscando la manera de liberar a su madre con herramientas sacadas de la despensa y su escasa fuerza para mover el manubrio de la puerta, llega Rob (Jake Horowitz), su ex-pareja, propenso a la violencia y todavía adicto y la deja salir. Cuando lo confronta por su claro aspecto destruído y por venir en compañía de su amigo y dealer Sammy (Vincent Gallo), quien ha sido convicto por asalto de menores, Rob se siente demasiado atacado y decide volver a encerrar a Jessica en el despensa, pero para su peor suerte, lo hace clavándole trozos de madera para que le sea imposible salir de allí. 

El director DJ Caruso (Disturbia, xXx: Return of Xander Cage) y la escritora Melanie Toast prepararon este thriller de invasiones domésticas con el giro que, durante la mayor parte de la película, Jessica está encerrada en la despensa y tiene que tratar de mantener a Lainey ( Luciana VanDette) y su hermano pequeño a salvo. Mucho se ha hablado del hecho de que el guión de Toast llegó al Black List de Hollywood y que parece tener muy buenas intenciones. El claro problema fue el conjunto de reescrituras que sufrió en su camino a la pantalla, porque no hay nada realmente ejemplar al respecto para ser comparado con otros que también llegaron allí (como Queen & Slim, y Jojo Rabbit, ambas del 2019).

No es que Shut In sea una mala película; simplemente es muy normal para poder ser considerada una producción que sale de esta lista de obras. Existen momentos de suspenso cuando Jessica se encuentra en situaciones de las que no podía ver una salida obvia, pero al mismo tiempo parecería que el riesgo hacia los niños no estuviese presente. Por otro lado está el factor publicitario, en el cual decidieron vender la historia con la temática "un extraño en la casa y cierre involuntario" cuando en realidad ese no es el tema. El único factor real es la barrera física que existe entre Jessica y sus hijos, y el hecho de que realmente hace lo imposible por salir de ahí.

Sin embargo, Shut in aprovecha el encierro del personaje y coloca una serie de elementos simbólicos que hacen que se pueda apreciar con otros ojos, lo que concluye con su director implicando en cualquier tensión aspectos religiosos en un primer plano. Desde Rob clavando un clavo en la mano de Jessica mientras sella la despensa hasta escenas de ella sentada leyendo la Biblia, Shut In deja muy clara su naturaleza basada en la fe. Y si el objetivo de una película es mostrar el poder de Dios y su capacidad para salvar a aquellos con fe, solo hay una forma en que realmente puede terminar. Si no salen bien, eso anula todo el objetivo de la película y aliena a la probable audiencia. En un tercer acto donde el personaje parece sacrificar todo, llega algo de redención pero su arco es demasiado apresurado. Es un buen esfuerzo de parte de Qualley, quien no exagera sus emociones durante el segundo acto, pero su entrada y su final, que son los dos momentos narrativos que más retiene la audiencia, son quizás los momentos más pobres en términos de su actuación.

Bien hecho desde un punto de vista técnico y con una dirección aceptable aunque poco inspirada de DJ Caruso, Shut In es un thriller que termina siendo bajo en cualquier emoción real. Es como ver un episodio de un programa de televisión, donde se quedar atrapado en la acción, pero nunca se tiene ninguna duda sobre cómo termina.


martes, 30 de agosto de 2022

Crítica Cinéfila: Mrs. Harris goes to Paris

Nueva adaptación de la novela de Paul Gallico. Narra la historia de una señora de la limpieza que enviuda (Manville) en los años 50 en Londres, y se enamora perdidamente de un vestido de Dior. Decide que ella debe hacerse con uno. 



¿Cansados de tramas donde está en juego la vida humana, se lucha contra extraterrestre, criaturas mutadas o asesinos en serie? Pues la simple “Mrs. Harris goes to Paris” quizás sea su solución. Aquí, en una nueva adaptación de la novela de Paul Gallico de 1958, se tiene un cuento de hadas al alcance, sobre una empleada doméstica inglesa incansablemente alegre cuyo sueño más ardiente es tener un vestido de alta costura de Christian Dior.

El objetivo de la Sra. Harris puede no parecer tan descabellado o gigante, pero solo puede lograrse saliendo de su zona de confort, lo que significa ahorrar cada centavo que hace y hacer un viaje a la tierra de Chanel, donde se hacen los vestidos a la talla. La historia catapulta a su audiencia al 1957, y las casas de moda francesas más exclusivas no venden a cualquiera, y ciertamente no a un cliente tan común como esta viuda de un veterano de guerra, perteneciente a la clase trabajadora, tan modestamente encarnada por la frecuente colaboradora de Mike Leigh, Lesley Manville.

En el drama sobre el poder mundial de la moda de Paul Thomas Anderson "Phantom Thread", Manville brilló en el extremo opuesto del espectro esnobista, interpretando a la hermana capataz de Daniel Day-Lewis, la mujer dura e invisible detrás del gran hombre, por así decirlo. Ahora, ella se enfrenta a ese tipo de persona en una Claudine Colbert, la fría y condescendiente directora de la Casa Dior, interpretada por la reina del hielo de la pantalla grande Isabelle Huppert. “Un vestido de Christian Dior no es para centavos”, Colbert resopla cuando la Sra. Harris aparece, luciendo despistada y un poco desaliñada, en el 30 de la avenida Montaigne.

Evidentemente, no fue suficiente para obtener los fondos, aunque el proceso poco convencional de la Sra. Harris para hacerlo impulsa el alegre primer acto de esta adaptación del director Anthony Fabian. En la forma fantasiosa de la película, la Sra. Harris debe agregar conquistar a Madame Colbert a la lista de obstáculos que debe superar antes de adquirir un vestido de alta costura. Afortunadamente para ella, casi todas las personas que la señora Harris conoce en París, desde los afables borrachos de la Gare du Nord hasta el romántico marqués de Chassagne (Lambert Wilson), la encuentran encantadora.

Manville la convierte así, interpretando a la Sra. Harris como una mujer bondadosa que cree en la suerte y la bondad, pero también en una especie de igualdad socialista. “Mi dinero es tan bueno como el de cualquiera”, insiste, organizando a los subestimados artesanos que en realidad hacen los vestidos de Dior en una huelga laboral improvisada para el loco clímax de la película. Este final realmente no funciona, ni tampoco el feel-good epílogo de la película, en el que finalmente se ve a la Sra. Harris usando Dior "Tentación”, la realidad es que no tiene en ella el mismo efecto que tuvo en la top model de Dior, Natasha (Alba Baptista, una hermosa actriz portuguesa cuyo atractivo clásico sugiere un cruce entre Audrey Hepburn y Alicia Vikander).

Esta puede ser la fantasía de la princesa de la Sra. Harris, ambientada en una evocación de la época de "Funny Face" del París de mediados de siglo (gran parte de ella se duplicó en las calles de Budapest), pero ese espíritu caprichoso no seduce al público tanto como excusa el trazado demasiado conveniente y caracterizaciones en gran medida unidimensionales. La película de Fabian es lo suficientemente encantadora, aunque sus intentos de romance siguen siendo forzosos, y con subtramas que no logran desarrollarse con el mismo intento que se ve crear esos vestidos tan glamurosos, detalle a detalle.

