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viernes, 23 de diciembre de 2022

Crítica Cinéfila: Women Talking

Un grupo de mujeres, en una colonia religiosa aislada en medio de Bolivia, luchan por reconciliarse con su fe tras una serie de agresiones sexuales cometidas por los hombres de la colonia. 



“Lo que sigue es un acto de imaginación femenina”, declara la tarjeta de presentación al comienzo de Women Talking. Es una descripción precisa: la película es la adaptación de la escritora y directora Sarah Polley de una novela de Miriam Toews, centrada en unas mujeres de una colonia menonita. Pero esas palabras iniciales también son una burla y un desafío: las mujeres están resolviendo su respuesta a años de abuso sexual calculado, años en los que los líderes masculinos de su secta silenciaron sus quejas al insistir en que los horrores que experimentaron pertenecían al reino de demonios o la "imaginación femenina salvaje".

En el centro de la película inteligente y compasiva de Polley está la creencia de que en las películas y en la vida, las palabras pueden ser acción, y para las personas a las que se les ha negado una voz, pueden ser revolucionarias. La inclinación filosófica y, a veces, cargada de fe de la discusión de las mujeres podría desanimar a las audiencias que no están dispuestos a escuchar estos argumentos. Para aquellos que estén listos para dar ese salto paciente, la característica reflexiva y bellamente enfocada es una exploración gratificante que aborda no solo la situación de los personajes, sino también las preguntas existenciales que enfrenta cualquier mujer contemporánea que navega en escenarios patriarcales.

La novela de Toews de 2019 se inspiró en eventos ocurridos en una comunidad menonita en Bolivia, donde durante años las mujeres fueron drogadas y violadas por un grupo de hombres en su colonia  mientras ellas dormían. El libro giraba en torno a las deliberaciones de las mujeres, en un granero después de conocer la verdad sobre sus agresiones. Su conversación se filtró a través de la voz del único hombre en el que aún confiaban, el maestro de escuela August, seleccionado para tomar las actas de sus reuniones porque a ninguna de ellas se les había enseñado a leer o escribir. En la interpretación de Polley, August, interpretado por Ben Whishaw, es un personaje excepcionalmente conmovedor, pero las voces de las mujeres impulsan la historia sin intermediarios, traídas a la vida por un fuerte conjunto de recién llegadas y otros talentos ya establecidos.

La película está rodada en formato panorámico por Luc Montpellier con una paleta desaturada de sepias, negros, grises y azules, un esquema visual realzado por el sutil diseño de producción de Peter Cosco y el vestuario de Quita Alfred, que expresa ingeniosamente personalidades dentro de las limitadas posibilidades de vestuario de las mujeres en este aislado lugar rural sin nombre.

Con un par de días para perdonar a los hombres que han sido arrestados por las violaciones, o ser excomulgadas de la colonia y, por lo tanto, negadas un lugar en el cielo, las mujeres votan tres posibles respuestas: no hacer nada, quedarse y luchar o irse. Estas son las opciones esenciales sobre cómo abordar cualquier crisis de la vida, pero para las personas que han vivido vidas tan protegidas, votar es una tarea extraordinaria. La votación queda empate entre las dos últimas opciones, y las mujeres de tres familias son elegidas para examinar esas opciones y decidir.

Con todos los hombres fuera, ya sea en la cárcel o buscando la fianza de los que lo están, la colonia se transforma: las mujeres están solas. Sometiéndose a una prueba que nunca habían imaginado, y conscientes de que se están embarcando en un trabajo sagrado que cambia sus vidas, se lavan los pies antes de comenzar su conversación en un acto sagrado. Pronto las creencias y los temperamentos chocan entre las ocho mujeres, que representan a tres generaciones. La más joven de ellas, Autje (Kate Hallett), ofrece la narración utilizada juiciosamente durante toda la película, lo que indica un futuro más allá de este punto crítico. Autje y su mejor amiga, Neitje (Liv McNeil), un poco mayor, se trenzan el cabello, juegan y suspiran, intercalando ocasionalmente una o dos palabras sarcásticas y perspicaces.

La pensativa y beatífica Ona (Rooney Mara), que está embarazada como resultado de su agresión, imagina una sociedad donde las mujeres reciben educación y participan en las decisiones que dan forma a la comunidad; ella brilla con ecuanimidad e idealismo. La madre de Autje, Mariche (Jessie Buckley), arremete contra casi todo el mundo con una feroz actitud mezclada con una vulnerabilidad tácita. Salome (Claire Foy), que ya ha demostrado el coraje de desafiar las reglas de los hombres al buscar tratamiento médico para su hija enferma fuera de la colonia, expresa una ira menos conflictiva que la de Mariche, y Foy le da a los instintos maternos y la conciencia de la injusticia del personaje una fuerza formidable y poderosa.

