Un hombre solitario que se encarga de un proyector se consuela con una mujer que ve en un rollo de celuloide. Cuando el rollo se pierde, el hombre decide ir a buscar a la mujer por los lugares más deprimidos de República Dominicana.
La septima película de José María Cabral traslada a la audiencia al sur profundo de la República Dominicana, un área que ha escondido secretos desde hace años mientras que su población encuentra entretenimiento gracias a un proyeccionista ambulante con películas en celuloide. Pero desde los ojos de Eliseo, él sabe que transporta magia en rollos, la cual es proyectada con mucha pasión, cobrándole 50 pesos a quienes se animen a ser parte del espectáculo, mientras tiene la misión de encontrar una mujer que lo enamora a través de las viejas películas que su padre resguardaba antes de morir.
Eliseo es un hombre amargado: todo le molesta y no se quiere adaptar a los cambios tecnológicos. Esto va más enfocado a su terca necesidad de todavía querer proyectar películas en celuloides cuando ya existían proyectores digitales y DVDs. Haber quedado huérfano tan jóven ha sido un golpe duro y es muy notorio, pero lo que parece ser su único alivio son pequeños cortes de películas que muestran a una mujer, donde ella posa frente a la cámara en diferentes escenarios: dentro del río, la ducha, en el comedor, la cama. Después de una tormenta de rayos, las películas de su amor platónico se queman y la frustración de Eliseo es tan grande que asume una aventura por encontrar finalmente quien es esta mujer.
Después de siete películas ya es importante cuestionar cuál es el fin del cineasta cuando crea: ¿demuestra su tipo de temática mientras cuenta una historia? ¿hace algún reflejo de la sociedad entre sus personajes? ¿muestra su punto de vista sobre situaciones de la vida? o ¿simplemente hace las películas por el mero hecho de hacer películas? La verdad es que todavía queda la gran interrogante de quién realmente es José María Cabral y qué lo motiva a hacer cine. No cabe duda que, de materia de cinematografía, él sabe desarrollar una temática y proyecta sus conocimientos sobre montaje e historia del cine con cada toma que plasma, pero esto no significa que se puede reconocer su visión, o aún más importante una evolución en su narrativa.
En El Proyeccionista se encuentran errores que ya se han visto anteriormente: un final apresurado, personajes que parecen más personalidades que seres humanos, y una historia con interrogantes sin contestar. A pesar de ser una propuesta sumamente interesante, el resultado final es un guión con fallas similares a sus grandes clásicos, el cual se pretende recostar de algunos aspectos culturales de nuestro país, como la división de clases, el viaje en carretera hacia los pueblos con nombres peculiares, y las riquezas naturales que hacen contraste con la educación de los que habitan en ella. Sin embargo, ni los planos desde el cielo ni la magia que creaba el proyector le exoneran algunos pecados narrativos que se cometieron a lo largo de la historia.
El primero es Eliseo, interpretado por el talentoso Félix Germán, quien no tiene la culpa de la rabia a veces innecesaria de su personaje. A diferencia de algunos testarudos de la pantalla grande, como Carl de la película Up (2009), donde se empatiza con el personaje y uno logra verdaderamente ponerse en su lugar, aquí la rabia de Eliseo no parece tener razón de ser, pues no se expone si es por su soledad que él mismo se la ha provocado o porque se ha pasado toda una vida obsesionado con una mujer que nunca ha conocido en persona. No logra ni valorar a Rubí, interpretada por Cindy Galán, siendo ambas una de las pocas luces milagrosas del guión, con una subtrama mucho más interesante que el conflicto principal de la película, enfocada en cómo esta mujer se acuesta únicamente con hombres mayores por un posible trauma causado con su padre.
Una de las mayores cuestionantes de la película es la ambigüedad de la época en que supone narrarse, donde solo los amantes del cine dominicano lograrán identificarlo con facilidad, pues si él proyectaba la película La Maldición del Padre Cardona significa que es el 2005, pero la carente continuidad en el diseño de producción hizo cuestionar mucho el verdadero año en que la trama tomaba lugar.
Es verdad que la fotografía y el montaje del cine dominicano ha mejorado bastante, y no cabe duda que José María ha mejorado increíblemente en ese departamento, demostrando ahí su mayor evolución desde Jaque Mate. Sin embargo, es tiempo de que su evolución se expanda a otros departamentos de la producción, pues hacer cine es más que lograr unas cuantas tomas bonitas.
Siete largometrajes y seguro una gran cantidad de cortometrajes. Esto es razón suficiente para que José María se siente con su próximo guión y uno de los tantos libros sobre estructura narrativa, y se responda a sí mismo en qué se quiere enfocar cuando cuente una película, pues cabe destacar que el talento y la pasión le sobra, pero aún es necesario trabajar en su visión y la perspectiva que él quiere plasmar en sus historias.
Ficha técnica
Dirección: José María Cabral
Producción: Juan Basanta, José María Cabral, Fernando E. Medina, Fernando D. Rivas
Guion: José María Cabral
Música: Luc Suarez
Fotografía: Hernán Herrera
Montaje: Nacho Ruiz Capillas
Reparto: Félix Germán, Cindy Galán, Lia Briones
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