Así como la versión de Broadway de Lansbury de “Mame” no tuvo nada que ver con la encarnación anterior de Rosalind Russell, Manville no toma prestado nada de la actuación de Lansbury (su antecesora en la película del 1992). Manville interpreta a la Sra. Harris como una mujer pragmática pero también supersticiosa. Ella apuesta en carreras de perros y cree que su difunto esposo la ha enviado en una misión para encontrar el amor. ¿Podría ser esta su oportunidad? Francamente, es más interesante ver cómo la Sra. Harris inspira a otros, como cuando fomenta la incipiente atracción entre Natasha y el torpe contador de Dior, André (Lucas Bravo) quienes comparten un interés en el existencialista tratado “El ser y la nada” de Sartre.

En su mayor parte, Fabián y sus tres coguionistas han hecho bien en impulsar el intelecto y la asertividad de los personajes femeninos de la novela. Aún así, está muy por detrás del himno de empoderamiento con infusión de punk que fue "Cruella" del año pasado. Por el contrario, “Sra. Harris Goes to Paris” tiene como objetivo complacer a un grupo demográfico mayor y decididamente más conservador, deslumbrándolos con un desfile vintage de Dior: la colección del décimo aniversario, bellamente recreada/reimaginada por la diseñadora de vestuario de “Cruella”, Jenny Beavan.

La película no hubiera sido posible sin la participación de Dior, lo que podría explicar las escenas en las que los vestidos se describen demasiado como un "poema" o un "rayo de luna". Claro, hay magia en ver cómo se une una obra maestra de la moda, aunque la película ignora como, después de todo el cuidado que se pone adaptando el vestido al cuerpo de la Sra. Harris, cuando llega a casa presta la prenda a un personaje con una figura completamente diferente. Una talla no sirve para todos, no importa cuánto desee esta encantadora película que así sea.


lunes, 29 de agosto de 2022

Crítica Cinéfila: Nope

Dos rancheros de un remoto pueblo del interior de California hacen un descubrimiento tan insólito como escalofriante.



Advertencia: esta crítica tiene spoilers sin piedad.

El género de terror no se imaginaba cuánto necesitaba a un cineasta como Jordan Peele. Este visionario creador, un actor de comedia convertido en uno de los mejores directores de su generación, ha creado un nuevo estilo de hacer cine de terror. No solo ha establecido con mucha intención los elementos narrativos de su cinematografía, sino que también le ha dado forma a un subgénero de terror que no estaba tan bien forjado como el resto, como lo es el cine de terror negro. Y su última película NOPE no es una excepción.

La historia comienza con OJ Haywood (Daniel Kaluuya), un entrenador de caballos que ayuda a su padre en el rancho familiar, así como adiestrando caballos para espectáculos de televisión y cine. Pero cuando su padre muere en extrañas circunstancias (un objeto que cae del cielo le atraviesa la cabeza), tiene que aprender a llevar el negocio familiar por sí solo si no quiere perderlo por las grandes deudas que se irán acumulando. 

Meses después de perder a su padre, OJ en compañía ocasional de su hermana Emerald (Keke Palmer) intentan llevar a su caballo Lucky a ser la imagen de un comercial, pero debido a fallas de seguridad, ambos pierden la oportunidad financiera. Los problemas financieros del rancho han obligado a OJ a vender sus caballos a Jupe (Steven Yeun) el dueño de un pequeño pero popular parque temático del Oeste conocido como Jupiter's Claim. Jupe ofrece comprar el rancho de los Haywood, una oferta que Em anima a OJ a aceptar. Pero justo antes de caer en la bancarrota, OJ es testigo de cómo un OVNI hace presencia cerca de su granja. Y al confesarle el suceso a Em, ella no deja de ver una posible oportunidad monetaria. Con tantos videos de mala calidad que exponen la vida extraterrestre, ¿qué tan difícil podría ser captar uno por sí mismos, sobretodo teniéndolo en el patio de su hogar?

Cuando parecía que ya el cine había presentado todo sobre los UFO y OVNIS, Jordan Peele elimina el simple concepto de los seres verdes con cabeza gigantes y ojos redondos. De hecho, ni siquiera se trata de seres inteligentes que vienen a conquistar la tierra como nuevo hogar, ni alienígenas pacíficos que buscan una forma de comunicarse con otra civilización. Se trata de un animal que viene de otro planeta, un depredador sanguinario, que ha encontrado su lugar arriba de esas montañas y atacará a todo aquel que ose molestarle, o que simplemente lo mire.

Hasta ese punto parecería que la historia se trata de dos hermanos en un intento de grabar un OVNI para exponerlo en las redes y ganar dinero por ese video. Pero como toda película de Jordan Peele, es mucho más que eso. Al igual que sus demás historias, existe un aspecto temático de trasfondo que se explora en esta trama. Mientras que Get Out habla sobre un racismo y esclavitud moderna, Us circula alrededor de la lucha de clases, Nope se enfoca en la cultura capitalista y en esa ambición de ganar dinero sin importar lo que se haga para lograrlo. Así es cómo llega a esta lucha entre dos superdepredadores: la bestia alienígena y, el peor de todos, el dinero.

La historia fácilmente pudiese ser un homenaje al cine de Hollywood, gracias a sus referencias visuales tanto a nivel narrativo (Em insiste que su tátara tátara abuelo fue el jinete que aparece en "Placa 626" - la primera imagen en movimiento) como los aspectos técnicos de la cinematografía, la escenografía tan western donde se desarrolla, el vestuario indicativo del staff de rodaje e incluso la escenografía donde se refiere a algunos clásicos del cine western de Hollywood. Incluso pudiese ser un símbolo sobre la cultura de la vigilancia y cómo nadie está a salvo de la exposición detrás de un lente; para los personajes que luchan contra un monstruo gigante del cielo que come seres vivos, pasan una gran cantidad de tiempo principalmente preocupados por filmarlo. Una vez unas desapariciones masivas se dan lugar, ya OJ y Em saben que esto atraerá ojos y lentes curiosos a las tierras áridas de Agua Dulce para dar con el misterio. Y eso significa la exposición de un rico secreto que tienen reservados para sus propios bolsillos. 

Al final, el capitalismo es la temática que engloba ese trasfondo que el cineasta tiene detrás de esta historia. Con frecuencia se nota a los personajes luchando por esta necesidad de querer más: Em quiere más fama y reconocimiento; Jupe quiere más dinero, aún si estas son ganancias en base a sus traumas de su niñez; OJ y su hermana ven estas grabaciones como la clave de no perder el terreno familiar y caer en la bancarrota; hasta la criatura quiere más humanos, aún si esto significa que lo vaya afectando por dentro.

Con un conjunto de otros elementos que redondearon esa famosa fórmula Peele (incluyendo una interesante historia secundaria sobre un chimpancé asesino de un sitcom), Nope se conecta directamente con la temática de dos de las películas clásicas de monstruos de Hollywood, King Kong y Jurassic Park : que el deseo de las masas de espectáculos creíbles, aterradores y emocionantes solo puede terminar en un desastre. Y mientras se vendan las entradas, hay personas como Jupe o el director de fotografía Antlers que felizmente crearán espectáculos mortales (este último, con el final que se le dio parece estar haciendo un reclamo a las fallas de seguridad en set). 

