miércoles, 19 de junio de 2024

Crítica Cinéfila: The Watchers

Mina, una artista de 28 años, queda varada en un bosque en el oeste de Irlanda. Cuando encuentra refugio, sin saberlo, queda atrapada junto a tres extraños que son observados y acechados por misteriosas criaturas cada noche. 



Una película de terror sobrenatural de buen ritmo que está construida sobre una premisa de alto concepto, sostenida por una dirección impresionantemente elegante, obstaculizada por algunos de los diálogos más torpes que jamás hayas escuchado, y luego deshecho por un final retorcido tan claramente telegrafiado desde el principio que bien podría haber sido enviado al tercer acto por Western Union, “The Watchers” ofrece amplia evidencia para sugerir que la directora debutante Ishana Night Shyamalan, hija de M. Night Shyamalan, probablemente está siguiendo demasiado los pasos de su padre.

Si hay mucho en su debut que me hizo desear que la manzana hubiera caído un poco más lejos del árbol, incluso cuando el material le está rogando que abra su propio camino. Y, sin embargo, por frustrante que pueda ser a veces, la leal devoción del joven Shyamalan por la marca familiar resulta extrañamente apropiada para una historia tan plagada de cargas parentales, comportamiento repetitivo y la necesidad de vida o muerte de satisfacer las expectativas de una audiencia. que te destrozarán en el momento en que les des la espalda. 

En “The Watchers”, el público tiene garras lo suficientemente grandes como para dejar marcas permanentes en un panel de vidrio a prueba de balas. Esos surcos violentos son lo primero que notamos en el brutal refugio de concreto donde Mina (Dakota Fanning hosca pero testaruda) se resguarda después de que su auto se avería en un bosque anónimo en algún lugar entre Galway, donde la expatriada oprimida trabaja en una tienda de mascotas, vapeando su dolor durante los descansos, y Belfast , donde se le asignó la tarea de entregar un loro dorado a un cliente.

El pájaro hablador no ofrece mucha ayuda a nuestra heroína una vez que el sol comienza a ponerse y el bosque comienza a gruñirle, pero una mujer de cabello plateado llamada Madeline (Olwen Fouéré) aparece en el último minuto para acompañar a Mina dentro de un estudio/albergue que llegaremos a conocer como "The Coop". La puerta está más sellada que la escotilla de un submarino, la selección de DVD es sádica y la ventana de pared a pared que se extiende a lo largo de un lado del edificio se convierte cada noche en un espejo de doble cara. Entonces es cuando vienen los Vigilantes. Madeline, Daniel (Oliver Finnegan) y Ciara (la estrella de “Barbarian”, Georgina Campbell) se alinean frente al cristal como si fuera una pantalla o el proscenio de un escenario de teatro y hacen lo mejor que pueden para mantener entretenida a la multitud invisible. Como podemos suponer por la ausencia del esposo de Ciara, existen graves consecuencias para quienes no siguen las reglas. 

No salgas después del anochecer, nunca te adentres demasiado en el bosque, mantente alejado de las madrigueras donde duermen las criaturas durante el día y siempre haz lo que pueda para ofrecerles un buen espectáculo por la noche: esas son las reglas básicas de sobrevivencia. La adaptación de Shyamalan  de la novela "AM Shine" de 2022 es extremadamente fiel a la trama y la tradición en la que se basa, pero solo de una manera que te deja preguntándote cuánto podría haber tomado prestado su libro de “The Village” en primer lugar.

Mientras que la película del padre Shyamalan adoptó el aspecto y el lenguaje de una comuna de Pensilvania del siglo XIX, la versión decididamente moderna de Ishana se basa en el voyeurismo panóptico de los reality shows. La voz en off de Mina describe el bosque alrededor de la cooperativa como un lugar que "atrae almas perdidas como polillas a la llama", y lo mismo podría decirse de "Love Island" (o la imitación de "Love Island" a la que Mina se ve obligada a ver una y otra vez en DVD a medida que su tiempo en el dominio de los Vigilantes se prolonga), lo que de manera similar alienta a las personas a entregarse a lo peor de sí mismos para una audiencia que los odia y los envidia en igual medida.

