viernes, 3 de enero de 2020

Crítica Cinéfila: The Two Popes

Explora la relación que mantuvieron el Papa Benedicto XVI y su sucesor, el Papa Francisco, dos de los líderes más poderosos de la Iglesia Católica, que abordan sus propios pasados ​​y las demandas del mundo moderno para que la institución avance.



Mientras Jorge Bergoglio daba misas y sermones en los barrios de Buenos Aires, Joseph Ratzinger tenía reuniones cuasi-políticas. Mientras el argentino le sirve a la gente, el alemán recibe atención. Mientras uno sonríe con los ojos, el otro sonríe en sarcasmo. Son dos personas totalmente diferentes que se sortearon la posición del Papá en el 2005 tras la muerte de Juan Pablo II. Ambos competían, uno más que otro, y recibiendo bastante votos, lo cual generó un pequeño rechazo mutuo más adelante, aunque ninguno lo quiso admitir.

Años más tarde, los casos de abusos sexuales de parte de clérigos se multiplicaban, y los seguidores de la iglesia se dividían aún más, sobretodo algunos que llamaban nazi a Ratzinger, ahora conocido como Papa Benedicto XVI; mientras tanto, del otro lado del mundo, el padre Bergoglio planeaba su retiro, haciéndole la solicitud formal al Papa. Cuando Bergoglio decide visitar al Papa para recibir su renuncia autorizada, su visita cambia a unos encuentros de confesión con Benedicto, tratando de demostrarle que, a pesar de la buena imagen que ahora tiene con su comunidad, su pasado lo acosa constantemente, recordándole que él nunca fue un santo y que su auto-resentimiento le impide seguir representando la iglesia para su comunidad. Mientras tanto, el Papa comparte con Bergoglio algunas pequeñas confesiones dentro de su posición, incluyendo su decisión de renunciar a continuar siendo el Papa. 

Anthony Hopkins y Jonathan Pryce protagonizan The Two Popes, un drama conversacional entre dos de las figuras más importantes de la Iglesia Católica de las últimas dos décadas. Es una película que, aunque el conflicto sea interno y casi no se presenta con acciones en el presente de los personajes, el diálogo y la interacción de estos dos actores la convierte en una fuerte narrativa.


Lo primero que hay que entender de la historia es que, a pesar de estar inspirada y posiblemente basada en hechos reales para ambos, estas conversaciones fueron adaptadas para que tuviesen una estructura cinematográfica, obviamente respetando las reales personalidades de las protagonistas. Me preguntó que opinarán los reales Benedicto y Francisco sobre sus reencarnaciones; si se sentirán cómodos con la actuación de Hopkins y  Pryce. Sin embargo, mi curiosidad se extiende más hacia la actuación de Pryce y cómo este actor británico generó tanta empatía con su audiencia, sobretodo en cómo hablaba español en un acento argentino que engaña a cualquiera que no conozca sus orígenes. Mi sorpresa continuó hasta el final, donde de manera cómica ambos actores en el cuerpo de sus personajes bromean sobre el idioma inglés, la lengua natal de ambos, pero para Benedicto y Francisco es en realidad un lenguaje terrible, con “demasiadas excepciones para demasiadas reglas”.

Pryce es un veterano de la actuación, está claro que se preparó y hasta estudió las formalidades de Bergoglio, desde su forma tan compasiva para pronunciar sus líneas hasta su expresión no verbal para comunicar su interés por cada ser humano con el que tenía contacto. Del otro lado se aprecia a Hopkins como el “villano” de la historia, con un paso lento y una postura jorobada, provocando cierta distancia hacia los que le rodean y creando cierto desagrado por su trato hacia Bergoglio y su rechazo a aprobarle su retiro, pero más tarde demostrando porque esto ocurre. 

El guionista Anthony McCarten se enfocó claramente en demostrar lo diferente que estos dos personajes son,  sobretodo en presentar (al principio y al final) cómo ambos se presentaban al mundo; sin embargo, ambos tienen el mismo objetivo en la historia: se quieren retirar de sus posiciones porque se consideran incapaces de continuar “ejerciendo su oficio”. La presentación de Bergoglio como un joven padre jesuita es importante para la historia, para poder entender que este rechazo propio viene de años atrás, con revelaciones importantes de lo que vivió durante el terrorismo de Estado en Argentina en la década de 1970, y cómo se sintió responsable de lo que le ocurrió a algunos de sus amigos que se oponían al gobierno. Por el otro lado, no es necesario saber del pasado de Benedicto, pues es su presente y su decisión de permanecer ciego y casi perdonable a los clérigos relacionados a los abusos sexuales lo que le ha empujado a presentar su carta de renuncia. Los procesos de sus retiros no son iguales, y las bromas de los 700 años de diferencia desde el último Papa que dejó el rol antes de morir son resaltados; sin embargo, ambos han pasado por el mismo auto-cuestionamiento, y ambos empujan al otro a no tomar la decisión que ellos quieren lograr para sí mismos. 


Aunque los diálogos y la química de los actores es suficiente para las escenas tan fijas y escasas de acciones físicas de parte de sus personajes, aquí el juego de la fotografía de César Charlone y el diseño de producción de Mark Tildesley tienen un papel importante, manteniendo una atención considerable a los detalles, resaltando la temática sobre las creencias, la fé y las señales divinas a través de elementos religiosos y la naturaleza, desde la posición en la que vuela el humo de una vela que se apaga hasta la decisión de comprar un vuelo hacia el Vaticano días antes de recibir la invitación formal a esta ciudad. 

La iglesia es uno de los “gobiernos” mundiales más importantes y antiguos desde su creación, y la imagen del Papa es lo más divinamente cercano a Dios. El director Fernando Meirelles se encargó de recordarnos esto constantemente a lo largo de la historia, con la forma en que los personajes entregan líneas aparentemente simples, pero con un trasfondo bien importante y un mensaje de sabiduría que se enfoca a la auto-reflexión y a impulsar a encontrar nuestro verdadero lugar en el mundo. Creas o no en Dios, y sin importar tu edad, pasado u origen, todo el mundo tiene un destino divino que está inteligentemente ubicado en el trayecto de la vida para encontrarse a lo largo de la marcha.



The Two Popes

Ficha técnica

Dirección: Fernando Meirelles
Producción: Dan Lin, Jonathan Eirich, Tracey Seaward
Guion: Anthony McCarten
Basada en The Pope, de Anthony McCarten
Música: Bryce Dessner
Fotografía: César Charlone
Montaje: Fernando Stutz
Protagonistas: Anthony Hopkins, Jonathan Pryce

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