La línea entre la artesanía obsesiva y la creación comercial obsesiva se vuelve casi indistinguible, ya que ambas conducen a los mismos fines violentos. La actitud de cine por encima de la vida de los personajes deja un sabor muy amargo y pone en tela de juicio cada una de sus acciones. El mismo Peele deja un fuerte indicio de la veracidad de esta interpretación en el primer cuadro de la película, que muestra una sombría cita bíblica del profeta Nahum: “Te echaré una inmundicia abominable, te haré vil, te haré un espectáculo”. El monstruo OVNI de Peele, entonces, puede interpretarse como un juicio moral desde lo alto de la obsesión de la humanidad por el dinero y el espectáculo, y como castigo llover sobre ellos suciedad y sangre.

Peele, como ha demostrado una y otra vez, es un maestro de la cinematografía y el cine. Con Nope, vuelve a dejarnos pensando sobre los horrores que la misma humanidad ha provocado, e incluso deja cuestionando a cualquiera de quién realmente es el monstruo de esta historia: ¿la criatura alienígena comehumanos o el ser humano con su gula de autodestrucción?


Temporada de Premios: Ganadores a los Premios La Silla 2022

Los dramas Mis 500 locos y Candela resultaron los ganadores de la noche en el VIII Premio La Silla el galardón de mejor película en 2020 y 2021, en un ceremonial desarrollado en el auditorio Juan Bosch de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña en los VIII Premios La Silla de la Asociación Dominicana de Profesionales del Cine (ADOCINE).

En una ceremonia transmitida en vivo por Digital 15, precedido por alfombra roja, ADOCINE rindió homenaje al extinto cineasta Claudio Chea, entregando póstumamente el Premio La Silla a su hijo Pablo Chea, también director de fotografía.

La entrega de Premios La Silla fue apoyada por Ministerio de Turismo, la Dirección General de Cine, Cinemateca Nacional, Aprodomcine, Estudios Quitasueño, Lántica Studios, BKT Financial Advisory, Motorhome Dominicana, Viva (telefonía móvil), La Nave Post, Transekur, Larimar Films, Rufiosa, La Casita, Ron Siboney y Caribbean Films.

La Silla es el premio que otorgan los profesionales del cine a su industria.

A continuación la lista completa de los ganadores:

GANADORES 2021

Mejor película: Candela
Mejor director: Hans García/La Rasante
Actriz principal: Lummy Lizardo/ Hotel Coppelia
Actor principal: Vicente Santos/Liborio
Actriz secundaria: Nashla Bogaert/Hotel Coppelia
Actor secundario: Mario Núñez/La rasante
Productor: Hans García/La rasante
Guión: Laura Conceyo y Andrés Farías/Candela
Dirección de fotografía: Hernán Herrera/Hotel Coppelia 
Dirección de Arte: Oliver Rivas/Hotel Coppelia
Diseño de producción: Giselle Madera/Candela
Dirección de arte: Oliver Rivas/ Hotel Coppelia
Vestuario: Merydania Pérez/Hotel Coppelia 
Maquillaje: Aleja Flores/Hotel Coppelia
Edición: Isaac Morantus/La bruja
Diseño de sonido: Marcos Salaverria/Candela
Musicalización: Jorge Aragón/Etzel Feliz y Pablo Lozano/Candela
Efectos especiales: Ricky Folch/ Hotel Coppelia
Efectos visuales: Lone Coconut/Hotel Coppelia
Mejor Canción: Hermoso eres/Anny Puello/Atravesando el Jordán

GANADORES 2020

Mejor película: Mis 500 locos
Mejor directora: Leticia Tonos/ Mis 500 Locos
Actriz principal: Avril Alcántara/Papi
Actor principal: Luis José Germán/Mis 500 Locos
Mejor edición: Nino Martínez Sosa/Liborio
Diseño de sonido: Alain Muniz y David Hernández/Mis 500 locos
Musicalización: Rita Indiana e Iirizarri/Papi
Maquillaje: Génesis Concepción/Mis 500 locos
Vestuario: Alina Julia/Papi
Dirección de Arte: Oliver Rivas/Papi
Diseño de producción: Loreley Sainz/Papi 
Mejor guión: Lenin Compres y Waddys Jáquez/Mis 500 locos
Director de fotografía: Juan Carlos Gómez/Malpaso
Actor secundario: Pavel Marcano/Mis 500 locos
Mejor actriz secundaria: Olga Bucarelly/ Papi
Mejor productor: Rafael Elías Muñoz/ Yulissa Reynoso/Joaquín Labour/ Mis 500 locos

viernes, 19 de agosto de 2022

Crítica Cinéfila: Look Both Ways

En la víspera de su graduación de la universidad, la vida de Natalie se bifurca en dos realidades paralelas: en una de ellas, queda embarazada y debe enfrentar los desafíos de ser una madre joven en su Texas natal; en la otra, se muda a Los Ángeles para emprender su carrera profesional. A lo largo de ambas vivencias en la flor de sus veinte años, Natalie experimenta el amor transformador, la devastadora desilusión y se redescubre a sí misma.



En "Look Both Ways" del director Wanuri Kahiu, una mujer de 20 años se enfrenta a una situación fundamental que divide su vida en dos, y finalmente aterriza ambas versiones de sí misma en una encrucijada. La película mezcla las presunciones de "Sliding Doors" y "For Keeps", evitando la fantasía o el melodrama en favor de la autenticidad y ligereza fundamentadas. Ahora... si bien el corazón del cineasta está en el lugar correcto con sus sentimientos resonantes sobre asumir riesgos y abrazar el destino, su ejecución de los conceptos básicos narrativos resultan planos.

Natalie (Lili Reinhart) parecería la típica americana con el privilegio de blanca, pero su realidad es otra. La futura graduada universitario tiene un plan de cinco años para el éxito. O al menos pensó que sí. Ella no tuvo en cuenta el sexo espontáneo que ella y su amigo Gabe (Danny Ramirez) tuvieron después de las finales, lo que la deja vomitando y haciéndose una prueba de embarazo en una fiesta de graduación ruidosa. En los breves minutos que se tarda en obtener los resultados, imagina que su vida se dividiera en dos, con una versión de sí misma persiguiendo su plan bien concebido y la otra criando a su bebé concebido inadvertidamente.

En una línea de tiempo, Natalie establece el rumbo a Los Ángeles con su mejor amiga Cara (Aisha Dee) para lograr sus ambiciones profesionales en el mundo cinematográfico de la animación. Conoce al talentoso y galán Jake (David Corenswet), que trabaja para la empresa dirigida por la ídola profesional de Natalie, la diseñadora de personajes Lucy (Nia Long). Y a través del estímulo y los consejos de este nuevo novio, Natalie logra ser contratada como su asistente.