Es fácil para Mina ser su peor yo, ya que está convencida de que es la única parte de ella misma que sobrevivió a la infancia; los próximos detalles caen bajo territorio de spoiler, pero es seguro decir que la culpa y el odio  de Mina hacia sí misma es lo que la motivó a cruzar el océano y evitar a su hermana, cuya voz en el teléfono suena exactamente como la de Fanning. Ese autodesprecio también es lo que la hace lo suficientemente valiente como para ir más allá de los límites de los Observadores (¿qué más tiene que perder?), incluso cuando sus compañeros de exhibición preferirían volverse unos contra otros antes que arriesgarse a molestar a esas criaturas enojadas. 

Shyamalan está mucho más interesada en explorar el bosque que en desarrollar cualquiera de sus personajes (Daniel huyó de un padre abusivo, Madeline solía ser maestra, a Ciara le gusta bailar... el final), pero su película está decente, sirve aprovechando sus puntos fuertes, y "The Watchers" está en su momento más tenso cada vez que Mina busca problemas. El misterio del bosque se desvela con la paciencia y precisión de una narradora que heredó la creencia de su padre de que lo que no vemos siempre es más aterrador e interesante que lo que vemos, y mientras las secuencias desgarradoras en las que Mina se adentra en las madrigueras o permanece fuera del refugio toda la noche puede depender demasiado de los sobresaltos, esas sacudidas tienen sus raíces en una base sólida de suspenso bien ganado (y además están respaldadas por la atractiva monotonía del afecto despreocupado de Fanning). 

Shyamalan también comparte la inclinación de su padre por el clasicismo, y su encuadre pictórico, junto con la partitura de violín en espiral de Abel Korzeniowski, que ayuda a evitar los peligros claros y presentes de la película que eclipsan la naturaleza más antigua de sus secretos. Incluso en sus tramos más oscuros, “The Watchers” está empapada de tristeza melancólica que la separa del supuesto terror. Incluso en sus momentos más genéricos, la película de Shyamalan está rodeada de mitos irlandeses de una manera que sugiere que la historia podría no desmoronarse en el momento en que Mina comience a comprender las cosas. 

Pero lo hace. Rápido. Y con una enloquecedora indiferencia porque la primera mitad de esta película fue intrigante en formas que no tenían nada que ver con su misterio central. Después de extraer cuidadosamente migas de información en el transcurso de una hora, “The Watchers” vuela del refugio antes de convencerse/preocuparse por las personas enjauladas dentro de ella, solo para desperdiciar su reserva de intriga en una serie de volcados de información laboriosos y sin sentido, que confirman sus peores sospechas al mismo tiempo que niegan a los espectadores la oportunidad de crear otras nuevas. 

Si la novela de Shine sufrió un problema similar, Shyamalan no hace ningún esfuerzo por solucionarlo. El repentino ataque de exposición desplaza cualquier leve inversión que esta película haya ganado en sus personajes hasta ese momento, y la decisión de resolver el conflicto principal después de sólo 75 minutos aproximadamente hace que sea demasiado obvio que “The Watchers” está ahorrando tiempo para su punto de giro, mitigando su impacto incluso cuando Shyamalan se burla de la revelación, a expensas de dar cuerpo a lo que todo esto podría significar para nuestra heroína. 

Basada en flashbacks torpes y entregada sin una pizca del empuje necesario, esa última revelación obliga a Mina a hacer un balance de su propia monstruosidad de una manera que podría haber tenido sentido en una película más interesada en esa aritmética moral, pero “The Watcher” fracasa en el preciso momento en que decide que le salgan alas. No me resulta útil insistir en todo esto cuando se trata de una cineasta tan hábil y prometedora como Ishana Shyamalan, y "The Watchers" me da la esperanza de que su interés por la fantasía pueda eventualmente alejarla de la sombra de su padre, sobre todo porque este debut está, en última instancia, decidido a reconciliar la realidad de quiénes son las personas con las leyendas en las que nacieron. Tampoco les diré si Mina es capaz de lograr eso al final, pero les diré que Shyamalan todavía tiene mucho camino por recorrer.


martes, 18 de junio de 2024

Crítica Cinéfila: Inside Out 2

Riley entra en la adolescencia y el Cuartel General sufre una repentina reforma para hacerle hueco a algo totalmente inesperado: ¡Nuevas emociones! Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Asco, con años de impecable gestión a sus espaldas (según ellos...), no saben muy bien qué sentir cuando aparece Ansiedad. Y parece que no viene sola. 



