Segunda mitad del siglo XVII. Dos jesuitas portugueses viajan a Japón en busca de un misionero que, tras ser perseguido y torturado, ha renunciado a su fe. Ellos mismos vivirán el suplicio y la violencia con que los japoneses reciben a los cristianos. Adaptación de la novela de Shusaku Endo. (FILMAFFINITY)
Me acostumbré tanto al estilo de Martin Scorsese. Tanto que en esta película encuentro los detalles que ya había visto en su cinematografía: su ojo fílmico, sus toques personales y sus estereotipos, aun cuando esta historia no es un thriller o humor negro. ¿Por qué Scorsese se entra en una trama tan compleja e intensa, cuando nos ha dado todo esto, pero con otro lenguaje?
Si les respondo, terminaría contándoles más de la mitad de la película, y no: no quiero delatar sus detalles y secretos que me envolvieron hasta el final. Lo que sí les puedo decir es que cuenta una historia que les hará hacerse muchas preguntas. No solo de su religión; sino también de su fe, de sus creencias y su devoción, aun en momentos de debilidad.
"Rezo, pero estoy perdido. ¿Acaso le estaré rezando al silencio?". Esta frase tiene muchos significados y retumba en el cerebro por un largo tiempo, incluso después de que acabe la película, cuando uno mismo se da cuenta que ser cristiano no es solo adorar y rezar a un ser específico, sino entender que es un sentimiento privado, personal e inofensivo (sin fanatismos). Cada quien se lo cuestionará, aun si no eres devoto.
Para mi, las mejores escenas (y los momentos más intensos) fueron las torturas a los cristianos, muy parecidas (en algunos detalles) a lo que se vivía durante los tiempos de Cristo: la cruxificción y la obligación forzada a "apostatar" al cristianismo (renunciar a la religión), escupiéndole a una cruz o pisando una imagen de Jesucristo.
Por otro lado, Andrew Garfield sigue impresionándome, con una caracterización muy única y distinta a los demás: su interpretación tan viva que parecía natural y su culto a los momentos claves de su personaje, aquellos que nos hacen recordarlo con orgullo y respeto.
Con esta trama, Scorsese nos da su típica pero no estropeada fotografía, basada en tomas secuenciales largas que pueden durar hasta una escena completa y dar toda la tensión necesaria sin un solo corte; nos da los espectaculares paisajes de Taiwán y un grupo de personajes, caracterizados por un elenco excepcional que ya nos ha robado el aliento con otras historias. Nos da unos momentos de silencio tan íntimos y dolorosos que nos hacen cuestionar la existencia de un Dios que se queda callado frente al sufrimiento de sus seguidores, pero también recordándonos por qué debemos aprender del pasado para que no se repita en el futuro.
Fueron casi tres horas para cuestionarme si la discresión de Dios es una respuesta a las plegarias de todo el mundo.
Título en español: Silencio
Ficha técnica
Dirección: Martin Scorsese
Producción: Paul Breuls, Vittorio Cecchi Gori, Barbara De Fina, Randall Emmett, George Furla, Emma Tillinger Koskoff y Irwin Winkler
Guion: Jay Cocks
Basada en: Silencio por Shūsaku Endō
Música: Howard Shorel
Fotografía: Rodrigo Prieto
Montaje: Thelma Schoonmaker
Protagonistas: Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Tadanobu Asano y Ciarán Hinds
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