En el otro universo paralelo, Natalie descubre que está embarazada, vuelve a casa con sus padres (Luke Wilson y Andrea Savage) y tiene al bebé con Gabe, aunque rechaza su propuesta de matrimonio. Aplaza sus sueños de dibujar y renuncia a sus amistades a instancias de la maternidad. Se producen complicaciones en ambas vías, que culminan en un resultado predecible.

Aunque Natalie experimenta un crecimiento y se le otorgan arcos completos aunque imperfectos, en ambas líneas de tiempo, Kahiu y la guionista April Prosser pierden los objetivos e incluso las transformaciones de los demás personajes, sobre todo algunos tan interesantes como el de Cara. Problemas como su insatisfacción con su trabajo y su amistad con Natalie se resuelven poco, al igual que la relación romántica positiva de Cara con una nueva novia. Sus conflictos conectivos se apresuran y se les da una onda de mano cuando la emoción ganada podría infundirse fácilmente. Tal como está, la imagen podría soportar un tiempo de ejecución más ajustado a medida que el segundo acto se hunde, revolcándose en los episodios de estrés, dolor y contratiempos del protagonista.

Los viajes de Gabe y Jake están llenos de artificios y comodidades que hacen un favor fino a sus personajes considerando sus roles como influencias saludables y de apoyo en Natalie. Nunca hay ningún sentido de disputa genuina entre Gabe y Natalie que no implique su relación romántica y no se muestre ninguna dificultad (financiera o lo que sea) entre ellos criando a su hija. Una explosión de pañales no produce adversidad. Natalie es la típica mujer comprometida pero estereotipada; en lugar de aceptar sus problemas y las ayudas que le quieren dar, no se ayuda ni hace que la característica se sienta feminista. Ambas pistas de la historia sugieren que la felicidad de Natalie depende esencialmente de que un hombre regrese a su vida para completar su sueño y enseñarle que estará bien sin importar la vida que lleve, una lección que se siente hasta machista.

Si bien la característica flaquea narrativamente, obtiene calificaciones más fuertes por sus méritos técnicos. Kahiu y sus colaboradores dan a cada línea de tiempo su propia identidad visual. El director de fotografía Alan Caudillo y el diseñador de producción Keith Brian Burns contrastan los mundos de Natalie, arraigando su entorno en tonos cálidos al atardecer en Los Ángeles y una paleta azul-gris más fresca en Austin. El diseñador de vestuario Colin Wilkes también demarca qué Natalie se transforma junto a su armario: rosa y púrpura en SoCal, azules pasteles en Texas. La sutil partitura de sintetizador de Drum & Lace e Ian Hultquist aumenta el estado de ánimo y se utiliza magistralmente para resaltar los fundamentos emocionales en las escenas, añadiendo carácter.

El rendimiento principal de Reinhart es tierno y significativo. Se adapta ágilmente a los tonos claros y oscuros del material con matices y vulnerabilidad. Tiene una fuerte presencia en la pantalla, ya sea sola o emparejada con actrices multifacéticas como Long y Savage. A Long le da profundidad y dimensión lo que sería un papel genérico e ingrato en las manos de cualquier otra persona, así como una sensación de flotabilidad. Savage combina un ingenio alegre y una sabiduría conmovedora en su breve tiempo frente a la pantalla, impartiendo consuelo y un ligero repunte cómico.

Reservar la película usando dos versiones auditivamente diversas de la canción pop de Fun "We Are Young" es una forma inteligente de reflejar a nuestras dos heroínas y devolver a la audiencia al lugar donde comenzó el viaje narrativo. Las nociones dentro de la canción están apropiadamente idealizadas y, en última instancia, alegres. Sin embargo, le falta algo que enganche realmente esa emoción y conexión con el mensaje final.


Crítica Cinéfila: Not Okay

Una joven, desesperada por amigos y fama, finge un viaje a París para actualizar su presencia en las redes sociales. En el mundo real tiene lugar un incidente aterrador que se convierte en parte del viaje imaginario y que ella deberá resolver.



"ADVERTENCIA DE CONTENIDO: Esta película contiene luces intermitentes, temas de trauma y una protagonista femenina desagradable". Ese es el mensaje inicial de "Not Okay" de Quinn Shephard, una sátira social aguda y dolorosamente divertida sobre los males de brillar tanto en las redes sociales. Es un guiño necesario a las preocupaciones familiares de la generación que narra mientras asiente a un antihéroe que necesita este momento de fama para darse cuenta que hay maneras más adecuadas de llegar ahí. Estar perpetuamente en línea es mentalmente insano, pero es necesario que películas como "Not Okay" lo demuestren una y otra vez.

Danni Sanders (Zoey Deutch) quiere que le noten pero aunque vive en una época que hace que es difícil ocultarse, todavía está lamentablemente mal equipada para lo que eso realmente significa. Y, como deja claro la apertura de la película en los medios de comunicación, Danni ya se hado a conocer, pero de mala manera. Sollozando, sola y mortificada, es introducida mientras está revisando mensajes de tweets, videos y artículos de noticias que la declaran un monstruo de las redes sociales, lo peor de lo peor, y muy cancelada.

Shephard (que también escribió el guion) retrocede dos meses antes, cuando Danni era solo una humilde editora de fotos en Depravity (una revista digital). Danni quiere desesperadamente encajar, ser incluida, ser genial, pero su entusiasmo, sus uñas exageradas y su extraña personalidad supera a todas las demás partes de sí misma. Sus compañeros de trabajo huelen la desesperación que la agita, e incluso la propia madre "#girlboss" de Danni (Embeth Davidtz) no tiene tiempo para ella.

Deutch, una de nuestras estrellas emergentes más interesantes ha mostrado durante mucho tiempo un verdadero don para interpretar a mujeres jóvenes complicadas e incluso horribles en proyectos como "Flower", "Buffaloed" y "The Politician", pero "Not Okay" es su pieza de resistencia. Esta película solo funciona si Danni es repugnante e identificable: Deutch cumple precisamente eso. Empeñada en encajar y demostrar su valor, Danni inventa una gran mentira: va a un programa de escritores en París y lo documentará todo en las redes sociales. Hace que su compañero de trabajo Colin (Dylan O'Brien), la siga de vuelta en el instagram, así que realmente, ¿qué podría salir mal?
 
Sacando ventaja de sus propias habilidades fotográficas y alentada por su conejillo de indias de ojos saltones ("Guinea Weasley"), Danni se pone a fingir su aventura francesa, y así también se expone sobre la capacidad de manipular todas y cada una de las imágenes. Y luego la vida real interfiere: mientras Danni duerme, París es objeto de un ataque terrorista que sacude al mundo. Ahora tiene la fama en Internet con la que ha soñado, por todas las razones equivocadas. Ella responde haciendo lo único que sabe: mentir y mentir un poco más, convirtiendo el deseo del mundo de mercantilizar la tragedia en una forma de mercantilizarse a sí misma.

El mundo, por supuesto, está feliz de saberlo todo, pero ni siquiera Danni puede escapar al peso de lo que ha hecho. Acosada por visiones aterradoras y pesadillas espeluznantes y necesitando material fresco, se encora contra un grupo de apoyo para sobrevivientes de traumas. Aquí, "Not Okay" se aleja de su humor primitivo y se convierte en algo mucho más mordaz. Conoce a Rowan (Mia Isaac), una superviviente de un tiroteo escolar que es realmente inspiradora y está realmente traumatizada, y que está usando su plataforma para siempre. El agudo envío de la cultura de Internet por parte de Shephard ya era ágil, pero una vez que comienza a construir apuestas reales, "Not Okay" solo mejora.