En "Inside Out 2", Riley ya tiene 13 años, lo que significa que está al borde de un cambio total en compañía de un nuevo conjunto de emociones. En la sede de su cerebro, suena una sirena (es la que vimos al final de la película anterior titulada Pubertad), lo que significa que es hora de que los trabajadores de renovación irrumpan en el lugar, derriben las paredes e instalen una nueva consola que pueda acomodar los incipientes sentimientos adolescentes de Riley. El quinteto original de Anger (Lewis Black), Sadness (Phyllis Smith), Fear (Tony Hale), Disgust (Liza Lapira) y Joy ( Amy Poehler ) todavía existen, pero ahora son "emociones reprimidas" empujadas al fondo de su mente. 

Personalmente, “Inside Out” fue la última gran película de Pixar. Me encantó “Toy Story 4” (2019) y “Buscando a Dory” (2016) fue irresistible de una manera que evocaba la magia de “Buscando a Nemo”, pero “Inside Out”, estrenada en 2015, fue posiblemente la última película en ser digno del nombre de Pixar en su pico visionario, deslumbrante y vertiginoso. Tuvo la audacia de construir un mundo entero dentro de la mente de Riley y convertir ese mundo (las emociones en conflicto, los buenos y malos recuerdos almacenados en canicas coleccionables) en una especie de parque de diversiones filosófico. “Inside Out” fue un entretenimiento deslumbrante, pero la película fue más allá de eso. Al deconstruir cómo funciona la personalidad humana, contó una historia conmovedora y profunda. La película no se trataba sólo de sacar a Riley de su depresión y nostalgia. Se trataba de lo que nos sucede a todos cuando dejamos atrás la infancia: la forma en que las ilusiones y la inocencia, el hermoso jardín de quienes éramos, deben desaparecer.  

“Inside Out 2” es igualmente de audaz en su imaginación innovadora como lo hizo “Inside Out”. Pero el director de la película, el veterano de la animación de Pixar Kelsey Mann (que hace su debut cinematográfico), y los guionistas, Meg LeFauve y Dave Holstein, aprovechan la brillantez lúdica de la película anterior y se acercan lo más que podríamos haber esperado a igualarla.

Las nuevas emociones del bloque son un equipo increíblemente divertido, desde la maliciosa Envy (Ayo Edebiri) hasta el resoplando Embarrassment (Paul Walter Hauser) y Ennui (con la voz de Adèle Exarchopoulos) como si fuera el Nico de la angustia adolescente. Pero la recién llegada clave, tan fundamental para “Inside Out 2” como lo fue Joy para la primera película, es Anxiety (Maya Hawke). Al principio, no sorprende ver que se la visualiza como un manojo de nervios andante, con un plumero de cabello naranja, ojos saltones, cejas que se mueven en el aire y una boca alargada y llena de dientes. Pero resulta que la ansiedad no es un manojo de nervios. Ciertamente es un manojo de nervios a flor de piel, pero lo único que hace es usar la ansiedad para hacer las cosas.

Es el verano previo a la escuela secundaria y Riley, que acaba de llevar al campeonato a su equipo de hockey de la escuela primaria, está a punto de pasar tres días en un campamento de hockey. Se sorprende cuando se entera de que sus dos mejores amigas, Bree (Sumayyah Nuriddin-Green) y Grace (Grae Lu), no asistirán a la misma escuela secundaria que ella el próximo año escolar. Pero el verdadero factor que está a punto de apoderarse de Riley es su deseo de formar parte de los Fire Hawks, el equipo de hockey de la escuela secundaria. La entrenadora del equipo dirige el campamento, por lo que es como una audición. Riley idolatra a la líder de los Fire Hawks, Valentina (Lilimar), con su actitud de estrella de rock y su mecha de pelo ardiente, y hará cualquier cosa para entrar en su favor.

