jueves, 14 de mayo de 2020

Crítica Cinéfila: Ema

Ema, una joven bailarina, decide separarse de Gastón luego de entregar a Polo en adopción, el hijo que ambos habían adoptado y que fueron incapaces de criar. Desesperada por las calles del puerto de Valparaíso, Ema busca nuevos amores para aplacar la culpa. Sin embargo, ese no es su único objetivo, también tiene un plan secreto para recuperarlo todo.



La primera secuencia de Ema es un montaje de varios personajes. Sucesos que nos avanzan las complicaciones y el conflicto entre algunos protagonistas. Varios sentimientos de desesperación y algunos otros casi autocomplacientes para avisarnos que lo que veremos una vez la presentación de baile contemporáneo concluya no será fácil de digerir. Y una vez se mezcla la música con las tomas y la iluminación resplandeciente y cegante, esta vanguardia cinematográfica se convierte en una copilación de emociones complejas, a punto de cambiarnos de parecer en todo lo que pensabamos antes, para contradecirse con cada diálogo solo para reflejar la ansiedad que sienten al no poder tener la última palabra. 

Pablo Larraín es un artista completo. Su estilo cinematográfico no solo se enfoca en grupos marginados de la sociedad con un toque intenso de analogía, sino que utiliza movimientos, colores y música para crear emociones no solo en la audiencia que admira sus obras, sino más importante en los personajes que se ven afectados por estos elementos.

Ema (Mariana di Girolamo) es una bailarina moderna que, debido a que no puede tener hijos con su esposo, decide adoptar uno. Pero tras un accidente en que el niño ha atacado a un miembro de la familia de Ema, Gastón (Gael García Bernal) ha decidido regresar al niño al centro de adopción, dejando a la madre en una completa depresión, deambulando por las fundaciones de menores para poder obtener información de su hijo y recuperarlo. Toda esta información pasó antes de que la película comenzara, pero las genialidades de Larraín con el diálogo y las acciones de los personajes, sin necesidad de exponer y revelar a la ligera los secretos de la historia, nos dan una visión rápida de quienes son nuestros protagonistas, y de qué lado debemos apoyar.


Por un lado, Ema decide que quiere reencontrarse con su hijo, pero esto no se define como su objetivo principal mientras nos confunden con romances callejeros asociados a personas que llegan a la vida de Ema aparentemente por accidente. Nos secretean de que nada ha sido un accidente, pues todo se trata del plan ejecutado por Ema; pero a su vez pareciese que sí, que en realidad todo se trata de una mujer que busca algún tipo de consuelo en pasiones momentáneas con extraños y amigos bien cercanos, que por intensas o mínimas que sean, parecen darle algún sentido a su vida. Por otro, Gastón parece un hombre pasando por la crisis de la media edad, manteniendo una relación con una persona claramente más joven que él, pero no por no estar solo sino porque tiene sentimientos honestos hacia Ema, sin importar que sus comentarios abusivos y de menosprecio pareciesen lo contrario.

A Larraín le gusta escribir crear conflictos externos en sus personajes para permitirles un arco tridimensional a nivel interno. En el caso de Ema, a simple vista pareciese que ella está tratando simplemente de lidiar con su duelo, pero entre gestos y miradas revela poco a poco que sus intenciones son más puras de lo que parecen, que su intensidad por reclamar lo que una vez fue suyo por papel sobran una vez encienden el reggaeton de fondo y le dan un lanzallamas en medio de una urbanización en alguna ciudad de Chile. Cuando todo se revela, ya lo sabemos todo, pero no es porque ha llegado por accidente sino porque el mismo Larraín lo decide así.

Otro aspecto que hace de Ema una película tan asociable es su escenografía, dándonos esa sencillez y autoasociación de clases, recordando cómo fuese tan fácil confundirse entre países sino fuese por el mismo acento. Aquí las calles se visten de sonidos diégeticos y recreados, con la música de Nicolas Jaar que enciende nuestras caderas vistiendo uniformes coloridos y variados, andando por lugares para hacerse ver y recordarles a todos que quienes mandan no siempre son los que se hacen llamar los más poderosos.

Ema es un clamor de rebeldía a todo nivel. Habla sobre lo poco que importa las preferencias sexuales, gustos musicales y reglas sociales. Exige atención porque el mensaje va más allá de la busca incansable de una madre por recuperar a su hijo, independientemente que sea de sangre o no. Se trata de una nueva obra maestra que Larraín le regala al mundo para recordarles que los estatutos se crean para romperse y que ninguna guerra se da por terminada hasta que todas las partes ya han detenido su lucha. Ema es amor intenso por cada toma, un grito salvaje necesario para los que todavía viven confinados en los estándares de la sociedad.


Ema
Ficha técnica

Dirección: Pablo Larrain
Producción: Juan de Dios Larrain
Guion: Alejandro Moreno, Guillermo Calderón y Pablo Larraín
Música: Nicolas Jaar
Cinematografía: Sergio Armstrong
Montaje: Sebastián Sepúlveda
Protagonistas: Mariana di Girolamo, Gael García Bernal, Cristian Suárez, Santiago Cabrera

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