También se complica para Danni, quien se sorprende al descubrir lo más básico de lo básico: no solo está tuiteando y "grabando y hablando disparates en el vacío". La atención que busca proviene de personas reales que leen sus publicaciones, humanos reales que empatizan con su historia mientras viven sus propios dramas y traumas, enfatizando cómo lo que uno dice también tiene que aprenderlo y ponerlo en práctica. Pero Danni no está aprendiendo nada, ni está cambiando su actitud.

A medida que crece su fama, golpeada por un artículo viral que escribió para Depravity en el que admite que "no está bien" (absolutamente cierto, pero seguramente no en la forma en que quiere decir, o en la forma en que otras personas lo ven), las mentiras se vuelven más grandes y más difíciles de cubrir. Sabemos que la descubrirán, pero lo más intrigante de "Not Okay" es cómo Shephard y Deutch navegan por cómo se ve esa inevitabilidad.

Shephard no tiene miedo de hacer preguntas espinosas sobre los influencers y las sociedades que las adoran y las rechazan. Ese no es un mundo con respuestas fáciles y Shephard no ofrece ninguna, pero tiene algo mejor: películas que te hacen reír, te hacen pensar y te hacen, tal vez, reflexionar sobre dónde encajas en ellas.


Crítica Cinéfila: Prey

Ambientada hace 300 años en la Nación Comanche. Naru es una joven guerrera, feroz y altamente hábil, que se crió a la sombra de algunos de los cazadores más legendarios que deambulan por las Grandes Llanuras. Cuando el peligro amenaza su campamento, se dispone a proteger a su gente. La presa a la que acecha y, en última instancia, se enfrenta, resulta ser un depredador alienígena evolucionado con un arsenal técnicamente avanzado, lo que deriva en un enfrentamiento cruel y aterrador entre los dos adversarios. 



Incitar nueva vida a una franquicia popular que ya ha pasado por largas décadas a menudo se considera un intento fallido. No solo puede resultar difícil recuperar la misma magia circunstancial que provocó que la primera salida fuera tan exitosa, sino que es aún más difícil construir un mundo existente cuanto más profundo te adentras en él sin correr el riesgo de caer en clichés y afectar el terreno narrativo que ya construyó esta con tanto esfuerzo. Afortunadamente, el director Dan Trachtenberg y el guionista Patrick Aison han roto esa expectativa errante con "Prey", que expande el mundo de la franquicia Predator de Jim y John Thomas no continuando hacia adelante de manera lineal, sino volviendo hasta el principio, mucho antes de que ocurran los acontecimientos de la película de 1987. El resultado es un thriller de acción tenso y atractivo que nos pide que le pedirá a la audiencia que se pregunte exactamente cuál de los protagonistas ha asumido realmente el papel del Depredador esta vez, y cuál podría encontrarse en desventaja en un territorio desconocido y potencialmente hostil.

Si bien Prey es una especie de historia de origen para su alienígena titular, también es una trama sobre el intento de Predator (Dane DiLiegro) por vigilar el nuevo mundo en el que ha sido abandonado y así mismo se posiciona en el primer lugar de la selección natural en su forma más sangrienta; también funciona únicamente en el nivel de ser un viaje de madurez para su heroína. Naru, interpretada por la conmovedora e hipnótica Amber Midthunder, es una joven miembro de una tribu comanche que busca desafiar la posición en la que ha sido asignada como recolectora por defecto de su género; en cambio, tiene sueños de convertirse en cazadora, atrapar los cazadores salvajes y defender a su tribu contra peligros externos al igual que su hermano mayor.

Se ha encontrado con escepticismo y resistencia no solo de los otros cazadores masculinos, sino también de su propia madre, que quiere que use las armas a su disposición para recoger varias hierbas y plantas para una variedad de fines medicinales. Irónicamente, es el conocimiento de Naru tanto de la caza como de la recolección de recursos lo que más tarde demuestra darle una ventaja sobre algunos de los hombres de su tribu, incluso aquellos que se enorgullecen de ser los mejores cuando se trata de derribar presas en sus miras. Sin embargo, a pesar de sus detractores, Taabe solo apoya las ambiciones de su hermana pequeña, y la relación entre los hermanos termina convirtiéndose en uno de los mejores presentadores emocionales de la película, representada por actuaciones igualmente fuertes de Midthunder y Beavers a través de cada escena que comparten juntos.

Por encima de toda la dinámica atractiva de la película, esta película es de Midthunder, y demuestra ser más que experta en este mundo de supervivencia robusto y a menudo cruel, sino también tener una pista digna de apoyar hasta que llegue la confrontación final. Si bien podría parecer que Naru está intentando lo imposible al enfrentarse al Depredador, un guerrero extraterrestre con más de unas pocas superioridades tecnológicas en el departamento de armas, el guión de Prey hace el movimiento inteligente de dejar que el conocimiento de Naru le dé la ventaja. Ella sabe que en realidad no puede luchar contra este enemigo en un combate cuerpo a cuerpo directo, por lo que busca en lo que puede confiar: su familiaridad con esta tierra y cómo usarla para su beneficio en la lucha contra alguien más grande, más fuerte y mejor equipado. En esta precuela de Predator, es absolutamente un caso de cerebros contra fuerza, pero las formas en que Naru ejerce su propio poder subestimado conducen a algunas de las piezas de acción más emocionantes de toda la película.

Las películas anteriores de Predator han dado menos esfuerzo a detenerse en la motivación interna de estos invasores alienígenas y han permitido mucho más tiempo frente a la pantalla a cuántas explosiones se pueden empaquetar en un lapso de dos horas. Prey, en comparación, se siente como el primer caso en mucho tiempo que realmente se centra en la filosofía del Depredador como personaje, y hay un terror que se deriva de la comprensión de que su mentalidad está impulsada singularmente por un instinto: ser el superior de todas las razas. En sus primeros días en este nuevo planeta, el Depredador parece estar completamente centrado en descubrir qué, o quién, podría representar la mayor amenaza para él, y adapta su estrategia de caza en consecuencia. No está interesado en atacar a víctimas totalmente indefensas, o a alguien que ha sido colgado con la clara intención de sacarlo de la clandestinidad. Una vez que se nos da una pista sobre el hecho de que el Depredador solo está interesado en acabar con lo que él ve como competencia, la pregunta es: ¿quién está cazando a quién en este momento?