En el campamento de hockey, la necesidad de Riley de impresionar a Valentina y a las demás chicas del equipo, a expensas de cualquier otra cosa (como abandonar a sus buenas amigas que, erróneamente, cree que la están abandonando), se convierte en el impulso que define su existencia. Y ahí es donde entra en juego la ansiedad. El personaje, expresado con estilo juguetón por Maya Hawke, bien podría haberse llamado Cálculo con cafeína o Deseo de pertenecer o FOMO de escalada social obsesivo-compulsivo. En “Inside Out 2”, la forma que adopta Anxiety (las cosas que ella empuja a Riley a hacer) equivale a un estado de existencia basado enteramente en salir adelante, en decir las cosas que crees que los demás quieren escuchar, en reemplazar la alegría del momento con miedo al futuro (o en lo que podría convertirse si no prestas atención a tu ansiedad y no planificas para ello).

Mientras todo esto sucede, lo que está sucediendo en el cerebro de Riley es que la Anxiety, enfrentándose a Joy y las otras cuatro emociones primarias, está involucrada en nada menos que una guerra por el sentido de sí mismo de Riley. Como adolescente, Riley no sólo tiene emociones o islas de identidad (La Isla de la Familia se ha vuelto notablemente más pequeña) sino todo un Sistema de Creencias, que consiste en pensamientos en su mayoría reverentes (“Soy una muy buena amiga”, “Soy una ganadora”) que se representan como rayos de luz que se disparan hacia el cielo. Es por eso que Anxiety, para montar su toma hostil de la personalidad de Riley, tiene que hacer algo más que simplemente transportar a Joy y su tripulación a la Bóveda en el fondo de la mente. Tiene que reemplazar un sentido de sí misma por otro. Las creencias de Riley ahora tienen que ser cosas como "¡Si soy un Fire Hawk, habré ganado!" o "¡Mientras nos guste lo que a ellas les gusta, tendremos todos los amigos que necesitamos!". La batalla emocional gira en torno a una pregunta a la vez actual y metafísica: ¿Riley quiere ser ella misma o quiere ser quien los demás quieren que sea?    

“Inside Out 2” es una fábula transportadora sobre el deseo de encajar, de ser validado por el Cool Culture que es, cada vez más, el sello colectivo de aprobación y éxito. Y si bien la película es un encantador viaje animado del espíritu (esté preparado para ayudar a salvar el verano en la taquilla), también puede ser la historia más perspicaz sobre los enigmas de la adolescencia temprana desde “Eighth Grade”.

La película no siempre es tan tremendamente divertida como la primera “Inside Out”, porque carece de ese factor sorpresa primordial. Sin embargo, está lleno de momentos de delicioso descaro. Hay una gran escena en la que Valentina le pregunta a Riley cuál es su banda favorita, y después de que ella comete el error de mencionar la banda de chicos poco modernos Get Up and Glow, Ennui se acerca a la consola de Riley para crear una nueva característica geológica del cerebro: un "Sar-chasm". Hay un personaje de televisión chiflado de la juventud de Riley, el Bloofy (Ron Funches) dibujado a mano, que tiene una riñonera que agrada al público llamada Pouchy (James Austin Johnson) que salva el día, y está la aparición ocasional de una emoción que Riley todavía es demasiado joven para experimentarla, Nostalgia (June Squibb), hilarantemente imaginada como una delicada viuda con una taza de té.