La adolescente Mejal (Michelle McLeod) sufre ataques de pánico y ha comenzado a fumar desde su agresión y aborto espontáneo. Las dos mujeres mayores del grupo, Agata y Greta, son figuras de sabiduría sencilla interpretadas a la perfección por Judith Ivey y Sheila McCarthy, respectivamente. La ira de las mujeres hacia los hombres es un despertar, que deshace vidas de resentimiento no expresado; los niños son otro asunto, y con solo unas pocas tomas de sus rostros jóvenes, Polley le pide a su audiencia que considere cómo los niños inocentes crecen para convertirse en el tipo de hombres que detienen a las mujeres y, en ocasiones, las maltratan.

Su guión le da a cada una de los personajes principales un monólogo. Frances McDormand, productora de la película, aparece brevemente en la pantalla como alguien que no puede imaginar dejar la comunidad; hay una historia no contada en las aparentes cicatrices de cuchillas en su mejilla; la forma en que la aceptación del abuso por parte de las mujeres se transmite de una generación a la siguiente se aborda en otra parte de la historia, de manera conmovedora.

Es August de Whishaw, con su amor de toda la vida por Ona correspondido en amistad pero no romance, quien es la figura de la angustia de la película. Un ex miembro de la colonia cuya familia fue desterrada porque su madre "cuestionaba cosas" sobre las restricciones patriarcales de la comunidad, a veces está tan atormentado por el abatimiento.

El aspecto más fascinante de la historia es que se ve a estas mujeres alejadas del matrimonio y las tareas domésticas (aunque hay destellos de la sencillez espartana de sus hogares). Una vez que se reúnen, se enfocan en asuntos monumentales de autodeterminación y autoliberación, y se hacen preguntas esenciales: el diálogo elocuente de Polley se basa en el material de origen y encuentra sus propios ritmos. Lo que importa más que quién quiere quedarse o irse es la forma en que las interacciones de las mujeres cambian a cada una de ellas y la forma en que encuentran armonía, a veces literalmente, uniendo voces en interpretaciones restauradoras de himnos tradicionales. En estas circunstancias, “Más cerca de ti mi Dios” y las citas de las Escrituras pueden ser expresiones de algo radical.

A lo largo de la película, la partitura de Hildur Guðnadóttir (Joker , Chernobyl) es una hábil mezcla de tradición y un sentido de anhelo, mientras que la inclusión de "Daydream Believer" de los Monkees enriquece una secuencia que involucra a un censista que es un hermoso pop de la surrealista.

La cámara de Montpellier sigue a las niñas de la colonia mientras corretean por los campos con un lírico abandono infantil. Captura la luz interior de las mujeres, y él y Polley enmarcan las interacciones de las mujeres con composiciones formales que las arrojan al resplandor de algo histórico y duradero. El mundo más allá de ellas, visto desde la puerta abierta del granero, es un borrón impresionista. ¿Qué más podría ser para las personas a las que nunca se les ha permitido ver un mapa?


jueves, 15 de noviembre de 2018

The Girl in the Spider's Web

La hacker Lisbeth Salander (Claire Foy) y el periodista Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason) se encuentran atrapados en una red de espías, ciberdelincuentes y funcionarios corruptos del gobierno.



Si estás esperando ver a la Lisbeth Salander de The Girl with the Dragon Tattoo, lamento ser la traedora de malas noticias: son diferentes autores, y por tanto personajes con cualidades distintas, a pesar de querer ser la misma. Por lo tanto Claire Foy no es solo una imagen nueva, sino también representa una personalidad que no había sido explorada en la película del 2015.

En esta película, la joven 'hacker' vuelve a demostrar una vez más su talento para la investigación y para romper los mejores sistemas de seguridad del mundo. Ha participado en un ataque hacker sin razón aparente y está asumiendo riesgos que normalmente evitaría. Mientras, la revista Millennium ha cambiado de propietarios. Quienes le critican, insisten en que Mikael Blomkvist ya es historia. Una noche, Blomkvist recibe la llamada del profesor Frans Balder, un eminente investigador especializado en Inteligencia Artificial quien afirma tener en su poder información vital para el servicio de inteligencia norteamericano. Su as en la manga es una joven rebelde, alguien a quien Blomkvist conoce demasiado bien. Mikael siente que esa puede ser la exclusiva que él y Millennium tanto necesitan, pero Lisbeth Salander, como siempre, tiene sus propios planes.


