jueves, 27 de junio de 2019

Crítica Cinéfila: Anna

Bajo la hipnotizante belleza de Anna Poliatova (Sasha Luss) se esconde un secreto que la lleva a poder desatar una imparable agilidad y fuerza, convirtiéndose así en una de las asesinas a sueldo más temidas por los gobiernos de todo el planeta. 



Anna se siente como un intento modernizado de La Femme Nikita, una película que hablaba sobre una joven francesa huérfana que lleva una doble vida: amante cariñosa y dedicada, y espía/asesina asignada del gobierno. Lo decepcionante no es solo que Luc Besson no pudiera simplemente rehacer la famosa película de Nikita, sino que hiciese su peor versión.

Anna (Sasha Luss), una drogadicta de Moscú cuyo ingenio y calma la llaman la atención de un fantasma de la KGB (Luke Evans), y antes de que alguien se dé cuenta, está operando en París como una modelo de élite que se dedica también a asesinatos por encargo.

No hay subtexto, no hay tensión; en ningún momento te preocuparás de que Anna pueda ser atrapada o asesinada, porque todo el trato de Besson son escapes, amputaciones y falsificaciones de último segundo. La única variación que juega en La Femme Nikita es que no sigue una línea cronológica, prefiriendo mostrar un evento impactante en el presente, para luego volver a varios meses antes, cuando se sentaron las bases para cualquier cambio o traición que ya se hayan presenciado en pantalla, y creanme que estos viajes en el tiempo no pudiesen haber mareado más.

Besson parece pensar que es una elección estructural atrevida, pero todo lo que hace es enseñar a no tomar nada a su valor nominal. No se dan razones para que alguien se preocupe por el por qué de cualquier cosa, entonces, ¿por qué alguien estaría invirtiendo en cómo hacerlo? El vacío de Anna, combinado con su tiempo de ejecución de dos horas otorga un momento para uno analizar que uno no se estaría perdiendo de nada si hubiese evitado mirar esta película.


¿Por qué se ha diseñado Helen Mirren para que se parezca a Fran Leibowitz como la administradora de la KGB de Anna? ¿Por qué tantos montajes de asesinatos que terminan cuando Anna estrangula a su víctima? Y si quiere hablar sobre detalles de la época, Anna tiene lugar entre 1985 y 1991, en la era de Glasnost: Mikhail Gorbachev está en el poder y la URSS se está abriendo a Occidente. Pero esta película está perdida sin horizontes ni seguimientos a la realidad del mundo en aquel entonces. Y no solo eso... Besson se equivoca con los detalles del período más básico: los moscovitas comunes tienen IBM ThinkPads y WiFi, las salas de situaciones de la CIA tienen pantallas planas y los teléfonos móviles de todos son considerablemente más pequeños de lo que hubieran sido. 

Besson pasó la mayor parte del año pasado involucrado en situaciones sobre MeToo, hasta el punto en que afectó la estrategia de distribución estadounidense de Anna. Mientras más dura Anna, más incómodas se sienten las opciones de Besson, pues al final del día, es una mujer balanceándose entre dos hombres y un patriarcado de espías. Luss, que se parece a Milla Jovovich (la ex esposa del cineasta), se ve casi exclusivamente como un objeto físico, deseado y utilizado por casi todos. Lo más cercano que tiene la película a un tema es la idea de que siempre está trabajando para alguien que promete su libertad; da un paso atrás y se da cuenta de que está siendo intercambiada entre divisiones e instituciones como una posesión. Incluso el romance de Anna con otra modelo (Lera Abova) es, en última instancia, solo transaccional: a Anna se le ha ordenado usarla como cobertura, porque las novias disuaden a los depredadores.


Besson podría argumentar que todo este fetichismo está al servicio de su héroe que finalmente reclama su propia agencia, pero es la razón más fina, y no explica realmente por qué la cámara ve a Anna como un objeto a lo largo de la imagen.

Por su parte, Luss no juega en los clichés. Ella le da a Anna un núcleo de rabia y vigilancia que apoya perfectamente todo el trabajo físico que debe hacer en el transcurso de la película. La mayoría son cosas muy comunes para correr y saltar, hasta que se presencia una secuencia en la que Anna se inspira en John Wick a través de un restaurante lleno de matones, armada solo con una pistola vacía; al final de la secuencia, está cortando gargantas con platos rotos y matando a su marca con un tenedor. Sin embargo, es difícil leer a la actriz, pues sus emociones son muy planas, sin siquiera intentar expresarse.

Pero esa es la única escena en Anna en la que todo se junta y se ve la película que podría haber sido: robusta, implacable, inteligente y divertida. Mientras tanto, es una historia vacía, confusa  y sin un fin determinado.


Anna

Ficha técnica

Dirección: Luc Besson
Producción: Luc Besson, Marc Shmuger
Guión: SLuc Besson
Música: Eric Serra
Fotografía: Thierry Arbogast
Montaje: Julien rey
Reparto: Sasha Luss, Luke Evans, Cillian Murphy, Helen Mirren

No hay comentarios.:

Publicar un comentario