Hay cierta satisfacción de trabajar solo con mujeres. Muchos dirán que es donde hay más drama, pero hay que aclarar algo: entre mujeres, no hay que levantar tanto la voz para poder hacerse escuchar, ni mucho menos para respetar los roles.
Yo he tenido muchas mentoras a lo largo de los años, algunas que sin conocerlas han servido de modelo a seguir para convertirme en lo que soy y lo que quiero llegar a ser. Mientras que otras son unas luchadoras que me enseñaron en diferentes etapas de mi vida, que lo importante no es solo llegar a la meta, sino todo el proceso de por medio. Y aunque no todas están relacionadas a mi vida en el cine, sus consejos siempre me servirán en mi vida profesional.
Cuando escogí estudiar cine, esta era todavía una industria de "machos". Ser mujer en el cine significaba tres tipos de roles: maquillista, encargada de vestuario o supervisora de guión. El simple hecho de acercarse a la cámara requería pasar por encima de un tumulto de hombres que se hacían llamar los mejores a costa de hacer enemigos entre rodajes. Yo misma sufrí esto en mis inicios dentro de rodajes. Escuchaba las eternas discusiones entre director y director de fotografía, y cuando alguno de los dos era mujer, no importaba si ella era la directora, al final del día, el hombre creía siempre tener la razón.
No estoy tratando de crucificar a todos los hombres, pues siempre hay sus buenos samaritanos que respetan, pero, como le explicaba a una personas hace unos días, atento a que los hombres fundaron esta industria, ellos creen que son los únicos "mejores". Y lamentablemente para ellos, ya no es así.
El día en que decidí comenzar la preproducción de Exorcism 101, me prometí que mi rodaje no iba a pasar por el mismo machismo que ya he visto desde hace mucho tiempo: el crew tenía que ser mayoritariamente mujeres, y sino completamente mujeres. Algunas personas lo creían poco creíble. Roles como electricista, iluminista y grip son mayoritariamente masculinos por requerir "cierta fuerza bruta que algunos creen imposibles para las mujeres", pero yo quería callarle la boca a muchos, así que me encontré con mujeres maravillosas que demostraron ser tan capaces de levantar un dolly con sus propias manos.
La preproducción pasó tal cual esperaba, pero mi mayor sorpresa fue el rodaje: no había competencía de quién sabe más, no había drama, no había egocentrismo. Cada quién hacía lo que tenía que hacer, respetando los roles de los demás. Los únicos dos hombres del crew estaban por debajo de dos mujeres increíbles, y nunca hubo un mal gesto ni incomodidad, muy por el contrario hacían todo tal cual se les pedía.
Hicimos cada shot que tenía en mente, hasta fotografías para los posters, y esto no fue impedimento para que al final del día termináramos temprano, a tiempo de limpiar y dejar esa iglesia tal como la entregaron. Y así también fluyó el día de devolver los equipos, los cuales se imaginarán volvieron a tocarme a mí, más mi mano derecha Anna Vialova quien siempre estuvo conmigo desde aquel agosto que le contaba sobre mi plan de traer a la vida esta idea que se ha convertido en mi hija.
Quisiera aprovechar este momento para agradecer a mi crew completo de mujeres: Andi Mendez, Anna Vialova, Rebekah Shuniak, Jade Yusi, Megan Ressa, Farren Bordon, Duygu Gunesli, Isabella Hawthorn, Dinda Febriqa, Lethabo Mokgatle, Maria García, Tori Wada, Natália Sabino, Kaylie Moore, Cesia Cano, Houry Magarian, Federica Carlino y Lotta Lemetti, por cada segundo de dedicación y haber hecho posible este rodaje. Gracias a ustedes, este fue el mejor rodaje que he tenido en el año. Y no puedo dejar de mencionar a Gabriele Fabbro y João Vítor Rosas, quienes se comportaron como dos caballeros y se envolvieron en el rodaje sin mucho pensarlo; son los mejores.
Después de una experiencia como esta, de ahora en adelante prefiero siempre trabajar con mujeres. Hay que seguir demostrando que ya no hay nadie mejor que nadie, sino que somos tan (y a veces hasta más) capaces de hacer magia en el cine.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario