domingo, 12 de junio de 2022

Crítica Cinéfila: Rafaela

Rafaela es una joven del barrio Capotillo de Santo Domingo. Viene de una familia disfuncional y sueña con mudarse a otro lugar junto a su madre. Al crecer, Rafaela se convierte en la líder de una pandilla que comete delitos menores, y el capo del barrio conocido como Mario el Mago quiere forzar a trabajar para él. Rafaela es constantemente amedrentada por ser una mujer que los demás ven como transgénero y no logran descifrar. Y dentro de un mundo cada vez más violento, ella lucha por encontrar su identidad.



Cada mundo ordinario tiene una capacidad cultural trascendental de esconder historias y personajes que pueden llegar a ser más interesantes que los que se crean para las películas de ficción. Y aún no fuesen reales, son inspiraciones que presentan un trasfondo y complejidad tridimensional que provocan en una audiencia buscarlos en la realidad, y más si estos son parte de los países tercermundistas. Películas como Amores Perros, Y tu mamá también, Ema y Ciudad de Dios tienen una particularidad que las convierten en historias memorables: protagonistas antiheróicos con un fuerte deseo de salir de su situación y/o entorno. Rafaela, una historia creada por la talentosa Judith Rodríguez, se suma a esta lista cinematográfica y de paso retoma el diálogo de la importancia que representan las tramas sociales de barrios para el cine latinoaméricano.

Rafaela ha crecido con un estilo de vida deplorable: tener que sufrir abuso infantil por la pareja de su madre drogadicta, trabajar desde niña para llevar dinero a la casa, escasear de una educación decente, y de paso salir de casa para poder sobrevivir aunque eso significase convertirse en la jefa de una pandilla de delincuentes. En medio de su niñez se encontró con un arte que decía "parque encantado", y aunque algunos le dijeron que ella no es de ahí, ese se convirtió en un impulso emocional para salir adelante en medio de las precariedades. Pero en el momento en que esas limitantes la llevan a envolverse con otro jefe de pandilla, su vida y la de sus compañeros se ve ahogada en un constante temor de muerte, negocios ilícitos y atracos motorizados regulares, a un punto que harán que cualquier miembro de la audiencia se vuelva aún más temeroso de su seguridad al salir a la calle.

Dirigida por Tito Rodríguez, Rafaela es por muchas razones la película dominicana más destacable en lo que va del año. Primero cuenta con una trama que, aunque muchos conocen por la situación social que afronta nuestro país hoy más que nunca, se convierte en una exploración compleja de las posibles causas por las cuales una persona termina cometiendo actos delictivos callejeros como los atracos motorizados. La historia explora los diferentes ámbitos: carteristas, ladrones de joyas, atracadores y mulas de calle, y motoristas que transportan a estos delincuentes. Pero los motivos que los llevan a estas situaciones no solo incluyen la dificultad de conseguir un empleo estable, la economía difícil actual o la escasa educación básica o profesional, su mayor denominador es el reincidencia a confrontar violencia doméstica o venir de familias disfuncionales/problemáticas que involucran drogas, abuso de alcohol o antecedentes delictivos.

La segunda, quizás la más importante, es la interpretación de una variedad de personas que retratan con complejidad e interioridad a arquetipos de un estrato muy acentuado en la sociedad dominicana, encabezados por una actuación magistral de la siempre impecable Judith Rodríguez, quien parece una persona completamente irreconocible si se comparase a sus personajes anteriores. Como Rafaela, Judith cuenta la historia de una mujer que por su comportamiento es difícil conocer su sexualidad, que constantemente confunde a su propio círculo, pero que en realidad ni ella misma entiende por la manera cómo creció y las personas que le rodearon desde su niñez, obligada a actuar de tal manera para simplemente no dejarse "coger de pendeja"; a su vez, cuenta la subtrama de una hija que vio a su madre Adelaida manipulada por un hombre que solo quería quitarle lo poco que ella tenía, y a pesar del poco (casi nulo) amor que su madre le mostró desde bien joven, Rafaela siempre se preocupó por su madre. Su personalidad, su postura y hasta su habla son una demostración de cómo Judith es definitivamente una de las mejores actrices dominicanas de su generación. 

Ella es complementada por un grupo de personajes masculinos, destacando el trabajo de su trío de compañeros: Anderson Mojica, Luinis Olaverria y Esmailyn Morel, actores originarios del teatro y que están dejando una huella prominente en la pantalla grande con interpretaciones que se particularizan entre ellas y representan voces importantes alrededor de la vida de Rafaela. Ya las interpretaciones más adultas de Manuel Raposo como Mario el Mago, Hony Estrella como la amante, y Gerardo Mercedes como la pareja de la mamá de Rafaela son tres inolvidables que representan roles antagónicos contra ella de manera muy individual pero también se destacan por interiorizar una única realidad desde tres perspectivas diferentes.

Por su parte técnica, el ambiente se siente muy cercano, tanto a nivel de diseño con un retrato natural de las calles y casas empobrecidas del barrio Capotillo como a nivel cinematográfico con una cámara en mano que se adentra con facilidad a las emociones y vivencias de cada trama. A principio el guión se apoya de estas dos técnicas visuales, pero en el momento en que el conflicto de Rafaela toma fuerza, la dirección de arte y cámara pasan a un segundo plano y la audiencia se deja llevar por un conjunto de situaciones que empujan a la historia a su pico de crisis humanas agudas, y en el momento en que caen por la gran cantidad de problemáticas acumuladas, parecería que la audiencia cae con Rafaela, envueltos todos en los sentimientos más duros, sobretodo por la empatía que genera esta mujer que solo lucha por una pronta salida de este infierno.

A nivel general, Rafaela se trata de mostrar la dolorosa realidad con la que luchan miles de jóvenes dominicanos de clase social baja en su diario vivir. Mientras algunos tratan de tener una mejor vida con las limitantes de sus ingresos, otros deciden cometer actos delictivos sin ningún temor a la policía porque igual la pueden comprar fácil con los recursos idóneos. Es un golpe duro de la realidad que se vive en las calles, del temor continuo que muchas personas sienten al escuchar a un motociclista o entrar a un negocio en cualquier hora, pero a su vez, es una carta de misericordia hacia estos jóvenes que crecen en estas condiciones deplorables, y que merecen una mejor vida, una que la sociedad y el sistema se niegan a darle.


Rafaela

Ficha técnica

Dirección: Tito Rodríguez
Producción: Edward Diaz, Hony Estrella, Leidy González, Cristian Mojica, Pablo Mustonen, Judith Rodriguez Perez
Guión: Cristian Mojica
Historia: Judith Rodriguez Perez
Música: Federico López-Schaper
Cinematografía: Oliver Mota
Montaje: Ramón Alfonso Peña, Tito Rodríguez
Reparto: Judith Rodriguez Perez, Hony Estrella, Manuel Raposo, Lucas Marte, Marissabel Marte, Gerardo Mercedes, Anderson Mojica, Esmailyn Morel, Luinis Olaverria

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