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jueves, 7 de marzo de 2019

Crítica Cinéfila: Captain Marvel

La historia sigue a Carol Danvers mientras ella se convierte en uno de los héroes más poderosos del universo cuando la Tierra se encuentra atrapada en medio de una guerra galáctica. 



Años 90. Unas decadas después de Captain America y dos antes de Iron Man. Una guerra se desataba entre dos razas alienígenas: los Krees y los Skrulls. La guerrera Vers es asignada a una misión en cubierta, se ve atrapada rodeada del enemigo y al escapar, es enviada al planeta Tierra. Allí se ve en la misión de encontrar los Skrulls que también han aterrizado en este planeta, con el plan de encontrar un "arma" creada por Wendy Lawson. Al unir fuerzas con el conocido Nick Fury, Vers comienza a recuperar pequeños extractos de su pasado, como su origen, su verdadera familia y la razón por la que ella fue llevada a ser parte de la Fuerza Estelar.

Muchas personas (incluyéndome) estaban muy entusiasmadas con esta película, pues se anunciaba a ser la próxima por destronar a Wonder Woman (2017), y se debe reconocer que la película hizo unos movimientos dignos de romper algunos estereotipos femeninos que la película del Universo de DC no pudieron evitar, como el hecho de darle una pareja sentimental o débil. Captain Marvel es quizás lo más cercano a Black Widow, pero sin ningún interés romántico, exclusivamente enfocada en su misión y con la fuerza necesaria para enfrentarse a quien sea.


Brie Larson supo entrarse en el cuerpo de la superheroína creada por Roy Thomas, escritor de comics de Marvel. Y es necesario admitir que hizo una recopilación de los mejores aspectos del personaje: su personalidad, actitud ante los demás, la manera en la que habla, se mueve y se comporta, incluso algunas de las frases más icónicas de los comics (I'm sorry I'm a badass).

Pero un aspecto que quizás la separa mucho de lo que se creó en los comics es su relación con los demás personajes. El carácter fuerte que Brie Larson le dió al personaje lo convirtió en una "caballera" casi egocéntrica que actuaba por sí sola y pocas veces considera la opinión de los demás. Incluso al nivel que, cuando lo hace, se ve muy forzada y hasta incómoda. Con el único personaje con la que no se veía tan forzada era con Nick Fury (una vez más representado por Samuel Jackson, en una versión increíblemente más joven que hasta me hizo cuestionarme si esta película fue filmada antes que Iron Man). Fury y Vers tuvieron una química que hacía de sus escenas de diálogo las más aceptables.

Y por supuesto, la introducción de otro Tesseract, el cual ya lo hemos visto en varias películas de Marvel, y el cual está protegido en el interior de Goose, una bestia alienígena de apariencia felina (es un gato en la Tierra) con un bolsillo dimensional que esconde esta poderosa piedra de cualquier ente que trate de apoderarse de él (y por eso Thanos nunca lo encontró en Avengers: Infinity War


Pero eso no significa que las escenas de acción no fuesen las más entretenidas. Es definitivamente el mejor aspecto visual de la película: entre los enfrentamientos dentro de las naves galácticas, más las batallas en la Tierra, y los juegos de luces en el espacio, está muy claro que el equipo de Lucasfilm hizo su buen aporte técnico a la historia y ayudó a Captain Marvel a darle ese look visual que los comics lograron con tanta pasión.

Y además de esto, el trabajo de escenografía y vestuario son otros dos puntos a favor: la escenografía por encargarse de retratar escenarios que fueron tan maravillosos en los diseños creados por el artista visual Gene Colan, y el vestuario por darle un toque más cercano al personaje del comic, no solo en la parte de los colores, sino también el estilo del cabello y sus herramientas de batalla. 

Captain Marvel es, sin dudas, una película que me dejó balanceando en dos extremos. No me gustó la actitud feminista extrema que le quisieron dar a casi todos los personajes femeninos, pero tampoco detesté el arco que incorporaron en los personajes. Lograron conectar elementos interesantes del universo de Marvel, pero la vincularon demasiado a los planes "a futuro" de Thanos y no dejaron que la película brillara por sí sola, cuando el personaje de Captain Marvel es uno de los más interesantes y completos de esta colección de comics. 

Desde el punto de vista de una fanática del personaje: esperaba más, pero no me decepcionó por completo.


viernes, 25 de enero de 2019

Crítica Cinéfila: Glass

Continuando desde donde lo dejó "Split", "Glass" sigue los pasos de David Dunn en su búsqueda de la figura superhumana de "La Bestia". En la sombra, Elijah Price parece emerger como una figura clave que conoce los secretos de ambos.