Más allá de un guión que permite echar una visión aún más profunda del código moral del principal antagonista, Prey es una película que utiliza cada parte de su entorno natural para crear imágenes llamativas como las representa el director de fotografía Jeff Cutter. Una escena de lucha que tiene lugar dentro de un bosque en llamas, un entorno medio oscurecido por el humo y la ceniza, evoca una excelente sensación de aprensión, ya que los objetivos del Depredador esperan con aliento tembloroso para el momento en que saltará de los árboles esqueléticos y comenzará a cortarlos a cintas. Cuando se combina eso con algunas de las coreografías de acrobacias más excelentes comprometidas con la pantalla, Prey logra disparar en todos los cilindros, no solo a nivel físico, sino también recordando continuamente las mayores emociones que se desarrollan en cada escena. En un entorno en el que un movimiento equivocado podría resultar en que tu enemigo tenga la ventaja, lo que está en juego literalmente no podría ser mayor, pero también son el medio perfecto a través del cual nuestra ventaja puede duplicar lo que es capaz de hacer, ya que Naru literalmente lucha con uñas y dientes (y con su leal perro Sarii a su lado, interpretado por un actor can

Prey trabaja de manera concluyente llevando la franquicia Predator a lo básico, eliminando gran parte de la tecnología y las explosiones gigantes a favor de centrarse en una narrativa de lucha y triunfo impulsada por los personajes. No significa que esta película escatime en la acción, ni mucho menos, sino que también es una prueba de lo buenas que pueden ser estas historias a menor escala. A veces, el verdadero poder no se trata de cuántas herramientas avanzadas tiene en su arsenal; a veces, es tan fundamental como saber de la tierra de la que proviene y cómo hacer de esa el arma más letal. Sin duda, esta es una de las mejores películas de acción del año hasta ahora, y una de las mejores películas de Predator desde la primera.


Crítica Cinéfila: Brian and Charles

Después de un invierno especialmente duro, Brian entra en una profunda depresión; completamente aislado y sin nadie con quien hablar, Brian hace lo que cualquier persona cuerda haría al enfrentarse a una situación tan melancólica. Construye un robot.



"Brian y Charles" comienza con un formato documental falso que nos presenta a Brian Gittins (David Earl), un inventor solitario y extraño que crea artículos aparentemente innecesarios, como zapatos con redes de arrastre en la parte posterior, un cinturón para sostener huevos y un reloj de cuco volador que intenta lanzar en bicicleta. Pero el mayor invento de Brian aún está por venir después de que recoja una cabeza de maniquí, algunos restos de metal y algunas otras probabilidades para extremedidas. Brian se pone en marcha para construir un robot, pero a pesar de todos sus retoques, como muchos de sus inventos, no puede hacer que funcione del todo bien. Hasta que una noche tormentosa de repente encuentra al robot de 7 pies de altura vagando por la granja de Brian, aparentemente comiendo repollo. No hace falta decir que es un espectáculo bastante divertido.

Aunque inicialmente el robot está preocupado por Brian y sus alrededores, puede ser persuadido para que entre en la casa y se siente en el sofá, después de que Brian se duerma, se despierta para encontrar a Charles caminando por la casa, habiendo aprendido una o dos cosas, leyendo varios libros y guías. Hablando con la voz de lo que suena como una maquina contestadora extremadamente educada (una voz proporcionada por el coguionista Chris Hayward), al robot le gusta el nombre de Charles y el apellido Petrescu, inspirado en un libro. A partir de ahí, Charles Petrescu se va a las carreras, aprendiendo rápidamente sobre el mundo en el que se encuentra, y haciendo muchas preguntas en el proceso.

El formato de falso documental con Brian hablando con la cámara se abandona rápidamente para un enfoque más volátil. Honestamente, la película probablemente podría haber lanzado el estilo documental por completo, ya que solo parece existir para presentar fácilmente a Brian como personaje. Pero es una pequeña objeción para una comedia tan entrañable. Formato o no, la cinematografía captura maravillosamente el campo soñoliento, brumoso y perpetuamente húmedo donde esta historia habita, así mismo como las frustraciones de sus personajes.

Charles comienza como un robot ingenuo que confía en Brian para mostrarle los caminos del mundo. Desafortunadamente, Brian es un tipo un poco incómodo, solo va a la ciudad cuando necesita suministros o para trabajar como personal de mantenimiento para los lugareños, y eso significa que Charles a menudo está relegado a quedarse en la casa donde no tiene mucho que hacer. Ocasionalmente, Brian se encuentra con Hazel (Louise Brealey), una joven amable que claramente está interesada en él, si solo tuviera el descaro de mantener una conversación más con ella. Pero Brian también tiene encuentros con Eddie, un compañero abusivo en el pueblo, intimidando a casi cualquier persona que encuentre. Si alguna vez viera lo que Brian ha creado en Charles, sería una mala noticia. Así que es un problema cuando Charles empieza a ser más consciente del mundo fuera de la casa de Brian. Está especialmente enamorado de Honolulu después de ver un comercial de viajes en la televisión, lo que lo lleva a hacer varios intentos de escape después de que Brian intenta mantenerlo continuamente dentro de la casa.

Como en toda película estilo Frankenstein, llega un momento en el que la creación se vuelve contra su creador. En el caso de Charles Petrescu, no es diferente a un adolescente rebelde, tocando música rock a todo volumen y respondiendo sarcásticamente a medida que se frustra cada vez más al ser mantenido encerrado en la casa de Brian. Y es esa actitud insubordinada la que lo va a meter en un momento de problemas, lo que lo convierte en un conflicto inevitable que lleva a nuestros dos amigos a un viaje transformador con un matiz de tristeza.
 
Ver la evolución de Charles Petrescu es un asunto hilarante. Sus disputas con Brian se vuelven mucho más divertidas por la voz digital anticuada y sin emociones. Además, no se puede evitar reír cada vez que Charles tiene que tambalearse apresuradamente cuando intenta escapar o hace rabietas en su habitación cuando Brian no lo deja ir a la ciudad por un poco de chicle, lo que es claramente una artimaña para hacer una escapada. Brian es al mismo tiempo brusco pero cariñoso, solo quiere mantenerlo fuera de peligro. Earl y Hayward coescribieron el guion además de tocar las dos pistas, y hay una química adorable y poco convencional entre ellos que no se puede evitar amar.

"Brian y Charles" siguen un camino no muy diferente a "The Iron Giant" y "E.T. The Extra-Terrestial", aunque la trama no viene con el mismo sentido de urgencia o mucho en juego. En cambio, son los personajes de los que se enamora la audiencia, esperando nada más que lo mejor para todos ellos. Charles se convierte en el niño tambaleante y difícil de manejar de Brian, y ambos aprenden algo el uno sobre el otro y sobre el mundo que les rodea en el proceso. No es nada innovador en el departamento de narración, pero esa simplicidad lo hace mucho más atractiva, incluso si a la película le vendrían bien algunas risas más grandes aquí y allá. Pero obtiene puntos de bonificación por ser el tipo de película que toda la familia puede ver sin sacrificar la calidad cómica. Es como "Frankenstein" de Taika Waititi a través de "Wallace and Gromit", e incluso tiene una pequeña y animada partitura con infusión electrónica del compositor Daniel Pemberton de "Spider-Man: Into the Spider-Verse". 


domingo, 14 de agosto de 2022

Crítica Cinéfila: The Sandman

Adaptación del aclamado cómic de Neil Gaiman, que mezcla el mito moderno y la fantasía tenebrosa, y en el que la ficción contemporánea, el drama histórico y la leyenda se entrelazan. 'The Sandman' sigue a las personas y los lugares afectados por Morfeo (Tom Sturridge), el Rey del Sueño, mientras repara los errores cósmicos -y humanos- que ha cometido durante su vasta existencia.



