viernes, 11 de enero de 2019

Crítica Cinéfila: If Beale Street could talk

Basada en la novela de James Baldwin, sigue a Tish, una mujer de Harlem embarazada y recién comprometida, que lucha contrarreloj para demostrar la inocencia de su pareja.



Barry Jenkins tiene un estilo cinematográfico muy particular: es fácil darse cuenta que una película ha pasado por sus manos, pues la obra en su totalidad se comporta de una manera armoniosa que provocaría hasta celos en aquellos que han intentado lograr algo similar. El ha encontrado la forma de mezclar cine y poesía en un solo lugar, y congeniarlos con una naturalidad que es imposible no llorar con las emociones que transmiten sus personajes. 

If Beale Street Could Talk es una adaptación del libro de James Baldwin, un novelista y crítico social, amigo cercano de Malcolm X y Martin Luther King Jr., y por tratarse de un luchador por los derechos civiles de las personas de color, esta historia se enfoca en esa temática, pero más enfocada en los adentros de una familia de color y cómo una fuerza racista externa crea un gran conflicto que casi no tiene solución. 

Fonny y Tish están enamorados, y esto los protege de sus respectivas familias y del mundo exterior hasta que Fonny es falsamente acusado de violación. Es encarcelado y recluido antes del juicio. Tish descubre que está embarazada y su familia, a pesar de que les preocupa que sea muy joven para tener un hijo, le brinda apoyo. Así todos comienzan a ayudarle, consiguiendo un abogado para defender a Fonny, con la esperanza de encontrar pruebas y un testigo que le permita ser liberado antes de que nazca el bebé.


Jenkins utiliza esta novela de Baldwin (que les aseguro es tan profunda y emocionante como la película) y fue pasando verso tras verso con una calma y delicadeza que casi gritaba todo lo contrario. A pesar de la forma tan dramática y puntualizada en que cada línea era pronunciada, a su vez se sentía el contraste y la fuerza de esa actitud que cada personaje escondía tras su participación en pantalla. El diálogo está construído para que se asimile a un discurso de los años 60, enfocándose en cómo el racismo era casi inevitable, y cómo la gente blanca siempre encontraba la manera de hacerle la vida imposible a las personas de color.

A nivel general, el guión ha sido desarrollado para ir explicando la historia de una manera fuera de lo tradicional: en vez de contar todo de forma lineal, se enfoca más en la relación de Tish y Fonny y a partir de ahí van saliendo los problemas que los rodean, las intenciones de muchos para separarlos, y cómo ellos lograron seguir amándose a pesar de las distancias y dificultades de por medio. Y a pesar de que reconozco que el guión es lo más cerca a una obra maestra de calidad increíble, quienes se roban el estrellato son los actores que encarnan cada uno de los personajes: Regina King como la madre que lucha por ayudar a su hija y hace hasta lo imposible para que se haga justicia; Kiki Layne hace su debut como actriz principal encarnando a la novia que debe mantenerse fuerte por su pareja, y seguir con los procesos de su embarazo y del juicio de su amado; y Stephan James como el novio que vivía limitado por las situaciones raciales y que luchaba consigo mismo para no descargar su furia sobre el tema en personas que no tenían que ver con eso. La química entre James y Layne es una de las armas mortales de Jenkins, con una fuerza de encantamiento que enamorarán hasta los más fríos de corazón. El resto del elenco solo continúa la magia en una historia que, a pesar de las tragedías, demuestra que todavía es posible la entrada de algunos rayos de esperanza.


La fotografía y la banda sonora son dos aspectos que Jenkins vuelve a utilizar de manera muy similar a como lo hizo en Moonlight: enfocado en tomas de primer plano y con composiciones que ponen la piel de gallina, con el objetivo claro de mantener la emocionalidad y dramatismo en cada secuencia, flashback y escena de fantasía. Es parte importante de su cinematografía pues ha sido un estilo establecido que le ha permitido mantener su narrativa como el tope y ser complementada por estos aspectos técnicos que completan la historia como una sinfonía. 

Y por supuesto, no se puede dejar de mencionar el diseño de producción, otro aspecto que se trabaja con mucha delicadeza y atención, en donde cada detalle es importante a destacar, ya que el vestuario representaba la personalidad de cada uno de los personajes o gritaba alguien que estos intentaban ser y que su misma realidad les decía otra cosa. Las escenografías fueron cruciales para establecer el tiempo en que se desarrollaba esta historia y, a la vez, el estatus socioeconómicos de los mismos, sin darle mucho enfoque a esto, pero sin dejarlo en el aire.

If Beale Street Could Talk es arte y grito social a la vez. Es necesidad de lucha sin una gota de sangre. Es amor y lágrimas por muchas razones en conjunto. Pero aún más importante: es una obra que llama la atención desde su primera escena hasta la última antes de los créditos, con la intención de decir "no importan cuantos problemas hayan de por medio, si se quiere algo, se mantiene sin importar los problemas". Que grande eres, Jenkins.




If Beale Street Could Talk

Ficha técnica

Dirección: Barry Jenkins
Producción: Megan Ellison, Dede Gardner, Jeremy Kleiner, Adele Romanski, Sara Murphy, Barry Jenkins
Guion: Barry Jenkins
Basada en If Beale Street Could Talk por James Baldwin
Música: Nicholas Britell
Fotografía: James Laxton
Montaje: Joi McMillon y Nat Sanders
Reparto: Kiki Layne, Stephan James, Regina King, Colman Domingo, Teyonah Parris, Michael Beach, Dave Franco, Diego Luna, Pedro Pascal, Ed Skrein, Brian Tyree Henry

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