Shyamalan es un director de cine de momentos: su momento de fama lo tuvo con El Sexto Sentido (1999), y a partir de ahí la narrativa y la calidad de sus historias variaron y decayeron, claramente tratando de encontrar su estilo y su género. Experimentó y logró volver a posicionarse con el estreno de The Visit (2015), pero había un lugar donde le faltaba revisitar, y ya lo había hecho en una de esas historias que se debe reconocer era una idea original: Unbreakable no terminó inconclusa pero sí con una serie de personajes que ameritaban reutilizarse. Así surge Split, enfocada en un villano que lucha por ser La Bestia, y que al final hace una breve conección con Unbreakable.

Con ese breve final, Shyamalan nos decía dos palabras: habrá crossover. 

Glass sucede unas semanas después de lo ocurrido en Split, donde David busca exhaustivamente a Horde, con la amenaza de que tiene cuatro jóvenes cautivas que podrían morir en cualquier momento. Una vez se encuentra con él y cada uno ve la fuerza invencible que posee su oponente, ambos son apresados y llevados al mismo hospital Psiquiátrico donde Elijah está recluído. Allí Elijah vuelve a encontrar su propósito en la vida: con la entrada de David y Kevin al hospital, esto le da la oportunidad de enseñarle al mundo que los superheroes y villanos son reales, a pesar de que un grupo de personas se han dado a la tarea de ocultar esta verdad.


El tema de esta franquicia siempre será uno de los mayores atractivos para mi: demostrar que cuando los seres humanos se enfrentan a situaciones extremas, sus poderes salen a la luz. Quizás no sea una verdad que se pueda confirmar, pero es un concepto que la industria del cine nos permite fantasear, que los comics los aprovecha al máximo y que Shyamalan explora con una paciencia y desenvolvimiento que no pretende ser con prisa pues tiene también el objetivo de establecer el pasado de estos personajes, la razón de sus iras, tristezas y anhelos. 

El tema se conecta con las debilidades de estos personajes, envolvíendose en la teoría de que "todo superhéroe tiene una debilidad", y para poder vencer al villano, deberá superar esta debilidad. Esta misma teoría se intercala a la correcta construcción de personajes, donde para que un personaje sea creíble e interesante en una película, debe tener características realistas: debilidades, fortalezas, miedos y metas. Y sin esto, la película no causara la misma impresión, pues lo que verdaderamente la convierten en una película interesante son sus personajes: David es el típico héroe que se adapta a los problemas, sin frustrarse por encontrar soluciones en lugares donde no parecen darselas como opción; Elijah es el héroe dispuesto a lograr su cometido sin importar las consecuencias de sus actos; y Kevin es el héroe renuente, quien solo reacciona si lo obligan a cometer ciertos actos. 

El desarrollo de cada uno de estos personajes es una de las mayores fortalezas del guión de Shyamalan, pero el verdadero mérito se lo lleva con el personaje de Kevin, no solo por el hecho de representar una serie de minipersonajes dentro de uno, sino aún más importante por la increíble actuación de James McAvoy encarnando estas personalidades. Algo que Split no presentó y que esta película si se enfocó en lograr era ver cómo sucedían los cambios de personajes, y verdaderamente parecía como si fuese el trabajo de un grupo de actores. Sin embargo, McAvoy le recuerda a la audiencia una vez más el talento que siempre lo ha destacado, pero que con cada película evoluciona.


Por otro lado, la interacción de los tres personajes principales se asemejan a un triángulo amoroso, donde podría ser dos contra uno o todos contra todos dependiendo del momento de la película, pero a la vez establece las relaciones y químicas entre ellos, lo cual es otro aspecto que funciona con mucha fuerza, y que realmente es lo que mantiene a la historia con movimiento. Sin la rivaldía y momentaneos deseos de compañerismo, esta historia no tuviese mucho sentido.

Un personaje que regresa y lo hace con un propósito inesperado es el de Casey (Anya Taylor-Joy), quien había apenas salido con vida de Split, y ahora regresa con posibles sentimientos de amor por el Kevin. El cambio es un poco brusco, sobretodo porque la audiencia nunca tuvo oportunidad de encontrar la lógica a este cambio.

Por supuesto, no se puede mencionar las secuencias de acción, que hacen referencia a una fotografía de cine de acción, pero con la musicalización del thriller y suspenso que fue introducido con Unbreakable. Un aspecto interesante del uso del género en esta película es como las referencias visuales mantienen un balance entre ambos (superhéroe y thriller psicológico) influenciándose del tono y estilo de cada uno, pero concluyendo la historia con un ritmo y situación muy particular.