“Inside Out 2” marca un regreso creativo triunfante para Pixar, logrando lo que este estudio, en sus mejores momentos, ha hecho mejor que nadie: encontrar el punto óptimo que fusiona la mirada de niños y adultos. La película trata realmente sobre las microdecisiones que todos tomamos para esculpir nuestra personalidad. ¿Permitiremos que nuestra ansiedad sea mayor que nuestra alegría? ¿Permitiremos que nuestra necesidad de pertenencia abrume lo que somos? La película responde a eso de una manera lo suficientemente embriagadora como para dejarte ansioso por otra secuela, una que registre la tormenta dentro de Riley a medida que crece.


miércoles, 12 de junio de 2024

Crítica Cinéfila: Boca Chica

Desi pasa los días en las playas de su ciudad natal, soñando con convertirse en una cantante famosa, pero su objetivo se ve amenazado por mentiras, prostitución infantil y una siniestra traición de quienes más deberían protegerla.



Es muy probable que Boca Chica sea el destino favorito de muchos locales y turistas. Quizás no necesariamente sea por la playa (reconociendo que República Dominicana es uno de los destinos turísticos favoritos con mayor diversidad de playas exquisitas), sino más bien porque es el espacio más cercano que se converge la cultura local con la extranjera de una forma tan orgánica. Casi se podría decir que somos iguales... hasta que la prostitución se cruza por el centro. Es muy triste pensar que "Boca Chica" sea una referencia cinematográfica que refleje como esta zona se puede convertir en un área de recreo y negligencia parental a la vez. Y aunque es un golpe de realidad muy crudo que cualquier persona dominicana aspirante a entrar a la maternidad/paternidad le cueste digerir, es una película importante a revisar para reflexionar sobre la vida moderna de la juventud que está verdaderamente perdida, pero no solo ellos son culpables de esto.

La película sigue a Desi, una joven de 12 años, aspirante a cantante y habitante de la zona de Boca Chica, donde también trabaja en el restaurante de su madre y su tía. Aunque Desi es una niña expuesta al contenido morboso que los adolescentes consumen, ella se ha quedado atrás, vistiendo camisones de su hermano mayor, y encerrada en sus canciones religiosas o inventadas por ella misma. Se distrae mandándole mensajes a su hermano Fran, quien vive en Estados Unidos como delivery de comida rápida, aunque su familia cree que está viviendo su sueño de ser acordeonista de orquestas en la ciudad. Cuando el primo de ambos, Elvis, anuncia que se va a casar con una gringa, ambos son bombardeados con la realidad de que sus orígenes y su ambiente siempre los van a acosar, y para huir de ellos debes cortar lazos gruesos.

Esta ópera prima de Gabriella A. Moses muestra el día a día al que muchos jóvenes se exponen, tanto en áreas vulnerables como en zonas desarrolladas: la poca atención de lo que consumen y cómo lo reflejan hacia afuera. Distingue la ideología de que, al momento que un niño o niña cumple 10/11 años, su enfoque es "querer ser adulto", tanto en la forma en que visten, cómo hablan, cómo se relacionan y sus planes de vida. Es preocupante pero es un choque de realidad necesario que evalúa igualmente cómo muchos padres y otros adultos son una motivación alterna para que un niño o niña piense así. 

En el caso de Desi, ella se ubica en un punto más alejado de ese abismo, gracias a figuras que evitan que entre a esos pensamientos, como su tía y su hermano, pero estos son recordatorios narrativos de que un menor de edad solo terminará en eso si es empujado hacia ese mundo. Otro aspecto narrativo que preocupa igualmente pero que es necesario reflejar cuando se habla de Boca Chica es la dura realidad de la prostitución infantil, y cómo muchos adultos (padres, turistas o personas cercanas) son los responsables de que jóvenes decidan caer en esa red por el deseo de mantener a ellos mismos o incluso a su familia. Choca cuando una adolescente que no pasa de 16 años dice "yo soy la que mantiene mi casa" a Fran.