Hay una nueva historia de fondo para Lisbeth que suaviza el original de múltiples violaciones y abusos. Ella ahora tiene habilidades informáticas mucho más avanzadas. También tiene la nueva superpotencia de acceso a cualquier computadora en el mundo en dos clics, sin mencionar las motos y Ferraris sobre hielo y nieve a la velocidad de Le Mans y sobreviviendo a ciertas situaciones de muerte. Si presentas una versión femenina enfadada y perforada de James Bond, estás en el espíritu de la pieza dirigida por Fede Alvarez y protagonizada por Claire Foy ( First Man, The Crown ) en el papel principal.

Al igual que la película de 2011, esta sabe manejar el género que desarrolla, escondiendo detalles para ser revelados más tarde, y a su vez creando suficiente tensión para más tarde sorprender a toda la audiencia. El manejo de los antagonistas es otro aspecto a resaltar, pues la historia sabe guiar y engañar al público con trampas falsas para más tarde revelarte que el antagonista es bien cercano al protagonista. 

A diferencia de la película de David Fincher, esta tiene una estructura más clara, y esto puede ser bueno y malo a la vez, porque a pesar de querer dejar todo bien establecido, pierde esa temática de lo engañosa y enredada que puede ser el manejo del internet. Así mismo, las tecnologías siguen siendo armas poderosas pero no son las que al final del día ayudan a resolver el problema, lo cual le agrega un valor más humano a esta historia.


Claire Foy es una camaleona. Se puede meter en el cuerpo de cualquier personaje, no importa que tan complejo este pueda ser. Y Lisbeth Salander no es la excepción; a pesar de haber sido excelentemente interpretada por Rooney Mara en su película anterior, Claire le agrega esa humanidad que en ocasiones le faltó a Rooney. No es reactiva, sino aún más calculadora, preparada para cualquier situación que venga de por medio. Así mismo, su preparación física para todas esas peleas y lanzadas desde lo alto es impresionante y empoderadora. No deja caer el personaje a pesar de estar atrapado bajo el latex o intoxicada por su propia hermana. Un punto a resaltar es que el personaje de Salander parece ser más fuerte y agil que Mikael, quien aquí termina siendo una víctima insuficiente, y no un compañero de batallas como anteriormente lo habíamos visto.

Por otro lado, el reencuentro de Lisbeth y Mikael no es tan mágico como muchos fanáticos imaginaban, dejando la gran interrogante de por qué Mikael parece más joven que Lisbeth. La línea de tiempo parece enredarse aún más, y es difícil creerse que estas dos personas tuvieron una conexión en algún momento de sus vidas, sobretodo porque Mikael está muy distante y a la vez se comporta de manera egoísta en más de una ocasión. 


Los escenarios nevados de Suecia le sirven bien a las explosiones y velocidades de las secuencias de acción, que son complementadas por una banda sonora que recuerdan el ambiente de esta película. Así mismo, el uso del color es muy específico, manteniendo todo blanco y negro, tal y como Lisbeth lo sigue, para enseñar cuando es que el verdadero cambio en su vida llega. Otro aspecto técnico a resaltar es el monntaje de las escenas, gracias a la ingeniosa edición que crea una coreografía entretenida de las imágenes con el sonido y la música, destacando aún más el género de thriller acción.

A pesar de que Lisbeth sigue teniendo el dragon tatuado en su espalda, la metáfora de las arañas está muy bien implementada en la historia desde la primera escena de la película, y se adentra aún más al lado oscuro de la vida de la protagonista, momentos que son necesarios para poder entender por qué Lisbeth es como es. Es una producción distinta a la de 2011, pero que le hace honor a un personaje que debería convertirse en el equivalente femenino perfecto de James Bond: una mujer que nada ni nadie es capaz de detener y que no se detiene hasta que completa su plan.


jueves, 18 de octubre de 2018

First Man

Cuenta la historia de la misión de la NASA que llevó al primer hombre a la luna, centrada en Neil Armstrong (interpretado por Ryan Gosling) y el periodo comprendido entre los años 1961 y 1969. (FILMAFFINITY)



Nadie puede asumir que los momentos históricos más memorables de la humanidad están completamente libres de dramatismo. Resultaría muy difícil creerlo, pues para lograr cosas maravillosas en este mundo, esto significa que hubo una importante inversión de vidas humanas, dinero y tiempo de preparación. El cine de Damien Chazelle siempre se ha enfocado en retratar como el éxito de una persona significa años de esfuerzo, caídas, tragedias y hasta muertes. Sus historias son humanas y se encargan de recordarlelo a la audiencia una y otra vez.