En la era moderna, el streaming es una bestia con un apetito voraz. Debe alimentarse constantemente con series enteras, temporadas, universos cinematográficos a la vez, simplemente para ser saciado durante un fin de semana. La necesidad de atraer suscriptores es primordial, y solo hay tantas historias en el mundo para contarlas. Impulsados por esta necesidad orientada a los negocios de reducir el arte a un solo espacio o contenido, las adaptaciones de obras queridas en otros medios se han hecho a un ritmo vertiginoso últimamente, ya que los proyectos que anteriormente languidecían en el infierno del desarrollo de repente han encontrado todos los obstáculos retirados de su camino.

The Sandman, la aclamada serie de cómics de 1989-1996 creada por Neil Gaiman, Sam Kieth y Mike Dringenberg, fue uno de esos proyectos. Considerada en gran medida "infilmable" gracias a su naturaleza serial y sus imágenes surrealistas, la adaptación a la gran pantalla no se materializó constantemente a pesar de muchos esfuerzos a partir de la década de 1990. Décadas más tarde, The Sandman finalmente ha sido traducido a carne y hueso como una serie de Netflix desarrollada por el propio Gaiman junto a David S. Goyer (Batman Begins) y Allan Heinberg (The O.C.). Su llegada presenta inmediatamente una pregunta: ¿Demostrará que los que sostienen el cómic, una obra singular del medio, son correctos?

La respuesta es simple: lo lograron. The Sandman de Netflix es quizás la mejor versión televisiva imaginable del cómic. La serie es fiel al material de origen a nivel de Peter Jacksonian, al tiempo que hace algunos compromisos necesarios para su nuevo medio. Para los lectores de cómics, esos compromisos son notas discordantes que pueden ser difíciles de ignorar en un programa que, de lo contrario, es una agradable revisión de un material favorito. Para aquellos que vengan a ver la serie desconociendo el universo, encontrarán una serie extraña e apática que se mueve con ritmos extraños y evita los conflictos tradicionales. Es una historia que lleva tiempo defenderse por sí misma, pero fascinante si te quedas un tiempo.

La historia comienza con una abruptidad impactante. El rico ocultista aficionado Roderick Burgess (Charles Dance) reúne los últimos objetos con malas vibraciones que necesita para realizar un ritual que espera que le conceda la inmortalidad. En uno de los muchos momentos en los que The Sandman asume que está familiarizado con su historia, el plan de Roderick solo se detalla rápidamente: espera encarcelar la personificación de la Muerte y obligarlos a cumplir su orden. En su lugar, captura al hermano de la Muerte, Dream (Tom Sturridge), el rey de los sueños conocido por muchos nombres, incluido el Hombre de Arena, y lo encarcela, con la esperanza de que pueda manipular a Dream para darle lo que quiere.

Después de casi un siglo de encarcelamiento, con el hijo de Burgess tomando el relevo de su guardián cuando Roderick muere, Dream escapa durante un momento de descuido y el Hombre de Arena toma forma. La primera mitad de la temporada sigue a Dream mientras se reconstruye a sí mismo, sirviendo como introducción al universo. Mientras Dream recupera sus objetos de su poder, The Sandman muestra a los espectadores la amplitud del espectáculo. Está el pasado y el presente de Londres, el mundo del Sueño donde residen todo tipo de seres fantásticos y pesadillas, e incluso un viaje al infierno para conocer a Lucifer (Gwendoline Christie). Luego, en la segunda mitad de la temporada, se presenta a los espectadores a Rose Walker (Kyo Ra), una joven que representa un vortex, un ente que puede destruir inadvertidamente todo lo que Dream está trabajando para reconstruir.

The Sandman es una adaptación notablemente fiel, lo que significa que la serie comparte las debilidades de su material de origen: es decir, su arco de apertura no es el mejor caso para la historia en la que el espectador se está embarcando. Si bien es refrescante ver una serie de fantasía que no siente la necesidad de explicarse constantemente, cuando The Sandman se explica a sí mismo, está en un asunto contundente en desacuerdo con la naturaleza contemplativa de la historia, y se siente aún más disonante. Al igual que los cómics en los que se basa, no es evidente de inmediato por qué le están presentando a todos estos personajes y cómo encajan en el gran esquema de las cosas. También puede sorprenderle saber que hay un gran esquema en juego aquí, aunque la comprensión de eso depende por completo de que Netflix dé luz verde a las futuras temporadas.

Para los veteranos en el tema, el venerado estado del cómic puede hacer que muchas de las opciones de adaptación de la serie sean involuntariamente divertidas. Dream, por ejemplo, se retrata en el cómic como un hombre fantasmal con estrellas para los ojos, una presencia etérea que realmente no se puede retratar en la pantalla sin un maquillaje extenso y tal vez CGI. En la serie, es solo un chico; Tom Sturridge está notablemente comprometido a creer que encarna el ser que se puede ver en la página y que en realidad es solo un inglés melancólico y fantasmal, lo que no es necesariamente malo cuando se aprende que no es más que uno de los Endless, con hermanos mayores y menores que también personifican abstracciones como Death (Kirby Howell-Baptiste) o Desire (Mason Alexander Park). Esta personificación no la hace menos encantadora, siéndoles honesta, pues acerca aún más a este nuevo terreno, lo hace más realista y más empático.

Hay un montón de pequeños detalles como este que pueden o no aterrizar con un espectador determinado. La actuación de Patton Oswalt como un cuervo parlante llamado Matthew. El papel recurrente de Boyd Holbrook como el Corinthian, una pesadilla escapada que elude y trabaja contra Dream, también es extrañamente efusivo con una amenaza encantadora.

En última instancia, The Sandman es efectivo como un anuncio atractivo y extraño para el cómic, que suena como condenatorio, y en realidad es el resultado deseado. Parte de lo que hizo que los cómics de Sandman fueran tan queridos es la forma en que eran un refugio para marginados sociales, un lugar donde los personajes queer aparecían casualmente con regularidad en un momento en que eso era una rareza. Fue una obra de arte alternativo publicada junto con el corpus heteronormativo de DC Comics, creciendo en estimación hasta que sus inclinaciones de contracultura se convirtieron efectivamente en la cultura, una ambición que siempre estuvo ahí, ya que Sandman crecería hasta convertirse en una historia sobre todas las historias, desde el surgimiento de Shakespeare hasta la antigua Grecia y los cómics de superhéroes. Después de todo, los sueños son la base de lo que están hechas las historias.

A pesar de ser la mejor versión posible de una adaptación de Netflix, sigue siendo una adaptación de Netflix, un proyecto que debe aprovechar las limitaciones y aspiraciones de la plataforma, para crear una experiencia compulsiva con potencial para convertirse en un éxito monstruoso. Todas las formas en que esto podría comprometer el trabajo original ya están presentes en esta serie, visual, tonal y estructuralmente. The Sandman de Netflix, por fiel que sea, sigue siendo una adaptación con los bordes más ásperos suavizados, una fantasía oscura que nunca es tan oscura, una fábula que explica demasiado.