Un punto impresionante de la historia son las actuaciones de los actores menos conocidos, destacando el trabajo de Scarlett Camilo en la piel de Desi, como una niña curiosa por lo que le llama la atención, pero aterrizada a lo que está ocurriendo en su barrio que ella no quiere repetir. Es un personaje fuerte de actitud, pero sumiso cuando debe de serlo, que representa un público infantil que es casi inexistente, pero creíble aún en estos días. Su trabajo es complementado por un grupo de actores ya experimentados pero igualmente bien puntualizados, como Lia Chapman como la cruel madre de Desi, Carmen; Jean Cruz, como el represivo hermano de Desi, Fran; y Richarson Díaz, como el primo gigolo de Desi, Elvis. Todos representan un aspecto distinto de la realidad de la prostitución infantil: la figura parental descuidada, el adulto que evita a toda costa aunque sus fuerzas son limitadas, y el adulto que administra la red de prostitución.

"Boca Chica" también tiene a su favor que se retrata en el mismo punto clave de la zona de playa, mostrando los restaurantes costeros, los puntos de ventas semiformales y los vendedores deambulantes de todo tipo de alimentos, servicios y productos que se pueden imaginar (desde masajes hasta habanos dominicanos). Esta ambientación es complementada por la riqueza (pobreza) cultural que habita en ella, maquillada con los cantos inapropiados de niños, las vestimentas muy cortas para menores de edad, y la gerga dominicana que baña nuestras calles.

Es doloroso pensar que esa es la realidad, pero es casi imposible hacerse el ciego y soñar con que es una realidad muy alejada. Sin necesidad de enfocarse mucho en las consecuencias de esto, "Boca Chica" es sin duda un drama social muy necesario, puntual y refrescante, que si se quita a un lado ese conflicto social cargado, es sin duda un banquete muy dominicano de lo que es pasarse un rato en uno de los puntos más famosos para un turista en la ciudad.


domingo, 9 de junio de 2024

Crítica Cinéfila: The Strangers, Chapter 1

Durante una parada en un viaje por carretera, en una remota casa de alquiler en el bosque, una joven pareja se convierte en la presa de una misteriosa banda de tres extraños enmascarados que atacan sin previo aviso ni motivo.



En 2008, The Strangers aprovechó tan bien el miedo a la violencia aleatoria que recuperó su presupuesto nueve veces. La película muestra a una desventurada pareja que, mientras pasa la noche en un lugar desconocido, son víctimas de tres lunáticos enmascarados sin ningún motivo. Con "The Strangers: Chapter 1", el director Renny Harlin y los escritores Alan R. Cohen y Alan Freedland intentan renovar la franquicia; desafortunadamente, lo hacen con un cinismo palpable y un guión pintado por números que se inspira generosamente en su original. Repetir las mejores líneas y puntos de la trama de un clásico de culto no es lo mismo que rendir homenaje, y este supuesto preludio de los crímenes posteriores de Man in the Mask, Dollface y Pin-Up Girl solo arruina la premisa simple y siniestra de su predecesor.

El capítulo 1 sigue a Maya (Madelaine Petsch) y Ryan (Froy Gutiérrez), una pareja de Nueva York, ambos inmóvilmente hermosos y reacios a la autoconservación. En búsqueda de una parada de carretera hacen un desvío rural en su viaje a Portland en un pueblo llamado Venus, y debido a que el carro mágicamente no quiere volver a iniciar se hospedan en un Airbnb donde todos los lugareños los odian por ser urbanitas, vegetarianos o lo que sea. Después de algunos juegos previos rancios, los malos de la franquicia juegan al gato y al ratón con la pareja durante toda la noche. Parte del caos es original, pero la mayor parte (como deben estarlo nuestros idiotas protagonistas después de su larga y torpe experiencia) es cansona.

Estos problemas comienzan justo después de los títulos iniciales, cuando se nos informa que cada año ocurren 1,4 millones de crímenes violentos en Estados Unidos (¡No me digas!), es sorprendente cuanto reciclaje de material hicieron que esta es exactamente la misma cifra que aparece al comienzo de The Strangers y, alerta de spoiler, las tasas de delitos violentos han cambiado desde 2008. De hecho, han mejorado significativamente. Los realizadores pueden excusar este alarmismo diciendo que se supone que el Capítulo 1 es una precuela de The Strangers, pero no lo es. No puede serlo, a menos que los personajes de la película original hayan sido reconfigurados oficialmente como hipsters extraños que usan tecnología del futuro. ¡La trama gira en torno a la existencia de Airbnb!

