domingo, 8 de octubre de 2023

Crítica Cinéfila: Croma Kid

Durante la década de los años 90, Emi (Bosco Cárdenas), un típico preadolescente malhumorado que ama la música, siempre se siente avergonzado por su familia y sus hazañas como magos en la televisión. Pero su vida toma un giro inesperado cuando, durante una visita a los estudios de grabación, descubre un dispositivo analógico que causa que su familia desaparezca en medio de una filmación. 








Pablo Chea, el hijo de reconocido cineasta Claudio Chea, hace su debut en el cine dominicano con una película que se puede colocar en la lista de referencias de películas que honren la evolución y trascendencia de la producción audiovisual dominicana. Con una diversidad de actores que toman sus roles como si el guión fue escrito pensado en ellos, y una colorización que permite trasladarnos directamente a la época de los 90, Cromakid es una película sobre la búsqueda del rol propio en este mundo y cómo esto permitirá encontrar el camino hacia los grandes desafíos que la vida vaya presentando.

La película inicia con un joven que llega a un estudio con el fin de transcribir unas cintas de VHS. Así cuenta la historia de cómo su interés por la producción y el croma viene de sus padres y su abuelo, quienes desde su niñez tenían un programa con usos de croma para crear efectos visuales y fondos de escenografía diversos. A pesar del poco presupuesto, lograban sacar distintos proyectos gracias a que cada uno cumplía con un rol: Lito (Jaime Pina) era el encargado de la parte creativa como la grabación y el montaje, mientras que su hija Daniela (Nashla Bogaert) se encargaba de la logística y la organización de los programas, y Brandon (David Maler) era el compañero de rutinas de Daniela y apoyaba en la toma de desiciones - a veces no bien calculadas - de las producciones.

Al haber crecido en una dinámica familiar poco convencional, Emi (Bosco Cárdenas) evidentemente no es tu niño convencional: llama a programas de radio para grabar las canciones que él mismo solicita, juega con el croma a crear efectos visuales poco realistas y tiene una gran naturaleza para meterse en problemas en el colegio sin siquiera llevar una postura de niño rebelde. De esta manera va viendo las herramientas audiovisuales como más que una manera de entretener a un público, y por eso se avergüenza de sus padres y su contenido; si se hubiese desenvuelto en un mundo moderno, seguramente Emi se hubiese viralizado al difundir sus videos experimentales y artísticos.

Sin embargo, y a pesar de las dificultades financieras que la familia afronta, el equipo ha decidido dar el gran paso de dejar de hacer el contenido de su programa casero y se va a un estudio donde, aún con el costo de renta que significa, deciden darle la oportunidad. Emi, quien en su primera visita al estudio se logró apropiar de un anticuado lector de croma para repararlo en casa y hacer sus experimentos visuales, es testigo de la desaparición inexplicable de sus padres en medio de la primera grabación en el estudio. A pesar de toda la ausencia de lógica alrededor de este hecho, él siempre tiene la percepción de saber cómo resolver este gran misterio, y cuando logre descubrirlo, descubrirá a su vez por qué el croma siempre le llamó la atención.

A pesar de la estructura narrativa pasiva que mantiene la historia a lo largo de la película, esto obliga a quedarnos en los personajes, empatizar con sus necesidades y sufrir con sus crisis emocionales. El hecho que estos se resuman a cuatro personas permiten que la conexión entre ellos y hacia afuera mantenga su esencia. A pesar de que parecerían ir a la par en cuanto a protagonismo y perspectiva narrativa, el punto de vista lo carga Emi de Bosco, quien a su corta edad logra guiar a la audiencia a través de los ojos de un niño de los 90, con una carga emocional pesada: una actitud de mini-adulto por la falta de un adulto real en casa, la independencia para resolver lo que sea (hasta si esto es un aparato tecnológico que seguramente solo la generación X o expertos en materia audiovisual que trabajaron en esa época lo entendería) y el florecimiento de atracción hacia alguien que, a pesar de la diferencia de edad y lo diferente que es a él, parecería tener un interés por él.

Aunque el Departamento de Arte se la lució con las ambientaciones de la casa familiar, la escuela y el estudio, con colores que casi teletransportan a la perfección a un tiempo que a lo mejor mucho solo conocen por el cine y otros lo tomarán como un llamado nostálgico de su época dorada, la verdadera sorpresa la dan las actuaciones envolventes y motivadoras. Nashla Bogaert se destaca de todos, no solo porque es la única mujer del cast principal, sino más bien por salirse del papel que la tenían encasillado desde hace un buen tiempo y darle carácter y autoridad a la historia, convirtiéndose en el toque realista de lo que se puede o no hacer en el mundo artístico en el que se mueven. Su Daniela se siente como un grito de madurez a su carrera, uno que espero se lo permitan porque ella es muy merecedora de papeles que resalten tanto su belleza física como su profesionalidad en la actuación. Lo mismo ocurre con David Maler quien se convierte, tanto física como psicológicamente, en el alivio cómico de la película; claramente, Daniela es la figura maternal que se asegura de que todos mantengan una rutina en casa, mientras que Brandon parece representar el desequilibrio que su rectitud necesita. Jaime Pina como Lito representa la ternura y libertad que todo abuelo debe representar para un niño.

Entre el rejuego de escenografía, vestuario adecuados a los 90, una musicalización orgánica y envolvente, y un conjunto de talentos entremezclados que se salen de sus roles más tradicionales, "Croma Kid" se siente como un homenaje a una época, a la profesión de creación audiovisual para entretener, y al mismo medio de comunicación y cómo ha evolucionado. Pablo Chea se convierte en un excelente narrador, claro del enfoque que quiere darle, las emociones que quiere evocar y el recuerdo que pretende prevalecer,  con un lenguaje distintivo que marca su sello particular narrativo y que, aunque no parece tener la intención de replicar la forma en que su padre contaba historias, sí se sentiría como una carta de amor a quien seguro lo impulsó a seguir esta carrera.


Croma Kid

Ficha técnica

Dirección: Pablo Chea
Producción: Pablo Chea, Israel Cárdenas, Laura Amelia Guzmán, Albert Martinez Martin, Rafael Elias Muñoz
Guion: Pablo Chea, Israel Cárdenas
Música: Grégoire Blanc
Cinematografía: Israel Cárdenas
Montaje: Pablo Chea, Israel Cárdenas, Fernando Henríquez
Reparto: Nashla Bogaert, David Maler, Yasser Michelén, Jaime Pina, Israel Cárdenas, Solange Mongereau, Vicente Santos, Bosco Cárdenas

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