Anthony, un hombre de 80 años que tercamente ha decidido vivir solo, rechaza todos y cada uno de las cuidadoras que su hija Anne (Olivia Colman) intenta contratar para que le ayuden en casa. Está desesperada porque ya no puede visitarle a diario y siente que la mente de su padre empieza a fallar y se desconecta cada vez más de la realidad.
Películas como Amour, nominada al Oscar de Michael Haneke, una película devastadoramente sombría sobre la demencia, o Still Alice, ganadora del Oscar, que es un poco más dulce en su retrato pero sigue siendo horrible de ver, son algunos ejemplos fílmicos bastante desgarradores al tratar el tema de la degeneración cognitiva, pues de manera muy empática conectan con una gran variedad de personas en la audiencia. Todos de una manera u otra hemos sido testigos de esta enfermedad. Y ahora llega The Father, una mezcla de lo retorcido y lo elegante, todo anclado en lo que probablemente será una de las actuaciones más destacadas de este año.
El actor responsable de esta última nota es Anthony Hopkins acompañado de la muy talentosa Olivia Colman. The Father se convierte en la culminación de esta nueva era de Hopkins, una actuación imponente que es tan precisa y exigente como envolvente, recordándonos por qué Hopkins disfruta de la venerada estatura actoral que tiene durante tanto tiempo.
Por supuesto, es una ayuda inmensa que todo lo que lo rodea se realice de manera tan vívida e inteligente también. La película está dirigida por el debutante Florian Zeller, un elogiado dramaturgo francés que adapta aquí su propia obra de gran éxito producida internacionalmente. Es un debut auspicioso mientras el personaje de Anthony se desliza más en la niebla mental de su personaje (también llamado Anthony). Zeller mantiene su película tan íntima como una obra de teatro, pero hace un buen uso de las ventajas visuales del cine. Gran parte de la película trata sobre el reconocimiento del espacio físico: pinturas en las paredes y azulejos en las placas de la cocina, significantes rápidos que llevan a uno a un lugar familiar. En la película, esas cosas pueden cambiar rápidamente y sin problemas, lo que nos da una idea de lo terriblemente fácil que es para Anthony perder el rumbo. En cuanto al sonido, Zeller utiliza una mezcla de selecciones de ópera clásica y composiciones originales del gran Ludovico Einaudi para llenar la película de dolor y pavor.
También acompañamos a la hija de Anthony, Ann, interpretada con preocupación y sensibilidad por Olivia Colman. Pero de vez en cuando cambia a otros personajes y el truco de la película es que la realidad de la trama cambia como lo hace la realidad mental de Anthony. Las escenas se repiten entre sí. Las caras y las ubicaciones cambian y luego se revierten. El tiempo se dobla, se condensa y se expande. Es difícil saber cuándo está sucediendo algo. Pero la confusión que uno debe de sentir hace empatía con la confusión que siente Anthony constantemente.
Zeller al menos nos permite a la audiencia reconstruir algún tipo de línea de tiempo vaga de eventos reales, pero la estructura lineal se evita en gran medida. Esta es una aproximación nerviosa de cómo se puede sentir realmente la demencia, lo mundano cambiando repentinamente hacia lo desconocido. Es un enfoque mucho más interesante del tema de lo que hubiera sido algo sencillo, permitiendo que las cosas aterradoras existan en un contraste con lo triste y desesperante.
A lo largo de toda esta distorsión, Hopkins atraviesa una amplia gama. Pasa de dulcemente vacilante a intimidante, encantador a asustado, obstinado y luego, a veces, resignado a los límites de su percepción defectuosa. Hopkins describe claramente los momentos en los que Anthony se da cuenta de que no sabe quién es alguien o qué está sucediendo exactamente, pero no quiere dejar ver que está ahogándose aún más en una situación degenerativa. Esta es una interpretación tan mordaz y dolorosamente precisa de cómo el Alzheimer puede manifestarse en sus etapas intermedias: momentos de claridad y orgullo que son intensos, fugaces y luego irrecuperables. A medida que la condición de Anthony empeora, Hopkins evita los clichés debilitados y, al mismo tiempo, comunica de manera potente lo lejos que está Anthony. Es algo devastador.
Aunque The Father es una situación difícil, Zeller no se enfoca en lo miserable. Hay una humanidad tan rica en su película que nada absolutamente torturador puede echar raíces. Cualquiera que haya vivido esta terrible experiencia con un ser querido sentirán sobre todo la profunda y sobria empatía de la película. The Father es un acto de comprensión, radical en su dureza y su generosa maestría.
The Father
Ficha técnica
Dirección: Florian Zeller
Producción: David Parfitt, Jean-Louis Livi, Philippe Carcassonne
Guión: Florian Zeller, Christopher Hampton
Historia: Florian Zeller
Basada en The Father de Florian Zeller
Música: Ludovico Einaudi
Cinematografía: Ben Smithard
Montaje: Yorgos Lamprinos
Reparto: Anthony Hopkins, Olivia Colman, Rufus Swell, Imogen Poots, Olivia Williams, Mark Gatis
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