Ese es el problema de tratar de dar vida a los sueños. La razón por la que se quedan contigo no son las partes que ves claramente, sino las imágenes que permanecen fuera de tu alcance, tan reales pero imposibles de describir, un vapor que nadie más que tú conocías que estaba allí.


sábado, 13 de agosto de 2022

Crítica Cinéfila: Bullet Train

Cinco asesinos a sueldo se encuentran a bordo de un tren bala que viaja de Tokio a Morioka con unas pocas paradas intermedias. Descubren que sus misiones no son ajenas entre sí. La pregunta es quién saldrá vivo del tren y qué les espera en la estación final.



El tren bala de Tokio a Kioto dura unas dos horas y 15 minutos, el tiempo justo para llevar a cabo una película de acción caricaturesca y exagerada, en la que media docena de asesinos se disparan, apuñalan y perforan mutuamente en busca de un maletín lleno de dinero en efectivo. Es un juego de patata caliente de alto riesgo, coreografiado y ejecutado por el director de "Atomic Blonde", David Leitch, en el que un Brat Pitt autocrítico lleva un sombrero de turista, mientras es perseguido por Brian Tyree Henry y Aaron Taylor-Johnson jugando a los sicarios "gemelos" Lemon y Tang, y otros asesinos seriales que se les añadirán en el camino a Kioto.

Estos extravagantes personajes, algunos con nombres como el avispón (Zazie Beetz) y el lobo (Bad Bunny en un solo momento que me supo a 10 minutos de gloria absoluta), son identificados por etiquetas gigantes en la pantalla junto a una muestra de sus grandes obras, de la forma en que Martin Scorsese o Guy Ritchie a veces introducen sus conjuntos. "Bullet Train" se siente como si viniera del mismo cerebro que "Snatch", usando su estilo pop, y con una mezcla a nivel de "Kill Bill" de artes marciales, manga e influencias de películas de éxito, con excepción de la visión o el ingenio que eso implica.

Adaptando la novela de Kotaro Isaka "MariaBeetle" para un elenco mayoritariamente occidental, Leitch y el guionista Zak Olkewicz hacen que cada uno de estos personajes sea el doble de excéntrico de lo necesario, para que la atención del público no se pierda en un instante. María (con la voz de Sandra Bullock) es la agente de Pitt, guiando al nuevo tipo duro no violento a través de lo que se supone que es el trabajo más sencillo de su carrera: subir al tren bala en Tokio, tomar el maletín y salirse en la siguiente parada. Excepto que Ladybug (como se llama al personaje de Pitt) tiene mucha mala suerte, y parece que hay más asesinos hacinados aquí de los que Agatha Christie podría caber en el Expreso Oriente.

Mientras tanto, los transeúntes inocentes están al mínimo. Hay una mujer ocupada que sigue callando a Ladybug y Lemon cuando sus peleas a puñetazos se vuelven demasiado disruptivas, pero después de unas pocas paradas, prácticamente los únicos pasajeros que permanecen a bordo son los que matarían por ese maletín. También hay una serpiente boomslang increíblemente venenosa, cuyo veneno entra en vigor en 30 segundos, haciendo que las víctimas sangren de sus ojos.

La estrategia de la película es seguir lanzando obstáculos mortales al personaje de Pitt, que pone sus manos en el maletín a prueba de balas con bastante facilidad desde el principio pero eso no significa que pueda salir fácilmente del tren bala. Ladybug es notablemente bueno improvisando para salir de los problemas, incluso cuando la película literalmente se sale de los rieles al final. Poner todo este caos en un tren no fue idea de Leitch, aunque el especialista convertido en director aprovecha al máximo esa limitación, montando decorados visualmente interesantes en los diferentes coches. Ladybug y el Lobo tienen una pelea de cuchillos en la zona del bar. Más tarde, él y Tangerine destrozan la cocina. Hay algunas cosas divertidas que suceden en un segmento iluminado en neón del tren que involucra a la mascota de un espectáculo infantil local, que sigue recibiendo varios puñetazos en la cara. Incluso los baños son de uso continuo. 

Las escenas de lucha se sienten relativamente originales, lo que es impresionante en sí mismo, teniendo en cuenta cuántos otros cineastas creativos están tratando de distinguirse en el género. Leitch tiende a acercarse a estos enfrentamientos de la manera en que Gene Kelly y Fred Astaire hicieron una vez sus números de baile: la violencia no necesita tomarse literalmente (lo cual es difícil a veces, teniendo en cuenta lo brutal que pueden ser algunas muertes), sino más bien apreciado principalmente por su coreografía y su capacidad de sorprender.

Aun así, hay algo insensible en lo casualmente que Leitch toma la vida humana. "Bullet Train" representa a uno de los primeros y más ambiciosos éxitos de taquilla hechos por la pandemia en ser lanzados, demostrando que Leitch y compañía se sentían lo suficientemente seguros de que el mundo volvería a la normalidad como para que pudieran hacer que el Príncipe (Joey King) empujara a un niño de 6 años fuera de un techo solo para atraer al padre del niño (Andrew Koji) al tren. El personaje de King es una verdadera obra, con un corte perfectamente simétrico y un maquillaje rosa estilo colegiala. Es una manipuladora despiadada, que con frecuencia se hace pasar por una víctima inocente para atrapar a su presa.

Eventualmente, "Bullet Train" revela que detrás de esta redada extrañamente coincidente de asesinos llevaba detrás un elaborado plan del temible jefe del inframundo, la Muerte Blanca (Michael Shannon) para vengar la muerte de su esposa. Pero no es el único que perdió a un ser querido, como lo demuestra el samurai de Hiroyuki Sanada, como el Viejo, cuando aborda una o dos paradas antes de Kioto.

La lógica geográfica del "Bullet Train" no tiene mucho sentido, pero entonces, la película parece que se produjo sin que los directores siquiera visitaran Japón para un poco de orientación escenográfica. ¿Y por qué no? Es esencialmente una caricatura de acción en vivo, con cameos de alto perfil más para provocar risas que ironía o análisis. Estilísticamente, Leitch está haciendo todo lo posible para canalizar a personas como Tarantino y Ritchie, incluso si el diálogo y los acentos británicos simulados no son lo suficientemente fuertes como para ganar tales comparaciones. Tangerine y Lemon son personajes simpáticos, aunque este último continúa constantemente sobre cómo todo lo que aprendió sobre la gente proviene de "Thomas the Tank Engine" (lo que explica mucho sobre lo reductiva que es la comprensión de la naturaleza humana de la película). Del mismo modo, Ladybug siempre está citando aforismos clichés de autoayuda, que invariablemente son graciosos. 

Este puede ser un viaje lo suficientemente divertido y entretenido a lo largo de su tiempo en pantalla, pero tales aspectos no hacen que la película ni los personajes que habitan en esta sean particularmente profundos o complejos. Le hace falta una visión más particular a cada uno, más allá de su característica y su particularidad asesina. Como Calvin y Hobbes lo expresaron tan acertadamente, el tren de pensamiento de la trama completa sigue abordando en cada estación y apeándose en la siguiente.