Luego están los temibles lugareños, ¿o debería decir herméticos? Esta película es tan poco halagadora para los estadounidenses rurales que podría poner celosas a las películas de “explotación roja” de los años 1970. ¿Y para qué? Los invasores de hogares son la verdadera amenaza aquí y no están motivados por el resentimiento de clase. No están motivados por nada. Ese es el objetivo de la franquicia.

Dejando a un lado los mensajes sociales dudosos, "The Strangers: Chapter 1" es una película de terror meramente útil. Hay algunos momentos tensos y muchos sobresaltos, pero se ven socavados por un guión frustrante. Petsch, que también es productora ejecutiva, intenta hacer lo mejor que puede con su reina del grito, pero fracasa. No ayuda que esté interpretando a uno de los protagonistas de terror más estúpidos de los últimos tiempos. Si no soportas ver a la gente en las películas de terror seguir ruidos extraños o asomar la cabeza por los agujeros hechos con hacha en la pared, entonces realmente vas a odiar a Maya y Ryan.

Incluso si logras leer todos los escritos absurdos, no obtendrás mucha recompensa. Todo lo bueno está completamente extraído de la película original, hasta un extraño que pregunta si Tamara está en casa y desenrosca una de las luces del porche. Yo diría que "The Strangers: Chapter 1" recoge sus mejores partes de The Strangers como un asesino saqueando el cadáver de su propia víctima, pero eso podría implicar que hay algo remotamente interesante en este reinicio alucinante.

Aunque tiene clasificación R, se te perdonará si piensas que recibió una clasificación PG-13. Sólo hay un mínimo indicio de sexualidad, escaso uso de la bomba F y escasas gotas de sangre. Eso hace que esta fiesta de pijamas sea excelente, especialmente considerando que Petsch tuvo su gran oportunidad como Cheryl Blossom en "Riverdale". A los verdaderos fanáticos del terror y aquellos con edad suficiente para recordar la primera película: tengan cuidado.

Los defectos de esta película serían menos evidentes si no existiera la superior "The Strangers: Prey at Night". Lamentablemente para Harlin y sus amigos, la secuela de Johannes Roberts de 2018 de "The Strangers" saca este lío del agua, ofreciendo un escenario novedoso, protagonistas más dinámicos y una secuencia culminante ambientada con "Total Eclipse of the Heart". Con mucho gusto tomaría dos más de esa. En cambio, tenemos esto, y esta es la primera película de una trilogía protagonizada por Petsch. Unámonos con la esperanza de que solo podamos subir desde aquí.

"The Strangers: Chapter 1" puede asustarte si no tienes la edad suficiente para recordar "The Strangers", pero mientras que su predecesor fue sutil e interesante, el reinicio de Renny Harlin elige ser ridículo y aburrido. Si por algo destaca esta película es por lo estúpidos que son los personajes principales. Ya sea que represente un pequeño pueblo de Estados Unidos como un siniestro espectáculo de fenómenos o extraiga sus mejores momentos directamente del original, esta película se resiste activamente a la novedad. Si realmente necesitas ver a una pareja tímida huir del crimen aleatorio, mira la original.


martes, 4 de junio de 2024

Crítica Cinéfila: Eric

Nueva York años 80. Narra la búsqueda desesperada que emprende un padre cuando Edgar, su hijo de nueve años, desaparece por la mañana de camino al colegio. A Vincent, uno de los marionetistas más destacados de Nueva York y creador de una popularísima serie televisiva infantil, le cuesta horrores lidiar con la pérdida de Edgar y está cada vez más angustiado e inestable. Se odia a sí mismo y se culpa de la desaparición. En ese estado, se aferra a los dibujos que hacía su hijo de un monstruo azul, una marioneta llamada Eric, convencido de que si logra que Eric salga por la tele, Edgar volverá a casa. 



