domingo, 3 de febrero de 2019

Crónicas de California: El miedo a graduarse


Estar en la universidad es una experiencia increíble. Te enseña tanto de tu carrera como de la vida; te da los amigos que realmente perduran por más tiempo; te dice que acumular honores es muy importante pero igual aprenderse el proceso y ponerlo en práctica tan pronto puedas. Es, sin lugar a dudas, uno de las etapas que todo joven adulto debería vivir. Pero, aún más importante es el logro que viene después de un par de años: graduarse.

Y sí, ese debería ser considerado uno de los eventos más importantes de tu vida profesional, pues demuestra que has llegado a la meta y que finalmente has culminado ese proceso, ya sea licenciatura, maestría o doctorado... pero muchos lo considerarán de otra manera: "el miedo a graduarse".

Dirán que graduarse es como una bofetada que la vida nos da de gratis para que terminemos de caer en cuenta que el próximo paso es conseguir un trabajo del que puedas vivir y salir adelante, de que ya debes dejar de depender de tus padres o del Estado y debes finalmente convertirte en adulto. Otros dirán que graduarse es percatarse de que ya no será lo mismo y es un miedo a no saber lo que sigue, y a tener que durar semanas sin encontrar que hacer, sin tener un horario o calendario de tareas que cumplir, hasta que al final decidas procrastinar; pero esto se relaciona más cuando no tienes un trabajo.

Cuando te graduas y vas rápido por un trabajo, la vida te da todos los retos en primera fila: las incontables entrevistas que no prometen nada, el cambio de imagen que no querías tener pero lo necesitas para poder convencer a los directores de Recursos Humanos. Y eso sin contar lo que viene cuando ya tienes el trabajo: tolerar abusos de jefes porque son los jefes, tener que aceptar salarios miserables porque es lo único que ha aparecido en el momento, tener horas de llegada pero nunca de salida, tener que hacer un sinnúmero de tareas que (en vez de pasar una asignatura) son las que dictan a final de mes si realmente mereces estar trabajando en la posición que te has ganado o no.

Quizás el miedo a graduarse de una licenciatura no es el mismo que el de una maestría: cuando te graduas de una licenciatura, sabes que eventualmente regresarás a la universidad a seguir estudiando, ya sea para un postgrado, maestría o hacer otra carrera; pero cuando te graduas de una maestría, ya no vale esa excusa (a menos que digas de estudiar un doctorado). Tener un título de maestría significa que tu salario y posición debería ser más prometedor, y que aspiras a una o ambas cosas; significa que muchas personas estarán apostando a que tu profesionalidad es aún más superior, y que no cometes los errores que un recien graduado de grado cometería. Exige aún más conocimiento aprendido y cuestionamientos de lo que sigue después.

Y cuando eres estudiante internacional, el miedo parece ser aún mayor: si estás pensando regresar inmediatamente a tu país, significa volverse a acostumbrar a lo que habías dejado atrás, y tratar de conseguir un trabajo mucho mejor del que habías tenido; si estás pensando en quedarte más tiempo en el país donde estudiaste, significa vivir las complicaciones de ser estudiante internacional y no tener la facilidad de conseguir un trabajo, ya sea por tu idioma, porque teman de que no podrás hacer el trabajo eficientemente porque el inglés no es tu lengua natal, o porque temen en los prejuicios de tu país.

Graduarse es el momento en que la puerta de una aventura a lo desconocido se abre; es un momento que resulta ser muy excitante, pero lo siguiente es lo que puede llenar de terror a cualquiera. Pero lo que verdaderamente les aterra a muchos es el miedo al fracaso: a que esas noches trabajando hasta que terminaras tus proyectos, o todo ese dinero invertido haya sido en vano, y no puedas demostrar que aprendiste algo en los años dentro de la universidad.

Sí, graduarse suena aterrador. Pero... nada de esto me aterra. Soy de las que cree que la universidad es un capítulo y que todo capítulo debe ser culminado. Estoy convencida de que por más extraño que se sienta el no volver a tener tareas o tener una fecha límite para entregar proyectos para ganarse esa a, no significa que debas convertirte en un hermitraño y no ser capaz de crear una nueva estrategia para seguir progresando, o aún más importante, para CONSEGUIR UN TRABAJO DE VERDAD.

Creo que es normal sentirse inquiet@ por el hecho de perder una rutina, de no poder ver esas personas con las que compartiste tu día a día de la misma manera constante, pero este no es el fin del mundo. ¡Tu mejor vida comienza después! Y yo estoy segura de eso. Me siento más preparada que nunca para salir a las puertas de los estudios y decirles "Ey, contrátenme, que no se van a arrepentir". Así que ahora toca disfrutar mucho esta celebración, que lo que viene después será intenso, pero promete ser algo aún más inolvidable... claro, si luchas por eso. Yo ya lo estoy haciendo.

Próximo camino: Práctica Profesional. Y quien sabe, quizás vender un par de guiones.

P.s.: puedes llamarme Magister.

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