sábado, 20 de enero de 2018

Crónicas de California: De guionista a productora


Los últimos años en el colegio siempre fui foco de bullying, a un cierto nivel que mi mamá tuvo que ir una vez y hablar con mis compañeros porque los comentarios eran muy inapropiados. Después en la universidad, una "misteriosa cuenta anónima de twitter" insultaba estudiantes de la PUCMM, y yo también llevé par de comentarios, que todavía (seis años después) no entiendo. 

Quizás esto no tiene que ver nada con el cine, pero sí tiene que ver con las ideas que puedo aportarles a mis historias, pues para escribir tramas debes retratar alguna versión de la realidad; incluso hasta las más fantasiosas y ficcionales tienen su tonalidad realista. 

Gracias a todo el bullying que llegué a recibir en mis años en el colegio y realizando la licenciatura, hoy puedo contar una microhistoria sobre cyberbullying que estará participando en un concurso internacional, organizado por All Rise... pero no a todos les gusta producir esas ideas. Así que pasé de guionista a productora.

Lo primordial fue encontrar a la directora de mi historia: esta tenía que ser joven y estar empapada sobre el tema de cyberbullying. Los mismos requisitos aplicaban para el Director de Fotografía, porque tenía que saber cuáles eran los mejores planos y la mejor colorización para retratar el tono y temática de la historia. Después de haber encontrado a estos dos personajes para mi crew, tuvimos que convertir mi guión en una escaleta de rodaje, donde incluyera cada corte que se iba a realizar, con los tipos de planos, movimientos de cámara y demás detalles técnicos de cada escena. 


El siguiente paso era encontrar a los actores, principalmente mi protagonista que era la "víctima de cyberbullying". Mi único requisito era que los actores debían ser de diferentes países TODOS, pues la idea era presentar como el cyberbullying afecta de manera internacional. 

Luego tuve que buscar el resto del crew, que estuvo compuesto por un Asistente de Dirección, el Asistente de Cámara, el gaffer, el operador de sonido, el grip, el productor de diseño y el supervisor de guión. Para mi gran sorpresa, todos eran también de países diferentes. Era todo un sancocho de culturas y diversidades.

Antes del rodaje, me tocó hacer el trabajo completo de una productora: gestionar los equipos para el rodaje, los permisos de locaciones, los props para cada escena y el maquillaje, el A&B (comida) para el crew y cast, tener listo el plan de rodaje, gestionar la música para el cortometraje, tener un hard drive preparado para descargar todos los cortes que se hagan, gestionar al editor con tiempo y procurar que en el set todos tuviesen un guión. Este trabajo es también dividido entre el equipo de producción, pero, al ser un proyecto de cortometraje, podía hacerlo sola. Y a pesar de que mi productora de diseño tuvo un accidente el día antes del rodaje (así es, shit happens) puedo decir orgullosamente que logré manejarlo y resolver lo que le correspondía a esa persona.

Ya el día del rodaje, todo fluyó tal cual como lo tenía planeado. No hubo estrés por tiempo ni por necesidad de algo que hiciera falta. El equipo que tuve para este cortometraje fue excelente, dio lo mejor de sí en cada segundo e incluso sugirieron ideas para que el trabajo quedara aún mejor. En la postproducción pude comprobar lo completo que tuvo todo el plan de producción.

No importa si gano o pierdo, lo primordial fue que, en esta primera experiencia como productora aprendí mucho de este rol, tanto que me ha motivado a querer seguir cumpliéndolo para mis siguientes proyectos; no importa si son cortometrajes (y quien sabe, algún día será un largometraje), requiere por igual un plan de producción completo donde hay que pensar en todos los detalles de la película.



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