miércoles, 12 de junio de 2024

Crítica Cinéfila: Boca Chica

Desi pasa los días en las playas de su ciudad natal, soñando con convertirse en una cantante famosa, pero su objetivo se ve amenazado por mentiras, prostitución infantil y una siniestra traición de quienes más deberían protegerla.



Es muy probable que Boca Chica sea el destino favorito de muchos locales y turistas. Quizás no necesariamente sea por la playa (reconociendo que República Dominicana es uno de los destinos turísticos favoritos con mayor diversidad de playas exquisitas), sino más bien porque es el espacio más cercano que se converge la cultura local con la extranjera de una forma tan orgánica. Casi se podría decir que somos iguales... hasta que la prostitución se cruza por el centro. Es muy triste pensar que "Boca Chica" sea una referencia cinematográfica que refleje como esta zona se puede convertir en un área de recreo y negligencia parental a la vez. Y aunque es un golpe de realidad muy crudo que cualquier persona dominicana aspirante a entrar a la maternidad/paternidad le cueste digerir, es una película importante a revisar para reflexionar sobre la vida moderna de la juventud que está verdaderamente perdida, pero no solo ellos son culpables de esto.

La película sigue a Desi, una joven de 12 años, aspirante a cantante y habitante de la zona de Boca Chica, donde también trabaja en el restaurante de su madre y su tía. Aunque Desi es una niña expuesta al contenido morboso que los adolescentes consumen, ella se ha quedado atrás, vistiendo camisones de su hermano mayor, y encerrada en sus canciones religiosas o inventadas por ella misma. Se distrae mandándole mensajes a su hermano Fran, quien vive en Estados Unidos como delivery de comida rápida, aunque su familia cree que está viviendo su sueño de ser acordeonista de orquestas en la ciudad. Cuando el primo de ambos, Elvis, anuncia que se va a casar con una gringa, ambos son bombardeados con la realidad de que sus orígenes y su ambiente siempre los van a acosar, y para huir de ellos debes cortar lazos gruesos.

Esta ópera prima de Gabriella A. Moses muestra el día a día al que muchos jóvenes se exponen, tanto en áreas vulnerables como en zonas desarrolladas: la poca atención de lo que consumen y cómo lo reflejan hacia afuera. Distingue la ideología de que, al momento que un niño o niña cumple 10/11 años, su enfoque es "querer ser adulto", tanto en la forma en que visten, cómo hablan, cómo se relacionan y sus planes de vida. Es preocupante pero es un choque de realidad necesario que evalúa igualmente cómo muchos padres y otros adultos son una motivación alterna para que un niño o niña piense así. 

En el caso de Desi, ella se ubica en un punto más alejado de ese abismo, gracias a figuras que evitan que entre a esos pensamientos, como su tía y su hermano, pero estos son recordatorios narrativos de que un menor de edad solo terminará en eso si es empujado hacia ese mundo. Otro aspecto narrativo que preocupa igualmente pero que es necesario reflejar cuando se habla de Boca Chica es la dura realidad de la prostitución infantil, y cómo muchos adultos (padres, turistas o personas cercanas) son los responsables de que jóvenes decidan caer en esa red por el deseo de mantener a ellos mismos o incluso a su familia. Choca cuando una adolescente que no pasa de 16 años dice "yo soy la que mantiene mi casa" a Fran.

Un punto impresionante de la historia son las actuaciones de los actores menos conocidos, destacando el trabajo de Scarlett Camilo en la piel de Desi, como una niña curiosa por lo que le llama la atención, pero aterrizada a lo que está ocurriendo en su barrio que ella no quiere repetir. Es un personaje fuerte de actitud, pero sumiso cuando debe de serlo, que representa un público infantil que es casi inexistente, pero creíble aún en estos días. Su trabajo es complementado por un grupo de actores ya experimentados pero igualmente bien puntualizados, como Lia Chapman como la cruel madre de Desi, Carmen; Jean Cruz, como el represivo hermano de Desi, Fran; y Richarson Díaz, como el primo gigolo de Desi, Elvis. Todos representan un aspecto distinto de la realidad de la prostitución infantil: la figura parental descuidada, el adulto que evita a toda costa aunque sus fuerzas son limitadas, y el adulto que administra la red de prostitución.

"Boca Chica" también tiene a su favor que se retrata en el mismo punto clave de la zona de playa, mostrando los restaurantes costeros, los puntos de ventas semiformales y los vendedores deambulantes de todo tipo de alimentos, servicios y productos que se pueden imaginar (desde masajes hasta habanos dominicanos). Esta ambientación es complementada por la riqueza (pobreza) cultural que habita en ella, maquillada con los cantos inapropiados de niños, las vestimentas muy cortas para menores de edad, y la gerga dominicana que baña nuestras calles.

Es doloroso pensar que esa es la realidad, pero es casi imposible hacerse el ciego y soñar con que es una realidad muy alejada. Sin necesidad de enfocarse mucho en las consecuencias de esto, "Boca Chica" es sin duda un drama social muy necesario, puntual y refrescante, que si se quita a un lado ese conflicto social cargado, es sin duda un banquete muy dominicano de lo que es pasarse un rato en uno de los puntos más famosos para un turista en la ciudad.


Boca Chica

Ficha técnica

Dirección: Gabriella A. Moses
Producción: Felix M. Garcia Castellanos, Nicole Quiñones, Sterlyn Ramírez, Robina Riccitiello
Guion: Mariana Rondón, Marité Ugas
Música: Cresencio 'El Prodigio' García
Cinematografía: Micaela Cajahuaringa
Montaje: Cecilia Delgado
Reparto: Scarlet Camilo, Lia Chapman, Jean Cruz, Richarson Díaz, Cindy Lou Howard

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