En la serie limitada de Netflix "Eric", del guionista Abi Morgan ("Shame", "The Hour"), el famoso titiritero Vincent Anderson (Benedict Cumberbatch) y su esposa, Cassie (Gaby Hoffmann), se ven obligados a lidiar con lo que puede ser la pesadilla de cualquier padre: la desaparición de su hijo de 9 años, Edgar (Ivan Morris Howe). Mientras Cassie se apoya en el detective de la policía de Nueva York encargado del Equipo de Personas Desaparecidas, Michael Ledroit (McKinley Belcher III), Vincent comienza a desmoronarse. Desesperado por encontrar a Edgar, se vuelve cada vez más volátil a medida que se obsesiona con los dibujos realizados por su hijo, inspirándole a crear un monstruo títere llamado Eric. Aunque en primera instancia la serie visibiliza cómo Vincent está convencido de que Edgar regresará a casa si logra darle vida a Eric, va más allá proyectando la angustia de los casos de personas desaparecidas. “Eric” obliga a su audiencia a mirarse en el espejo y enfrentar la intolerancia y los prejuicios que utilizamos como armas unos contra otros.

“Eric” comienza en 1985, 48 horas después de la desaparición de Edgar. Los Anderson se sientan en una mesa frente a la prensa, suplicando al público el regreso de su hijo. A instancias de un detective, Vincent se inclina hacia el micrófono y dice: "Edgar, si estás viendo esto... lo siento, amigo". Este inquietante mensaje permanece en el aire mientras la serie retrocede en el tiempo hasta dos días antes. Edgar deambula detrás del escenario del popular programa infantil de Vincent, "Good Day Sunshine". La personalidad de Vincent, sin embargo, no podría estar más reñida con su profesión. Cruel, insensible y desdeñoso, es lo opuesto a alegre. A medida que el primer episodio avanza hacia la mañana de la desaparición de Edgar, la audiencia descubre que el temperamento de Vincent se extiende más allá del lugar de trabajo y se filtra en la casa que comparte con Cassie y Edgar.

Cuando Edgar no llega a la escuela, Ledroit se encarga del caso. Aún atormentado por un adolescente negro desaparecido, Ledroit se ve impulsado a lograr que los Anderson obtengan un resultado diferente. Esto no es tarea fácil en una ciudad decidida a descartar lo que se considera desagradable, y todos los involucrados en el caso ocultan algo. Mientras Ledroit persigue pistas, frenado por la tecnología inadecuada, la burocracia y su propio dolor, los horrores de las políticas gubernamentales de Nueva York salen a la luz. Queda claro que la mala conducta y la violencia en los niveles más altos son cómplices de dañar a los ciudadanos más jóvenes y vulnerables de la ciudad.

Aunque es extremadamente difícil de ver, “Eric” es excepcional. Hoffmann, en particular, es apasionante en su descripción de una madre que se quiebra bajo el peso de lo que ha perdido y un marido que se niega a conectarse con ella. A lo largo de seis episodios, la serie desentraña los peligros de la adicción y el autodesprecio mientras se centra en los resultados injustos nacidos del racismo, la homofobia y la codicia capitalista. 

Pero hay una cuestión evidente. A medida que Vincent se desquicia, comienza a visualizar a un Eric de la vida real que se burla de él y lo sigue a todas partes. Aunque el peludo monstruo azul es una manifestación del tormento interior del titiritero, es una distracción. El tono de “Eric” es tan áspero y oscuro como su ambientación de la ciudad de Nueva York de los años 80. Por tanto, una versión visualizada del títere socava la tristeza de la serie. Además, Cumberbatch, que regresa a la televisión después de una temporada en películas taquilleras, es capaz de representar la autodestrucción de Vincent sin imponer algo tan literal a la audiencia.

En última instancia, “Eric” es mucho más que un niño desaparecido. La serie gira en torno a la corrupción y la inhumanidad, temas que resonarán en la mente del espectador mucho después del episodio final. Inquietante pero profundo, la serie cuestiona por qué solo a ciertas personas se les permiten finales felices y qué significa eso para aquellos que nunca verán justicia.