A propósito del final, este es el aspecto más débil de la película, pues a pesar de alejarse de la temática de "final feliz", es muy complaciente, queriendo dejar a la audiencia satisfecha por lo que ha ocurrido, pero en vez nos deja con cuestionantes que aparentemente nunca serán respondidas, y por lo tanto dejan una sensación de ambigüedad.

No obstante a esto, es una película que sabe cumplir con las expectativas que ha creado. Finalmente, Shyamalan encuentra su mejor estilo, otorgando una trilogía con un lenguaje, estilo y punto de vista propio, donde los buenos no son tan buenos, los malos tienen razones suficientes para existir, y los comics son parte de la realidad humana.


jueves, 4 de octubre de 2018

Life itself

Una historia de amor ambientada en las calles de Nueva York y España que se extiende a lo largo de varias generaciones, con diferentes personajes cuyas vidas se entrecruzan.



La filmografía de Dan Fogelman se caracteriza por dos factores: la interrelación social y familiar, y el factor sorpresa. Lo hemos visto en Tangled, Crazy Stupid Love y lo estamos viviendo con This Is Us. Es increíble como su estilo de escritura es tan particular que ya es fácil de reconocer. Life Itself es su último ejemplo y, en mi opinión, uno de sus mejores trabajos como guionista.

La trama se divide en multiples pequeñas historias (A continuación - SPOILERS):

Comienza siguiendo el romance entre Will y Abbey en New York, y como cuando estaba embarazada de su hija, fue golpeada accidentalmente por un autobús, muriendo instantaneamente. Dylan (la hija de Will y Abbey) nace una semana antes, pero seis meses después Will decide quitarse la vida, deprimido por la muerte de su esposa. Dylan crece con sus abuelos, pero su suerte no mejora cuando su abuela fallece, y luego su perro. Por otro lado, del otro lado del mundo en España, la historia sigue la complicada relación de jefe y agricultor entre Vincent Saccione y Javier González, y cómo cuando este último es acendido a Supervisor principal de tierras, su novia (que pasa a ser esposa y madre de su hijo) se muda a las tierras donde él trabaja. No obstante, Vincent iniciará una amistad con la esposa y el hijo de Javier, lo cual no será de su agrado y lo llevarán a tomar peores decisiones en su vida y la de su familia.


Un detalle que es necesario resaltar sobre la historia es la individualidad en la que se cuentan cada una de las pequeñas historias y cómo estas se unen de una manera tan orgánica y a la vez inesperado. El subtexto del que está cargado cada una de las escenas de esta película sirve para entender cómo todas las relaciones se conectan y cómo cada uno de los personajes están en el lugar que están por una razón de la vida. No hay un simple momento en que la historia resulte incoherente o incompleta pues Fogelman se toma el tiempo necesario para darle un por qué a todo. 

En ese mismo sentido, y al ser esta una historia muy cercana a cada uno de sus personajes, el desarrollo de estos está tan bien estructurado que es muy difícil perderse en sus filosofías. Cada uno es muy específico de su ser, sigue su propio entendimiento y responde de una manera muy particular. Gracias a la personificación de cada uno de los actores, reencarnan estas vidas a un nivel que la sentimos más cerca de la realidad. Sus tragedias y sus triunfos no resultan exagerados ni mucho menos escasos de verdad. Y a pesar de ser ficticios, obligan a la audiencia a adentrarse en lo que ellos sienten y ven, con una transparencia que sensibiliza cualquier ser humano.


La estructura es otro de los ingenios de Fogelman, en donde rompe todos los parámetros de un guion y cuenta la historia por capítulos, dándole principio y un supuesto final a cada historia, pero a la vez abriendo la posibilidad de una mezcla de historias en algún momento de esta. El final de una es el principio de otra, y las perdidas de un personaje resultan los triunfos de otros. En el último momento la historia conecta tan bien y sorprendentemente que solo nos interesa saber hacia donde sigue la vida de estos personajes.

En aspectos técnicos, la música complementa una narrativa que acompaña las acciones de los personajes para no permitirle a nadie perderse o confundir secuencias. Cada secuencia tiene un narrador distinto que es un personaje extremadamente importante para la historia y se revela al final de la misma. Del mismo modo, la película utiliza un estilo fotográfico similar a los documentales, lo cual hace una buena química con la narrativa, los personajes y la historia en sí.

Life Itself está libre de la dulzura moderada de "This Is Us", pero con una calidad de guión superior a la de 2011 "Crazy Stupid Love". Los últimos 20 minutos de la película resultan ser un sentimentalismo en su máxima expresión, recordándonos que somos de quienes venimos, y que llevamos los espíritus de nuestros seres queridos al próximo capítulo de su historia viviendo nuestras propias vidas.