sábado, 27 de enero de 2018

Crónicas de California: Mi primer hijo


He escuchado a muchas personas decir que una madre siempre amará a sus hijos. Y ahora lo entiendo todo. El proceso fue un poco pesado, el parto se complicó casi al final; pero valió la pena. El resultado fue un maravilloso melodrama, que hoy puedo llamar mi primer guión de largometraje. 

Como siempre les he insistido, todas las historias del cine se inspiran en algo de la realidad, y esta es una de las historias más reales que he escrito. Es basada en una persona cercana a mi, quién me dio permiso a utilizar su historia, aplicándole cambios extremos a la trama. Los nombres son diferentes, las decisiones que ella tomó no son las que ocurrieron en la vida real, pero las situaciones que tuvo que pasar para demostrarse a sí misma que "no necesita obligatoriamente de un hombre para salir adelante por sí sola" son basadas en la mismita realidad. Lo increíble de esto es que todas las personas que leen el guion, me dicen que por esos detalles funciona la historia.

Pero el "éxito" de la realización de este guión no está en que si el personaje es real o ficticio; sino por toda la indiosincrasia dominicana que encuentran en mi opera prima. No solo se trata de una mujer que pasa por los momentos más difíciles de su vida (su esposo la abandonó sin explicación alguna, su hija sufre de una enfermedad crónica severa, tiene una deuda de millones de pesos y no tiene trabajo), sino de la cultura dominicana y cómo podemos encontrarla en la forma de comportarnos, de hablar, de comer, de caminar; en esto no puedo dejar de mencionar la cantidad de términos que se utilizan en nuestra cultura y cómo se utilizan, desde platos de comida hasta maldiciones. Gracias a estos aspectos, logré ese género que tanto deseaba: un humor no de ja ja ja, sino de "entiendo el sarcasmo". Un humor tan negro, que no se trata de color de piel, sino de que así son muchos dominicanos.

Fueron 94 páginas de parto natural, contadas a mi estilo, y con un sentimiento profundo de reinvindicación, apasionamiento y prosperidad. 

Mi hijo, a quién le puse de nombre "Desquite", es una historia de venganza, pero también de desahogo en respuesta a algo que le ha sucedido a muchas personas, que no se atreven a contarlo en voz alta. Fue concebido de una anécdota, y traído al mundo un 31 de diciembre. La gestación duró 4 meses, pero aún le falta mucho desarrollo, mucha revisión, y sobretodo, mucha lectura y borrón de oraciones. El está muy claro de eso, y yo como guionista, se que será así. Porque a pesar de que le di vida con intenciones de narrar esa historia, reconozco que muchas partes de él pueden ser mejoradas: que las intenciones de los personajes deben estar lo más claras posibles; que la estructura está bien intencionada, pero puede ser diferente; que el final demuestra totalmente el tema, pero el tema debe recordarse durante toda la trama y debo confirmar que está ahí. 

Antes de este guión, ya había escrito 10 guiones de cortometraje, dos corto-documentales, tres foto-documentales, innumerables artículos, críticas y crónicas. Casi todos los protagonistas que he creado son mujeres. Casi todas mis historias se relacionan a mi amada isla República Dominicana. Pero cuando inicié "Desquite", fue todo un proceso nuevo, como si fuese una madre primeriza: el principio fue doloroso; vivía atemorizada del desarrollo y del resultado, solo pensando si estará bien o saldrá con todos los problemas del mundo. 

Al final fue un amor incondicional de mamá pollito, con lágrimas de jipios. Mi amado hijo es una realidad que quiero mostrar al mundo.

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