Cuando inició el semestre, uno de mis mayores temores era que mis profesores no entendiesen lo que escribiera. No lo digo porque no supiese escribir oraciones adecuadamente en inglés. Ocho años estudiando el idioma, más el resto practicándolo con películas, series de televisión, libros, canciones y viajes: puedo decir con firmeza que soy bilingüe. Y quizás no tengo acento de hispana cuando lo hablo, me sé manejar bien en conversaciones y podría servir de traductora, pero eso no quiere decir que escribir textos en inglés también es fácil para mi.
Desde antes de entrar a la maestría sabía que no iba a ser algo sencillo, pues no estaba acostumbrada a escribir tanto en este idioma, pero el reto ya estaba asumido. Además, ¿quién iba a dejar de aprovechar la oportunidad de venir a Los Ángeles, a estudiar guión en una de las mejores academias de cine en Estados Unidos, por el hecho de no escribir siempre en inglés?
Y no me refiero a traducir ideas completas, sino crear esas ideas bajo los criterios de este idioma. Porque cuando traduces, en la gran mayoría de las ocasiones, lo que quieres decir se puede malinterpretar o perder el sentido. Por eso es mejor escribirlo en inglés, reconociendo que, así como hay distintos verbos para describir la palabra caminar, así también los hay en demás idiomas.
Cuando comencé a escribir mi primera historia en la segunda semana de clases, el esfuerzo fue mayor (Struggle is real se convirtió en mi frase de todos los días). Y duré horas tratando de sacar textos concisos y entendibles. Para mi mayor sorpresa, todo andaba bien con mis oraciones, la única recomendación del profesor fue el uso de las palabras: ampliar mi vocabulario y seguir utilizando el idioma inglés hasta que me acostumbre.
Y el reto continúa bajo exploración: en vez de traducir las palabras con Google translate (lo cual no está permitido en la escuela), me compré un thesaurus tradicional (diccionario de sinónimos y antónimos) y un thesaurus para escritores; en vez de pensar que estoy escribiendo adecuadamente en inglés, estoy tomando tutorías con el centro de idiomas de la escuela; en vez de avergonzarme cuando no entiendo una palabra y quedarme en silencio, simplemente pregunto qué significa, ¡porque no es mi lengua materna! y mis compañeros y profesores lo saben. Gracias a Dios, también respetan esto, porque sé que en otros lugares esto podría ser tema de burla.
Escribir historias en formato de guión tiene que ser como si estuviéramos describiendo sucesos de la vida. Nada de tecnicismos, a menos que sean requeridos, y con una cultura de detalle que no deje en duda nada que deba ser plasmado en imágenes. Es menos que desarrollar una novela, y mucho más que hacer un reportaje, crónica o crítica. Hay que mantener un lenguaje llano y entendible para cualquier lector. Entonces, cuando toca hacerlo en un idioma que no es al que acostumbramos escribir, toca hacerlo por partes. Oraciones pequeñas, que se conviertan en textos más amplios. Descripciones simples, que luego sean más detalladas. Nombres de personajes que signifiquen algo para nosotros, pero que también se utilicen en este país. Pero no traduciéndolo de español, sino simplemente escribiéndolo en el idioma inglés.
Uno de mis tutores me dijo que con el tiempo las palabras saldrán natural, que quizás no necesitaré utilizar el thesaurus y que tendré mejor conocimiento del idioma, pero que no debería preocuparme tanto porque mi inglés está "bien". Yo le respeto su opinión, pero difiero en algo: mi inglés estará "bien" dentro de lo intermedio, pero siempre es bueno seguir practicando. Mi meta ahora es abandonar totalmente los traductores y enamorarme de este lenguaje, porque al final del día no es más complejo que el español. Y no he comenzado a escribir este blog en inglés porque respeto a mis lectores y sé que no sería lo mismo; pero fuera de Cinéfila en RD y de mis conversaciones con mis amigos, mi otro idioma es el inglés.
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