The First Man, la cuarta película dirigida por Damien Chazelle pero la primera que él no escribe, trata sobre la vida del primer hombre que estuvo físicamente en la Luna. La historia está narrada desde la perspectiva de Neil Armstrong, un piloto que, después de haber sido "castigado" por llevar su avión más allá de la atmósfera, decide aplicar a ser astronauta de la NASA. Allí, su vida cambia a un remolino de entrenamientos intensos, preparaciones mortales y la duda constante de si por fín podrán llevar a un hombre (estadounidense) a la Luna. En un lapso de ocho años, la vida de Armstrong se concentró en investigaciones, dramas familiares, vidas tronchadas y una misión que se podría considerar una de las más peligrosas de la humanidad.


Esta es la segunda vez que Damien Chazelle trabaja con Ryan Gosling, pero es obvio que la preparación no fue la misma: muy al contrario de todos los protagonistas que Chazelle ha llevado a la pantalla grande, Gosling se presenta como un personaje de muy pocas palabras pero con frustraciones internas que no se atreve a llorar a gritos. Encarna a un Neil Armstrong que prefirió callarse cada luto y que cada muerte representó para él un impulso a lograr su meta. El hecho de que la muerte de Karen significó el principal motor de Armstrong es un elemento muy poderoso y a la vez extremedamente depresivo, pues esto obliga al personaje a encerrarse en una burbuja donde nadie puede acceder, ni siquiera quien se supone es su soporte a través de los años. El personaje tiene un arco narrativo tan intenso y dramático que la escasez de sus palabras se responden con cada mirada y cada emoción que expresa. Gosling es sin duda un hombre de muchos talentos, y el hecho de llevar a Armstrong con un gesto que quizás muy pocas personas conocían podrá haber sido uno de sus mayores retos como actor, pero puede decir con satisfacción que lo logró con altura.

Por otro lado, Claire Foy brinda una Janet Armstrong (o Janet Shearon) presenta otro importante personaje de la historia, a quién no le dieron una medalla de honor, pero que se la merecía por ser la verdadera cabeza de la familia, y quién se encargó de mantener la familia unida, o por lo menos evitar que cayera a la deriva. Con la temprana muerte de la hija de los Armstrong, Claire Foy muestra una mujer que no se tragaba sus penas y que era la única que se atrevía a exigir lo justo para los demás. La química entre Foy y Gosling en estos personajes es simplemente divina, sobretodo por la manera tan emotiva en que se expresaban sus sentimientos. Se sienten como una pareja real, pero sobretodo como una pareja que se complementan hasta en sus silencios. El hecho de terminar la película con una imagen de la pareja, haciendo las paces (spoiler!) significa a la vez que los conflictos entre ellos eran finalmente solucionados.


Pero si la historia no saca a la audiencia de este planeta, seguro que la cinematografía y los efectos de sonido lo logran. La fotografía, realizada por el sueco Linus Sandgren (La la land), está caracterizada por primerísimos planos y cámaras en mano con movimientos sacudidos que crean la sensación de estar en cada nave en la que se sube Neil Armstrong. Lo que se propone este cinematógrafo, junto con el estilo fílmico de Chazelle, es una verdadera teletransportación de la audiencia, que logra ser complementada a la perfección por una banda sonora compuesta por Justin Hurwitz (también La la land) y efectos de sonido que sacaban a cualquiera de la atmósfera. Todos estos elementos juntos son un buen recordatorio de por qué hay que ver películas en el cine. Es una experiencia diferente y única.

Mi principal queja sobre esta película es el tiempo que se toma para desarrollar el suspenso. En muchas ocasiones resulta necesario, pero en momentos en que la humanidad ya sabe lo que va a ocurrir, parecen eternos e inagotables. Es casi esperando lo repetitivo, y al contrario de crear tensión, era más bien demasiado lento y a veces aburrido. Del mismo modo, la película omite escenas que quizás muchas personas de la audiencia esperaban ver, como el regreso de Apollo 11 al planeta Tierra.

A pesar de no haber sido escrita por el mismo Damien Chazelle, First Man no se aleja de lo que a él le gusta narrar. Es una historia sobre las batallas del ser humano para llegar al éxito, pero sobretodo es una historia sobre los conflictos internos de una persona que no logran ser completamente asimilados hasta que esta consigue un logro externo. Le hace honor a su género, al momento histórico y sobretodo al personaje reconocido, que no solo fue el primer hombre en caminar en la Luna, sino uno de los pocos que asumió el reto con mucha valentía.